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Noticia de un secuestro - de Gabriel García Márquez
 

La lección de un maestro
sin datos

CUANDO LOS secuestrados por los narcotraficantes ya habían sido liberados, Gabriel García Márquez recibió la propuesta de contar en un libro esa peripecia, que había durado más de seis meses y que había conmovido a toda Colombia. La propuesta era de Maruja Pachón, una de las víctimas, y de su esposo Alberto Villamizar, figuras sociales importantes en Bogotá. Pero apenas se puso a trabajar, García Márquez advirtió que ese espléndido material para una novela no podía ser una novela. No podía limitarse a dos personajes, cuando en verdad estos integraban un cuadro de diez secuestros, con distintas desventuras y pormenores, en un país atravesado por la fiebre del narcotráfico, donde se producían docenas dc crímenes cada día. Tampoco debía inventar las ficciones de una novela, cuando esa realidad ya había sido bastante rica en planos políticos, sociales y psicológicos.

PERIODISMO . Así que el novelista García Márquez volvió a ser durante tres años el periodista García Márquez de su juventud, más cerca del realismo cotidiano que del otro "realismo mágico" con que tantas veces se ha caracterizado a su obra. Con dos colaboradoras cuya eficacia elogia en las primeras páginas, el escritor construyó con prolijidad lo que luego llamó la "carpintería confidencial" del libro, rastreando la penuria diaria de las personas secuestradas, la variada conducta de sus carceleros, el detalle elocuente, las repercusiones políticas y periodísticas del largo episodio. La investigación fue una primera virtud.

Mucho lector habría deseado que ese cuadro fuera más simple, más cercano a un retrato de héroes y villanos en blanco y negro, menos subordinado a los muchos nombres propios y los datos localistas. Pero las derivaciones no fueron agregadas por García Márquez sino que

estaban en la realidad. La droga misma ya era un mundo complicado, desde las plantaciones de coca que dan de vivir a miles de campesinos hasta la formidable demanda de cocaína en el exterior y especialmente en Estados Unidos, sin lo cual el problema no existiría. Esa demanda de droga motivó la riqueza personal de los líderes del narcotráfico y su posibilidad infinita de pagar no sólo a subordinados sino a policías y jueces, tan mal remunerados en Colombia como en el resto del mundo. Contra ese formidable poder clandestino, los gobiernos colombianos desarrollaron el nuevo armamento de la extradición a Estados Unidos, que de ser aplicada equivaldría para los narcotraficantes a una condena a cárcel perpetua, sin mucha posibilidad de tolerancia, indultos o sobornos.

NEGOCIOS CON EL ENEMIGO . Ese recurso oficial creó una notable paradoja. Para protegerse de la extradición, cuya legalidad podían discutir con buenos abogados, los narcotraficantes debieron apoyarse en el mismo gobierno de Colombia al que atacaban. Llegaron a lo que García Márquez llamó una divisa típica del super narcotraficante Pablo Escobar: "preferimos una tumba en Colombia a una celda en Estados Unidos". El resultado fue una infinita cadena de negociaciones entre un bando y otro, con crímenes y secuestros como medida de presión. Los diez secuestros de 1990-1991, que son el centro del libro, fueron en su momento una radical operación de Pablo Escobar, para obligar al gobierno a negociar con él. Esto llegó a ser un laberinto. Con la colaboración de diversos intermediarios, incluyendo a un anciano sacerdote, Escobar accedió a entregarse preso, y a cambio el gobierno le garantizaba no enviarlo a Estados Unidos y recluirlo en una cárcel elegida y especialmente acomodada.

De eso abusó Escobar, que seguía teniendo fortunas a su disposición. La cárcel comenzó a convertirse "en una hacienda de cinco estrellas", transformando al prisionero en un huésped de lujo. Doscientos noventa y nueve días después el gobierno decidió cambiar a Escobar a otra prisión. No lo consiguió. El prisionero se escapó con una ridícula facilidad, en julio 1992. Volvió a ser buscado por la policía, que finalmente lo ubicó y mató en diciembre 1993. Fue el final de un narcotraficante célebre pero no el final del narcotráfico, que hasta hoy sigue siendo el centro de una crisis nacional.

