Relación entre modelos educativos y comunicativos. Dra. Zoila Libertad García Santos. |
Es bien conocido para todos que la ‘sociedad de la información y la comunicación’ no pertenece al futuro, es del presente y éste plantea mucho más retos y preguntas que respuestas, lo que se traduce en una llamada de atención sobre el papel de la comunicación en la educación. Es claro que la relación comunicativa que se daba en el aula ahora se proporciona también en el ciberespacio y es aquí donde se tiene que dar esa relación, pues de ella depende en buen grado que los propósitos de la educación sean logrados en mayor medida. El “transmitir” conocimientos parece que ya no es lo primordial en educación, se diría que el papel de la educación consiste en ayudar a los educandos a construir, desarrollar un sentido de pertenencia, de tolerancia o aceptación frente a la diversidad, ayudarlos a sistematizar la creciente información que se recibe dentro y fuera del aula, favorecer las relaciones interpersonales y a desarrollar habilidades y competencias para insertarse críticamente en la sociedad. Educar de este modo significa, preparar para participar activamente en un mundo en constante cambio, currícula, contenidos y prácticas en permanente actualización. Se trata de una educación que articule orgánicamente el mundo de la vida, el mundo de la escuela y el mundo del trabajo. Una educación como formación humana que prepare al hombre para la vida, como bien la entendía José Martí. Una educación, ya sea presencial o no que logre la creación de espacios comunicativos para la construcción de conocimientos y la revelación de valores. Las políticas educativas requieren un gran conocimiento sobre las realidades del país y de cada región, por lo que se impone una administración moderna y con una seria participación de las comunidades y tomar en cuenta las necesidades de los estudiantes, los profesores, las familias, además de los directores, y no sólo a los empleadores y los propietarios. El aporte de J.M. Barbero en su propuesta teórico-metodológica sobre las mediaciones plantea rehistorizar los estudios comunicacionales e inscribir interdisciplinariamente a la Comunicación dentro del espacio más amplio de las Ciencias Sociales. En especial la Latinoamericana que se obliga a potenciar su componente crítico si se aspira a la construcción de un proyecto en que la dignidad de las personas sea la clave como postura racional para el conocimiento de lo social. Por lo que se tiene que apostar fundamentalmente a un modelo de comunicación-educativa horizontal, abierto y democrático, que se base en el aporte de la teoría de la mediación y la recepción que intenta estudiar el proceso que realiza el estudiante cuando recibe los mensajes, así como el papel de las distintas instituciones mediadoras que intervienen en la apropiación de estos y de los ‘nuevos’ lenguajes con que se representan los pensamientos de alumnos y docentes. El paradigma conductista está basado en un modelo de comunicación vertical que pone al docente por encima del alumno, asumiendo la figura o el rol de emisor activo, él es el que define situaciones y contenidos de aprendizaje y el alumno lo representa como un ‘ser pasivo’, recibiendo la información, preocupado por almacenarla de la mejor manera para así repetirla en situaciones similares a las presentadas por el docente. Este modelo “bancario” sólo transmite la información con los elementos de emisor, receptor y mensaje como una comunicación dictatorial. Aun usando materiales visuales como: fotografías, acetatos; materiales audiovisuales como: filmes, televisión, videos, etc. Y auditivos como: Cds., cintas, radio, etc, propios de la tecnología educativa, sin embargo la comunicación-enseñanza sigue siendo vertical. En el paradigma cognitivo de comunicación-educativa aparece la retroalimentación, que es apenas un mecanismo reforzador de lo que desea el docente, es una respuesta que tiene que concordar con lo que se espera del educando, los alumnos se consideran como una masa homogénea que ocupa un segundo plano. Si la respuesta que se da no es la esperada, ésta servirá para modificar la estrategia comunicativa-educativa hasta conseguir lo deseado o previsto por el docente. Está ausente la relación dialógica. En la perspectiva cognitiva la concepción de comunicación está dada en términos de reciprocidad y su acción se centra en posibilitar el desarrollo a las formas superiores del pensamiento. Estos dos modelos, son los clásicos y que se han venido usando en los grandes medios de comunicación e instituciones educativas. No se deja espacio para el espíritu creador y tampoco para la reflexión del aprendiz. Desde el paradigma constructivista, existe un avance significativo en cuanto a la relación alumno-profesor, ya que los dos actores principales del proceso educativo-comunicativo establecen una relación más dialógica y menos autoritaria, lo que posibilita una interacción más franca, más abierta, libre y enriquecedora para el proceso de enseñanza-aprendizaje. Por supuesto, hay que evitar un constructivismo sin referentes reales, abstracto y subjetivista que intenta “ingenuamente” construir con su pensamiento, aislado de la praxis, toda la realidad existente. En