Samsara y Nirvana en el Siddhartha de Hermann Hesse

Ensayo de Abril García Brito

Universidad Autónoma del Estado de México

Correo-e: abrilga2909@gmail.com

Resumen: El trabajo busca analizar la obra Siddhartha de Hermann Hesse desde la perspectiva simbólica del Círculo Eranos. El examen parte de tres estrategias: en primer lugar, confrontar la perspectiva del Siddhartha histórico con la del Siddhartha literario de Hesse, en segundo momento, presentar el ambiente filosófico de la obra, el cual parte de un contexto meramente budista y en el que se analizan dos nociones imprescindibles: el samsara y el nirvana. Por último, realizar un análisis de la piedra y el río como símbolos del samsara y el nirvana budista.

Palabras clave: budismo; autoconocimiento; sufrimiento; devenir; eternidad

Samsara and Nirvana in Hermann Hesse’s Siddharthas

Abstract: The work seeks to analyze the work Siddharta by Hermann Hesse from the symbolic perspective of the Eranos Circle, the exam is based on three strategies. In the first place, to confront the perspective of the historical Siddharta with that of the lite-rary Siddharta of Hesse, in the second place, to present the philosophical environment of the work, which starts from a merely Buddhist context and in which two essential notions are analyzed: samsara and nirvana. Finally, make an analysis of the stone and the river as symbols of samsara and Buddhist nirvana.

Keywords: Buddhism; self-knowledge; suffering; becoming; eternity

Introducción: Hesse y el Círculo Eranos

El tema central de Hermann Hesse en Siddhartha es la búsqueda del ser humano por encontrarse a sí mismo, el texto se sustenta en un trasfondo filosófico-religioso oriental, en tanto que parte de un contexto brahman hasta mezclarse con elementos del budismo (Singh, 2003). De esta forma, la obra de Hesse gira en torno a una búsqueda por el autoconocimiento, basándose en la doctrina budista del samsara y el nirvana, elementos que serán examinados en texto y que permitirá realizar un análisis simbólico de la novela.

El Círculo Eranos fue el nombre que se le dio a las reuniones de un grupo de intelectuales que asistían anualmente a Suiza para entablar diálogos que girarían en la formación de una visión holista sobre hombre contemporáneo. El Círculo Eranos fue fundado por 1933 en Ascona por Olga Frobe Kapteyn, bajo la inspiración del fenome-nólogo de la religión Rudolf Otto, seguido de la mirada psicológica de C.G. Jung. Dichos encuentros generaban un anuario en el que se compilaban las conferencias impartidas en la semana de encuentros. Estos diálogos se llevaron a cabo durante cincuenta y cinco años consecutivos (Ortiz-Osés, 2012).

Hesse como perteneciente al Círculo Eranos muestra en su obra elementos propios de éste, tales como la nostalgia y el acontecimiento, su intención de reconciliar los contarios, el diálogo Oriente-Occidente, la perspectiva mítica y tradicional propia de la philosopia perennis, así como la indagación por el sentido del ser humano(Ortiz-Osés, 1994). Todas estas características se ven representadas en su novela Siddhartha, una obra simbólica la cual tiene como protagonista a un hombre que busca encontrar su lugar en cosmos.

El encuentro entre Oriente y Occidente no es tema central dentro de la novela, más bien representa un elemento secundario, en tanto que no se presenta en el transcurso de la novela. No obstante, se parte de este encuentro, pues el acercamiento occidental a una obra con gran influencia oriental, permitirá poner en diálogo virajes que posibiliten realizar un análisis simbólico, generando un encuentro cultural y espiritual, a través de la obra literaria (Misra, 1968).

Lo anterior muestra el interés de los miembros del Círculo Eranos por la asimilación de las concepciones orientales, sin que esto signifique una apropiación somera y fría hacia otras formas de comprensión de la realidad. De esta manera, Hesse en su obra Siddhartha muestra el resultado de dicha asimilación y del encuentro espiritual y cultural, pues su autor entrega en la novela un amplio grado de comprensión de las Filosofías Orientales (Baumann, 2002), al mencionar aspectos como la antropología hinduista, cuando establece el contexto cultural de su personaje Siddhartha, así como conocimiento de los textos sagrados tales como los Upanisad que son citadas en la obra. De igual forma al esbozar nociones como brahmán, atman y maya; además de establecer el complejo panorama con el que surge el budismo y rasgos principales de su doctrina, como la relación entre el nirvana y el samsara.

Dichos elementos muestran un encuentro entre culturas, así como un esfuerzo por asimilar otras formas de comprender la realidad, pero que al mismo tiempo se funden como un esfuerzo de la condición humana por alcanzar la plenitud y el sentido de la vida, sin importar las categorías y diferencias culturales (Ortiz-Osés, 2012). En otras palabras, la obra de Hermann Hesse retrata un elemento perenne de la condición humana: la necesidad del hombre por situar su existencia y alcanzar la realización, metas propias de la condición humana, sin importar época, cultura o jerarquía.

Buda histórico y el Buda de Hesse

Siddhartha recrea la vida de un joven quien se convertirá en Buda. La historia comienza retratando la juventud de Siddhartha un hombre que deja su tradición brahmán para buscar el camino de la verdad más allá de las doctrinas y las tradiciones. El camino que va a transitar pasa por varios vericuetos que van desde la renuncia hasta la comprensión y transformación en la unidad no-dual de la realidad (Brown, 1976). La mezcla de elementos líricos y épicos en la novela aportan una narración amena, pero no por ello menos simbólica, pues la obra cuenta con una carga de elementos simbólicos importantes que propician un encuentro entre Oriente y Occidente.