CUADRO MULTIPLE. El libro sería ya bastante rico con el pormenor de la vida en las celdas de secuestro, más las deducciones y especulaciones sobre un futuro incierto para todos los personajes, incluyendo a los gobernantes. Pero detrás de la peripecia asoman los hilos de una trama más compleja. Se dibuja la competencia a menudo mortal entre las redes de la cocaína en Medellín y Cali. Aparecen las curiosas adhesiones de simpatía entre los prisioneros y algunos de sus guardianes, dato que se ha reiterado en varios países durante este siglo de guerrillas y secuestros. Y al fondo se adivina la figura de Pablo Escobar, que fue el villano del cuento pero que también apoyó con su fortuna a mucha gente pobre, convirtiéndose para muchos en un nuevo Robin Hood y en el millonario pintoresco, capaz de importar desde África un zoológico con hipopótamos y jirafas, a cuyos terrenos agregaba, "como monumento nacional", la primera avioneta colombiana que transportó un cargamento de cocaína. Sin ánimo de ensayo sociológico, García Márquez tradujo en esta crónica de un secuestro todo un cuadro social de su país en las últimas décadas del siglo.

Parte mayor de su virtud está en un estilo despojado, que no adorna la prosa, reduce adverbios y adjetivos a lo imprescindible, elimina todo adverbio terminado en "mente" (lo cual es un récord) y sólo se aparta del relato para completarlo con información relevante. Los alumnos de todo curso de redacción harían bien en revisar ese celo por la investigación y ese estilo periodístico, incluso si no les importan las bombas y los secuestros de Escobar y sus anexos.

NOTICIA DE UN SECUESTRO, de Gabriel García Márquez. Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1996, con 346 páginas. Distribuye Blanes.

 

 

 

Una carrera

Gabriel García Márquez nació en 1928 en Aracataca, una pequeña población de Colombia que aún hoy no figura en los mapas. Aunque su familia fue muy humilde, consiguió estudiar Derecho y Periodismo en universidades de Bogotá y de Cartagena. En ambas ciudades y en Barranquilla comenzó hacia 1948 su trabajo como periodista, proseguido con la corresponsalía del diario colombiano El Espectador y diversos períodos en Roma, París, Caracas, Barcelona, La Habana, México. El triunfo de la revolución cubana (1959) lo convirtió en partidario y después en amigo de Fidel Castro. Entre 1959 y 1961 trabajó para la agencia Prensa Latina.

Junto a su tarea periodística García Márquez desarrolló una larga obra de ficción, con cuentos y novelas que le consiguieron dos célebres triunfos Con Cien años de soledad (1967) se consagró como autor de primera línea en lo que entonces fue calificado como el "boom" de la literatura latinoamericana (junto a Vargas Llosa, Fuentes, Donoso). En 1982 recibió el Premio Nobel de Literatura.

Una lista de sus principales libros:

La hojarasca (1955)

Isabel viendo llover en Macondo (1955)

El coronel no tiene quien le escriba (1961)

Los funerales de la Mamá Grande (1962)

La mala hora (1962)

Cien años de soledad (1967)

Relato de un náufrago (1970)

La increíble y triste historia de la Cándida Eréndira y su abuela desalmada (1978)

El otoño del patriarca (1980)

Crónica de una muerte anunciada (1981)

Obra periodística. Tres volúmenes . (1981, 1982, 1982).

El amor en los tiempos del cólera (1985)

La aventura de Miguel Littin clandestino en Chile (1986)

El general en su laberinto (1989)

Doce cuentos peregrinos (1992)

Del amor y otros demonios (1994)

Noticia de un secuestro (1996)

 

Este texto y fotos fueron escaneados, en abril del 2003, por mi, editor de Letras Uruguay. En aquel momento olvidé tomar los datos de la fuente. Seguramente fue El País, Suplemento Cultural (Montevideo, Uruguay)

Carlos Echinope echinope@gmail.com  Twitter: @echinope

 

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