Gombrowiczidas |
Witold
Gombrowicz y Tamara Kamenszain |
Yo no sabía si dejar librada mi decisión de pedirle o no pedirle al Pato Criollo un prólogo para "Gombrowicz, este hombre me causa problemas" a una elección probabilística simple de sí o no, o de cincuenta y cincuenta, en cualquiera de las modalidades tradicionales, o si en cambio utilizar una forma más cercana a la literatura. Finalmente elegí un sistema combinado: que sea lo que Dios quiera. Cuando el libro se publicó enseguida se dividieron las opiniones sobre la calidad del prólogo del Pato Criollo en dos grupos antagónicos. El caso extremo de las opiniones favorables estaba constituido por los que leían de inmediato el prólogo y demoraban la lectura del libro, como la Hierática y la Poetisa Piquetera Impenitente, y el caso extremo de las opiniones desfavorables estaba constituido por los que lo consideraban un verdadero desatino, como el Licenciado Vidriera y la Flauta Traversa, para poner sólo unos ejemplos. |
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Tamara Kamenszain |
En
la Embajada de Polonia, el día de la presentación del libro, hablaba con
la Poetisa Piquetera Impenitente, una vieja conocida del Pato Criollo:
–Che, Goma, ¿vos sos loco?, ¿cómo le fuiste a pedir al Buhonero
Mercachifle que te presentara el libro?, ¿no sabés que es tarado?; –Sí,
pero fue de relleno, lo presentaron también el Zorro, el Socialista y el
Régisseur Fanfarrón, además fue amigo de Gombrowicz; –Dejate de joder,
¿y por qué nadie habló del prólogo de Aira?; –¿Y quién iba a
hablar, si ese prólogo es una verdadera mierda?; –Ah, no, no puede ser;
–¿Vos lo leíste?, Aira se está cayendo, ¿viste lo del
"Gauchito"?; –Sí, no pude terminar el libro; –Claro, yo
tampoco, ese pelotudo se está convirtiendo, si es que no lo fue siempre,
en un escritor para mujeres. Aquí la Poetisa Piquetera Impenitente se me
escapó. A cada uno de los testimonios de los miembros de ese quinteto le puso un nombre: ‘Un lector de las pampas salvajes’; ‘Dos instantáneas de Gombrowicz’; ‘Un texto margotínico’; ‘Una especie de histrión¡; ‘Como si fueran una fotografía’ Estos
títulos recorrieron el mundo mucho antes de que apareciera "Gombrowicz
en Argentina" de la Vaca Sagrada, y fueron algo así como la primera
inspiración, el primer amor de una novia que nunca se olvida.
"Desconcertaba
mucho a los adultos, era un tipo que vestía un arrugado traje de poplin y
una gorra que llevaba en el bolsillo, casi podría decirse que se parecía
a Jacques Tati. Era cómico, pero al mismo tiempo tenía como una especie
de dignidad aristocrática, un orgullo. Creo que había asimilado en sus
gestos mucho del cine mudo. Un día le pidió prestada la bicicleta a uno
de los muchachos y se puso a andar, logró andar cada vez a menor
velocidad hasta dejarla casi detenida y como el piso era de arena iba
dibujando cuadrados en vez de círculos con una lentitud cercana a la
inmovilidad. Era un perfecto corto de cine mudo y nosotros llorábamos de
la risa... (...)" Y Flor de Quilombo pone al descubierto el carácter un tanto dudoso de sus relacionas amistosas con Gombrowicz cuando le pide unos pesos para cubrir unos gastos inesperados. "Viejo,
es que vos sos para mí como un padre espiritual y yo no se lo podría
pedir a nadie más. Sos como un padre potencial...; –Mira Flor, esto es
el colmo del descaro... (se ríe) (...)" "Salgo
de inmediato. Llego al Querandí. Esquina Perú y Moreno. A la media hora
llega Gombrowicz caminando pausadamente, contoneándose como una matrona
militar. Las manos en los bolsillos. El sombrero puesto. Compra el diario
La Razón. Sin decirme nada me alcanza la sección de deportes" En el año 1960 Gombrowicz se embarca en el buque General Artigas y se va con el Asno a Uruguay a pasar una vacaciones. Desembarcan
en Montevideo, se alojan en un hotel y a la noche asisten a una
conferencia que dicta Dickman en la Asociación de Escritores. En el aire
de la sala flota la cortesía, la banalidad y el aburrimiento. La poetisa
Paulina Medero preside la sesión: –Tenemos el honor de presentar al señor
Gombrowicz a quien le damos la bienvenida; quizás Gombrowicz quiera
decirnos unas palabras; –Bien, Paulina, pero de hecho, ¿qué es lo que
he escrito? ¿Cuáles son los títulos? De
la Asociación de Escritores se fueron con Paulina y Dickman a un
restaurancito que se daba aires, en el que los poetas habían preparado un
banquete para homenajear a un profesor muy venerado. Se levantan los
poetas y las poetisas y sueltan poemas en honor del profesor. Cada uno de
los cincuenta poetas presentes tenía que pronunciar su poema de homenaje. "¡Chismes al canto! Al día siguiente, mientras cenábamos, Dipi oyó que en la mesa vecina se hablaba del escándalo en la Asociación de Escritores y de la provocación en el banquete de poetas... ¡Alguien aconsejaba escribir a Ernesto Sabato para preguntarle si su carta dirigida a Julio Bayce en la que me recomendaba calurosamente era auténtica!" |
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Juan Carlos Gómez
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