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“Poetas malditos”, nacen o se hacen |
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Hay
una especie de animales poéticos que, gracias a sus desgracias, desdichas
y extremada fatalidad, han sido rotulados por sus pares como “poetas
malditos”. Ellos, desafiando la lógica, enfrentan con mayor severidad
la subsistencia cotidiana, al radicarse, de manera irreverente, en el
inestable cimiento de la civilidad. Pero su llamarada creativa, su vocación
de soñadores, su roída envestidura de salmón y su atribulado estandarte
de dolores, no son suficientes para retratar sus almas tendidas al propio
sol crepuscular. ¿Quiénes
pertenecen a este improvisado club? Aquellos que son empujados por el
desajuste vivencial, por las desventuras que acicatean sus pulmones poéticos,
por sus aires de mártires y por sus sombrías angustias existenciales que
les acechan en cada rincón cotidiano. Ellos son postulados a
matricularse, sin carné, en la universalidad de los “poetas
malditos”. Inadaptados
e incomprendidos, caminan con desenfadada sonrisa, corazón adentro, por
la orilla de la cordura ¿Cómo reconocerlos? Para tal efecto he elaborado
un abecedario que debe aplicarse cabalmente al vate observado. Si el
susodicho cumple los malditos requisitos no cabe duda que pertenece a esta
familia, e inevitablemente pasará a acrecentar los anales
-extraoficiales- de nuestra “bendita” historia literaria: Gentil
Abece diario, para identificar a un Poeta Maldito: Son
aquellos que: a)-
se precipitan desnudos a la tormenta cotidiana, para luego caer de bruces
vomitando ramilletes de rebeldes versos, despotricando a diestra y
siniestra contra el inmundo mundo, sin estructuras ni “ismos” que
entorpezcan su verborrea poética. b)-
tropiezan con el dinero de vez en cuando y se lo farrean en placeres
paganos y en libros de colegas extranjeros. c)-
escriben hasta desangrar la tipiadora. d)-
de noche beben un vaso de vino largo como un suspiro de amanecida y después
ruedan catre abajo para recoger sueños empolvados, pero nunca vencidos. e)-
se atreven a autopublicarse y después intentan vender sus ediciones a un
amigo despistado, a un familiar solidario o a un transeúnte de las nubes,
o, en un gesto sublime, se lo regalan a su musa de turno, a los ángeles o
a una vecina exótica. f)-
se enamoran de la persona equivocada, intentan el matrimonio,
hijos; trabajan como funcionarios públicos; se divorcian y se autoexilan
en la soledad de una cárcel con cama, sin desestimar papel y lápiz, para
trapear el seso con la idea del suicido. g)-
no compran automóviles, no usan corbata, no transan con la aristocracia,
ni cometen adulterios políticos, y tampoco cierran la puerta a una lágrima
nocturna. h)-
observan atónitos cómo la sociedad asesina a los que ellos aman, y luego
cargan sus féretros al hombro, y caminan por el polvo que mañana
seremos, hacia el cementerio del olvido. i)-
en la madrugadas visitan todos los bares de la ciudad hasta
encontrar el vino perfecto. j)- retratan en la luna su abecedario de nostalgias y aúllan
hasta desprenderse de aquellas palabras que vibran con el canto del
desencanto. k)-
buscan un mecenas para pernoctar bajo el hielo de una estrella que no les
pertenece. l)-
dan cien vueltas al mapamundi para preguntarse mil veces: ¡qué
cresta hago aquí!. m)-
viran el rostro desde la agresividad hacia la melancolía en un
desesperado intento por frustrar la derrota total. n)-
leen poemas a sus mascotas preferidas: gatos, perros, canarios, misses
inspiraciones, etc. y no cuestionan sus reacciones. Se niegan a reescribir
sus textos aunque existan coincidencias críticas, (por fortuna estos
receptores no suelen ser muy exigentes). o)-
visitan a un moribundo, le toman sus manos y le citan de memoria uno
cuantos versos de algún poema del medioevo. p)-
bajan de los trenes antes de llegar a una lectura pública pactada en un
sureño pueblo e improvisan, en una quinta de recreo, un recital para los
parroquianos de un villorio abandonado -de tecnología pero no de poesía-,
y remojan la garganta con pipeño del bueno para filosofar a la sombra de
un parrón. Todo esto sin derramar sobre el mesón ninguna rima. q)-
alimentan sus estómagos sólo cuando las tripas gritan de humanidad. r)-
blasfeman, poéticamente, sobre la Justicia Divina, pero con el decoro que
imponen las vísceras. s)-
sumergen la cabeza en agua de rosas y cogen con los dientes un verso que
se ahoga en la memoria y le brindan aliento vital para que florezca en el
próximo libro inédito. t)-
miran el mundo al revés y se ven caminando erguidos. u)-
amargan, de vez en cuando, la propia fatalidad, pero no avinagran el vino
del que los ama, a pesar de su amalditada poética y cresta vida. v)-
los que no alcanzaron a suicidarse o morir de hambre antes del los 50, sueñan
jubilarse a la sombra del Premio Nacional. Después de cumplir los 60,
vuelven a renacer para, por fin, continuar escribiendo, ahora con la
guatita llena de insatisfacciones. w)-
siguen amando al lobo porque no sabe lo que hace, o si lo sabe, le ponen
un personal estéreo al músculo cardíaco y lo inducen a escuchar cantos
gregorianos. x)-
en otoño auscultan los parques hasta encontrar la hoja seca -testigo de
primavera- para que le muestre el derrotero por donde se les escurrió el
ángel salvador. y)-
trepan por el Diccionario de la Real Academia, buscando los sinónimos de gorrionchelo
y violondrina, los cuales después,
definitivamente, desechan. z)-
mueren cuatro veces al año, o tal vez veinticinco horas al día, y sólo
abren sus humedecidas pupilas para recontra renacer inéditos de sonrisas. Arenga
necesaria: ¡Poetas malditos que deseáis trocar el mundo en desdichado Edén de sueños y perfectos amores! ¡Hundíos en vuestros versos de nubes; mastiquen a rabiar sus caudales de oscuras metáforas! ¡Bébanse el misterio de la palabra hasta el concho de la madre inspiración! ¡Sigan atormentándonos con sus filudas estrategias de romanticismo! ¡Sufrid lo indecible hasta parir esperanzas! ¡Hártense de sus famélicos huesos, de abofetear al prójimo con poemas de hierro y locuras! ¡Seguid cargando en cruz vuestras miserias incomprendidas!, continuad, bendecidos, y por favor: ¡no muráis en el intento! |
Ricardo Gómez López
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