El ojo inevitable |
Regresa a mi pupila imaginaria la piedra compasiva que suicidó con goces los olvidos, y aquel corazón que me pintaron cuando el amor jugaba en el secreto, y el rostro inmerecido de un amante buscando el beso indigno para sentir la culpa entre los labios. Escribo esos recuerdos perdidos como adioses sobre el cristal mojado de los nidos donde las aves reinan, porque los pasos desolados que habitan al reverso esperan que sus cuerpos encuentren el camino. El ojo inevitable me vigila y el miedo ventanea su triunfo como un verdugo audaz y cotidiano. Nadie debe olvidar su beso indigno ni el pecado mayor ni el mas antiguo. El águila y yo nos parecemos. |
Leda
García Pérez
Del libro inédito "Elogio de la costumbre"
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