No obstante, es importante señalar que los elementos literarios que elabora Hesse no corresponden del todo a los hechos históricos, es decir, si bien el panorama de la obra refleja aspectos de la vida de Siddhartha antes de convertirse en Buda, dicha elaboración no delinea los hechos históricos documentados. En otras palabras, Her-mann Hesse retoma el arquetipo de Buda, pero elabora su propia historia y por ende su propio personaje.

Siddhartha Gautama es el nombre histórico de Buda. Entre los estudiosos del buddhismo no hay mucha dificultad en admitir su nacimiento y origen en un tiempo y espacio histórico, aunque también existen interpretaciones míticas sobre un nacimiento. Se señalan tres interpretaciones que han abordado dicha problemática, la primera deja ver las interpretaciones míticas sobre el origen de Buda (Eliade, 2011). En un segundo momento se señala a Buda como deudor del yoga (Dasgupta, 2009). Por último, Buddha como médico del alma (Zimmer, 1998). No obstante, en el presente estudio por cuestiones metodológicas se recurre a una interpretación histórica (Conze, 1962).

Según Eliade (2011) admite que nación aproximadamente en el año 558 a.C., en Kapilavastu. Fue hijo de un rey, se cree que se casó a los dieciséis años, abandonó su palacio a los veintinueve y alcanzó la iluminación en el 523 a.C., desde ahí enseñó el dhamma hasta su muerte, aproximadamente los ochenta años.

Siguiendo al historiador de las religiones, se narra que la iluminación de Buda es resultado de las meditaciones sobre la vejez, la enfermedad y la muerte, sobre el ambiente en el que se gesta la marcha a la iluminación, Eliade (2011) señala, que existen diversas leyendas que giran en torno a ésta. Desde la historia que narra numerosos acontecimientos sobre el nacimiento del príncipe, hasta el argumento más elaborado sobre cómo transcurre la vida de Siddhartha encerrado en un palacio, aislado de todo acontecimiento susceptible de dolor, hasta que por obra de las divinidades logra salir y se enfrenta a un mundo en donde el sufrimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte es una realidad que impera y que hasta entonces al joven príncipe le era ajena. De estos acontecimientos surge su desencanto del mundo y su comprensión sobre el sufrimiento, lo cual lo lleva a abandonar la vida que había llevado hasta entonces y buscar su lugar en el cosmos, hasta que desilusionado porque ninguna doctrina satisface su sed de verdad, medita cuarenta días debajo de un árbol y alcanza el supremo despertar.

De esta forma, la obra de Hesse habla de Buda y habla de Siddhartha, pero recrea su propia historia. Aquí la obra literaria es capaz de crear simbólicamente una historia que no corresponde a las narraciones documentadas (Brown, 1976). Aunque en la novela de Hesse su Siddhartha encuentra al sujeto histórico de Buda, su novela no está sustentada en el bagaje doctrinal del Buda histórico. Mientras este último funde su dhamma en la enseñanza de las cuatro nobles verdades, sustentadas en la enseñanza del sufrimiento y su superación (Parakranabahu, 2014), para el Siddhartha de Hesse la cuestión del sufrimiento no es lo esencial, pues como se ha dicho arriba la obra del pensador alemán es la búsqueda por encontrarse a sí mismo.

En el caso de Siddhartha dicha búsqueda toma las categorías de una cultura que está viviendo un notable cambio de espiritualidad con el surgimiento del budismo, tal como deja ver Dasgupta (2009). No obstante, es importante resaltar que el ambiente en el que se inserta la novela, recae en una visión en donde el ser humano no está atado a la práctica y técnica tal como sucede en el mundo occidental, más bien establece un desprendimiento de los anhelos mundanos y la búsqueda ferviente por alcanzar la liberación (nirvana).

De esta forma, en Hesse se lee a un hombre que busca conocer, pero el conocimiento al que aspira poco tiene que ver con los discursos racionales y demostrativos que caracterizan a la cultura occidental. Siendo así, el Siddhartha que recrea la novela tiene ansias de conocer, así que no se conforma con los conocimientos doctrinales, ni mucho menos con los saberes externos, busca un tipo de conocimiento interior que le guie y le vuelva pleno, tal como dice a su amigo en la novela:

Solo existe, amigo mío, un saber que está en todas partes, es decir, el atman. Éste se halla en mí y en ti, y en cada ser. Y empiezo a creer que este saber no tiene peor enemigo que el querer saber, que el desear aprender (26)[1]

La búsqueda de sí mismo

Lo que se lee en Hesse, según algunos intérpretes, es la búsqueda del propio autor por encontrar sentido a la vida, a través del autoconocimiento (Baumann, 2002). Aquí es importante matizar que Siddhartha es una novela posterior a la Primera Guerra Mundial, datada en 1922, posterior a Demian, otra novela que sigue el mismo tenor de la búsqueda del hombre por encontrarse y conocerse a sí mismo, elementos que se presentan esenciales en la concepción de vida del autor y que podría ser desencadenada de la crisis histórica que se vivían en el momento.

