Rimbaud A/Z: por los senderos fascinantes de un nómada visionario, de Jorge Esquinca

por Teresa González Arce [1]

Rimbaud A/Z. Contemplaciones en orden alfabético (Bonobos, 2023) es el llamado de Jorge Esquinca (Ciudad de México, 1957) a compartir con él una fascinación que inició en su adolescencia, cuando leyó por primera vez la poesía de Arthur Rimbaud, y cuya intensidad no ha hecho sino aumentar con el paso de los años. Se trata de un ensayo formado por veintisiete meditaciones, arropadas por una introducción, un epílogo, la traducción hecha por el propio Esquinca del poema “El barco ebrio” –que aparece como apéndice del libro–, una bibliografía y una página muy entrañable de agradecimientos.

En “La imagen (in) móvil”, texto introductorio del libro, el autor nos habla del significado de la palabra que eligió como subítulo de su ensayo. El verbo contemplar viene del latín y significa “poner la atención en algo material o espiritual; considerar o tener presente a algo o a alguien”. Siguiendo la ruta sugerida por estas definiciones, me gustaría agregar que la palabra consideración, en los libros espirituales, es el asunto o materia sobre la que se ha de meditar. El conjunto de consideraciones que Esquinca tiene por ese asunto que es a la vez material y espiritual –es decir, la vida y la obra de Rimbaud– no tiene otro fin, dice, “que dejarse llevar por los misterios vislumbrados a la extraña luz de esos dominios”.

El título de la introducción dialoga con dos textos. El primero de ellos es el fragmento de La muerte de Virgilio de Hermann Broch que figura como epígrafe. En dicho fragmento, se evoca una imagen que, en la inmovilidad de su acontecer, permite que Virgilio encuentre todo lo que siempre había buscado en el lenguaje o en la poesía. La imagen es, aquí, una vía para alcanzar una visión extraordinaria. La “imagen (in)móvil” dialoga igualmente con el título del prólogo que Cintio Vitier escribió para su traducción de las Iluminaciones. En dicho texto –que Esquinca describe como “una de las más hermosas introducciones a la obra-vida de Rimbaud que leí”–, el poeta cubano explica que “la imagen en la visión poética no es nunca imaginada sino real y exterior al sujeto. Lo que el poeta ve no lo imagina, sino que lo ve como imagen, como algo que aparece apresado por su imaginación”.

Pero la imagen de Rimbaud a la que se refiere Esquinca en su prólogo de Rimbaud A/Z no es inmóvil, como la visión de Virgilio, ni está apresada en su imaginación: se encuentra en la linde entre la quietud y el desplazamiento incesante que, como leemos en cada una de las contemplaciones, es el rasgo más sobresaliente de la vida y la obra del poeta francés. De ahí que en el título del prólogo el prefijo in esté, entre paréntesis, junto a la palabra móvil, en una especie de coloquio con Broch y con Vitier sobre la imagen y sobre la consideración respecto a la imagen.

En un ensayo titulado “El uso y la contemplación”, Octavio Paz nos recuerda que muchos de los objetos valiosos que hoy se exhiben en los museos pertenecieron antes al territorio de lo sagrado, y que su belleza estaba entonces subordinada a su eficacia mágica. El tránsito de los lugares de culto a los museos, explica Paz, fue una transmutación mágico-religiosa que, al convertir los objetos sagrados en iconos, dio lugar a una idolatría que comenzó en el Renacimiento y que, en el siglo XVII, se convirtió en una fe profana. Para el autor de “Piedra de sol”, el recogimiento con que hoy admiramos las obras de arte es, en el fondo, el mismo con que los sabios contemplaban el cielo estrellado. En las obras de arte modernas, afirma Paz, “el acto de ver se transforma en una operación intelectual que es también un rito mágico: ver es comprender y comprender es comulgar”.

Aunque Rimbaud A/Z no explora una pieza de arte visual sino la vida y la obra de un poeta, no creo que sea descabellado vincular este ensayo con la religión artística tal como la describe Paz. Esquinca contempla la obra poética, la vida y el mito de Rimbaud como una imagen sagrada y, por eso, la atención que le dedica está relacionada con el misterio luminoso y extraño del poeta visionario. La lectura atenta que Esquinca hace de la poesía de Rimbaud se vuelve en sí misma una experiencia visionaria: la zona de la poesía que inaugura Rimbaud es, como bien se advierte en la introducción del libro, una visión fascinante de la que es imposible salir indemne. Más adelante volveré sobre este punto.