términos de comunicación, se dice que tanto el emisor como el receptor se ubican en el mismo nivel y cuyo objetivo principal es la autorrealización del alumno. De esto resulta que tanto el receptor como el emisor se transforman en un emirec, cómo el hombre de la sociedad informatizada del siglo XXI, es el que emite y recibe mensajes y para comunicarse dispone de varios lenguajes y diversos medios. El papel del estudiante (receptor) cambia porque en el proceso de enseñanza-aprendizaje está centrado en él, por lo que su posición es activa en la construcción de la adquisición y construcción del conocimiento es aquí donde ejerce su autonomía y su pensamiento crítico, donde adopta actitudes colaborativas y aplica conocimientos a situaciones reales y también aquí muestra capacidades de autoevaluación y aquí es donde tiene importancia el aprender a aprender. El papel del profesor es de mediador, por lo que la teoría de la mediación y la recepción le entrega elementos para entender qué hace el estudiante cuando recibe un mensaje, y cuál es su papel como mediador directo en el aprendizaje, y en general todas las demás personas e instituciones que intervienen en el proceso de mensajes que hace el alumno. El constructivismo más que una filosofía o una epistemología, es un enfoque teórico –metodológico compartido por diversas corrientes de pensamiento y que en los momentos actuales posee gran significación, y varias lecturas textuales o aprehensiones hermenéuticas. Según M. Carretero[1]: “Antes que nada conviene indicar que no puede decirse en absoluto que sea un término unívoco. Por el contrario, puede hablarse de varios tipos de constructivismo. De hecho, es una posición compartida por diferentes tendencias de la investigación psicológica y educativa. Entre ellas se encuentran las teorías de Piaget, Vigotsky, Ausubel y la actual Psicología Cognitiva. Básicamente puede decirse que el constructivismo es el enfoque o la idea que mantiene que el individuo –tanto en los aspectos cognitivos y sociales del comportamiento como en los afectivos- no es un mero producto del ambiente ni un simple resultado de sus disposiciones internas, sino una construcción propia que se va produciendo día a día como resultado de la interacción entre esos dos factores. En consecuencia, según la posición constructivista, el conocimiento no es una copia de la realidad, sino una construcción del ser humano. ¿Con qué instrumentos realiza la persona dicha construcción? Fundamentalmente con los esquemas que ya posee, es decir, con lo que ya construyó en su relación con el medio que lo rodea. Esta construcción que realizamos todos los días y en casi todos los contextos en los que se desarrolla nuestra actividad, ¿de qué depende? Depende sobre todo de dos aspectos, a saber: de la representación inicial que tengamos de la nueva información y de la actividad, externa o interna, que desarrollemos al respecto. Tres
miradas constructivistas diferentes con puntos comunes.
1) El aprendizaje es una
actividad solitaria. Es la visión de Piaget, Ausubel y la Psicología Cognitiva. Se basa en la idea de un individuo que aprende al margen de su contexto social. Se aprende por acción del Sujeto sobre el Objeto de conocimiento. A la hora de la Teoría se concede un papel a la cultura y a la interacción social, pero no se especifica cómo interactúa con el desarrollo cognitivo y el aprendizaje. 2) Con amigos se aprende mejor. Esta posición ha sido mantenida por investigadores constructivistas que pueden considerarse a medio camino entre las aportaciones piagetianas y cognitivas y las vigotskianas. Por ejemplo, por los que han mantenido que la interacción social produce un favorecimiento del aprendizaje mediante la creación de conflictos cognitivos que causan un cambio conceptual. Es decir el intercambio de información entre compañeros que tienen diferentes niveles de conocimiento provoca una modificación de los esquemas del individuo y acaba produciendo aprendizaje, además de mejorar las condiciones motivacionales. En definitiva: en este enfoque se estudia el efecto de la interacción y el contexto social sobre el mecanismo de cambio y aprendizaje individual. 3) Sin amigos no se puede aprender. Esta sería la posición Vigotskiana radical que en la actualidad ha conducido a posiciones como la “cognición situada” (en el contexto social). Desde esta posición se mantiene que el conocimiento no es un producto individual, sino social. Así pues, cuando el alumno está adquiriendo información, lo que está en juego es un proceso de negociación de contenidos establecidos arbitrariamente por la sociedad. Por tanto, aunque el alumno realice también una actividad individual, el énfasis debe ponerse en el intercambio social. Como probablemente resultará evidente, el peligro de este enfoque es el riesgo de la desaparición del alumno individual, es decir, de los procesos individuales de cambio.” (“Constructivismo y Educación” Mario Carretero[2]). Cada una de estas
posiciones con respecto al constructivismo es complementaria de las demás
y los programas de investigación que subyacen a cada una de ellas
