Gombrowiczidas

Witold Gombrowicz y Wladyslaw Jankowski
Juan Carlos Gómez

Wladyslaw Jankowski, llamado Dus, era dueño de una estancia en Necochea. En esa estancia, "La Cabaña", Gombrowicz escribió páginas memorables sobre las rubias, el perro, la vaca, el caballo y los escarabajos en un ambiente familiar en el que le hacía muecas con la mitad de la cara a dos jóvenes hijas de Dus mientras componía versos con el amigo.

En el año 1955 Vladimir Nabokov había actualizado la atracción malsana que ejercen las nínfulas sobre los hombres maduros con su "Lolita". En la época que apareció "Lolita" Gombrowicz escribía también sobre unas lolitas.

"Marisa, quince años, distinguida y romántica (...) se sumerge continuamente en las luminosas brumas de la belleza, el amor y el arte (...)"

"Andrea, doce años, una chiquilla avispada, brillante y perspicaz, me gusta reír con ella, se ha especializado en robarme la pipa. Lena, catorce años. Con ella he iniciado un ligero flirteo que consiste en intercambiar miradas (...) Rubias. ¡Qué bellas son! (...) y miento, miento, porque es lo que me exige la imaginación de ellas, estoy impregnado de mentira hasta la médula. Les cuento mis batallas en la última guerra"
Dos de estas lolitas eran hijas de su amigo Dus, el estanciero de Necochea. Cuando llega por primera vez a "La Cabaña" nos previene contra lo que escribe en los diarios.

"Si este diario que voy escribiendo desde hace ya algunos años no está a la altura –la mía, la de mi arte o la de mi época–, nadie debería reprochármelo, pues es un trabajo que me ha sido impuesto por las circunstancias de mi exilio y para el que posiblemente no sirva"

Más de una década después, cuando se publican la totalidad de sus diarios, en las palabras preliminares que escribe para presentar el libro, sigue con las prevenciones.

"Es una escritura bastante desordenada, hecha de un mes para otro; seguramente me repito o me contradigo más de una vez. ¿Qué hacer? ¿Ordenarlo? ¿Pulirlo? Prefiero que no quede demasiado relamido"

Se instala en una espaciosa habitación de la casa de invitados, se prepara para dar una batalla decisiva con sus borradores, y escribe unas líneas que, en su momento, le quitaron el sueño al Orate Blaguer produciéndole al mismo tiempo una gran consolación.

Wladyslaw Jankowski.

Estancia La Cabaña

"¿Quién sentenció que hay que escribir sólo cuando se tiene algo que decir? Pero si el arte consiste precisamente en que no se escribe lo que se tiene que decir, sino algo totalmente imprevisto"

En esa pampa ilimitada no hay océano ni sal ni vientos. Después de la agitación de las playas, ahora reina la tranquilidad, el silencio y el relajamiento. En el campo argentino no hay campesinos como los hay en Polonia, aquí no hay nadie. Unos cuantos peones cuidan los campos y la enorme cantidad de vacas y de caballos, pero sin prisa. Un hombre con un tractor labra, siega, trilla y embolsa los granos.

Gombrowicz se sentía confuso y en contradicción con la naturaleza al punto que al momento de ponerse en contacto con ella se transformaba en un demonio, en una anti-naturaleza. La importancia que fue tomando el dolor respecto de la muerte era, a su juicio, la causa de esta inseguridad, pero la causa también podría ser el papel preponderante que le daba Gombrowicz a la actuación y al artificio.

Sea como fuere se pregunta cómo debía comportarse en los encuentros que había tenido con una vaca. Paseando por un avenida arbolada de la estancia "La Cabaña", detrás de un árbol se le apareció una vaca. Quizá el hecho que lo obligó a realizar indagaciones sobre este encuentro fue que la vaca lo miró, mejor dicho, que él le permitió a la vaca que lo mirara, y si bien es cierto que no estaba en condiciones de sacar de ese encuentro las consecuencias drásticas que saca Sastre de la mirada, se sintió tenso y con una vergüenza propia de hombre frente al animal.
Continuó el paseo pero estaba incómodo, como si toda la naturaleza lo estuviera asediando mientras lo contemplaba. La primera idea que le pasó por la cabeza para resolver esta oposición entre su humanidad y la naturaleza fue la de que el hombre es no-natural, es anti-natural, pero resulta que Gombrowicz tenía la tendencia a establecer contacto con lo inferior.

