Gombrowiczidas 

Witold Gombrowicz, Germán García y Pablo Chacón
Juan Carlos Gómez

Los cismas lacanianos que se producen en las organizaciones tanáticas que preside el yerno de Lacan son frecuentes, violentos y contagiosos, tanto es así que en una de las historias verdaderas a la que di en llamar "Los problemas del diván", tuve que hacer comentarios sobre el Gnomo Pimentón, uno de sus epígonos más fervientes y miembro celebérrimo del club de gombrowiczidas.

Una de las particularidades más destacadas del yerno de Lacan, a más de su carácter violento, es su versatilidad, una versatilidad que nos recuerda la versatilidad de Revólver a la Orden, otro ilustre miembro del club.

"(....) de las ‘psicosis no desencadenadas’, de los lazos entre Borges y Lacan y del supuesto saber del presidente electo Fernando de la Rúa, de casi todo habló Jacques-Alain Miller (...)"

El psicoanálisis puede hacerse sentado o también de manera ambulatoria, pero la forma más usada desde los tiempos de Sigmund Freud es la forma tradicional de acostado en el diván. A pesar de las reservas que Gombrowicz tenía con el psicoanálisis y, en general, con cualquier manifestación de la ciencia, algunos de sus problemas podemos acostarlos en el diván.

Gombrowicz es un caso singular en el que se cruzan con igual intensidad la seriedad y la falta de seriedad. Por su nacimiento estaba preparado para ser absorbido por la clase de los terratenientes como habían sido absorbidos sus hermanos, o por las organizaciones políticas, militares, o eclesiásticas, o por la mundología, pero por razones desconocidas y misteriosas se mantuvo al margen.

Hizo todo lo posible por estar apartado también del trabajo y del matrimonio, sin embargo, ocho años después de haberlo perdido todo se empleó durante casi ocho años en el Banco Polaco, y algún tiempo después de haber regresado a Europa se casó con la Vaca Sagrada.
Así que el pobre Gombrowicz terminó cayendo en las manos de un mundo extraño contra el que tenía muchas prevenciones al que podríamos llamar el mundo de los hombres de letras.

Germán García

Germán García y Jacques- Alain Miller

Estas cavilaciones no dejan en claro cuánto protagonismo tiene Gombrowicz y cuánto la familia en el desarrollo de sus obras. Si bien es cierto que el Gnomo Pimentón fue el único escritor y psicoanalista argentino que había escrito un libro sobre Gombrowicz antes de que yo apareciera en el firmamento gombrowiczida, no pudo determinar el peso de cada una de estas participaciones a pesar de que aplicó a su estudio toda su ciencia infusa de origen lacaniano, un dilema ciertamente interesante.

Cualesquiera haya sido la complexión psíquica de su familia y de su relación con ella resulta claro que Gombrowicz empieza a recorrer un camino que se aparta de la esfera donde reinan las relaciones rígidas de la causa y el efecto, de la determinación y del psiquismo.

Uno de los propósitos deliberados que tenía Gombrowicz cuando escribía era el de desvincular la conducta humana de la voluntad y del determinismo psíquico, a la voluntad la trasponía con el automatismo y al determinismo psíquico con partes del cuerpo.

Shakespeare recorría el camino contrario, dramatizó como ningún otro el desarrollo de los sentimientos y de las pasiones humanas y no deja de ser una paradoja que Gombrowicz lo haya tomado como ejemplo.

Para el inglés los sentimientos eran la materia prima de todo lo que existe y para el polaco eran una afección que había que evitar tanto en el arte como en la vida. Gombrowicz trató a los sentimientos como costumbres agonizantes y esclerosadas de las que se habían escapado sus contenidos vivos quedándose nada más que con la rigidez de las formas puras.

No es que Gombrowicz no tuviera pasiones, pero tuvo que escamotear su phatos del carril de los sentimientos y colocarlo en un ámbito donde las personas se forman unas a otras de una manera imprevisible.

El Gnomo Pimentón, uno de nuestros gombrowiczidas más señalados, ha despachado desde el diván a muchos pacientes con suerte diversa.

Director de una organización de orates a la que dio en llamar "Fundación Descartes", es un destripador de psiques que ha enloquecido a una gran cantidad de personas siendo uno de los casos más notables el de Cara de Ángel.

Pablo Chacón

"Mi padre era metalúrgico y en mi casa sólo mi madre leía algo de vez en cuando. Durante la pubertad trabajaba en un taller mecánico y estudiaba en un colegio por la noche. Los libros los encontraba en una Biblioteca de Junín. Mi familia no deseaba que fuera escritor, sino que tuviera un trabajo. Ese fue uno de los motivos explícitos por los que rompí con ella y me fui solo a vivir a Buenos Aires"

El caso del Gnomo Pimentón tiene algún parecido con el de Gombrowicz por la franqueza con la que habla de su familia y de su pasado, pero también es muy distinto por la diferencia de clases, Gombrowicz de joven era terrateniente y el Gnomo Pimentón de joven era metalúrgico.

