Gombrowiczidas |
Pasear por el Universo |
Así como en la presentación polaca de "Gombrowicz, este hombre me causa problemas" enuncié el canon del treinta por ciento, canon con el que me manejo para leer, ha llegado el momento que enuncie los tres principios con los que me manejo para escribir, principios que tienen la particularidad de que no se pueden usar al mismo tiempo, o uno u otro, porque son excluyentes. 1º
Nadie lee nada de nada; 2º algunos leen pero no entienden nada; 3º
algunos entienden pero se olvidan enseguida Gombrowicz no era muy entusiasta que digamos pero se obsesionaba frecuentemente con temas laterales. "Yo
miro esta mesa y me fijo en el cenicero. Si me fijo sólo una vez no pasa
nada. Pero si vuelvo al cenicero y lo miro otra vez, entonces me voy a
preguntar por qué el cenicero se ha convertido en un objeto más
interesante que los demás. Y si vuelvo a mirarlo una tercera y una cuarta
vez, el cenicero se convierte en un objeto decisivo. Por la repetición de
un acto de conciencia se llega a dar una importancia terrible a una cosa
que no tiene aspecto de ser tan importante. Esta emboscada de la
conciencia tiene una gran importancia en mis obras" A las diez de la mañana estaba tomando un café en el Querandí. El mozo se le acerca y Gombrowicz empieza a ponerle atención a su mano que cuelga silenciosa, secreta y desocupada pero, de pronto, sin saber por qué, sus pensamientos vuelan hacia un árbol que había visto una vez desde la ventanilla del tren. Los
árboles y los arbustos le despertaban un especial interés, también es
por un arbusto que me pregunta a mí en Piriápolis cuando andaba buscando
inspiraciones para "Cosmos". Su
propia mano descansaba tranquila en el bolsillo, también descansaban
tranquilas las manos sobre las rodillas de los automovilistas que corrían
en sus coches. ¿Y la mano del Querandí qué estaría haciendo?
Más tarde, en el restaurante Sorrento, se le acercó el mozo, también con una mano desocupada igual que en el Querandí, una mano que sólo era importante porque no era aquélla. Está adorando un objeto que él mismo enaltece. Se arrodilla frente a un objeto que no tiene derecho a exigir que se postren ante él, de modo que el ponerse de rodillas sólo depende de Gombrowicz. Escogió esa mano del Querandí para agarrarse de algo, para tener un punto de referencia. Pero no quiere que la mano haga algo con él, o de él. Ya
es de noche, llega a un café de Lavalle y San Martín. Discute con Gómez
sobre el tema de Raskólnikov. Su punto de vista es que en "Crimen y
Castigo" no existe un drama de conciencia en el sentido clásico de
la palabra. El juicio de Raskólnikov no es de su conciencia, es un juicio
surgido de un reflejo, un juicio de espejo. Llegó la medianoche, habían pasado catorce horas desde el comienzo de la aventura. ¿Dónde estará la mano en ese momento? ¿Todavía en el Querandí? ¿Descansará en alguna almohada y se habrá puesto a dormir? "Me
pareció tranquila al verla por primera vez en el Querandí... , pero se
ha vuelto cada vez más posesiva... , y yo mismo ya no sé qué es la que
podría frenarla allá, en la periferia... , donde está mi límite"
El único pensamiento que me acercaba a la idea única era la matemática, pero a medida que avanzaba en su conocimiento esta ciencia se me hacía un tanto indigesta, un poco por la dificultad de comprenderla, otro por pereza, y otro más por su dureza inhumana. Si yo hubiera conocido la historia de esa mano que mucho tiempo después leí en los diarios de Gombrowicz, hubiera resuelto mi problema, pues con una idea insignificante y sin mucho entusiasmo nos lleva a pasear por todo el universo. |
Juan Carlos Gómez
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