Gombrowiczidas |
Witold Gombrowicz, Daniel Guebel y Eduardo Belgrano Rawson |
El Casanova y el Abanderado son dos personajes muy conocidos del mundo de la farándula de los hombres de letras. No es que siempre aparezcan juntos pero la Hierática me contó que uno de estos escritores, al que las señoras del gremio han motejado con el apelativo de Casanova, había sufrido un soponcio cuando una periodista lo enteró en el mismo acto de entrega de premios que había recibido la segunda mención de un concurso literario bastante importante. El Abanderado, ilustre integrante del jurado, lo coronó con lo que el Casanova creyó era el primer premio, hasta que la correveidile le acercó la infausta nueva. Tanto el Abanderado como el Casanova son miembros conspicuos del club de gombrowiczidas, pero con respecto a Gombrowicz ambos tienen posiciones negativas si bien diferentes: uno lo desprecia olímpicamente y el otro resolvió el problema de una manera más radical, sencillamente lo ignora. |
Daniel Guebel |
Eduardo Belgrano Rawson |
"(...)
De todos modos, sí le escribo para aclarar que no me siento gombrowiczida
ni practico el gombrowiczismo. Me siento, en cambio, afectuosamente, muy
dipaoliano (...)" "(...)
Gracias por el material sobre Gombrowicz, a quien en realidad no he leído,
cosa que en mi caso no significa nada, dado el enorme déficit que
arrastro. Pero estamos a tiempo (...)" Se paseaba con una aparente seguridad por las teorías de la física: la cuántica, la ondulatoria, la de la relatividad, aunque reconocía que cualquier cuestionario de lo más elemental lo hubiese puesto en verdaderos apuros.. Vivió
un momento de la historia en el que ya habían fermentado todas las
revoluciones del pensamiento que tuvieron lugar en los cien años que van
entre la mitad del siglo diecinueve y la mitad del veinte, y aunque
Gombrowicz no era científico ni filósofo quedó muy afectado por todo
esto. Las
relaciones de indeterminación, que son una consecuencia del cuanto de
acción, no le permiten a las imágenes entrar en un conflicto directo.
Cuanto más se quiere precisar una imagen por medio de observaciones, más
la otra se hace necesariamente vaga. Las propiedades corpusculares y
ondulatorias no entran jamás en conflicto porque no existen al mismo
tiempo, son aspectos que se contradicen y se completan de manera
complementaria. Cuando
se va de la Argentina siente que puede decir sobre ella una cosa u otra
distinta y hasta contraria, veinte millones de vidas en todas las
combinaciones posibles es demasiado para la vida de un solo hombre. "(...)
Dipi dejó que se le atribuyera una pertenencia y un legado; de él se
dice que a su vez fue discípulo de Gombrowicz. Tal vez él mismo lo siga
diciendo aún, yo no lo sé porque hace mucho que no nos vemos y este día
del reencuentro no sirvió para actualizarnos del todo. Lo que quiero
decir, o destacar, es que lo hecho por Dipi es mucho más arduo que la
gesta gombrowicziana. Gombrowicz creó un círculo y utilizó su obra para
crear su fama, lo que no era tan difícil, debido a que su figura tenía
rasgos promocionales muy evidentes. No había manera de que a largo plazo
la intelectualidad argentina se abstuviera de caer rendida a sus pies,
independientemente de lo que pudiera pensar de sus libros. Yo creo que
Dipi, hipotético discípulo, siguió el camino inverso (...)" Hasta el día de hoy la página en blanco ha sido la primera amenaza que enfrenta el hombre de letras cuando empieza a escribir, una amenaza que va disminuyendo a medida que va llenando las páginas, pero la última amenaza que debe enfrentar no está bien definida hasta el momento. Supongamos
que al terminar el trabajo las últimas palabras tuvieran la posibilidad
de darle al escritor un fuerte puñetazo en un ojo, para el caso que
hubiese escrito tonterías. Esta posibilidad, no puede ser de otra manera,
debiera condicionar en parte la actitud del autor. |
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Juan Carlos Gómez
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