realizan aportaciones que son mutuamente enriquecedoras. Una de las características del constructivismo es también considerar positivo el momento del error, el error sistemático (propio del proceso de construcción del conocimiento) para producir desde la interacción, la reflexión que lleva al sujeto a corregirlo y a aprender[3]. Existen otras ideas y criterios en torno al constructivismo. Lo más importante de este enfoque es que destaca el momento constructivo, creador del sujeto, así como su inserción cultural. Sin embargo, como ya dijimos existen varias aprehensiones hermenéuticas que no podemos perder de vista, pues se corre el riesgo de caer en los brazos del idealismo subjetivo y creer que toda la realidad existente es absoluta creación del sujeto. Esto significa que no se pueden perder los referentes reales. Hay que tener en cuenta que el hombre es un ser creativo, pero condicionado cultual y socialmente. Además, no olvidar que la práctica es criterio objetivo de la verdad, y en ella podemos encontrar la terrenalidad de nuestras ideas y pensamientos. Esto, por supuesto, no niega la necesidad de abordar la realidad subjetivamente, pero sin desechar la existencia de condicionamientos objetivos. El modelo propuesto por Mario Kaplún[4] que estimula al estudiante a una autogestión para que se dé el aprendizaje y cuando se presenta el espacio para la expresión, ya que señala que un adulto asimila el 20 % de lo que oye, 30 % de lo que observa, 50 % de lo que observa y escucha, 70 % de lo que expresa y 90 % de lo que elabora por sí mismo. Para Kaplún comunicar desde la perspectiva educativa es una actividad intergrupal y se puede decir que el resultado es el producto socialmente construido. En esta construcción juega un papel definitivo el lenguaje. Vygotsky dice...”el desarrollo del pensamiento está determinado por el lenguaje” y agrega...”el desarrollo de la lógica es una función directa de un lenguaje socializado”[5], por lo que le corresponde al docente reconocer que cada medio tiene un lenguaje y una gramática particular y que los lenguajes no son excluyentes sino complementarios. Esto exige del docente que esté alfabetizado y también ‘lea y escriba’ con los diversos lenguajes que determinan el pensamiento de los estudiantes inscritos en la sociedad de la información y la comunicación. Por lo que el docente podrá recurrir a los diversos modelos incluyendo el ‘bancario’, recepcionista pasivo, siempre y cuando la información esté precedida de la problematización para que deje de ser solo transmisión. El cuadro siguiente pretende esbozar las principales características de los tres modelos que presenta Kaplún en relación con el uso de las TICs para poder entender el diseño metodológico de los cursos desde la perspectiva de la actividad de los sujetos implicados en la concepción y diseño del proceso de aprendizaje. |
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El primer modelo (conductista) va enfocado a una difusión de información a través de nuevos medios, pero continúa siendo una manera "clásica" de presentar contenidos. El segundo modelo (cognoscitivista) aplica recursos metodológicos de enseñanza-aprendizaje que permiten la interacción en la direccionalidad de la comunicación profesor-alumno y alumno-alumno. Las TICS se aplican en la creación de espacios virtuales con sistemas integrados gestionados por ordenador y con la integración de los medios en el aprendizaje cooperativo.
El tercer modelo (énfasis en el proceso) va más allá de dar o recibir información. Se trata de poner en práctica los conocimientos, los recursos y las estrategias que los docentes y alumnos tienen a su disposición. A manera de Conclusión parcial: El trabajo de investigación (según diferentes niveles educativos) permite primar la actividad del sujeto en relación al análisis, manipulación, elaboración y tratamiento en general de la información. Este modelo, que enfatiza el momento del proceso, como ya explicamos al resumir o comentar los modelos comunicativos, resulta interesante si partimos de nuevas premisas, fundadas en una visión integradora de la actividad humana y del hombre como sistema complejo que piensa, conoce, actúa, valora y se comunica. Al margen de una concepción integradora, cultural del hombre y su subjetividad, cualquier modelo resulta estéril. La eficacia de la unión de los modelos de educación y comunicación debe pasar por una concepción compleja y contextualizada del hombre y la sociedad como sujetos-agentes, para que el proceso enseñanza-aprendizaje sea fecundo y productivo. De lo contrario continuará la guerra de los modelos por imponerse, en detrimento de la eficiencia del proceso enseñanza-aprendizaje. Esta intelección y discernimiento del problema es propia tanto para la educación presencial como para la no presencial.
Se trata ante todo de reformar el pensamiento para cambiar las mentalidades y el saber educativo y comunicativo, en su unidad dialéctica. Hay que pensar la subjetividad a partir de nuevas premisas, y más aún después de la revolución ocurrida en la tecnología de la información y la comunicación, para no perder lo más importante: el proceso, y con él, al hombre, inserto en la cultura.
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por Dra. Zoila Libertad García Santos
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