Si en el mundo humano pone al descubierto la dependencia que tiene la conciencia superior de la inferior, si recorre el camino descendente de la madurez a la inmadurez yendo contra la corriente, entonces, ¿por qué no seguir descendiendo hasta el fondo en la escala de las especies?

Y cuando pareciera que empieza a seguir los pasos de San Francisco de Asís, de pronto se detiene bruscamente. Mirar, contemplar y comprender la naturaleza es una cosa, pero dejarla aproximar como algo igual a nosotros porque la comunidad de la vida nos engloba, tutearla, es demasiado, entonces regresa rápidamente a su casa humana y cierra la puerta con doble llave. La negativa a reconocer la humanidad de una vaca, es decir, de la naturaleza, una negativa que se le traduce en fatiga y aburrimiento a partir del momento en que intenta reconocer a esa vida inferior en un pie de igualdad, vendría a ser una de las características principales de la humanidad de Gombrowicz.

No es lo mismo entrar a una reunión de psicólogos que a una de ingenieros, o a un salón plutocrático que a una taberna del puerto. Cada profesión y cada clase social tiene sus códigos y sus modales. Gombrowicz, nacido de terratenientes y educado en un colegio aristocrático, era el producto del refinamiento y del tipo de belleza que produce la riqueza.

Pero Gombrowicz era, antes que ninguna otra cosa, un escritor, y sólo un escritor puede confundirse o incomodarse cuando lo mira una vaca. Quien ha decidido ocupar una parte de su vida escribiendo debe empezar a tomar apuntes y a realizar experimentos originales, o a escribir un diario para alcanzar sus objetivos y no malograrse.

En un pasaje de los diarios, el más hermoso de todos, Gombrowicz descompone en partes el devenir de un crepúsculo y, simultáneamente, las vuelve a componer restituyéndole a la forma un carácter humano.

Nos podemos acercar al sentido de este pasaje por el lado de la forma, pues parece que la estuviera comparando con el crepúsculo, o por el lado de la naturaleza, porque el crepúsculo es una manifestación de la naturaleza; Gombrowicz se le acercó por el lado de la naturaleza.
No es extraño que sea así, sus narraciones notables sobre la vaca, los escarabajos, el perro de Dus… y también la del crepúsculo las hace en la estancia de Wladyslaw Jankowski. La descripción del crepúsculo estaba acompañada por el pensamiento de que la naturaleza ya no era para nosotros armonía y sosiego como lo había sido antes cuando el hombre se sentía como una partícula proporcionada de ella. De regreso a casa se siente sumergido.

"Sumergido en el no-ser, seguro de ser un demonio, un anti-caballo, un anti-árbol, una anti-naturaleza, un ser venido de otra parte, un extraño, un intruso, un forastero. Un fenómeno no de este mundo. Del otro. Del mundo humano"

Las playas de Mar del Plata y de Necochea le despertaban a Gombrowicz distintas ocurrencias a las que le sobrevenían en la estancia "La Cabaña", en plena pampa húmeda. En las playas se le había prendido la lamparita y, por la aplicación de una determinada ciencia infusa, supo de repente cómo se había realizado en la Argentina la reforma agraria.

"Santiago Achaval, Juan Santamarina, Paco Virasoro y Pepe Uriburu: jóvenes de la oligarquía, ricos. ¿Cuántos hermanos y hermanas tienen? Paco es el que tiene menos, sólo seis. Entre los cuatro, un total de cuarenta hermanos. Niaki Zuberbühler tiene ochenta primos de primer grado. La reforma agraria se lleva a cabo en la cama"

Caminaba por las avenidas de eucaliptos en medio de la inmensidad de la pampa húmeda, y lejos ya de las playas de nuevo lo asaltaba el presentimiento de una agonía solitaria en un sótano asfixiante.

