Gombrowiczidas 

Witold Gombrowicz y Edmund  Husserl
Juan Carlos Gómez

Cuando Kierkegaard le declara la guerra a Hegel se produce uno de los momentos más dramáticos de la cultura del pensamiento contemporáneo pues se empieza a perfilar en forma clara la oposición entre la abstracción y la existencia. Sin embargo, esta dirección hacia lo concreto que toma el pensamiento tropieza con una dificultad insalvable: la filosofía sólo puede hacerse con razonamientos. Este destino trágico con el que nace el existencialismo perdurará hasta el día de hoy a pesar del auxilio que le prestó Husserl al pensamiento con la clasificación y depuración de los fenómenos de la conciencia.

Puesto que el razonamiento es impotente para acercarse a las cosas tal cual son pongámoslas entre paréntesis y tratemos de verlas tan sólo como se nos aparecen. La fenomenología pone entre paréntesis al mundo y a las certezas derivadas de todas las ciencias que conciernen al mundo, el centro de las cosas pasa a ser la conciencia. 

Es una conciencia que está obligada a ser conciencia de algo, y esta intencionalidad de su actividad que le impide estar separada del objeto nos lleva de la mano a las concepciones más fundamentales de Husserl.

La existencia está pues a la mitad de camino de esas cosas que Husserl puso entre paréntesis, pero la fenomenología nos permite organizar esa soledad en la que nos deja la conciencia, eso es lo único que nos queda, la intuición de un saber directo sin la mediación de la razón, una descripción última de los fenómenos referidos a la existencia.

Edmund  Husserl

La filosofía en el tiempo de Husserl estaba dominada por el psicologismo, así que sus primeras reflexiones las orientó a distinguir los actos psíquicos de los objetos ideales. 

Los actos psíquicos son reales y están en el tiempo, los objetos ideales no. Objetos ideales son los números, las figuras, las especies, los colores, los principios lógicos... Para poner un ejemplo de cómo se distinguen los actos psíquicos de los objetos ideales podríamos decir que la validez del principio de contradicción no quiere decir que no se pueda pensar en sentido contrario (acto psíquico), sino que los objetos ideales no pueden ser A y no A al mismo tiempo. 

Los objetos ideales tienen una validez universal y objetiva y no están afectados por las vicisitudes del mundo real. Husserl va construyendo poco a poco un método descriptivo que tiene prohibido afirmar, negar o dudar sobre algo que tenga que ver con la existencia, a la que pone entre paréntesis. 

La percepción va acompañada en la creencia en lo percibido, es entonces un juicio sobre la existencia, por la tanto también es puesta entre paréntesis. El método fenomenológico comporta una actitud idealista que se desentiende de la toma de posición sobre la existencia. 

Describe tan solo vivencias de la conciencia pura. Los contenidos de la conciencia pura se convierten en contenidos esenciales a través de un proceso de reducción; son esencias de las esencias de la conciencia pura. Es un método que garantiza la evidencia y evita la toma de una posición existencial, todo queda reducido al mundo de los objetos ideales. Heiddeger le da una especie de consentimiento tácito a este mundo del entre paréntesis, pero de hecho no lo practica.

La filosofía de Husserl es pues también una filosofía de la conciencia, pero de la conciencia intencional. Esto significa que la conciencia lejos de ser una cosa o un ámbito vacío, es siempre una relación con un objeto. El conjunto de las vivencias tiene una estructura bipolar, a cada acto intencional corresponde siempre un objeto intencional. La conciencia pura es el resultado de una reducción fenomenológica, y todo lo que contiene se llama trascendental, por oposición al ámbito del mundo empírico. La fenomenología es un ciencia de fenómenos reducidos en la que el fenómeno deja de tener una apariencia engañosa y se manifiesta como algo que contiene una esencia. Como resultado de las reducciones fenoménica, filosófica y trascendental queda un residuo fenomenológico: una conciencia pura con sus vivencias e intuiciones. 

La reducción fenomenológica es considerada por Hursserl el método de acceso al trabajo de la nueva ciencia, porque si se quiere filosofar resulta necesario abandonar el ámbito en que nos sitúa la actitud natural para situarnos en otro ámbito, en el de la "conciencia pura". Es en este ámbito trascendental en donde el filósofo se sitúa como un espectador desinteresado de la vida de la conciencia. 

Gombrowicz sabía tanto como Husserl que el mundo sólo revela al hombre su significado a través de las intenciones que el hombre tenga para con él. La montaña sólo es empinada porque quiero subirla, el azúcar tarda mucho en disolverse si es que tengo apuro en tomar el té, los objetos son pesados sólo cuando quiero levantarlos, y livianos cuando quiero mantenerlos firmes en medio del viento. En otras palabras, las cosas sólo tiene relación y significado cuando el hombre se los da.

