Gombrowiczidas |
Witold
Gombrowicz y Tadeusz Zelenski-Boy |
Las polacas de su
generación tuvieron un verdadero maestro en Tadeusz Boy-Zelenski. Médico,
poeta, escritor, crítico literario y teatral, traductor de más de cien títulos
de literatura francesa, desmitificador de las tradiciones nacionalistas de
la nobleza y de la iglesia, fue asesinado por la Gestapo en 1941.
Pertenecía a la generación anterior a la de Gombrowicz, inteligente y talentoso dedicó buena parte de sus energías a achicar la brecha que existía entre Polonia y Occidente. Gombrowicz se le presentó una tarde en el café Zemianska: –¿Señor Zelenski?; –Sí; –Me permitiría unas palabras, aunque no tengo el honor de ...; –Siéntese; –Verá usted, yo soy un pasajero sentado sobre una silla, la silla está sobre una caja, la caja sobre unos sacos, los sacos sobre un carro, el carro sobre un barco, el barco sobre el agua... Pero, ¿dónde está la tierra firme y cómo es...? Nadie lo sabe; –No lo sabemos. Navegamos y navegamos en este barco polaco pero no tocaremos tierra hasta que no nos hundamos. Gombrowicz no se sentaba a la mesa de Boy en los café legendarios de Ziemianska, de Ips y de Zodiak, actuaba casi únicamente en la planta baja de los cafés, mientras las plantas más altas prácticamente las ignoraba. Boy era muy asiduo a los cafés: –Oiga, dicen que es usted quien reina en el Ziemianska, y que no admite en su mesa a ninguno de nosotros. |
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Tadeusz Zelenski-Boy |
"Efectivamente, no los
admitía, era profeta y payaso, pero sólo entre seres iguales a mí, aún
no del todo formados, sin pulir, inferiores, a los otros, lo honorables,
con quienes no me podía permitir una broma, una mofa, una provocación, a
quienes no podía imponer mi estilo, prefería no tratarlos; me aburrían
y sabía que yo también los aburría (...) Los poetas de Skamander eran
conscientes de su lugar sólo hasta cierto punto, conocían su lugar en el
arte, pero no sabían cuál era el lugar del arte en la vida.. Conocían
su lugar en Polonia, pero ignoraban el lugar de Polonia en el mundo,
ninguno de ellos se elevó tan alto como para ver la situación de su
propia casa"
Gombrowicz se veía poco con Boy, apenas tenía contacto con las mujeres que lo rodeaban, un séquito de segunda mano, mujeres de letras entradas en años que constituían el estado mayor femenino del maestro. También había mujeres jóvenes y hermosas, actrices, poetisas o a veces simplemente muchachas atraídas por un ambiente donde su belleza podía resplandecer si correr riesgos. Pero estas jóvenes que venían a buscar la vida fácil en la órbita de Boy, tenían una actitud deliberada, y su deseo de emancipación era demasiado estereotipado, entonces, no resultaban atractivas y hasta llegaban a ser irritantes. "De todos modos debo reconocer que
realizó grandes cosas en favor de la normalización de la mujer polaca.
Utilizo el término normalización teniendo en cuenta la situación que se
había creado" Las hijas de estas señoras ya ejercían
un mayor control sobre sí mismas. Una señorita normal, que no rehuía ni
a la diversión ni al flirteo, que deseaba casarse, no se sentía cómoda
en la armadura de sus madres que no estaba hecha a su medida, a menudo
perdía el sentido de la proporción, comprendía mal lo que se le pedía
y cuáles eran sus deberes. "Este desequilibrio en las mujeres era para nosotros, los jóvenes, un gran problema. Nunca se sabía con qué mujer se iba a tropezar uno y qué clase de suplicios sufriría con ella" La actividad periodística de Boy dio
buenos resultados combatiendo la falta de equilibrio de estas mujeres a
las que le faltaba naturalidad y que no tenían una medida para regular
sus palabras ni su comportamiento. Fue una buena escuela de humor, de
conocimiento de la realidad y de convivencia con la sociedad moderna.
Boy estaba acercando el modelo de la
femineidad polaca al modelo francés, pero entonces vino la guerra y el
comunismo y la historia dejó descalzos a los hombres. Polonia se estaba
transformando lentamente pero, de pronto, la historia empezó a moverse
otra vez bajo sus pies. Gombrowicz no le tenía odio a las mujeres, no era misógino, pero, ¿y miedo?, ¿no será que era ginófobo? La cuestión de que su homosexualidad le produjera vergüenza y la heterosexualidad de sus relaciones con Rita dan para pensar que le tenía miedo a las mujeres y que el miedo era el origen de su homosexualidad. Dejemos este dilema para otra oportunidad, pero si fuera cierto que era ginófobo, el miedo se convertiría en el archiorigen de los dolores de Gombrowicz. "Personalmente no sabía tratarlas,
me refiero a las mujeres, pues me comportaba realmente como no debía
(...)" "Pero yo no me enterado nunca si las mujeres en la literatura y la femineidad literaria eran verdaderamente enemigos míos, y si mis reproches eran justos. Puesto que de la justicia de nuestras pretensiones no nos convencemos hasta que comenzamos a luchar por ellas" Sus contactos con las actrices en Polonia
dejaban mucho que desear. Cuando se propone llevar al teatro a "Ivona,
princesa de Borgoña", lo consulta a Tadeusz Boy-Zelenski: –Pregúntale
a Mira, ella te dirá. "Con las actrices me mostraba aún más implacable que con los actores, y tenía la costumbre de fingir que no las conocía; me presentaba solemnemente a cada una de ellas en cada encuentro. Un día, cuando me presenté cortésmente por quinta vez a una diva, ésta agarró un vaso de agua y sin pensarlo dos veces me lo vació en la cabeza (...)" "Mira, por suerte, no me guardaba
rencor, pero sus horizontes teatrales no eran tan amplios como para poder
apreciar una obra tan innovadora como ‘Ivona’. Me dijo que el
principio no estaba mal, pero que el resto no valía nada" A Gombrowicz le empezaron a molestar las damas de la sociedad ya desde joven, la más de las veces le resultaban insoportables por su grandilocuencia ingenua y supercómoda. El programa sublime de estas mujeres era
conseguir un marido que ganara dinero o que sacara beneficios de sus
dominios, mientras ellas desempeñaban el papel de guardianas de unos
ideales a los que no les miraban los dientes porque les venían de unos
padres y abuelos venerados. "Y yo también, sólo al cabo de
cierto tiempo, tomaba conciencia de que nada podía salir de semejantes
amores basados en una mistificación (...) Efectivamente, no salía nada.
Todos ellos terminaban dolorosamente cuando la joven descubría que yo,
aunque encantado con ella, no le permitía acceder a mí, siempre hermético,
entregado a mis asuntos, nunca verdaderamente sincero y abierto, ni por un
minuto (...)" Hace ya algún tiempo me anda dando vueltas por la cabeza una idea extraña que se me está formando acerca de Gombrowicz, una idea que no es tan descabellada como pudiera parecer a primera vista, y que también se la puede asociar a una historieta cómica famosa en la que un día dialogan en una plaza la estatua de un filósofo y el protagonista: "–Todo lo que el hombre hace es pa’ levantar minas; –Pero, maestro, ¿y las matemáticas?; –Pa’ levantar minas; –¿Y la filosofía, maestro?; –Pa’ levantar minas; –¿Y el estudio de nuestros antepasados?; –Pa’ levantar minas… |
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