Renuncia y renovación

Al principio de la novela, el Siddhartha de Hesse se presenta como un hombre consciente de que las teorías y doctrinas establecidas no pueden proporcionar un conocimiento verdadero, intuye que el verdadero conocimiento implica el ser de quien está conociendo; dicho de otra forma, el conocimiento es algo vivencial y no abstracto, a partir de aquí Siddhartha junto con su amigo Govinda emprenden el viaje que les permita desentrañar los misterios de la sabiduría.

Este conocimiento que ansía el protagonista representa la búsqueda de la mentalidad hindú por realizarse en la identidad con el atman. Para las filosofías de la India, el atman es lo que no se puede definir de manera positiva, pues es lo que da sustento a todas las cosas, permaneciendo separado, y por lo cual se puede conocer a la realidad última (Zimmer, 1998), noción que Hes-se representa magistralmente en su obra, pues su Siddhartha sabe muy bien que el verdadero conocimiento, en este caso, el conocimiento del atman, no se puede conceptualizar ni reducir a doctrinas o teorías.

Aquí el autor de Demian mezcla claros elementos del hinduismo y del budismo (Brown, 1976). Mientras el hinduismo acepta a un yo o sí mismo que en su terminología se denomina como atman, el budismo, según Panikkar (1996), propiamente rechaza dicha concepción, para esta tradición no hay un yo, no hay un atman. Tal como explica Conze (1988) el budismo rechaza la noción de yo, pues considera que éste es el causante del sufrimiento, en tanto que del yo propicia el sentimiento de lo mío recreando situaciones imaginarias.

En el caso de la obra de Hesse el personaje principal sufre la transición del contexto brahman hasta la dimisión de los presupuestos de éste para alcanzar la liberación. Renuncia y renovación son dos de las características con las cuales se puede definir el personaje del escritor alemán, pues, así como renuncia a su tradición brahmán, también se renueva al haber realizado el conocimiento del nirvana.

La narración de la novela prosigue con el camino que emprenden Siddhartha y Govinda al dejar sus tradiciones y familias para encontrarse a sí mismo. En la búsqueda que han emprendido, primero se convierten en samanas. Dentro de la tradición India los samanas son monjes que se apartan de canon védico, para convertirse en ascetas del bosque, generalmente errantes, que se proponían a partir del ayuno y la meditación adentrarse por los vericuetos del verdadero sí mismo. Así retrata Hesse en su obra:

Siddhartha estudió mucho con los samanas. Aprendió a andar por diversos caminos para alejarse del yo. Anduvo por el camino de la despersonalización a través del dolor, a través del sufrimiento voluntario y del vencimiento del dolor, del hambre, de la sed, del cansancio. Caminó por la despersonalización a través del pensamiento, de vaciar la mente de toda imaginación. Se enteró de estos y otros métodos, mil veces abandonó su yo; durante horas y días permanecía en el no-yo. Pero, aunque los caminos se alejaban del yo, su final conducía siempre de nuevo hacia el yo (22).

El personaje de Hesse en esta novela, no se contenta con las prácticas que los samanas le proporcionan, por lo que narra el autor, realizan prácticas yóguicas mezcladas con la ascesis, pero estos conocimientos no le satisfacen. Esto inquieta a su compañero Govinda, quien nunca acaba de comprender la búsqueda de su amigo Siddhartha. Este último, se muestra con un discípulo excepcional en todo momento, logra realizar las prácticas de manera brillante, pero nunca tiene sosiego, nunca encuentra en las prácticas y doctrinas lo que está buscando. Así que los amigos parten hacia un nuevo camino, esta vez buscan al venerable Gautama, quien en la historia real es Buda, para escuchar su enseñanza. No obstante, una vez la búsqueda del Siddhartha de Hesse no se contenta y ahora increpa a Buda:

Siddhartha explicó:

—Venerable, he admirado sobre todo una cosa en tu doctrina. Todo en ella está perfectamente claro y comprobado; muestras el mundo como una cadena perfecta que nunca se interrumpe, como una eterna cadena hecha de causas y ! efectos. Jamás se había visto eso con tanta claridad [...] Queda en tela de juicio si el mundo es bueno o malo, si la vida en él es sufrimiento o alegría; quizá sea porque ello no es esencial.

Pero la unidad del mundo, la relación entre todo lo que sucede, el enlace de todo lo grande y lo pequeño por la misma corriente, por la misma ley de las causas del nacer y morir, todo eso brilla con luz propia en tu majestuosa doctrina. No obstante, según tu propia teoría, esa unidad y consecuencia lógica de todas las cosas, a pesar de todo se encuentra cortada en un punto, en un pequeño vacío donde entra en este mundo la unidad algo extraño, algo nuevo, algo que antes no existía, y que no puede enseñado ni demostrado [...]. Pero con este pequeño vacío, con esa pequeña fisura, la eterna ley uniforme del mundo queda destruida y anulada otra vez. Perdóname, si pongo tal objeción (41).    

A partir de la gran digresión que hace el Siddhartha de Hesse a Gotama, el personaje renuncia i nuevamente a la doctrina que el venerable Buda predicaba. A través de esta digresión Siddhartha muestra su brillantez intelectual y al mismo tiempo confirma que el verdadero conocimiento no puede ser dado al hombre a través de teorías, lo único que se puede conocer, debe ser viven-ciado y sólo de esta manera se puede hablar de autoconocimiento (Misra, 1968). Este aspecto es : reconocido en la novela, pues pese a que increpa al Buda, reconoce en él a un hombre que se ha transformado y que no ha sido precisamente a través de un conocimiento que pueda ser enseñado a través de una doctrina, ley o teoría. “Yo pienso, majestuoso, ¡Qué nadie encuentra la redención a través de la doctrina! ¡A nadie, venerable, le podrás comunicar con palabras y a través de la doctrina lo que te ha sucedido a ti en el momento de tu inspiración!” (43).   

