Gombrowiczidas |
Witold
Gombrowicz y Pablo de Rokha |
Gombrowicz despreciaba la utilización de la metáfora, y tenía reparos para la actitud romántica y para la mismísima poesía, a pesar de que él no estaba tan lejos de aquello que despreciaba. Es justamente la metáfora la que lo separa de Bruno Schulz. En
la medida que Gombrowicz lo conoció fue descubriendo que su prosa era
demasiado metafórica y que no podía hacerse cargo del mundo pues no era
capaz de asimilarlo. Elaboró una forma profunda pero estrecha y no pudo
salir de esa problemática limitada porque su estilo y sus concepciones no
eran originales, seguía las huellas de Kafka a quien lo unía la sangre
semita. Si bien se mostraba creativo en más de un punto, las metáforas y
la visión del mundo del checo que fecundó su universo, le pusieron límites
a su alcance en el mundo a pesar de que era admirado en Francia e
Inglaterra. |
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Pablo de Rokha |
Esta postura religiosa también ha hecho estragos en la prosa, la eminencia y la grandeza de obras como “Ulises” se realiza en el vacío, son libros que nos resultan lejanos, inaccesibles y fríos puesto que fueron escritos con el pensamiento puesto en el arte y no en el lector. Es una prosa nacida del mismo espíritu que ilumina a los poetas y, por su esencia, es una prosa poética. “A
medida que iba creciendo me volvía cada vez más peligroso. Mis
composiciones de polaco eran las mejores y eso me salvaba, en otras
materias era un ignorante y un holgazán (...)” “Los horizontes estallan como botellas/ La mancha verde crece hacia el cielo/ Me traslado de nuevo a la sombra de los pinos/ desde allí/ Tomo el último trago insaciable/ De mi primavera cotidiana” En
la traducción de Pepe el poema pasa de la versión romántica y metafórica
a la versión erótica y realista. Gombrowicz
no podía esperar que los signos de interrogación que le había puesto a
la poesía, al romanticismo y a la metáfora fueran a ser enriquecidos por
los periodistas. Su razonamiento antipoético merecía un análisis bien
hecho, no se lo podía despachar en cinco minutos con cuatro garabatos, su
idea era nueva y estaba basada en un sentimiento auténtico. “No
hay mejor cosa que ser un poeta rojo en el podrido Occidente: se goza de
una fama universal, también detrás del ‘telón de hierro’, se gana
un montón de dinero y encima todos los placeres de ese capitalismo
podrido están a mano. Sin hablar de que una situación casi oficial te
convierte en una especie de embajador o ministro” “He
aprovechado la ocasión para ponerme a hojear de nuevo ‘El proceso’ y
compararlo con la versión escénica de Gide. Pero tampoco esta vez he
logrado leer debidamente este libro; me deslumbra el sol de la metáfora
genial que atraviesa las nubes del Talmud, pero leerlo página a página,
no, eso supera mis fuerzas. Algún día se sabrá por qué tanto grandes
artistas han escrito en nuestro siglo tantas obras ilegibles. Y por qué
arte de magia esos libros ilegibles y no leídos han pesado sobre nuestro
siglo y son famosos. A veces tengo la sensación de que entre nosotros los
escritores existe un absurdo que distorsiona toda nuestra actividad, y del
cual no sabemos defendernos, pues es siempre anónimo (...)” “Es
un gran poeta, me dice el contertulio. Con ese enorme volumen en la falda,
con ese gigantesco objeto..., la grandeza material de la cosa me aplastaba
como una bota (...)”
“Me fui a casa cargado con aquel bulto, lo deposité en un rincón y al cabo de unos días tuve que recogerlo y devolverlo, y cuando por fin me libré de ese enorme bulto, todavía tuve que balbucear algunas palabras que se fundieron en el cosmos con todas las demás palabras balbuceadas en otras ocasiones parecidas por otros maleteros, para asegurar al maestro de Rokha gloria eterna en las alturas, amén” |
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Juan Carlos Gómez
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