Un lacaniano de primera cepa como lo es el Gnomo Pimentón, repasando la obra de Gombrowicz descubrió que ni en sus narraciones ni en sus piezas teatrales hay consumaciones sexuales, afirmación que caracteriza con claridad uno de los vicios de su profesión.

Cada hombre de letras gombrowiczida tiene su propio vicio: el del Orate Blaguer es la verborrea, el del Pato Criollo es la logorrea, el del Buey Corneta es la belorrea y el del Gnomo Pimentón, no podía ser de otra manera, es la psicorrea, para poner tan solo unos ejemplos de personalidades connotadas vinculadas a la actividad de escribir e integrantes del club de gombrowiczidas.

Es muy útil descubrir los vicios asociados a los hombres de letras pues nos orientan en el recorrido de los laberintos del mundo que construyen en sus escritos.

"Es claro que tu compulsión anal por Witoldo no te da respiro. Lo tuyo es preocupante y masturbatorio: el buen polaco se merece un poco de descanso. ¡No lo dejás tranquilo ni un segundo! Y lo peor: es realmente retrógrado de tu parte creer que lo único que nos interesa en el mundo es el autor de Ferdydurke y sus sagas. Calmate. Hacete ver. Te lo digo por tu bien"

El Gnomo Pimentón, después del primer conflicto que había tenido conmigo me dio una segunda oportunidad que yo no supe aprovechar, como tantas otras oportunidades que desaproveché en mi vida.

"Nuestra amistad en Gombrowicz evita cualquier juego ‘suma cero’. Mandá lo que quieras yo lo leo y lo difundo. Pero si preferís que algo no sea difundido basta con que lo notifiques."

La materia dramática había adquirido una forma bella, y aquí, como en tantas otras ocasiones, recordé una frase que Gombrowicz nos repetía a menudo: –¡Ojalá dure!, como decía la madre de Napoleón. Pero no duró, al poco tiempo se enojó otra vez conmigo.

"(...) el último texto enviado por Juan Carlos Gómez, falta a la verdad en relación a mi persona y utiliza calificaciones ofensivas. Me temo que tendrá que seguir divirtiéndose sin mi ayuda. Le ofrecí una amistad en Gombrowicz, pero no me ofrecí para ser parte de su necesidad de injuriar (...)"

Debo reconocer que el lío que se me armó con el Gnomo Pimentón lo empecé yo con gombrowiczidas un poco provocativos, pero nunca creí que este gombrowiczida hubiera guardado tan tenazmente en la memoria sus modales de metalúrgico.

La relación amarga que tengo con el Gnomo Pimentón no me deja ver con claridad si mi conflicto es con el diván o con él mismo.
No dejo de notar, sin embargo, que el Gnomo Pimentón tiene características confusas, algunos piensan que es tierno como una paloma, y otros piensan que es decididamente un criminal. Una tarde me encontré con Cara de Ángel en un café de San Telmo, a los minutos este gombrowiczida ambivalente estaba pasando por la guillotina a todos los integrantes del gremio de los escritores, una actividad desplegada con un gran encanto que a más de divertirme me parecía inocente.

Pero sea porque yo le resultaba simpático, o porque me había tomado confianza, o sea por lo que fuere, en un momento determinado de la conversación se refirió a su propio padre y me manifestó, como si esto fuera la cosa más natural del mundo, que tenía ganas de asesinarlo, y que esto era precisamente lo que estaba planeando.

Sin saber a qué santo encomendarme por el giro que estaban tomando estas confesiones sombrías le pregunté si no sería conveniente que visitara a un psicólogo: –Sí, ya estuve con el Gnomo Pimentón, ahora tengo ganas de asesinarlo a él también.

De las aventuras que corrí con el Gnomo Pimentón me quedó clara una idea: alrededor de él se producen situaciones violentas y tanáticas como también le ocurre al yerno de Lacan, al punto de haber malogrado una buena relación que yo tenía con el Hombre Unidimensional.

"Vos sí que estás cada día más pelotudo. No te das una idea de cómo me hacés recagar de risa. ¡Germán García hace estudiar las boludeces que escribís por sus alumnos, como buen caso clínico psicótico que sos, y ahí estás saltando en una pata de alegría! ¿Sabés que te hubiera dicho Gombrowicz? Mejor ni te lo digo.. A vos te encierran en una jaula del zoológico y te pensás que te están homenajeando. Y si te la pone un orangután, doblemente contento"

ver La identificación de los apodos y de la actividad

Juan Carlos Gómez

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