Este pasaje refleja una clara visión mística en Hesse, característica importante del Círculo Eranos, el conocimiento que implica una metanoia en el ser del que está conociendo, es el que permite trascender el plano lógico-racional, y que por tanto no corresponde a un saber doctrinal (Panikkar, 2000). Estos elementos que implican una renuncia a un conocimiento libresco ya se encontraban presentes en obras anteriores del autor, tales como Demian. Además de ser una visión muy delineada en las Filosofías Orientales, las cuales se encaminan a una transformación y no a un saber erudito, tal como señala René Guenón (1945).

Para que el Siddhartha logre el estado de sabiduría es necesario que pase algunas situaciones que lo hagan transitar por el samsara, es decir, con las situaciones mundanas que llevan al personaje a olvidarse de la búsqueda por sí mismo, además de luchar contra el ritmo intrínseco de la vida, lo cual provoca las desdichas. La obra de Hesse está llena de momentos de constante transformación, renuncia y renovación; Siddhartha necesita un nuevo despertar, un nuevo comienzo, pero su vida toma un camino diferente al que había tenido y con el cual, el autor alemán introduce nuevamente elementos del budismo.

Cuando el personaje de Siddhartha conoce a Kamala, una cortesana, busca por todos los medios lograr que ella le enseñe, así que debe cambiar su modo de vida y adoptar otras costumbres para lograr su cometido. Así es como se inmiscuye con Kamaswami quien le enseñará sobre negocios. Todos estos pasajes pueden explicar la doctrina budista del samsara y el nirvana.

Samsara y nirvana

Para el budismo la existencia se puede explicar desde dos categorías, el samsara y el nirvana. El samsara corresponde al ciclo de existencias del ser humano, en tanto que compromete el estado psicofísico y cosmológico, generando el estado de sufrimiento, corazón de la doctrina budista, propio del ser no-iluminado (Wiliams, Tribe, Wynne, 2013). Mientras que el nirvana corresponde al estado de liberación en el que el ser que se ha realizado ha alcanzado el conocimiento pleno y vive en armonía consigo mismo y con la realidad (Panikkar, 1996). Dentro de la obra de Hesse estos elementos aparecen representados en el personaje de Siddhartha, pues el protagonista se encuentra en la lucha ambivalente con el samsara para realizarse en el nirvana.

La novela representa esta situación cuando Siddhartha conoce a Kamala y participa en los negocios de Kamaswami y más aún cuando se enfrenta a la tarea de la paternidad, son momentos en los que se refleja la lucha constante contra el samsara, pues tal como señala la tradición budista, el ser humano sufre por el devenir, por la contingencia, por no aceptar que las cosas no suceden como el ser humano las quisiera. El sam-sara es el estado propio de los no-iluminados.

Según Williams (2013), para la tradición budista, el samsara está identificado con el torrente de causas y efectos que se producen en el mundo, es decir, con la dimensión dinámica de la realidad. La noción de samsara está vinculada con la idea de causalidad que tiene el budismo, esta corriente dinámica engarza la transitoriedad de las acciones, pues si las causas son transitorias también lo serán sus efectos, desencadenando de esta manera el sufrimiento humano.

En la obra de Hesse, el personaje principal encarna esta noción de causalidad, pues el flujo de causas y efectos lo llevan al sufrimiento e insatisfacción constante; el mundo, la realidad que vivía Siddharta llevan el sello transitorio, fugaz e inconstante, el samsara. La vida en el mundo está llena de sufrimiento e impermanencia, vejez, enfermedad, muerte, samsara, por lo cual se debe trascender este estado a través de la iluminación, rasgo que representa muy bien el Siddhartha del autor alemán; un hombre que renuncia a las tradiciones y a las comodidades, hasta convertirse en un asceta que domina muy bien el arte de ayunar, esperar y pensar.

Siddhartha tenía un fin, una meta única: deseaba quedarse vacío, sin sed, sin deseos, sin sueños, sin alegrías ni penas. Deseaba morirse para alejarse de sí mismo, para no ser yo, para encontrar la tranquilidad en el corazón vacío, para permanecer abierto al milagro a través de los pensamientos despersonalizados: ese era su objetivo. Cuando todo el yo se encontrase vencido y muerto, cuando se callasen todos los vicios y todos los impulsos en su corazón, entonces tendría que despertar lo último, lo mías íntimo del ser, lo que ya no es el yo, sino el gran secreto (Hesse, 1974: 18).