Por lo pronto me importa decir que, aunque las meditaciones que conforman este ensayo siguen rigurosamente el orden impuesto por el abecedario castellano (sí, hay una entrada para la letra Ñ), el contenido y el estilo de cada una se despliegan según los dictados de la intuición, la pericia y habilidad comprensiva de su autor. La conversación que Jorge Esquinca tiene con la obra de Rimbaud se ha enriquecido gracias a un material compuesto por versiones múltiples de la obra rimbaldiana, biografías, estudios críticos, testimonios y diccionarios especializados tanto en el universo de Rimbaud como en simbología y esoterismo.

Rimbaud A/Z no es un estudio erudito ni pretende dar una interpretación definitiva del Poeta Maldito. Es más bien una caminata por un bosque espeso, hendido por senderos, estancias, cuevas y pasadizos que se comunican entre sí. Las cartas escritas por el poeta vidente, que Esquinca traduce para esta obra, funcionan como señales de orientación hacia poemas en prosa y en verso que nunca son meros objetos de estudio y admiración, sino partes de una entidad móvil. La rigidez del orden alfabético que organiza su contenido disimula la libertad a la que invitan tanto las reflexiones de Esquinca como la poesía que las anima: Rimbaud A/ Z es, sobre todo, un libro rebelde.

Además de propiciar una lectura desordenada –dado que el lector puede empezar por donde quiera, volver atrás o saltar páginas– me parece que el ensayo de Esquinca es comparable a una caja china que contiene otra caja, y dentro de ella muchas otras más, en una sucesión casi infinita. Dentro del alfabeto inicial, la estructura mágica que es el célebre poema “Vocales” aparece en diferentes momentos como un contrapunto de significados pues, como sabemos, la voz poética asigna a cada una de las vocales un color del que se desprende un haz de imágenes. Esquinca, por su parte, atrapa al vuelo cada una de ellas para, a su vez, vincularlas con versos e ideas de otros poemas de Rimbaud. En otras palabras, una sucesión de vocales iluminadas habita en el interior de un abecedario poético y ensayístico.

La alquimia, elemento central de la obra y del proyecto de Rimbaud, es tal vez el eje más importante de las pesquisas de Esquinca, y de ella se habla en varias secciones de su libro. En la primera, titulada “A Negro” –la asociación procede del poema “Vocales”– leemos una retahíla alucinante de conceptos, versos de Rimbaud, obras de arte e imágenes de otros autores que parecen darle continuidad a los versos del poeta nómada. Paradójicamente, lejos de obnubilarnos, esta densa nube de significados esclarece una idea esencial que recorrerá todo el diccionario: el negro, en el lenguaje de Arthur Rimbaud, está relacionado con la oscuridad, con el caos y con la putrefacción que, en la alquimia, es indispensable para la realización de la Gran Obra.

Esquinca nos hace ver, con fragmentos de la poesía de Rimbaud y con documentos que sirven para sostener sus propias observaciones, que el autor de Una temporada en el Infierno deseaba ardientemente convertirse en vidente y pudo transformar este deseo en un verdadero proyecto. El autor de este ensayo nos habla de un testimonio del bibliotecario de Charleville, ciudad natal del poeta, donde se queja de la insistencia con la que el niño Arthur le pedía obras esotéricas de magia y de alquimia. Como sugiere Esquinca, esos tratados esotéricos, entre otras muchas lecturas,

sirvieron de sustento a un proyecto que implicaba el desarreglo de todos los sentidos y tendría como consecuencia convertirlo en un vidente. Un proyecto, entre tantos otros, realizado antes de sus veinte años y que habría de catalizarse en fórmulas como la célebre afirmación “yo es otro”. Condensaciones poéticas cuya sola enunciación vendría a ser definitiva en los desplazamientos de la poesía moderna y que al parejo de su vida han hecho correr ríos de tinta.

