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Gombrowiczidas |
Witold
Gombrowicz y Charles Baudelaire |
En su estudio sobre Baudelaire Sartre trata de mostrar de manera concreta que lo que se denomina el destino de un hombre es siempre idéntico a su libre elección de sí mismo. Baudelaire eligió siempre existir para sí tal como apareció en la mirada de los demás, es el hombre que ha elegido verse como si fuera otro ser, su vida es sólo la historia de ese fracaso. También Gombrowicz quería existir para sí tal como aparece en la mirada de los demás cuando hace conocer en los diarios su intención de que los lectores vean en él lo que él les sugiere que es. Quería imponerse a los hombres con esa personalidad sugerida para quedar luego sometido a ella por el resto de su vida. Quería diferenciarse en los diarios del pensamiento dominante y obligar a los lectores a confirmar esa diferencia que él mismo establecía, para descubrir la naturaleza de su presente y unirse a los lectores en una nueva actualidad. Baudelaire eligió verse en su madre como si fuera otro ser, y Gombrowicz eligió a los lectores con el mismo propósito. Los lectores eran respecto él esa misma mirada paterna que demandaba en su niñez para que observara el despachurramiento al que sometía a las pobres ranas. |
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Las madres de Gombrowicz y de Baudelaire, sin proponérselo, empujaron a sus hijos a un desatino y a un absurdo que ellos más tarde convirtieron en uno de los elementos más importantes de sus arte, pero por caminos muy diferentes. La relación que Gombrowicz mantenía con su madre tenía todas las características de un drama clásico, a veces cómico y otras veces trágico, una relación en la que sus verdaderos sentimientos eran contradictorios.
Luce el sol; –Pero ¿qué dices?, ¡si está lloviendo!; –¡Qué manía
tenéis de decir siempre tonterías!; –Bueno, digamos que no llueve,
pero si empezara a llover, llovería. Era un deporte con el que su hermano
Jerzy y él arrastraban a la madre a discusiones absurdas, una de las
primeras iniciaciones en el ejercicio de la dialéctica que tuvo
Gombrowicz: –¡Otro divorcio en la familia!; –¿Qué estás diciendo?,
¿otro divorcio en la familia?, ¡no es posible!; –Te lo aseguro, me lo
contó la tía Rosa, parece que ella se enamoró de su peluquero;
–Cielos, qué escándalo. Al final de esta conversación teatral entre
Jerzy y Witold aparecía la madre temblando de indignación: –¡Si la
mujer de Henryk es tan desvergonzada no volveremos a recibirla!: –Pero,
¿por qué?, la tía Ela se divorció dos veces y ahora juega al bridge
con sus tres maridos, dice que forman un equipo perfecto y que gracias a
sus divorcios sus hijos tenían el doble de parientes.
"En el mismo año 1933, en que se
publicó mi primer libro, murió mi padre. Hacía meses que estaba
enfermo, pero su empeoramiento se produjo en forma repentina, de modo que
sólo mi madre y yo asistimos a su muerte (...)" "Yo estaba siempre vivo en ti, tú eras únicamente mía. Eras un ídolo y un camarada a la vez." La madre era un ídolo, el hijo estaba
consagrado por el afecto que le profesaba la madre; lejos de sentirse una
existencia errante, vaga y superflua, se piensa como hijo de derecho
divino. Está siempre vivo en ella: esto significa que se ha puesto al
abrigo en un santuario. Y precisamente porque se absorbe entero en un ser
que le parece existir por necesidad y por derecho, está protegido contra
toda inquietud, se funde con lo absoluto, está justificado.
"Mi querida madre: si posees
realmente un alma maternal y si todavía no estás harta, ven a París,
ven a verme, e incluso ven por mí (...) Ya no soy aquel niño ingrato y
violento. Largas meditaciones sobre mi destino y sobre tu carácter me han
ayudado a comprender todas mis faltas y toda tu generosidad.. Pero, en
resumidas cuentas, el mal ya está hecho, hecho por tus imprudencias y por
mis faltas. Es evidente que estamos destinados a querernos, a vivir el uno
para el otro, a acabar nuestra vida lo más decorosa y lo más
tranquilamente que sea posible (...)" |
Juan Carlos Gómez
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