Gombrowiczidas |
Witold Gombrowicz, Rodolfo Fogwill y Hugo Savino |
“(...) Ese costado jodón, a veces grueso, a veces elegante, me sale solo. En la literatura me hace disfrutar enormemente. Es maravilloso tener gente como Borges, Gombrowicz, Fogwill o Faulkner o (otra vez) Kafka, que tarde o temprano, sin avisarte cuál de las dos cosas te va a pasar, te hacen reír de puro disfrute de la ironía o te hacen largar una carcajada. Fue lo que lo mató a Foucault en la cita de Borges que abre ‘Las palabras y las cosas’. Aunque se le podría aplicar la frase de Borges (“Sí, los títulos de los libros de Mallea son buenos –Todo verdor perecerá, La ciudad junto al río inmóvil, etc.–, lástima que después escribía los libros.”). La carcajada explosiva y liberadora de Borges casi no vuelve a repetirse en el libro que después escribió Foucault (...)” “¿Cómo presentar la experiencia sexual? Como muy pocos escritores, Fogwill ha hecho del sexo una experiencia contable (narrable, pero también computable) (...)” |
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Rodolfo Fogwill |
“El sexo importa en sus ficciones porque es una experiencia pura que desafía o interroga toda trascendencia, porque sirve como motor de ‘la juventud’ –ese mito que Fogwill retoma de la literatura de Gombrowicz–, porque desencadena historias y porque desviste la imaginación del narrador (...)” Este comentario que hace un notable hombre de letras de Rosario, miembro del club de gombrowiczidas, nos pone en camino de esta historia verdadera. El
conocimiento sigue siempre un curso descendente que pasa inexorablemente
del estadio heurístico al estadio hermenéutico. Siguiendo estrictamente
el camino de esta degradación del intelecto, a la que podríamos llamar
la entropía del pensamiento, he concebido unas historias verdaderas, como
un conjunto ordenado de mis aventuras con personas relacionadas con la
actividad de escribir. En el vocabulario del derecho se acostumbra a decir que lo accesorio sigue la suerte de lo principal y, aunque sin la misma importancia, debo manifestar que algo parecido a lo que le ocurría a Gombrowicz también me ocurre a mí. Mis encuentros personales y epistolares con los gombrowiczidas suelen tener características variables, pero siempre dejan alguna huella. Después
de haberle echado una atenta lectura al gombrowiczidas en el que le
hablaba de su educación descuidada, el Mentecato, un poeta de Barracas idólatra
de Joyce, me mandó una carta que, a pesar de los insultos, no deja de ser
ilustrativa. Esta
manera de insultarme tiene un antecedente cabalístico inolvidable que
proviene del Hombre Unidimensional, un escritor hispanohablante que ingresó
al club de gombrowiczidas como integrante de un grupo de hombres de letras
al que di en llamar el de los nueve magníficos, y que con el correr de
los años ha obtenido una gran maestría en los litigios que mantiene
por el otorgamiento de premios literarios. “Recibí
todo. Gracias. No se cómo podría empalmarse para hacer una edición
pirata. Mientras tanto, meto todo en un directorio, lo zipeo y se lo mando
a Brodsky y a Echevarría. Echevarría es una figura importante de la crítica
y del mercado editorial hispano y no es improbable que se interese en el
megamamotreto (...)” “Coincidimos también en Pauls. Puntual, sólo por cagón. Mirá su comportamiento en el caso Piglia, su delación en Página 12 y sus declaraciones al juez (...)” “Che,
Culo de Goma: Vos sí que estás cada día más pelotudo. No te das una
idea de cómo me hacés recagar de risa. ¡Germán García hace estudiar
las boludeces que escribís por sus alumnos, como buen caso clínico psicótico
que sos, y ahí estás saltando en una pata de alegría! ¿Sabés qué te
hubiera dicho Gombrowicz? Mejor ni te lo digo. A vos te encierran en una
jaula del zoológico y te pensás que te están homenajeando. Y si te la
pone un orangután, doblemente contento (...)” “Unidimensional y apoliyada tenés la única neurona que te queda: ¿por qué no contás el origen polaco de tu apodo? ¿No será porque le tirabas la goma a Witoldo? ¡Ni siquiera te sirvió hacerte gárgaras con el licor seminal de Ferdydurke! No rompás más las bolas. Ya me tenés las pelotas llenas con tus revolcadas con el Gnomo Pimentón, como vos le decís. Primero te hace el culo, después no te gusta y andás cacareando. No mandés más mails de mierda. Hacete un Spam en el orto” Los
insultos del Hombre Unidimensional son más drásticos y radicales que el
que me había propinado el Mentecato, razón por la que decidí someter al
estudio de gombrowiczidas especializados en deformaciones de la psique ese
rostro que aparece en la foto con marcadas características lombrosianas.
Yo no tenía ganas de meterme en líos con esos brutos, así que lo miraba y sonreía beatíficamente. A Gombrowicz, sin ningún punto de apoyo, se le fue transformando la mirada; del des-precio pasó al disgusto, del disgusto a la neutralidad, y de la neutralidad al miedo. Estas situaciones se le presentaban con alguna frecuencia, ya hemos dicho que era un busca pleitos y un provocador. |
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