La fenomenología de Husserl hizo posible la aparición de un sistema filosófico existencialista, la fenomenología es una forma de reflexión que le asegura al pensamiento un mínimo de objetividad, y esto lo consigue poniendo entre paréntesis la existencia de las cosas, limitándose exclusivamente a describir los contenidos de conciencia sin preguntarse si se corresponden con una realidad objetiva.

Pero si la filosofía es una descripción de lo que ocurre en mi conciencia entonces puedo describir cómo imagino mi existencia de una manera personal, únicamente desde el punto de vista de mi yo.

Una vez establecidas las condiciones generales del nuevo pensamiento Gombrowicz ya está en condiciones de reflexionar sobre qué pasa con el existencialismo en la Argentina.

La Argentina es un país que se preocupa más por el fútbol que por las ideas, es por esto un país inmaduro. Pero el infantilismo argentino es menos peligroso que el infantilismo de la gente fanática que, en nombre de alguna teoría, está dispuesta a pasar por el cuchillo a la mitad de la humanidad.

El hombre argentino, relajado, elástico e incapaz de asimilar teoría alguna es precisamente por esta razón el hombre del futuro, en todo caso, un hombre existencialista, porque el existencialismo se pone en la vereda de enfrente de los esquemas, de las abstracciones y de las teorías.

Existe un parentesco entre el polaco y el argentino, no sólo por la alergia que le tienen a las ideologías sino por la situación que tienen sus naciones respecto al mundo.

No son potencias y en consecuencia no están interesadas en crear una fuerza colectiva, en el seno de las naciones menores es posible vivir con más naturalidad pues sus destinos históricos están sometidos a menos tensiones.

El existencialismo sabe muy bien que ninguna idea y ninguna teoría pueden esclarecer el sentido de la vida, no es extraño que la Argentina sea entonces un país existencial pues aquí reina el sosiego en medio de espacios enormes ocupados por poca gente y con poca historia, aquí el hombre puede crear para sí mismo su propia vida.

Ni el exceso de organización ni la ciencia se han convertido todavía en la Argentina en ese monstruo que devora la humanidad del hombre, el existencialismo argentino es pues natural.

El pensamiento filosófico había pasado de la claridad kantiana a una oscuridad deliberada, la razón se estaba convirtiendo en la sirvienta de un mundo premeditado al que trataba de servir, un razonamiento tan devaluado no podía serle útil a la nueva filosofía. Aunque Gombrowicz no le dedica una clase especial a Husserl en el curso de filosofía que da en su casa de Vence, habla de este filósofo para introducir el pensamiento existencialismo.

Husserl se había doctorado en matemática con "Contribución al cálculo de las variaciones". Con este cálculo de las variaciones, es decir, con la teoría de las combinaciones que sirve para determinar la probabilidad de ocurrencia de los fenómenos físicos que suceden en las micropartículas atómicas empieza una danza en el mundo de las ideas cuyos primeros bailarines fueron Husserl y Planck, dos alemanes que se ocupaban de la ciencia y de la filosofía. 

El "Natura non facit saltus" había imperado desde el tiempo de los griegos, la naturaleza no crea especies ni géneros absolutamente distintos, existe siempre entre ellos algún intermediario que los une al anterior.

Pero cuando Planck sienta el principio de que la materia no puede emitir radiación más que por cantidades finitas, por granos, por cuantos, y Husserl le abre las puertas al mundo del entre paréntesis, la naturaleza empieza a saltar.

Mientras Husserl había formado su pensamiento en el rigor de la matemática, con el pensamiento de Gombrowicz no ocurrió lo mismo. Yo creo que la actitud de Gombrowicz hacia la ciencia quedó decidida en un examen del bachillerato que él relata en "Recuerdos de Polonia".

"Volvió a repetirse lo mismo, desgraciadamente, en el examen escrito de matemáticas. Mi falta de talento en esta materia se dejó ver con toda claridad. Ataqué el problema de trigonometría con la bravura de un suicida y, para mi mayor sorpresa, lo resolví en diez minutos. Todo iba como la seda: bastaba sumar unas cuantas cifras y ya estaba listo. Pero yo sabía que era demasiado hermoso para ser cierto y me didpuse a buscar, horrorizado, otras soluciones... mas no había nada que hacer, cada vez, como un tren sobre una vía cerrada, llegaba a la misma solución sencilla, clara, deslumbrante por su evidencia. Por fin sucumbí, no pude resistirme más a la evidencia y, presa de los peores presentimientos, entregué el trabajo. Sabía que me iban a poner un cero pero, ¿qué podía hacer si no existía mancha ninguna en mi obra? Sí, un cero en trigonometría, un cero en álgebra, un cero en latín: tres ceros coronaron mis esfuerzos. Parecía que no tenía salvación"

ver La identificación de los apodos y de la actividad

Juan Carlos Gómez

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