En el apartado correspondiente a la palabra “Química”, Esquinca nos hace notar que Rimbaud emulaba a los alquimistas al buscar el oro interior, la piedra filosofal que es el alma del mundo. Es en “Delirios II: Alquimia del verbo” donde señala el momento en que “Rimbaud da con algo que bien podría interpretarse como una alusión a una operación alquímica –la separatio– y afirma: ‘En fin, oh dicha, oh razón, aparté del cielo el azur, que es negro, y viví, chispa de oro de la luz naturaleza’”. Yo me atrevería a añadir que el alma del mundo que Rimbaud buscaba adopta, un poco más abajo en el mismo poema, otra formulación espléndida: “¡Ha sido encontrada!/ —¿Qué?— La eternidad./ Es el mar mezclado/ con el sol”.

Leer Rimbaud A/Z es descubrir a un poeta que escribió uno de los poemas más bellos sobre el mar antes de haberlo conocido, y que estuvo en el Infierno cuando aún no había emprendido ese viaje a África que lo alejaría al mismo tiempo de la poesía y de Europa. Y, por supuesto, es asombrarse de que las palabras de “Mala sangre”, donde Rimbaud describe su futura transformación física y espiritual, precedan la época en que la intemperie, durante su travesía por África, curtió su piel hasta oscurecerla como la de un nativo de dicho continente.

Sin embargo, si nos alejamos un momento del encantamiento provocado por la obra del poeta francés, podemos advertir que hay un trabajo adivinatorio ejercido ya no por Rimbaud, sino por Esquinca. El poeta y ensayista mexicano, en efecto, es capaz de contemplar la vida del poeta francés con un horizonte tan amplio que abarca no solo su presente y su pasado, sino también su futuro.

A lo largo de su ensayo, Esquinca altera la línea lógica del tiempo para distinguir las irradiaciones de la poética de Rimbaud en la obra de otros poetas. Al relacionar a Pizarnik, a Neruda, a Miguel Hernández, a Emily Dickinson —y a todas las mujeres poetas que Jorge ve en nuestros días tomar las calles “con esa cólera tan rimbaudiana”— con el autor de Una temporada en el Infierno, Esquinca da testimonio del proyecto visionario de Rimbaud.

En la contemplación dedicada a la palabra “Desierto”, Esquinca habla de las penurias y fatigas que el poeta vidente padeció en sus recorridos africanos. Imagina al fantasma de Nerval preguntándole a Rimbaud: “¿Encontraste tu cruz en los desiertos del cielo?” Si Rimbaud anduviera bajo esos cielos, al volver se dejaría cuidar por las manos buenas de Jeanne-Marie, Isabelle o Djami, su fiel sirviente abisinio. Y Esquinca formula una promesa que es también una plegaria:

Al fin y al cabo, ellos también lo esperan y, mejor aún, lo desean, lo deseamos todos. Una vida, la nuestra, justificada por la dedicación al guerrero que vuelve exhausto, con los ojos repletos de visiones, ¿qué historias traerá consigo?, ¿qué especias embriagadoras? ¿Qué insólitas costumbres? Le prodigaremos nuestros cuidados.

Después de haber leído Rimbaud A/Z. Contemplaciones en orden alfabético, es imposible no unirse al fervor y a la admiración por Rimbaud que, de manera tan generosa, Jorge Esquinca comparte con nosotros.

La autora

[1] Teresa González Arce / Guadalajara, Jalisco, 1971. Es doctora en estudios románicos por la Universidad Paul Valéry de Montpellier y Profesora investigadora titular en el Departamento de Estudios Literarios de la Universidad de Guadalajara. Es autora de varios libros sobre literatura española e hispanoamericana, y de dos libros de ensayos personales: Días hábiles (UNAM, 2010) y La mala memoria (2020), así como los libros de investigación El aprendizaje de la mirada: la experiencia hermenéutica en la obra de Antonio Muñoz Molina (2005), Libro de los miradores: ensayos sobre narrativa española contemporánea (2010) y Hermenéutica del reconocimiento. La representación del autor en la literatura contemporánea (2016). Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores (nivel I).

 

por Teresa González Arce

 

Publicado, originalmente, en: Periódico de Poesía 18 marzo, 2024 /  Teresa González Arce | Ensayos, Reseñas

Periódico de Poesía es una publicación editada por la Universidad Nacional Autónoma de México, a través de la Dirección de Lteratura,

Link del texto: https://periodicodepoesia.unam.mx/texto/rimbaud-a-z-por-los-senderos-fascinantes-de-un-nomada-visionario/

 

Editor de Letras Uruguay: Carlos Echinope Arce   

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