Ese viejo disfraz |
Mi cuarto vistió su mejor traje. La lámpara que inclina los silencios brilla más y mejor, porque los tedios tienden reclamos y preguntas en la cama de siempre. Cada ventana anuncia su ritual matutino, saludan al fantasma que las nombra mientras abren al aire sus caprichos. Nadie toca a la puerta de la estancia vencida, pero un milagro espera su milagro imposible. Releo los mensajes escritos sobre almohadas de pluma imaginaria y elevo una oración por los perdidos. El espejo no oculta su impotencia de vidrio deshonrado mientras luzco mi traje predilecto y deslizo en los labios retadores el lápiz rojo del pecado actual. Apuro el paso para cerrar ventanas y cortinas mientras el cuarto muere de reclamos y la lámpara inclina sobre el tedio su rencor inmediato. La venganza cobra un precio razonable. |
Leda
García Pérez
Del libro inédito "Elogio de la costumbre"
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