El Siddhartha de Hesse ansiaba fundirse con la realidad, penetrar en ella y permanecer desde ahí, lo que en categorías budista se denomina nirvana. Es importante matizar, según Halbfass (2013) que en las interpretaciones occidentales sobre el canon budista se llega a mal interpretar el sentido que se le da a samsara y a nirvana, pues son entendidas bajo una concepción nihilista o fatalista. No obstante, en la obra de Hesse, su personaje nunca cae en el sinsentido o absurdo; el autor alemán captura muy bien que ninguna filosofía del oriente surge del fatalismo ni del nihilismo, más bien se dan por el desencanto de lo perecedero y por la búsqueda de lo absoluto, tal como ha analizado Zimmer (2010), búsqueda que se convierte en una indagación de vitalidad y sentido. Lo cual se ve completamente reflejado en su noción de nirvana.

nirvana significa la extinción de la existencia considerada como negativa y contingente, la consumación de la temporalidad, la muerte de todo lo mortal, esto es, de lo que puede (aún) nacer. Si lo que está en el fondo de toda experiencia humana, sea sentiente o pensante, es dolor; si el sufrimiento es el estigma de la existencia, el fin del hombre es la pura negación de su propia negatividad (Panikkar, 1996: 98)

Para Panikkar el nirvana es el corazón del budismo, sin nirvana no podría existir el budismo como se conoce, en tenor de manifestar la vía de cesación del sufrimiento, pues si bien, para el budismo el sufrimiento es real, también lo es su extinción. En el siguiente fragmento Dasgupta explica el nirvana: “Es el estado de liberación de todo sufrimiento y de toda felicidad [...] Es un estado de disolución completa de todo proceso mundano” (2009: 90).

De esta forma, el sufrimiento está vinculado con la existencia temporal y perecedera, desde la lógica budista el dukkha existe, pero no es inherente a la realidad última, por ello se puede eliminar en la realización del nirvana. En cambio, el nirvana es la extinción del mundo de hechos y fenómenos y se encuentra más allá de todo ejercicio especulativo y conceptual, es un estado vacío de contenido, pero al mismo tiempo de bienaventuranza.

El personaje de Siddhartha deja ver que la noción de sufrimiento es la que permite notar lo contingente, lo finito, lo imperfecto, todo lo que desencadena el origen de la cadena de existencias, la cual tiene que ser superada a través del autoconocimiento y que llevará inevitablemente a poner fin a la rueda de existencias, al alcanzar la iluminación, la paz, la salvación, el nirvana que predicaba. Este momento se retrata cuando Siddhartha hastiado de la vida mundana que había vivido a lado de Kamaswami con los negocios y los juegos se derrumba.

Le había capturado el mundo, el placer, las exigencias, la pereza y, por último, también, aquel vicio que por ser el más insensato siempre había despreciado más: la codicia. Por fin, las ansias de posesión y de riqueza se habían apoderado de Siddhartha; ya no era un juego, sino una carga y una cadena (56).

El personaje de Hesse había experimentado las delicias y los dolores del samsara. No obstante, el deseo por trascender lo perecedero siempre estuvo impreso en él, convirtiendo éste en el impulso por la renuncia al modo de vida que había adoptado. Nuevamente tiene que ocurrir la renuncia y la renovación.

Piedra y Río

Hasta esta parte de la novela Hermann Hesse ha conjugado elementos del budismo con la historia de su personaje Siddhartha. Ahora según la interpretación dada al texto, adviene el momento simbólico por excelencia y que corresponde a los elementos budistas señalados. Al ser símbolos perennes se propicia el encuentro entre Oriente y Occidente, para explicar rasgos que son propios de la existencia humana, sin importar cultura o época. Dichos elementos se encuentran en los símbolos del río y la piedra correspondiendo al samsara y al nirvana, o, dicho de otra forma, al tiempo y a la eternidad.

Según la novela de Hesse, después de que Siddhartha renuncia a la vida mundana que había adoptado durante años, en compañía de Kamala y de Kamaswami, deviene un momento de calma espiritual junto al río y a lado de Vasudeva, quien era el barquero que ayudaba a las personas a cruzar el mismo. Personaje con el cual se había encontrado antes de llegar a la ciudad y conocer a Kamala y el destino que le esperaría.

La obra de Hesse retoma el aspecto tranquilo con el cual Siddhartha había iniciado la búsqueda por encontrarse así mismo. Ahora sus maestros serán Vasudeva y el río. El barquero, con un aire sereno, representa a un hombre sabio, quien ha alcanzado dicho estado a partir de la comprensión de la enseñanza que le ha brindado el río.

Según la interpretación simbólica del texto, el río viene a representar el estado pasajero y temporal de las cosas, lo que en categorías budistas se había señalado con el samsara. El río es la temporalidad y lo que adviene del tiempo, las formas cambiantes como la salud, la enfermedad, la vejez, la dicha, pero también el dolor; este elemento permite capturar la transitoriedad de la vida, todo está en constante devenir, ya había anunciado Heráclito.

El río como símbolo enseña muchas cosas, en primer lugar, como se ha dicho el carácter transitorio de la vida, del cual se desprenden muchos de los sufrimientos humanos. Dicho de otra forma y siguiendo el tenor budista, la gran mayoría de las cosas por la cuales el ser humano se ve abatido es por no aceptar que las cosas no sucedan como ser humano quiere que suceda. Si un individuo busca fama cuando no la tenga se verá envuelto en sufrimiento, si quiere juventud eterna, ésta por el ritmo natural es imposible; el ser humano rechaza la enfermedad y busca la salud; en el fondo el ser humano es incapaz de comprender que la vida misma es temporal y transitoria, que todos los hechos que suceden sean positivos o negativos pasaran y advendrán otros nuevos, todo es un constante fluir.

En términos budistas es el samsara, la tran-sitoriedad de las cosas que no permite que haya instantes eternos. En la novela de Hesse el símbolo que representa la noción budista de samsara es el río, así que cuando Siddhartha llega nuevamente al río, con nuevas experiencias, está dispuesto a aprender de éste, como el gran maestro que le develará todos los misterios de la vida.

