Gombrowiczidas |
Witold Gombrowicz y Milan Kundera Milan Kundera |
Entre los hombres de letras que conocen a Gombrowicz, hay algunos que lo admiran abiertamente, los otros se dividen entre los que buscan la diversión sin preocuparse de otra cosa, y los graves, los graves a secas y los graves ofendidos. El checo Milan Kundera pertenece sin duda al grupo de los que lo admiran abiertamente. Después de la guerra se contaban historias de los checos y de los polacos. Dos perros, uno checo y el otro polaco, se encuentran en la frontera, el perro checo está bien alimentado y va camino de Polonia, al perro polaco se le ven las costillas y va camino de Checoslovaquia: –¿Adónde vas?, pregunta el perro checo; –Voy a ver si puedo comer algo, ¿y vos?; –Voy a ver si puedo ladrar un poco. Es probable que sí, que los polacos se hayan convertido en unos maestros del ladrido, Copérnico fue uno de los primeros en ladrarle al geocentrismo de Tolomeo, y Gombrowicz fue unos de los primeros en ladrarle al modernismo. Sesenta años después que Rimbaud hiciera el llamado a la modernidad Gombrowicz no estaba tan seguro de que este llamado fuera necesario. En el medio de un mundo de hombres paralizados a Gombrowicz se le ocurre ponerse en contra del lema del romanticismo polaco que convocaba a los jóvenes a medir las fuerzas por las intenciones y no las intenciones por las fuerzas, y escribe "Ferdydurke" con un propósito restringido, pero la obra se le va de las manos, le sale el tiro por la culata y se pone en línea con la "Oda a la juventud" de Adam Mickiewicz. Kundera
contabiliza algunos elementos de "Ferdydurke" que vale la pena
anotar pues están relacionados con la familia y con una transformación
del mundo a la que se llamó modernidad. También
su madre es moderna; es miembro del ‘comité para la protección de los
recién nacidos’; milita contra la pena de muerte y a favor de la
libertad de costumbres; ‘ostensiblemente, con aire desenvuelto, se
dirige hacia el retrete’, del que sale ‘más altiva de lo que ha
entrado’; a medida que envejece, la modernidad se vuelve para ella
indispensable como único ‘sustituto de la juventud’. ¿Y su padre? Él
también es moderno; no piensa nada, pero hace todo lo posible para gustar
a su hija y a su mujer" "Los
colegiales modernos, sus madres, sus padres, así como todos los
luchadores contra la pena de muerte y todos los miembros del comité para
la protección de los recién nacidos y, por supuesto, todos los políticos
que, mientras empujaban el sillón, volvían sus rostros sonrientes al público
que corría tras ellos, y que también reía, a sabiendas de que sólo el
que se alegra de ser moderno es auténticamente moderno (...)" Kundera
trata de persuadir al lector de que la novela es un arte que nos permite
comprender en su totalidad la naturaleza humana. Kafka, Musil, Broch,
Gombrowicz... eran unos solitarios, sin embargo, su obra expresa una teoría
estética similar: eran todos poetas de la novela, apasionados por la
forma y por su novedad; cuidadosos de la intensidad de cada palabra, de
cada frase; seducidos por la imaginación. Pero a la vez impermeables a
toda seducción lírica: hostiles a la transformación de la novela, alérgicos
a todo ornato de la prosa; concentrados por entero en el mundo real,
concibieron toda la novela como una gran poesía analítica"
Estos escritores se pusieron a hablar de los cuerpos torturados creyendo que la inmensidad del sufrimiento los proveería de alguna verdad, de un nuevo saber sobre nuestros límites, pero sólo descubrieron que la cultura de los estetas intelectuales no es más que espuma. "Cuando
te acercas con la pluma en la mano a las montañas de sufrimientos de
millones de seres, te invade el miedo, el respeto, el horror, la pluma te
tiembla en la mano, y tus labios no son capaces de emitir más que un
gemido" Los terratenientes, no importa cuál sea su origen, tendrán siempre, a juicio de Gombrowicz, una actitud de desconfianza hacia la cultura, y una naturaleza de señor. "Pues
bien, yo, aunque traidor y escarnecedor de mi ‘esfera’, pertenezco a
pesar de todo a ella (...) muchas de mis raíces deben buscarse en la época
de mayor depravación de la nobleza, el siglo XVIII (...) Pero no
solamente era eso. Yo, que tenía un pie en el bondadoso mundo de la
nobleza terrateniente y otro en el intelecto y la literatura de
vanguardia, estaba entre dos mundos. Pero estar ‘entre’ es también un
buen método para enaltecerse, puesto que aplicando el principio de divide
et impera puedes conseguir que ambos mundos empiecen a devorarse
mutuamente, y entonces tú puedes zafarte y elevarte ‘por encima’ de
ellos" "Hablo con un amigo, un escritor francés; insisto en que lea a Gombrowizc. Cuando vuelvo a encontrármelo está molesto: –Te he hecho caso, pero, sinceramente, no entiendo tu entusiasmo; –¿Qué has leído de él?; –‘Los hechizados’; –¡Vaya! ¿Y por qué ‘Los hechizados’? ‘Los hechizados’ no salió como libro hasta después de la muerte de Gombrowicz. Se trata de una novela popular que en su juventud había publicado, con seudónimo, por entregas en un periódico polaco de antes de la guerra. Hacia el final de su vida se publicó, con el título de Testamento, una larga conversación con Dominique de Roux. Gombrowicz comenta en ella toda su obra. Toda. Libro tras libro. Ni una sola palabra sobre ‘Los hechizados’. –¡Tienes que leer ‘Ferdydurke’! ¡O ‘Pornografía’!, le digo. Me mira con melancolía: –Amigo mío, la vida se acorta ante mí. He agotado la dosis de tiempo que tenía guardada para tu autor" |
por Juan Carlos Gómez
Ver, además:
Milan Kundera en Letras Uruguay
Editado por el editor de Letras Uruguay
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