Gombrowiczidas

Witold Gombrowicz y Ricardo Nirenberg
Juan Carlos Gómez

Cuando Bonifacio del Carril se me acercó una tarde a la mesa en la que estaba conversando con la Hierática y me dijo que el libro iba para julio de 1999 empecé a armar lo que terminó siendo "Cartas a un amigo argentino".

Debo reconocer que el Pato Criollo me dio una mano, fue el pulgón que utilizó la editorial para leer la correspondencia de Gombrowicz y su informe fue decisivo. Las historias verdaderas que se cuentan en este gombrowiczidas están relacionadas, sin embargo, con emociones negativas, y en menor medida con emociones positivas 

Después de que Bonifacio del Carril estampara la fecha de publicación de "Cartas a un amigo argentino" en un papel que guardo como un tesoro a pesar de sus exiguas dimensiones, puse manos a la obra y empecé a fabricar un marco que le quedara bien al libro.

Di mi primer golpe proponiéndole a la Hierática que publicara también las cartas que yo le había escrito a Gombrowicz pero me lo rechazó de plano: –Mirá, Goma, no, Emecé desea hacer una edición económica.

La limitación que me puso "Emecé" y que yo no busqué me trajo, sin embargo, calurosos felicitaciones pues algunos gombrowiczidas ilustres destacaron posteriormente mi modestia y mi generosidad. El Perverso y el Guitarrón se sumaron con entusiasmo al rechazo de la Hierática a la publicación de mis cartas mediante la utilización de la técnica de la contratransferencia y la modalidad de la desaparición, en ese orden.

Le pedí al Pterodáctilo que escribiera el prólogo, yo escribí el epílogo, y cuando ya había terminado de redactar la presentación me pareció que me estaba dando un exceso de lugar, entonces le pedí ayuda al Pavo.

Al final de cuentas el prólogo y la presentación quedaron en las manos de dos argentinos, de las del Pterodáctilo, un fisico-matemático que vive en la Argentina, y de las del Pavo, un matemático que vive en Estados Unidos, ambos, por esas cosas curiosas que tiene la vida, se fueron convirtiendo con el paso del tiempo en hombres de letras, aunque con muy distinta fortuna. 

En la misma época que Emecé publicaba las cartas que me había escrito Gombrowicz, "Tworczosc", en Polonia, publicaba las que yo le había escrito a él, y esta réplica de sucesos que ocurría a catorce mil kilómetros de distancia, despertó un sentimiento negro en el Pavo, uno de los integrantes de este dramatis personae. Los celos están constituidos por el temor de que nos sea arrebatado el cariño de un ser que amamos, y la envidia es una tristeza causada por el bienestar de otro.

Ricardo Nirenberg

Henryk Bereza

Pues bien, una mezcla de celos y de envidia se apoderó del corazón del Pavo. Mientras aquí aparecían notas sobre "Cartas a un amigo argentino", en Polonia publicaban notas sobre mí, y aquí aparece el otro integrante del dramatis personae: el Viejo Vate. La primera estocada la dió el Pavo.
"Estoy orgullosísimo de que mi humilde texto saldrá en polaco, en Tworczosc, gracias a ti y a Kalicki (...) La nota que realmente me gustó es la de Alan Pauls (...) Lo que me decís del eximio crítico polaco Bereza, no sé, no estoy seguro... Me gustan mucho las cartas tuyas a Gombro que he leído, pero en mi humilde opinión no se puede decir con justicia que Gombro 'conseguía a duras penas' escribir sus cartas mientras vos 'bailabas' escribiendo las tuyas (...)"

"A ver, Bereza, a ver ésa (...) Leí tu carta admirando como siempre tu inteligencia y tu penetración, hasta que llegué al final, donde me jurás por la Santísima Virgen María que te pusiste a llorar cuando llegaste al final del texto de Bereza. Aquí tuve ciertos problemas (...) Bereza escribió un panegírico, quizás quieras empujarme al panegírico, pero yo no puedo escribir panegíricos (...) Pero me basta el textecito de Bereza que me mandaste para convencerme de que, a menos que se trate de una burla, estamos frente a un guitarrero de muy baja estofa"
Donde las dan las toman, Kalicki publicó en Tworczosc estos fragmentos de la carta que me había escrito el Pavo y que yo le había hecho conocer para echar más leña al fuego, y el Viejo Vate no se quedó callado.