Siddhartha comprende junto al río que el gran problema de la existencia humana radica en que el hombre busca eternidad es las cosas que por sí mismas son transitorias. Esto lo había comprendido muy bien Vasudeva, el barquero, quien había vivido muchos años de su vida junto al río, el cual había revelado los secretos de la existencia, y más aún quien los había comprendido. De ahí su escucha paciente, su sabiduría, la que Siddhartha retrata así cuando le contó su vida:

Vasudeva escuchó con suma atención. Lo comprendió todo, el origen, la niñez, todo el aprendizaje, la búsqueda, la alegría y la miseria. Entre las muchas virtudes del barquero, destacaba la de saber escuchar como pocas personas. Sin decir palabra, Siddhartha notó que Vasudeva asimilaba todas las explicaciones, sosegado, abierto, esperando sin perder una sola palabra, sin impaciencias, sin críticas ni elogios: únicamente escuchando (122-123).

De esta forma, Hesse retrata que el río es el que elige a sus discípulos, primero Vasudeva ahora Siddhartha. El río juega el símbolo del agua que representa la totalidad de las virtudes, de la fuente de todas las cosas y la existencia, fundamento del mundo entero, la sanación, tal como señala Eliade:

Principio de lo indiferenciado y de lo virtual, fundamento de toda manifestación cósmica, receptáculo de todos los gérmenes, las aguas simbolizan la sustancia primordial de la que todas las formas nacen y a la que todas las formas vuelven por regresión o por cataclismo. Existieron en el comienzo y reaparecen al final de todo ciclo histórico o cósmico; existirán siempre, pero nunca solas, porque las aguas son siempre germinativas, encierran en su unidad indivisa las virtualidades de todas las formas (1974: 222).

Por ello Vasudeva afirma: “El río lo sabe todo y todo se puede aprender de él” (124). El transcurrir del agua a través del río enseña que es necesario ir hacia abajo, fluir y volver a nacer, tal como le ocurrió a Siddharta. La imagen del río se convierte en un símbolo sagrado capaz de transformar si se deja de luchar contra corriente.

En este sentido el fluir del agua simboliza el ritmo o el flujo de la vida, el transcurrir del samsara, si se es capaz de aceptar y comprender el devenir del río, los problemas parece que no existen. Pero, al contrario, si el ser humano se afana en luchar contra corriente la existencia se torna problemática y sufriente.

Tal como le pasó al Siddhartha de Hesse cuando conoce al hijo que tuvo con Kamala, un niño incapaz de comprender la búsqueda espiritual de su padre y que se rinde a la vida mundana. Cuando Siddhartha no acepta que su hijo no está hecho para tener la vida que él se ha propuesto desde joven adviene el sufrimiento, lucha contra la corriente de las aguas, el río se burla y ríe porque el viejo samana quiere que las cosas sucedan como a él le gustaría. Hasta que el río le habla y le recuerda que para avanzar él mismo tuvo que dejar a su padre:

El canto polífono del agua se oía suavemente. Siddhartha tenía la mirada fija en el río y en la corriente se le aparecieron imágenes: su padre solitario, llorando por el hijo; Siddhartha mismo, también solitario y atado a su hijo con los lejanos brazos del anhelo; también su hijo, el joven Siddhartha, ansioso, corriendo por la ardiente senda de los jóvenes deseos. Cada uno se hallaba dirigido hacia su meta, obsesionado con su fin, sufriendo por su objetivo. El río lo narraba todo con voz de sufriente, con cantos ansiosos, tonalidades tristes, corrientes curiosas (157).

Una vez más se afirma que el río lo sabe todo, el río es creación y en él se escuchan todas las voces, todo aparece en el agua y se desvanece, es el mismo samsara. Río y samsara están formados por todas las personas, por todas las voces, por toda la existencia, hay sufrimiento, gozo, metas, fines, planes truncados, pero al mismo tiempo el agua se evapora, se desvanece, sube al cielo y luego se transforma en lluvia. Siendo así, el agua es un elemento de transformación, de fluir, el agua, el río también guarda en su seno el secreto de que el tiempo no existe, de la unidad, está en todas partes, sólo existe el presente, no hay futuro, no hay pasado. Todo se unifica en el eterno presente.

Según Guenón (2011), el río es un símbolo budista y la travesía de cruzar de una orilla a otra corresponde a un estado iniciático, pues las dos orillas simbolizan, por un lado, la de partida el mundo sujeto al cambio y la de llegada el estado de nirvana, es decir, de la liberación de lo transitorio. Estos elementos se encuentran en la obra de Hesse, en donde Siddharta encuentra en el río y en su cruce el paso de lo transitorio temporal a lo intemporal y eterno.

Siendo así, la interpretación de Guenón permite comprender que la búsqueda del Siddhar-tha de Hesse se puede interpretar como un viaje, en donde el río simboliza la vía del peregrino, según la terminología del filósofo francés. En el caso del Siddhartha literario esta vía del peregrino se encuentra en relación con el cruce de las aguas hacia la otra orilla; de ahí la importancia de la imagen del barquero, quien es el que ha comprendido al río y es el encargado de cruzar a la otra orilla.

