Redimida |
Los ojos del reclamo recuestan sus ojeras en el luto habitual que me acompaña sin risas sustitutas para calmar la piel, porque el espejo de ayer jugó a engañarme con maquillajes nuevos. Hay lunas imitando la extraña palidez que exhibo en cada cara donde el dolor camina las arrugas. En el toque final de la mentira, los perdones inclinan su costumbre de llorar por mis canas insalvables. Esta vejez imprescindible que agradece el regreso reclama sus ojeras. Retiro el maquillaje y me redimo. |
Leda
García Pérez
Del libro inédito "Elogio de la costumbre"
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