Si desea apoyar a Letras- Uruguay, puede hacerlo por PayPal, gracias!! |
Gombrowiczidas |
Witold
Gombrowicz y José Ortega y Gasset |
|
“Tartamudear y gemir, eso sí sabes, yo no sé por qué aflojo, debo estar loco. ¡La última vez que te di dinero no tuviste mejor idea que comprarte un paraguas y un librito de Ortega y Gasset!... Me parece que la esclerosis me está poniendo algo chocho, pero vos me contagiás la taradez. Tomá estos nacionales antes de que me arrepienta... Dime, Flor, ¿por qué no le pides a tu tío millonario Marcolín, que vive en Italia, dinero para financiar tu carrera universitaria... por no decir vagancia, o, de lo contrario, pídeselo a tu papá y mamá...?”
Este diálogo que mantiene Gombrowicz con Flor de Quilombo denota la poca importancia que le daba a Ortega, una desconsideración llamativa pues el filósofo español tenía sobre la Argentina una mirada muy aguda, a más de que debieron cruzarse por Buenos Aires entre los años 1939 y 1942. |
De la defensiva argentina se había ocupado exhaustivamente Ortega y Gasset pero Gombrowicz seguía pasándolo por alto, muy posiblemente porque no lo consideraba un pensador importante.. Gombrowicz ignoraba a Ortega cuando ya era conocido en el panorama de la filosofía occidental y hacía peregrinaciones para asistir a las conferencias magistrales que Heidegger daba en la Universidad de Friburgo deslumbrado por el giro lingüístico que el herr doctor profesor alemán le estaba dando a la exposición de sus pensamientos fundamentales, intrincados y profundos.
Ortega se muere en el mismo año en que Gombrowicz renuncia al empleo del Banco Polaco. La razón vital es la razón que desarrolla en sustitución de la razón pura cartesiana de la tradición filosófica. Esta razón integra todas las exigencias de la vida, nos enseña la primacía de ésta y sus categorías fundamentales. No prescinde de las peculiaridades de cada cultura o sujeto, sino que hace compatible la racionalidad con la vida. El hombre, según Ortega, es el problema de la vida, y entiende por vida algo concreto, incomparable, único: “la vida es lo individual”; es decir, yo en el mundo; y ese mundo no es propiamente una cosa o una suma de ellas, sino un escenario, porque la vida es tragedia o drama, algo que el hombre hace y le pasa con las cosas.
Vivir es tratar con el mundo, dirigirse a él, actuar en él, ocuparse de él.. En otros términos, la realidad circundante “forma la otra mitad de mi persona”. Y la reimpresión de lo circundante es el destino radical y concreto de la persona humana. Gombrowicz se ocupa, en no pocas páginas del “Diario”, de enjuiciar a la razón, pero no todas las razones son iguales. Hay una razón razón, una razón crítica, otra dialéctica, otra vital...
La intensidad de los estragos que causan estas razones varía, se podría decir que hasta Descartes la razón se había comportado con una relativa calma porque no se había metido demasiado con la vida. Pero el imperialismo de la razón es terrible, poco a poco los filósofos empezaron a marcar terrenos que antes le habían resultado inaccesibles y a descubrir que la vida se burla de la razón.
“Cuando vosotros, los existencialistas, me habláis de la conciencia, de la angustia y de la nada, estallo en carcajadas, no porque no esté de acuerdo con vosotros, sino porque tengo que daros la razón (...)”
“¿Por qué estoy obligado a reírme? Simplemente porque en la conciencia también me desahogo. Me río porque me deleito con el miedo, me divierto con la nada y juego con la responsabilidad; por lo demás, la muerte no existe”
El cortocircuito de Gombrowicz con la filosofía se le produce cuando mira a la razón desde las ventanas de sus narraciones y de sus piezas de teatro. No es tanto el Gombrowicz filósofo el que se ríe de la conciencia, de la angustia y de la nada, son los personajes de sus obras, ese Gombrowicz irresponsable que se ríe a carcajadas.
“La existencia no es una cosa que se deja pensar de lejos; es necesario que eso te invada bruscamente, que esto caiga sobre ti, que pese duramente sobre tu corazón como un gran animal inmóvil (...) Eso es lo que los cochinos tratan de ocultarse con su idea de los derechos. ¡Pero qué pobre mentira! Nadie tiene derechos; ellos son enteramente gratuitos, como los demás hombres (...) Todo existente nace sin razón, se continúa por debilidad y muere por ocurrencia” La señora estaba perdiendo la razón, se le fue el color, se volvió gris y apagada y se acurrucó silenciosamente en un rincón. Filip permanecía en su sillón y pensaba que si su mujer odiaba a la criada, era normal que la criada la odiara también a ella.
A veces escuchaba que la criada le decía a su mujer que si ella le contara todas las rarezas que había visto en esa casa se le helaría la sangre en las venas. Un día la señora se quitó un anillo y lo puso en la mesa del comedor, Filip lo tomó y, mecánicamente, se lo guardó en el bolsillo. Poco tiempo después le preguntó a la mujer dónde tenía el anillo pues no se lo veía puesto, ella pensó inmediatamente que se lo había robado la criada.
Filip es un acomodado funcionario, casado con una refinadísima señora de clase alta, al que lo pierde su atracción por las criadas gordas, feas y embrutecidas. No existe una relación directa, como la hay en Sartre, entre la filosofía de la forma de Gombrowicz y este pasaje de sus obras, pero en los diarios no se cansa de usar la razón, y es en los diarios donde la vitupera utilizando también la razón. En una época en la que Gombrowicz buscaba literatura para desarrollar temas musicales en los diarios le presté “Estética de la razón vital” de José Edmundo Clemente. La lectura que le hizo a este libro tuvo una derivación inesperada, los juicios de Ortega sobre Beethoven le resultaron a Gombrowicz ‘guarangos y autoritarios’.
Ortega compara la música de Beethoven con la de Bach, y de esta comparación concluye que la del genio de Bonn era el producto de sentimientos rústicos e indomados. |
ver
La
identificación de los apodos y de la actividad
|
Juan Carlos Gómez
Ir a índice de ensayo |
Ir a índice de Gómez, Juan Carlos |
Ir a página inicio |
Ir a índice de autores |