En el caso de la novela, cuando muere Vasu-deva, Siddhartha queda como barquero, ambos personajes juegan el papel de sabios, de liberados, personas que han realizado el estado de nirvana. En particular, Siddhartha ha sido un peregrino toda su vida, encontrando su símbolo en el río, como un transitar constante, que sólo puede hallar sosiego en la transformación que se da a partir del cruce a la otra orilla, logrando así la liberación, el nirvana. En otras palabras, la figura del barquero se convierte en símbolo del hombre sabio, quien puede ayudar a cruzar al no-iluminado al nirvana. En palabras de Vasudeva:

Solo sé escuchar y ser piadoso: no he aprendido otra cosa. Si lo supiera decir y enseñar quizá fuera un sabio; así, con embargo, solo soy un barquero y mi deber es cruzar a la gente por este río. He cruzado a muchos, a miles, y para todos ellos mi río solo ha sido un obstáculo en sus itinerarios.

[...] Pero para algunos entre miles, para muy pocos, el río dejaba de ser un obstáculo; ellos han oído su voz, la han escuchado, el río se ha convertido para ellos en algo sagrado, igual que para mí (124).

Aunque las palabras de Vasudeva pueden resultar confusas, encierran lo que para las tradiciones perennes es sabiduría, es decir, aquel conocimiento que no puede ser enseñado ni expresado. Elementos que han estado presente en el discurso de Siddhartha y que se confirman casi al término de la obra cuando encuentra a su amigo Govinda.

El saber es comunicable, pero la sabiduría no.

No se la puede hallar, pero se la puede vivir, nos sostiene, hace milagros: pero nunca se puede explicar ni enseñar. Esto era lo que ya de joven pretendía, y lo que me apartó de los profesores.

[. ] una verdad solo se puede pronunciar y expresar con palabras si es unilateral. Y unilateral es todo lo que se puede expresar con pensamientos y declarar con palabras; todo lo unilateral, todo lo mediocre, todo lo que carece de integridad, de redondez, de unidad (165).

Es por ello, que el río le enseñó más a Siddhartha que cualquier teoría o doctrina, la verdad última no se puede enseñar por medio de palabras y razonamientos, éstos sólo dividen el mundo y no permiten captarlo en su totalidad. Por ello, el Siddhartha de Hesse continua con otra idea propia de la sabiduría perenne, la irrealidad del tiempo, noción que también había comprendido junto al río: “Que no haya «ningún momento en el cual el río se detiene», muestra claramente que el tiempo no ha de considerarse como “hecho de” sucesión de paradas, sino como un continuo” (Coomaraswamy, 1999: 31).

La irrealidad del tiempo se da en función de la idea de sucesión, pues tal como el budismo afirma, el tiempo no puede ser una división continua, ni una serie de instantes inmóviles, mucho menos la fragmentación en horas y días. Más bien: “El tiempo se sumerge en la eternidad” (Coomaraswamy, 1999: 36)

Tiempo y eternidad, río y pierda. La piedra simboliza la eternidad en la que se sumerge el río, de ahí las palabras tan confusas del Siddhartha literario:

esta piedra es una piedra, también un animal, también un dios, también un buda; no la venero ni amo porque algún día pueda llegar a ser esto o lo otro, sino porque todo esto lo es desde hace tiempo, desde siempre. Y precisamente, esto que ahora se me presenta como una piedra, que ahora y hoy veo que es una piedra, justamente por ello la amo y le doy valor y un sentido en cada una de sus líneas y huecos, en el amarillo, en el gris, en la dureza, en el sonido que produce cuando la golpeo, en la sequedad o humedad de su superficie (167-168).

Desde la perspectiva budista y perenne el tiempo no puede ser sin la eternidad, es como el otro lado de una moneda. Todo es desde siempre, la eternidad no es inmovilidad, más bien es la confluencia de todo, sin división, sin ruptura, en aceptación. En otros términos, el tiempo y la eternidad es la confluencia entre samsara y nirvana, ambos no dejan de ser sin el otro, en palabras de Panikkar:

Pero precisamente el hecho de descubrir la irremediable contingencia, la finitud, la impermanencia y la «nonada» última del hombre y del mundo que le rodea, el aceptar su inexorabilidad, es la salvación, es el descubrimiento que conduce a la vacuidad más compleja, esto es, al nirvana (1996: 123).

Así el Siddhartha de Hesse se convierte en el ser iluminado, en Buda, con la sonrisa de la unidad, con la serenidad de quien ha comprendido los misterios de la vida y ha trascendido el plano mundano, quien ha realizado la identidad del tiempo y la eternidad, del samsara y el nirvana.

Conclusión

En conclusión, la novela Siddhartha, de Hermann Hesse se puede leer desde tres planos interpretativos, la primera como una recreación literaria de Buda, en un segundo momento desde una perspectiva filosófica en la que se puede encontrar elementos de la tradición budista y por último, desde un plano simbólico, en la que todo el texto se deriva de una falta original que propicia que Siddhartha emprenda la búsqueda por encontrarse a sí mismo.

Desde el plano simbólico, la travesía implica la aceptación de la temporalidad a través del autoconocimiento, lo que lleva al reconocimiento de que la realidad última no es nada contingente, sujeto al devenir. Esta perspectiva se encuentra muy en armonía con las tradiciones orientales, quienes tienen una visión irreal o ilusoria del mundo, y prefieren optar una realidad que trascienda el plano fenoménico para acceder a la eternidad.

