Gombrowiczidas |
Witold Gombrowicz, Lucien Goldmann y Jorge Lavelli |
Mientras
la aproximación a "Ferdydurke" fue para nosotros, los de la
barra del Rex, una empresa más o menos normal, "El casamiento",
aun después de los procesos de simplificación al que lo sometía
Gombrowicz para facilitar su comprensión, se constituyó en una especie
de elemento rítmico que colaboraba con nuestra relación. El "tempo
poco claro" alcanzó alturas inconmensurables y servía para
cualquier cosa, tanto para delimitar algún principio filosófico como
para dar cuenta de alguna ambigüedad erótica. Y los versos: ¡Qué
agradable en el five o’clock del rey/ Llevar un flirt liviano en forma
discrecional!/ Embriaga y fascina de las mujeres el dorso/ ¡Y de los
hombres el torso!, fueron usados como una coda brillante que nos servía
para pasar de un tema a otro sin solución de continuidad. Hay que tener como principio que si se puede acceder a una obra mediante una interpretación simple, se debe prescindir de la difícil. "Metafísica, de acuerdo, pero hay que empezar con la física" Gombrowicz mantuvo una conversación con Diego Masson, el compositor de la música para "El casamiento", un diálogo extraño que contiene algunas apreciaciones estéticas que no están hechas tan en broma como parece. |
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Lucien Goldmann |
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Jorge Lavelli |
–He
oído que el decorado estaba hecho con restos de coches viejos; –Sí,
era excelente; –¡Oh, qué feliz me siento de no haberlo visto, esos
restos de coches!, me hubiera gustado mucho más un lindo decorado gótico
con muchos colores. Usted compuso además la música para la batería, ¿no
es cierto?; –Sí, es verdad, la música fue escrita para dos bateristas,
detrás de las cortinas había un gran número de instrumentos de percusión;
–¡Oh, qué feliz estoy de no haberlo escuchado!, sabe usted, a mí me
hubiera venido mucho mejor algo como Beethoven o Chopin. "El casamiento" era para Goldmann una narración traspuesta de los cataclismos históricos de nuestro tiempo, la crónica de una historia tomada por la locura, una parodia grotesca de acontecimientos reales. Hasta
aquí el profesor va más o menos bien, pero de repente empieza a
desvariar con sus representaciones mentales. El Borracho viene a ser el
pueblo rebelde, la novia de Henryk es la nación, el Padre es el Estado, y
Gombrowicz mismo es un noble polaco que había encerrado en estos símbolos
un drama histórico. Goldmann
insistió, con posterioridad escribió dos estudios sobre el teatro de
Gombrowicz, "Estructuras mentales y Creación cultural", pero el
pobre profesor, después de esta experiencia gombrowiczida, nunca recuperó
del todo la cordura. Gombrowicz nos da su opinión sobre el trabajo del régisseur y sobre los comentarios de los críticos. "(...) el régisseur asesinó el texto y su alto sentido espiritual-artístico (...) nadie comprende nada de nada" A
pesar de las dudas que tenía Gombrowicz el ascenso de "El
casamiento" fue vertiginoso, tanto que no puede ocultar en las cartas
que nos escribe la exaltación que le producía su estreno en París y la
hazaña que resultó su puesta en escena. Esta solicitud resultó ser un desatino enorme que cometí con el propósito de darle lustre a la presentación de mi libro del que me voy a arrepentir toda la vida, el régisseur se comportó como un maníaco presuntuoso y ególatra sin ningún atenuante. Las
ideas centrales y únicas del Régisseur Fanfarrón eran las de que
Gombrowicz había sido descubierto por él, lanzado a la fama por él,
paseado por toda Europa por él. Al día siguiente tuvimos una conversación
en la que puso al descubierto todo lo presuntuoso que era. A decir verdad el Régisseur Fanfarrón es una persona importante, a partir de sus escenificaciones el teatro de Gombrowicz empezó a ser conocido en Europa pero, la cuestión consiste en saber cuánto de importante es una persona importante, y cuánto de silencio debe guardar sobre la importancia que tiene. Cada
profesión tiene sus vicios, el Gnomo Pimentón, un lacaniano de primera
cepa, repasando la obra de Gombrowicz descubrió que ni en sus narraciones
ni en sus piezas teatrales hay consumaciones sexuales, afirmación que
caracteriza con claridad los vicios de su profesión. "Cuando estaba escribiendo: Jeannot. –Nada. Henri. –Nada. El padre. –Transformado. La madre. –Dislocado. Jeannot. –Derribado. Henri. –Alterado... rompí a llorar de pronto como un niño. Jamás me ha vuelto a ocurrir algo semejante. Los nervios, sin duda... Sollozaba amargamente, y las lágrimas caían sobre el papel" Estalló
en un llanto inconsolable cuando escribía este pasaje de "El
casamiento". A la vida de Gombrowicz no le faltan momentos dramáticos
y motivos para el llanto tiene de sobra, pero sólo llora aquí. |
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Juan Carlos Gómez
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