Sabía que Dios no sería un asilo para su vejez, y menos aún lo era la trascendencia del existencialismo con su borracheras de sentimientos trágicos. El tiempo del deshielo político presionaba sobre su conciencia y se preguntaba si su regreso a Polonia, si su regreso a la patria no podría darle lo que Dios y la filosofía no podían darle. Pero en ese caso se tendría que enfrentar con una libertad relativa, una libertad que debía presentarse dos veces por semana en la oficina de control para poder vivir una semivida y una semiverdad.

"No niego que esta oportunidad de abrir en el futuro las puertas de la libertad debería ser aprovechada políticamente. Pero yo no me dedico a la política..., y lo único que sé es que el estilo, la forma, la expresión, tanto en el arte como en la vida, no pueden alcanzarse a través de una concesión ni fabricarse en dosis estipuladas"

A través de estas cavilaciones se estaba definiendo respecto a la ética del catolicismo, del existencialismo y del marxismo, pero la moral es sólo un fragmento de la vida, y los otros fragmentos lo seguían presionando por todas partes pues la realidad es inagotable.

"¿Qué hacer de mí? Este examen de conciencia no ha arreglado nada en mí, de nuevo solamente soy, soy en esta pampa argentina, en esta estancia"

Esa contradicción entre el ser y el existir lo llevaba de la mano al mundo palpable de los eucaliptos y de la tierra, ese único mundo amigable y creíble, un mundo que se le había diluido en esa pampa inmensa bajo la bóveda celeste, un mundo que se le había borrado.
Ni siquiera el globo terrestre, suspendido él mismo, podía asegurarle un terreno firme para los pies. Ese abismo sin fondo podría enloquecernos si es que no estuviéramos tan acostumbrados a él.

Se marcha de "La Cabaña", se despide de Dus y de las rubias y viaja hacia el norte, hacia Buenos Aires, dentro de unos días navegará por el río Paraná. Va sentado en el tren mirando tranquilamente por la ventana, mientras observa a la mujer que está frente a él de manos menudas y pecosas.

"Y al mismo tiempo estoy allí, en el seno del universo. Todas las contradicciones se dan un rendez-vous en mí; la calma y la locura, la sobriedad y la embriaguez, la verdad y la patraña, la grandeza y la pequeñez, pero siento que en mi cuello se posa de nuevo la mano de hierro, que poco a poco, sí, de manera imperceptible..., se va cerrando"

Yo conocí a Dus una noche, cuando vino a despedir a Gombrowicz al café la Fragata antes de su viaje a Europa.

Gombrowicz era un verdadero maestro dando clases de aristocracia, Antonio Berni observaba en la Fragata cómo Gombrowicz hacía muecas delante de un espejo y tomaba actitudes de emperador, de obispo o de militar: –¿Qué, está dialogando con sus dobles?; –Miro mis rasgos de aristócrata, parece que mis facciones, día a día, registran mejor todo mi linaje. ¿Qué cosas diferenciaban a un verdadero aristócrata de una persona sin nobleza?: el sombrero, las pipas, unos zapatos bien lustrados, un impermeable sucio, pero, muy especialmente, los tobillos. Era terrible la manía que tenía Gombrowicz con los tobillos, nos hacía exhibiciones de tobillo, en este punto se decidía la verdadera raza del aristócrata. En esta cuestión el único rival que reconocía era el tobillo de Wladyslaw Jankowski. Una noche, a días de su partida para Europa, estaba con Gombrowicz en la Fragata. De pronto, aparece en la puerta una figura radiante, era Dus, pide permiso para acercarse, Gombrowicz le hace un gesto con la mano. Durante dos horas estuve maniobrando para colocarme en una posición favorable y verle el tobillo a Wladyslaw.

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Juan Carlos Gómez

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