Gombrowiczidas |
Witold
Gombrowicz y Arthur Sandauer |
"¡Mísero de mí! Estoy en cama. Lumbago (...) Le aconsejo, Dominique, que no vaya en coche con Sandauer; es un pésimo conductor (...) Desgraciadamente no puedo hacer nada por el momento. Dentro de unos días me propongo elegir para usted un texto de igual longitud que ‘Dante’. Hitler es demasiado breve, son apenas dos páginas del ‘Diario’ (...)" Las relaciones de Sandauer con Gombrowicz eran ambiguas. Sandauer tenía las manos atadas en la Polonia Popular, además quizás estuviera tomando alguna revancha de lo que Gombrowicz había escrito en los diarios sobre él. Lo había caracterizado como una especie de escarabajo solitario que seguía su propio camino, un mastodonte, un monje, un hipopótamo, un excéntrico, un inquisidor, un mártir, un aparato, un cocodrilo... un sociólogo.
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Arthur Sandauer |
"En una literatura patriótica y moralizante como la polaca, Gombrowicz representa un fenómeno excepcional. Basta con recorrer cualquiera de sus libros para convencerse de que, en el lugar del patriotismo, lo que aquí domina es el egotismo, que el único imperativo de esta obra es la fidelidad hacia sí mismo" A juicio de Sandauer las tendencias progresistas se vieron contrastadas por el implacable culto a la separación de la literatura de la vida. Fue el tiempo en que Gombrowicz quería 'cuculizar' la literatura polaca, ejerciendo una gran influencia sobre sus contemporáneos con su literatura dominada por el infantilismo y el subconsciente. En
su novela, cuyo título constituía ya de por sí un programa (puesto que
'Ferdydurke' no significa nada), quiso reducir la vida humana a unos
reflejos infantiles, y las cuestiones sociales a la época de la niñez y
a la esfera de los reflejos subconscientes. "Apuesto a que estos recuerdos de Berlín caerán las manos de gacetilleros, a que la política bailará a su alrededor una danza negra, a que yo, artista, seré entregado al articulista, yo, hombre, me convertiré en pasto de redactores, en blanco de los ataques de publicistas, seré bocado de nacionalismos, capitalismos, comunismos y el diablo sabrá qué más, me convertiré en víctima de ideologías y mitologías, además, seniles, aniñadas, escleróticas, burocráticas y, en definitiva, perfectas para tirarlas a la basura" Pero
no solamente de gacetilleros, también había caído en las manos de
Sandauer, que después de los siete años de silencio que le venían de
Polonia desde la época del deshielo, escribe sobre su fascismo y sus
perversiones sexuales. Las
fábulas volátiles de los artistas son consistentes sólo cuando nos
revelan alguna realidad, la que fuere, y la pregunta que nos debiéramos
hacer sobre las perversiones eróticas de Gombrowicz es si ellas han
llevado al descubrimiento de alguna verdad; si no fuera así no vale la
pena romperse la cabeza, sería un caso para ser tratado por la medicina.
Para Gombrowicz el hombre joven debe convertirse en un ídolo del hombre
realizado que envejece. La naturaleza insuficiente y ligera del joven es un factor clave para la comprensión del hombre y del mundo adultos, existe una cooperación tácita de edades y de fases de desarrollo en la que se producen cortocircuitos de encantamientos y violencias, gracias a la cual el adulto no es únicamente adulto. Estas
afirmaciones, aunque no están formuladas abiertamente en "Pornografía",
son las que determinan la naturaleza del experimento que lleva a cabo
Gombrowicz con sus tendencias homosexuales. Las naturalezas no eróticas como la de Sandauer tienen dificultades para penetrar en los mundos eróticos, además, las obras de Gombrowicz son difíciles, sin embargo, la estupidez de los críticos debiera tener un límite, el límite de no escarbar en las perversiones de Gombrowicz sin la capacidad de descubrir a qué consecuencias llevan. El
fascismo de Gombrowicz, en cambio, es irreal, de vez en cuando aparece
como un reflejo de su crítica al comunismo y especialmente al
provincialismo polaco que lo había atormentado desde su más tierna
juventud. Gombrowicz
vivió en una época que experimentó un ascenso irresistible de la
actividad política cuyas formas más representativas fueron el fascismo y
el marxismo.
"La
derecha veía en mí a un bolchevique, mientras que para la izquierda yo
era un anacronismo insoportable. Pero de alguna manera veo en ello mi misión
histórica. Ah, entrar en París con una desenvoltura ingenua, como un
conservador iconoclasta, un terrateniente vanguardista, un izquierdista de
derechas, un derechista de izquierdas, un sármata argentino, un plebeyo
aristócrata, un artista antiartístico, un maduro inmaduro, un anarquista
disciplinado, artificialmente sincero, sinceramente artificial (...)" "Veinticuatro años de esta liberación de la historia. Buenos Aires: un campo de seis millones de personas, un campamento de nómadas, una inmigración procedente de todo el globo terráqueo: italianos, españoles, polacos, alemanes, japoneses, húngaros, todo mezclado, provisional, viviendo al día... Los auténticos argentinos decían con naturalidad ‘qué porquería de país’, y esa naturalidad me sonaba a maravilla después de la furia sofocante de los nacionalismos" |
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Juan Carlos Gómez
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