"Nirenberg escribe tonterías que tienen origen en la amistad que tiene con vos y también en la envidia, respecto a lo cual se puede tener una actitud tolerante. Te nombré el hijo espiritual de Gombrowicz, no en un momento de exaltación, sino en plena conciencia de lo que pasó entre ustedes dos porque en la base de los milagros de la existencia algo así siempre puede ocurrir entre dos hombres, o entre una mujer y un hombre. Esto puede ocurrir independientemente de las diferencias que existen entre generaciones, entre sexos y, en general, entre todo, solamente no puede ocurrir en personas como Nirenberg porque su personalidad y su mentalidad, achatadas como después de un planchado, no pueden captar ni ver algo parecido"

Esto me lo escribió a mí, pero el Viejo Vate quiso que se conociera de otra manera su pensamiento y entonces publicó unas palabras en "Tworczosc".

"Yo mismo me encontré como una aguja en un pajar, así que voy a aprovechar esta oportunidad para atacar la calificación de panegírico que Nirenberg le hace a mi nota 'Goma'. En 'Goma' no escribí ningún panegírico sobre Gómez ni sobre Gombrowicz. Mi ensayo trata sobre una colisión trágica entre dos hombres, dos creadores del valor más grande de este mundo, el de la amistad creadora.. La culpa trágica recae en este caso sobre el que se sintió obligado a tomar una decisión que se convirtió en un castigo para sí mismo. El otro solamente estuvo presente en esta tragedia y aunque pudo sobrellevar el peso de esta presencia el costo no fue pequeño. En mi texto 'Goma' no hay ningún lugar para un panegírico, el panegírico es un arte para espíritus pequeños y yo huyo de todo eso"

Pero una vez que los celos se despiertan la acción suele desembocar en una tragedia, y eso fue precisamente lo que ocurrió entre el Pavo y yo cuando me puse a buscar un prólogo y una presentación para la edición polaca de mis cartas.

En un principio traté de seducir al Buey Corneta y al Pato Criollo pero sin ningún resultado, entonces se me ocurrió pedírselos al Viejo Vate y al Pavo que ya había escrito la presentación de "Cartas a un amigo argentino", una ocurrencia que terminó con nuestra amistad. La primer versión de la presentación se la rechacé de plano pero la segunda se la acepté calurosamente.

"Muy bien, Ricardo, brillante, por fin me pude quitar de encima toda la ferretería de la madre Rusia que me habías puesto sobre las espaldas. El texto de tu presentación es magnífico tanto en las ideas como en el idioma (...)"

Mientras el Pavo corregía algunos pasajes de esta segunda versión, el Viejo Vate le ponía punto final al prólogo, una pequeña joya literaria con la que empecé a darle celos al presentador. Cuando le pedí que eliminara de la presentación a la Finada, una de las tres Gorgonas polacas, con la que me había peleado en vida por haber tomado partido por la Vaca Sagrada en el asunto de la publicación de las cartas de Gombrowicz, no estuvo de acuerdo.

"No, no estoy de acuerdo con sacar el nombre de Alicia (....) cada uno debe vivir con su conciencia, y yo con la mía"

Los celos estaban destruyendo los restos de vida que le quedaban a nuestra amistad.

"Tu presentación irá sin Alicia, no puedo creer que siendo amigo mío te niegues a darme ese gusto (...)"

Intentó darme el gusto cuando la esposa lo convenció de que estaba bien que eliminara a la Finada de la presentación pues si había muerto tan disgustada conmigo porque yo había publicado las cartas de Gombrowicz sin la autorización de la Vaca Sagrada, entonces, de estar viva, no le hubiera gustado nada ver su nombre en la presentación de un libro mío, y la estaría traicionando si contrariara esa voluntad presunta de la Finada.

Las cartas que yo le escribí a Gombrowicz fueron publicadas en Polonia en la revista "Twórczosc" con un prólogo y un epílogo memorables: "Goma" de Henryk Bereza y "Epílogo gomoso" de Jorge Di Paola. La presentación del Pavo, en cambio, duerme el sueño de los justos, ese brebaje ponzoñoso preparado con pata de celos, cola de boludez y una pizca de Vaca Sagrada quedó en un cajón de mi escritorio.

De mal en peor, la relación epistolar afectuosa e intensa que había mantenido con el Pavo terminó cuando me devolvió una carta sin abrir dentro de un sobre.

De la observación atenta de las fotos que forman parte de este gombrowiczidas se puede deducir con toda claridad que el Pavo es un hombre de armas tomar y que el Viejo Vate es un poeta de la vida.

ver La identificación de los apodos y de la actividad

Juan Carlos Gómez

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