Gombrowiczidas |
Witold
Gombrowicz y Georg Wilhelm Friedrich Hegel |
Gombrowicz era una persona seria que sin embargo parecía poco seria. Que parecía poco seria lo supe de inmediato cuando me lo presentó en el café Rex el comunista Arrillaga y se puso a recitar el poema del chip chip. Y que era una persona seria lo supe una semana después cuando el mismísimo Arrillaga lo amenazó con desparramarle mierda en la cara; Gombrowicz lo había examinado en presencia mía sobre el origen del materialismo histórico y puso al descubierto que el desconcertado comunista no conocía ni siquiera el título de un libro de Hegel. A
raíz de este episodio desgraciado decidí profundizar mis conocimientos
sobre los títulos de los libros de este filósofo, no sobre el
conocimiento del filósofo mismo, asunto del que me convertí en un
especialista en muy poco tiempo, no fuera cosa que en un santiamén y por
algo parecido a lo que había ocurrido con Arrillaga se malograra mi
relación con una persona que me resultaba tan interesante. Vivió en una época que experimentó un ascenso irresistible de la actividad política cuya forma más representativa fue el marxismo, de modo que Hegel estaba siendo para las nuevas concepciones de la historia lo que Kant había sido para las nuevas ideas de la física moderna. Gombrowicz afirmó en el curso de filosofía que dictó en su casa de Vence que la biografía de Hegel era un tanto aburrida. Puede ser que tuviera razón, sin embargo, el filósofo aburrido se hacía tiempo para cometer algunos pecados carnales. |
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Georg Wilhelm Friedrich Hegel |
En efecto, el aburrido de Hegel tuvo un hijo ilegítimo en la mismísima vida real, mientras el divertido de Gombrowicz sólo pudo tenerlo en la vida imaginaria de los diarios. Quizás lo más aburrido de Hegel fuera que se pasó la mayor parte de su vida dictando clases en los claustros universitarios y no en los cafés, como lo hicieron más tarde tanto Gombrowicz como Sartre.. Sea
como fuere las ideas de los filósofos se metieron lateralmente en la
obra de Gombrowicz. Que esas ideas se habían medido en los diarios de
Gombrowicz es fácil de verlo, pero también se metieron en los cuentos,
en las piezas de teatro y en las novelas. De pura casualidad pude saber
antes de conocer el libro, que algunas de las ideas de Heidegger habían
entrado por la puerta de "Cosmos", como ya tuvimos oportunidad
de mostrarlo, pero también entraron por la de "Opereta". Las
opiniones sobre la calidad del pensamiento de Hegel están bastante
divididas. Schopenhauer decía que era un charlatán; Stuart Mill era más
drástico que Mill, clamaba a los cuatro vientos que el que se sentaba a
conversar con Hegel se quedaba sin cerebro; el Asiriobabilónico Metafísico,
bromeando con su amigo el Dandy, chapuceaba que Hegel no sabía nada de
nada y que era un bruto; y más recientemente un historiador de la
filosofía dijo que el sistema de Hegel era tan imponente como el de
Aristóteles y que no comprendía cómo había sido tan estúpido.
Hegel introduce un sistema para estudiar la historia de la filosofía y el mundo mismo, llamado a menudo dialéctica sin que él le hubiera dado particularmente ese nombre, un sistema que desarrolla una progresión en la que cada movimiento sucesivo surge como solución de las contradicciones inherentes al movimiento anterior. Dice
Gombrowicz en ese último curso de filosofía que les dictó a la Vaca
Sagrada y al Hasídico en su casa de Vence, que el mundo de Hegel va
deviniendo en real en la medida que es asimilado por la razón, y para
mostrarlo con mayor claridad utiliza una comparación muy luminosa. El mundo existe en nosotros un poco cada vez, sólo al final de la historia ese mudo será completamente asimilado y será real. Al
final de la historia desaparecerán el tiempo y el espacio, el sujeto y
el objeto llegarán a ser idénticos y se transformarán en el absoluto.
Este sistema filosófico tiene una estructura fantástica pero nos sirve
para comprende mejor la realidad y el mundo.. Esta
marcha incontenible es un proceso dialéctico que nos coloca a cada paso
en un escalón superior y es el logro progresivo de la razón en el
desenvolvimiento de la historia. La actividad espiritual está formada
entonces por dos elementos opuestos que no se encuentran nunca, y el
hombre está en el medio de esta abertura como el ser a través del cual
la razón del mundo llega a tener conciencia de sí misma.
Tras
la muerte de Hegel, sus seguidores se dividieron en dos cuerpos
principales y contrarios: los de derecha y los de izquierda. Los de
izquierda interpretaron a Hegel en un sentido revolucionario, fueron
ateos y se atuvieron a los principios de la democracia liberal. Ésta es la historia que nos cuenta Hegel en su filosofía, pero Gombrowicz nos cuenta otra historia algo distinta en su "Opereta". No hay mejores representantes de la historia que la guerras y las revoluciones y en "Opereta" están presentes precisamente la dos guerras mundiales y la revolución comunista. Estos
cambios violentos en el comportamiento general atrajeron la atención de
Gombrowicz sobre el papel de la forma en la vida, sobre la poderosa
influencia del gesto y de la máscara en nuestra esencia más intima. Y
si lo sintió con tanta fuerza fue porque le tocó entrar en la vida en
un momento en que las formas moribundas de aquella época que ya se
alejaban, gozaban aún de cierta vitalidad y podían morder. A medida que ascendemos por la colina de la forma hacia la historia la montaña de cadáveres va llegando al cielo, pero para Hegel las cosas no son así. La historia progresa aprendiendo de sus propios errores y de estas experiencias deviene la existencia de un estado constitucional de ciudadanos libres, que consagra tanto el poder organizador y benévolo del gobierno racional, como los ideales revolucionarios de la libertad y la igualdad pues es en el pensamiento es donde reside la libertad. "Opereta"
y "Transatlántico", contrario sensu de Hegel, son ajustes de
cuentas que hace Gombrowicz entre el individuo y la nación. Gombrowicz
es un Anti-Hegel convicto y confeso, pero a pesar de todo podríamos
afirmar que él también fue envenenado por las terribles ponzoñas del
filósofo. La dialéctica en el sistema de Hegel es el momento negativo
de toda la realidad, pues bien, no hay un caso más claro de cómo
funciona el "no" en el mundo que el caso de Gombrowicz. "No idolatraba la poesía, no era ni demasiado progresista ni moderno, no era un intelectual típico, ni nacionalista, ni católico, ni comunista, ni de derechas, no adoraba la ciencia, ni el arte, ni a Marx, ¿quién era entonces? Era con frecuencia, la negación de mi aterrorizado interlocutor quién, sólo al cabo de numerosas sesiones, se daba cuenta de que yo discutía por afición, por jugar y también por curiosidad, con el propósito de examinar por si acaso el contenido contrario de cada tesis... ese espíritu de contradicción que me quedaba aún de mi juventud, de las discusiones con mi madre, otorgaba a mis diálogos una viveza y una agilidad jocosas y, a la vez, nos conducía a menudo hacia vías verdaderamente imprevistas (...)" |
ver La identificación de los apodos y de la actividad |
Juan Carlos Gómez
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