Como se ha visto a lo largo del texto, la visión que toma Hermann Hesse en su novela apela a una transformación espiritual sobre una material. Elemento que puede ser chocante desde la perspectiva instrumental de la mentalidad occidental, quien está acostumbrada al progreso, al crecimiento económico y material. No obstante, pese a que las visiones de Oriente y Occidente pueden parecer completamente distintas e incomprensibles una a la otra, en realidad la obra alemana muestra elementos con los cuales se puede entablar un diálogo entre culturas. Dicho elemento, según la interpretación dada aquí, tiene que ver con la búsqueda del hombre por encontrarse a sí mismo, por encontrar su lugar en el cosmos, elemento perenne por excelencia. Pues, aunque para Occidente pareciera que esta búsqueda es irrelevante, el desarrollo de sus ciencias demuestra que sus avances no dejan de buscar lo mismo que busca del Siddhartha de Hesse, es decir, encontrar su lugar en el cosmos, a través de un conocimiento verdadero.

En la obra de Hesse el único conocimiento verdadero es aquel que puede dar cuenta de sí mismo y por ende de la realidad. Noción que ha estado presente en Oriente y Occidente, en el primer caso desde las Upanisad con la identidad entre atman y Brahman, y en el segundo con el adagio conócete a ti mismo y conocerás al universo y a los dioses.

Referencias

Baumann, Gunter (2002), “Hesse and India”, Hesse Journal, vol. 30, vol. 1, pp. 1-10.

Brown, Madison (1976), “Toward a Perspective for the Indian Element in Hermann

Hesse’s Siddhartha”, The Germán Quarterly, vol. 49, núm. 2, pp.191-202.

Conze, Edward (1988), Budismo, México, FCE.

Conze, Edward (1996), Buddhist thought in India, Londres, Unwind.

Coomaraswamy, Ananda (1999), El tiempo y la eternidad, Barcelona, Kairós.

Dasgupta, S. N. (2009), La mística hindú, Barcelona, Herder.

Eliade, Mircea (1974), Tratado de historia de las religiones I, Madrid, Cristiandad.

Eliade, Mircea (2011), Historia de las creencias y las ideas religiosas II, Barcelona, Paidós.

Guenón, René (1945), Introducción to the study of the hindu doctrines, Bristol, Luzac and co.

Guenón, René (2011), Símbolos fundamentales de la ciencia sagrada, Madrid, Paídos.

Halbfass, Wilhelm (2013), India y Europa. Ejercicio de entendimiento filosófico, México, FCE.

Hesse, Hermann (1974), Siddhartha, Barcelona, Bruguera.

Misra, Bhabagrahi (1968), “An Analysis of India Tradition in Hermann Hesse’s Siddhartha”, Indian Literature, vol. 11, núm.2, pp. 111-123.

Ortiz-Osés (1994), Una interpretación evaluativa de nuestra cultura, Anthropos, núm. 42.

Ortiz-Osés, Andrés (2012), Hermenéutica de Eranos. Las estructuras simbólicas del mundo, Barcelona, Anthropos.

Panikkar, Raimon (2000), La experiencia filosófica de la india, Madrid, Trotta.

Panikkar, Raimon (1996), El silencio de Buddha, Madrid, Siruela.

Parakranabahu, Ado, (traductor) (2014), El sutra de Benarés, Barcelona, Kairós.

Singh, Jaideva (2003), The Concept of Buddhist Nirvana, New Delhi, MLBD Publishers.

William, Paul, Anthony Tribe y Alexander Wynne (2013), Pensamiento budista. Una introducción completa a la tradición India, Barcelona, Herder.

Zimmer, Heinrich (1998), Yoga y buddhismo, Barcelona, Kairós.

Zimmer, Heinrich (2010), Filosofías de la India, Madrid, Sexto piso.

Abril García Brito. Licenciada en Filosofía y la Maestra en Humanidades con línea de investigación en Etica Social por la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMEX), México. Actualmente, es doctorante en Humanidades: Etica social por la misma institución. Sus intereses se encuentran en el diálogo intercultural, en las epistemologías no occidentales, particularmente el Vedanta Advaita, y en el diálogo interreligioso. Es autora de Una invitación al vedanta advaita: entre el Oriente de Sankara y el Occidente de Eckhart (2020), “El dialogo como una propuesta intercultural: entre la escucha y el habla” (2020), “No dualidad como educación para la vida. Una crítica a la educación utilitarista” (2021); El diálogo interdisciplinario para una ética armónica en la Declaración de Cartagena” (2021).

Nota:

[1] Todas las citas pertenecientes a Siddharta corresponden a Hesse (1974), por lo cual solo se nota el número de página.

 

Ensayo de Abril García Brito


Publicado, originalmente, en:
La Colmena, Núm. 120: Octubre-Diciembre (2023) ISSN 2448-6302

La Colmena, revista de la Universidad Autónoma del Estado de México - Instituto Literario

Link del texto: https://lacolmena.uaemex.mx/article/view/19757 / https://doi.org/10.36677/lacolmena.v0i0.19757

 

Editor de Letras Uruguay: Carlos Echinope Arce   

Email: echinope@gmail.com

Twitter: https://twitter.com/echinope

facebook: https://www.facebook.com/carlos.echinopearce

instagram: https://www.instagram.com/cechinope/

Linkedin: https://www.linkedin.com/in/carlos-echinope-arce-1a628a35/ 

 

Métodos para apoyar la labor cultural de Letras-Uruguay

 

Ir a índice de ensayo

Ir a índice de Abril García Brito

Ir a página inicio

Ir a índice de autores