Gombrowiczidas |
Witold
Gombrowicz, Milita Molina y Nicolás Rosa |
Los hombres de letras argentinos tienen una deriva que los reúne en un punto en el que se encuentran inevitablemente utilizando palabras más o menos análogas para analizar al escurridizo Gombrowicz. De acuerdo a las ideas que tienen el Asiriobabilónico Metafísico, el Pato Criollo y el Buey Corneta, para poner sólo unos ejemplos, Gombrowicz vendría a ser más que ninguna otra cosa algo así como un poseur. Yo no estoy de acuerdo con la idea de estos ilustres gombrowiczidas, sin embargo, debo reconocer que las actividades de mentir, de desmentir y de desmentirse fueron convirtiéndose en las páginas de sus diarios en un hábito permanente de Gombrowicz. Sus mentiras están asociadas frecuentemente a maniobras defensivas: cuando se defiende de su homosexualidad, miente, cuando se defiende de sus deserciones, miente, cuando se defiende de sus destierros, miente, cuando se declara conde, miente... |
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Nicolás Rosa (muy joven) |
Utiliza la mentira para defenderse de la vergüenza que le producen el miedo y la culpa, la utiliza como un instrumento a veces doloroso, otras veces humorístico, otras más sarcástico, pero siempre deja alguna rastro para que los demás sepan que está mintiendo y, por si eso no fuera suficiente, él mismo se desmiente; es un mentiroso al que le complace decir la verdad. Aunque
éste es un rasgo complejo de la personalidad de Gombrowicz podríamos
decir como primera aproximación que él se somete al recurso de la
confesión con el propósito deliberado de aliviarse de le culpa que le
sobreviene cuando miente. Ni por un momento debemos olvidar que aunque
Gombrowicz había perdido a Dios seguía siendo un hombre religioso, si
bien que muy lejos de las actitudes sagradas y de la obediencia ciega
características de los religiosos. No es por el lado de la pose, de la
impostura o de la mentira que podemos acercarnos a Gombrowicz.
Si
bien es cierto que las concepciones de Gombrowicz son divergentes en
muchos de sus puntos con las del existencialismo, no lo son tanto en su
pretensión de llegar a ser una descripción moral del mundo, porque esta
descripción nos revela el sentido ético de los distintos proyectos
humanos. Ambas concepciones intentan llevar al hombre a la renuncia del
espíritu que le concede al mundo más realidad que al hombre, y que
considera al hombre como un resultado del mundo, un espíritu que los
existencialistas llaman “espíritu de seriedad”. Cuando
había terminado de poner en orden estos pensamientos en un gombrowiczidas
que inmediatamente hice conocer a los miembros del club, la Flauta
Traversa me informó que un doctor en semiótica de marca registrada
estaba escribiendo un libro al que había dado en llamar “El
Impostor”, un nuevo intento de los hombres de letras hispanohablantes de
poner a Gombrowicz en la caja del poseur.
El Rosado se estaba convirtiendo de esta manera en un gombrowiczidas de última generación, por lo menos en cuanto miembro de la logia infusa y esotérica de nuestro club. Pero unos días después de esta aproximación al mundo de los gombrowiczidas el Mafioso me anuncia la muerte del Rosado. “Ha
desaparecido, o sea, ha muerto. Ha muerto de repente y ha desaparecido tan
completamente como si una mano se le hubiese llevado de entre nosotros
(....)” La
Flauta Traversa admiró y quiso al Rosado con un afecto intensísimo, una
admiración sólo comparable a la que tenía por Lamborghini. “(...)
Nicolás Rosa se preguntaba en los últimos tiempos si era un escritor, y
se respondía que sí, al tiempo que quería esa corroboración de alguno
de nosotros.. Nunca le dije que era un escritor porque Nicolás no escribía
en sus escritos sino que su obra literaria era histriónica (su voz subía,
se estrangulaba, se perdía, llamaba a la sospecha, etc., sus miradas eran
impagables, también) y era en la oralidad donde para mí se expresaba
(...)” En
las vísperas de la muerte el Rosado le pidió a la Flauta Traversa que me
hiciera conocer su reconocimiento por la ayuda que le había dado para
escribir “El Impostor”, un libro que algún día leeremos. |
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Juan Carlos Gómez
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