La repetición de las letras funciona aquí
como el material para crear la obra. A través de la configuración visual
del poema, Kólar re-crea la escultura del célebre rumano
Constantin Brancusi, titulada Pájaro en el espacio, una de las
más emblemáticas del artista, y con esto, por un lado, lleva a cabo un
homenaje al escultor y, por otro, pone sobre la mesa una serie de
interrogantes sobre los efectos que logran distintas manifestaciones
artísticas constituidas por elementos diferentes (entiéndase aquí, por
ejemplo, la tridimensionalidad de la escultura versus la
bidimensionalidad del poema visual en papel.)
Al leer la palabra ‘brancusi’, en la base de la imagen, se detona de
inmediato la referencia intermedial del poema a la escultura. Sin
embargo, no siempre aparecen todas las letras que constituyen el
apellido del escultor, lo cual crea distintos grados y relaciones de
legibilidad. La palabra ‘brancusi’ aparece completa y resulta totalmente
legible en el poema visual sólo en lo que sería la base de la escultura.
Esto no es gratuito, a través de esta decisión, Kólar está colocando a
Brancusi en el papel de sostén, de soporte, de base. Por otra parte, el
hecho de que el resto de la escultura esté constituido por fragmentos
del nombre del escultor, donde en ocasiones las letras no aparecen
siquiera completas, enfatiza el carácter material (físico, gráfico,
visual) que adquieren las palabras en el poema visual y que ha sido un
deseo constante de los poetas visuales de distintas épocas y países.
Kólar no pretende lograr lo mismo que Brancusi logró con su escultura.
¿Para qué querría un artista copiar a otro y obtener dos obras que
generan los mismos efectos y las mismas interrogantes? Resulta más
probable que el deseo de Kólar haya sido precisamente crear una
escultura de palabras, una reflexión sobre legibilidad y visibilidad,
sobre los límites y alcances de la literatura frente a las artes
plásticas.
Lo que tenemos aquí es un inconotexto de muy alto contenido intermedial
que remite directamente a Brancusi, pues al ser Pájaro en el espacio
una escultura tan emblemática, tan identificable con su creador,
funciona prácticamente como una sinécdoque de éste. Lo que pretende
hacer Jiri Kólar es llevar la escultura y el estilo de Brancusi al papel
y crear ante nuestros ojos una copia de la escultura de Brancusi. Kólar
logra que seamos capaces de ver la base de la ‘escultura verbal’ y cómo
ésta se va configurando en el espacio.
En este mismo poema visual encontramos una constante compartida por la
mayoría de los poemas visuales: hablar explícitamente de las relaciones
que existen entre la literatura y las artes visuales. Lo que vemos aquí
podría considerarse como una ecfrasis parcial. Si se entiende la
ecfrasis grosso modo como la manifestación verbal de
una manifestación visual, aquí sucede algo sumamente interesante. Kólar
está partiendo de una manifestación visual (la escultura de Brancusi) y
está re-creándola con palabras, sin embargo, no la está describiendo, no
hay propiamente una discursividad como en los poemas ecfrásticos;
literalmente la está copiando en su corporeidad, utilizando las letras
como material, letras que a su vez forman el nombre del escultor.
Definitivamente, al ver la ‘escultura verbal’ de Kólar no experimentamos
lo mismo que al ver la escultura de Brancusi, pues carecemos de la
tridimensionalidad propia de la escultura, de su carácter de cuerpo que
ocupa un espacio y que nosotros como perceptores podemos rodear, tocar y
ver desde distintos ángulos.
No obstante, al ver el poema de Kólar, cualquiera que haya visto las
esculturas de Brancusi puede evocar fácilmente la experiencia gracias a
la réplica. Evidentemente, el poema de Kólar no aspira a ser la
escultura de Brancusi, busca (como muchos poemas visuales) representar
con palabras, letras y blancos activos el elemento que tiene como
referente. En cuanto a sus líneas y formas, las esculturas de Brancusi
se caracterizan por ser nítidas, brillantes, pulidas, lisas, muy simples
y sutiles. Kólar logra esa misma sencillez al dejar la ‘escultura
verbal’ suspendida en la página y rodeada por un espacio en blanco que
la dota de peso y de cuerpo.
Otro elemento interesante que se puede observar en un poema visual de
esta naturaleza es que existe una relación 1=1 entre lo visual y lo
textual. La pregunta evidente que podríamos hacernos es para qué se
necesita decir lo mismo (o casi lo mismo) en dos códigos distintos (el
verbal y el visual). Este cuestionamiento se encuentra presente en una
gran cantidad de poemas visuales y es parte de la reflexión explícita
que hace el poema visual sobre la relación que existe entre la
literatura (la palabra) y las artes visuales (la imagen).
Las obras de artes plásticas (pinturas, esculturas, instalaciones, etc.)
cuentan siempre con un elemento lingüístico, verbal, que las explica,
clasifica, acota, describe. Se trata del título que elige el autor.
Durante mucho tiempo de la historia del arte, lo más común era que el
título de la obra visual describiera lo que veía el espectador. Así,
La adoración de los magos de Rafael Sanzio, por citar un ejemplo,
muestra precisamente a los reyes magos adorando al niño Jesús (lo verbal
es igual a lo visual, 1=1). Sin embargo, sobre todo a partir de la
llegada del arte no figurativo, las obras tuvieron un título que se
sumaba a lo visual en una relación 1+1. Un ejemplo de esto es
precisamente la escultura de Brancusi. El título Pájaro en el
espacio, elegido por el escultor rumano, nos invita a leer la pieza
en un modo específico, nos acota su sentido, nos guía como perceptores.
También resulta importante el título del poema visual de Kólar,
Brancusi, donde el énfasis está puesto no tanto en lo que la
escultura figura (un pájaro), sino en quien la creó, el escultor.
El poema visual aspira a señalar que, aunque aparentemente ambos
lenguajes (el verbal y el visual) den cuenta de lo mismo, al crear un
iconotexto se crea también una obra integral e integrada en donde no
simplemente se repite, sino que se expresa mediante un lenguaje nuevo
que no es ni verbal ni visual sino verbicovisual, por usar el
término de los poetas concretos brasileños.
La poesía visual busca hacer visible lo que siempre se consideró
abstracto: el contenido semántico de las palabras. Pretende cerrar la
brecha que existe entre las palabras y las cosas; busca que significado
y significante se fusionen en una relación evidente a nivel visual. El
poeta ya no sólo evoca la rosa, literalmente la lleva al texto, ya no
sólo la dibuja con palabras en la mente del lector, sino que la plasma
en el papel (o en algún otro soporte). La ecfrasis, como representación
verbal de una representación visual, pone sobre la mesa la interrogante
de si un texto puede conseguir que el lector vea un cuadro, una
escultura, un edificio, un objeto, sin usar la vista, sin tenerlo
enfrente físicamente. Sin embargo, no se trata simplemente de una
explicación detallada. Consiste en emplear en el texto los recursos que
se emplean en la obra plástica. Es un préstamo de efectos.
La poesía visual y la ecfrasis son dos ejemplos que demuestran que la
literatura sigue renovándose continuamente como forma de expresión
artística, donde el ideal de la summa artis es posible en mayor
o menor medida y a través de cuyos recursos sus autores nos siguen
asombrando por las posibilidades que tiene el arte de significar y
re-significar el mundo. |