Gombrowiczidas |
Witold
Gombrowicz, Halina Grodzicka y Zofia Chadzynska |
A las pocas horas de haber arribado a Buenos Aires François Bondy, el célebre crítico francés, lo llamó por teléfono a Gombrowicz, y al día siguiente se encontraron en el City Hotel. Bondy había desayunado con Victoria Ocampo y el resto del día lo tenía libre. Charla que te charla se fue haciendo de noche, entonces Gombrowicz lo invitó a cenar a la casa de Zofia Chadzynska, una polaca amiga. Sin pensarlo dos veces fueron a comer con Zofia, estaban también invitados los Lubomirski y un arquitecto. “Organizamos una pequeña cena (muy modesta, como siempre en casa de Zofia; en cambio el francés espumea como el champán...), pero en el ambiente flotaba una reticencia. Al marcharnos, las señoras me guiñan el ojo: –Vamos, confiesa, ¿a quién nos has traído? ¿Quién es? ¿Un poeta? ¿Un italiano o qué? ¿De dónde lo has sacado? (...)” |
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Halina Grodzicka |
Zofia Chadzynska |
Halina
Grodzicka acostumbraba a decir que uno no podía imaginárselo a
Gombrowicz comiendo sin ganas o bailando un fox-trot. Sin embargo, al poco
tiempo de haberlo conocido presencié un baile de Gombrowicz recitando
algunas escenas de “El casamiento”. Era extraño, con su silueta un
tanto rígida uno no podía creer que bailara, pero en ocasiones como ésta
se nos hacía patente que tenía una gran agilidad corporal, no así
cuando lo observábamos caminar pues parecía un barco navegando y
avanzando río arriba. Tanto en sus novelas cortas como en sus novelas
largas echaba mano frecuentemente al recurso de los bailes y de las
comidas. A veces los bailes eran imaginarios, como el de “Ferdydurke”
cuando baila frente a las toallas, los pijamas, las cremas y las camas de
los Juventones para ridiculizarlos y descalabrar su modernidad. Otras
veces los bailes eran reales como el de las barrigas en el “Diario”. “Viejo, ando ¡reloco! Ya no sé qué hacer primero. Mañana llega Arnesto con su mujer por un día, o dos, yendo de París a Roma. Le daremos 1º Crevettes salsa mayonesa, vino blanco 2º gansa con confitura 3º una taza de caldo 4º quesos 5º Bomba de creme, chocolat 6º café, cognac. Ando mejor de salud (...) Viejo aquí a cada rato alguien llega, estuvo Arnesto con Matilde y estaban despavoridos porque Rita dijo que yo bebía champaña el día de la muerte del Che” También
le daba mucha importancia a la falta de comida, una falta que a veces
solucionaba de una manera ingeniosa comiendo en los velatorios por
ejemplo, y otras de una manera dramática. Comía
con ganas de una manera disciplinada y ceremoniosa, por respeto hacia sí
mismo, como solía decirnos. Una de sus pasiones predominantes era la de
dedicar los libros con el menú de las comidas; el ejemplar de
“Ferdydurke” de Halina Grodzicka lleva una memorable. Dio
pocas recepciones en la Argentina, no tenía medios para darlas, pero la
cumbre como anfitrión la alcanzó en el Club Americano, en una cena en
honor de los amigos polacos que tenía la costumbre de invitarlo. Gruber,
un hombre muy rico y snob se hizo cargo de los gastos a pesar de los
reparos de Halina : –No entiendo por qué eres amigo de Gruber, un
hombre tan antipático; –Los trajes del señor presidente (Gruber lo había
sido del Banco Polaco antes de Nowinski) me viene de maravilla. No
molestes a mi protector y está a la altura de las circunstancias pues el
señor presidente usa ahora un impermeable inglés muy elegante.
Las comidas que daban en sus casas Zofia y Halina no eran palaciegas pero eran elegantes, en estas reuniones Gombrowicz estaba a sus anchas pues podía desarrollar a gusto todo su histrionismo, un histrionismo que había alcanzado su punto culminante en “El banquete”, uno de sus cuentos más logrados. En
este cuento la archiduquesa Renata Adelaida Cristina entra al salón y
cierra los ojos deslumbrada por la luminosidad del archibanquete. Un
sonido apenas perceptible empezó a hacerse oír, se parecía al tintineo
que producen las monedas en el bolsillo. El embajador de una potencia
extranjera y enemiga sonríe con ironía mientras le da el brazo a la
princesa Bisancia, hija del marqués de Friulo; el anciano canciller lo
mira de reojo porque sospecha que el sonido viene de ahí. “Y archicargando a la cabeza de su archiescuadrón, el archirey archicargó en las tinieblas de la noche” |
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Juan Carlos Gómez
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