Gombrowiczidas |
Witold
Gombrowicz, Jorge Herralde y Manuel Borrás |
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En uno de los gombrowiczidas amargos que a veces me dicta la pluma le abrí las puertas a ciertas tendencias tanáticas que frecuentemente se apoderan de mí y declaré que ya que no podía doblegar a los editores con mis propuestas editoriales entonces iba a tratar de destruirlos.. Ya sabemos que estos Protoseres se mueven en un rango que va de los rufianes melancólicos a los asesinos seriales, siendo los casos del Pretexto y del Perverso, en ese orden, los más conspicuos. Es
imposible analizar la totalidad de los estados intermedios de este tipo de
criminalidad pues tiene muchas variantes. Otros extremos entre los que se
mueven los Protoseres son la dulzura y la aspereza, siendo los casos de la
Hormiguita Viajera y de la Bestia Catalana, en ese orden, los más
notables. En los estudios detallados que realicé sobre los Proseres pude
descubrir también los cinco procedimientos que utilizan para contrariar a
los autores. |
Manuel Borrás y Jorge Herralde |
El orgasmo de los Protoseres se produce cuando los libros se venden, sin importar en absoluto si los libros son buenos o son malos, ésa es una cuestión que dejó de interesarles hace mucho tiempo. A
veces me siento como un corsario enarbolando las banderas del enemigo,
metido en las entrañas oscuras y misteriosas de los Protoseres, preguntándome
dónde estará su talón de Aquiles. Se me ocurre que soy también un
Caballo de Troya esperando que se descuiden para destruirlos. "Me
cuentas la penitencia y el fracaso de no poder publicar. Tal vez te hayas
equivocado de giro editorial. Tu libro estaría mejor en una editorial
pequeña, valiente, que no publica libros para enriquecerse sino porque el
goce de la literatura les produce la mayor dicha. Tal vez Beatriz Viterbo
(…)" Pasados no más de los días que tienen una semana me vino a la cabeza el pensamiento de que lo que abunda no daña, entonces le mandé a la Pitolina un conjunto de gombrowiczidas en los que el Pato Criollo dempeñaba un papel estelar. Este acto puramente maquinal se convirtió en una terrible equivocación, como supe un poco después, cuando me enteré de que la Pitolina era una devota adoratriz de este hombre de letras tan prolífico. El
camino que siguió "Gombrowicz, y todo lo demás" hasta que
alcanzó las letras de molde fue tortuoso. El primero que me dio una idea
alentadora fue el Orate Blaguer. Escríbele a Herralde, por favor" Cuando le conté al Niño Ruso lo que me estaba diciendo el Orate Blaguer le dio una gran alegría. "Sería
maravilloso que tu libro se publique en Anagrama. Herralde es muy
receptivo a esas cuestiones (...)" Como el Herrero le daba muchas vueltas a la contestación que tenía que darme empecé a insultarlo abriéndole las puertas a mis impulsos destructivos, pero el Niño Ruso se interpuso entre nosotros con su natural bonhomía. "Y
ya te debía otra, donde me maltratabas al formidable Herrero, y que no
había respondido porque no sabía qué decirte. Claro, debí escribirte
lo que siento, lo que es cierto, que Jorge es una persona notable
(...)" Esperé ese encuentro en un estado de intranquilidad, pero sin entusiasmo y destilando veneno. "Estuve
con los Herralde. No lo sentí para nada enojado, y luego cuando me llegó
tu carta y la copia de la que le enviaste, me di cuenta de que no es tan
tremebunda como me lo habías advertido. De esas cartas, pero mucho, mucho
más fuertes le llegan sin cesar. Me dijo que sí, que estaba interesado
en publicar tu libro (...)" "Lamento el retraso en contestarte, pero estoy agobiadísimo de trabajo y también sepultado por manuscritos. Leí con gran interés tu libro, pero me resulta imposible publicarlo, tenemos ya programación para dos años y nuestros autores siguen escribiendo como posesos. Pienso que el lugar más idóneo para publicarlo sería, claro está, Seix Barral, y si no Pre-Textos (...)" El
Herrero escribió hace poco más de un año que Gombrowicz era un grande,
que en los años 60 ya tenía algunos fans entre los que vivían en
Barcelona: Gabriel Ferrater, el Niño Ruso, Joaquín Jordá y él mismo. O bien el Herrero no es tan amateur de Gombrowicz como declama serlo, sino más bien otro charlatán como tantos otros, o es un amateur al que yo no le despierto amor ni siquiera interés. A
esta altura de mis aventuras con los Protoseres ya había determinado que
uno de los extremos del rango en que se mueven estaba ocupado por los
asesinos seriales, así que con resignación le escribí al Pretexto. Del examen atento de la foto que aparece en este gombrowiczidas se puede deducir el por qué estos personajes no alcanzan a pasar el nivel de Protoseres. |
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Juan Carlos Gómez
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