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Presencia de España más allá de sus grandes
novelas |
En el transcurso del año 1922 Carpentier publica artículos con la firma de su madre Lina Valmont, pero el primero firmado por él es “Pasión y muerte de Miguel Servet, por Pompeyo Gener”, publicado en La Discusión el 23 de noviembre de 1922, así comenzaría su sección Obras Famosas la cual mantendría en este diario habanero hasta el 16 de abril de 1923. Ya España está en su primera crónica en la cual comenta una obra del Dr. en Farmacia, Ciencias Naturales y Medicina, el escritor español Pompeyo Gener (1848-1919), polemista de temas históricos, literarios y filosóficos quien sostuvo amistad con Víctor Hugo, entre otros grandes amigos, todos ellos célebres en la literatura universal. Gener escribe sobre Miguel Servet, aragonés de origen, verdadero prototipo de un genio en el Renacimiento quien había estudiado en Barcelona y Tolosa la carrera de medicina. Servet es el descubridor de la circulación pulmonar y de la función de la respiración en la transformación de la sangre venosa en arterial.
La obra de Pompeyo Gener que Carpentier califica de magistral narra, en su primera parte, la vida de Servet y en la segunda incluye documentos sobre las ideas del médico español y el carácter del peligroso demente que fue Calvino.
Servet quien había viajado a Italia y a Francia, también publicó obras religiosas, entre otras Los errores de la Trinidad, las cuales escandalizaron a cristianos y teólogos de su tiempo. También sostuvo correspondencia con Calvino a quien casi enloqueció con sus ideas científicas y religiosas. Desoyendo a sus amigos regresa a Italia, pasando por Ginebra, sin temor a la amenaza de muerte que hacía pesar sobre él Calvino, y el 13 de agosto de 1553 fue preso y sometido a juicio. Ante quienes lo juzgaron no renunció a sus ideas y es quemado cerca de Ginebra, en el llano de Campel. Fue al suplicio con la frente alta repartiendo a los pobres las pocas ropas que llevaba.
España está en la obra de Carpentier desde que en esta primera crónica comenta la obra de un científico español sobre la vida de un médico español.
Y el 23 de diciembre de 1922 dedica otra crónica, en sus Obras Famosas, a la literatura española, escribe sobre El gran tacaño de Francisco de Quevedo, novela que considera la más perfecta es La historia de la vida del Buscón llamado Don Pablos, ejemplo de vagabundos y espejo de tacaños título que se redujo a El gran tacaño. España había sido el país que por aquellos años ya poseía una literatura realista porque sus escritores comprendieron el interés en observar las costumbres y caracteres de sus contemporáneos.
En esta misma sección comenta el 18 de marzo de 1923, “La última noche de Don Juan”, de Edmund Rostand, el autor de Cyrano de Bérgérac. Rostand, según afirma Carpentier utiliza un personaje que se pierde en los albores de la literatura española aunque su carácter realmente lo fija Tirso de Molina.
“A Rostand – añade el cronista – le cupo la gloria de haber forjado el más moderno y el más exquisito, quizás, de los don Juanes”. Esta sección Obras Famosas del habanero diario La Discusión es una bibliografía selecta comentada y crítica de lo mejor de la literatura universal de la época, veintiuna crónicas, entre ellas tres dedicadas a la literatura española.
En 1923 Carpentier continúa sus colaboraciones en La Discusión y exactamente el 10 de marzo inicia la sección Teatros la cual finalizaría el 4 de agosto de este año. En esta sección comenta todas las comedias y zarzuelas españolas que se presentaban en los principales teatros habaneros. Entre otros autores españoles destaca la obra de Pedro Muñoz Seca (n. en el Puerto de Santa María, Cádiz, 1881-1936).
Muñoz Seca es el creador de la astracanada, pieza teatral grotesca y disparatada, quien en colaboración con sus coterráneos García Alvarez, Pérez Fernández, Guerrero y otros dio a la escena española más de un centenar de piezas. Los habaneros de los años 20 disfrutaron de sus comedias El niño de oro[1], La barba de Carrillo[2], y Trampa y cartón[3] entre otras estrenadas en el Teatro Principal de la Comedia; así como el sainete El número 15 con el cual debutó, con gran éxito, Casimiro Ortas, uno de los mejores actores cómicos de España, como lo calificara Carpentier[4] La temporada de este actor cómico fue un rotundo éxito en la capital cubana. En especial con el sainete andaluz Pepe Conde o El mentir de las estrellas[5] mostró una serie de tipos sevillanos cuya interpretación y puesta en escena haría reír a miles de habaneros.
Otras zarzuelas españolas comenta Carpentier como La montería[6] de Martín y Guerrero y El Otello del barrio[7] puestas en la escena del Teatro Martí; La patria chica[8] de los hermanos Quintero estrenada en el Teatro Payret, y La canción del olvido[9] de Romero y Shaw representada también en el Teatro Martí.
Otro autor español de gran éxito, comentado por Carpentier fue Antonio Fernández de Lepina, comediógrafo y periodista español, nacido en Madrid (1881-1944) mencionado con frecuencia en la prensa habanera como Fernando de Lepina. Sus comedias fueron aplaudidas en el Teatro Principal de la Comedia, entre otras Mi sobrino Fernando[10], además adaptó al castellano un vaudeville de Sturm titulado La reprise de Agapito se divierte[11] Carpentier afirma que la comedia Es mi hombre[12] de Carlos Arniches fue considerada una de las más graciosas del repertorio cómico español. Arniches comediógrafo español (n. en Alicante, 1866-1943) obtuvo sus mayores éxitos con el sainete, género en el que no tuvo rival en su tiempo.
Otras crónicas sobre La canción del olvido[13] zarzuela de Romero y Shaw; la reaparición de la notable tiple cómica del teatro ligero español Blanquita Pozas[14] y La gran Dumont[15], opereta de Pedro Giralt y Antonio Paso con partitura de Juan Obradors y Robert pianista y compositor español nacido en la Habana (1844-1895); La Dogaresa[16] zarzuela dramática interpretada por Pilar Aznar quien según el cronista con su hermosa voz y belleza majestuosa podía clasificar entre las más notables artistas españolas que actuaron en la Habana de esta época, y la genial interpretación de la soprano hispana Lucrecia Bori[17] resumen apretadamente la presencia de zarzuelas y comedias españolas con excelentes actores, autores y cantantes que dieron lo mejor de sí en las tablas cubanas.
En especial Carpentier consideró el género popular en la España de las primeras décadas del siglo XX como una escuela teatral única en el mundo.
En nuestro país existe una vasta tradición en el campo del humor, la cual tiene su raíz en la picaresca española enriquecida a través de los siglos por la fusión de componentes étnicos y culturales que han conformado nuestra idiosincrasia, muy dada a tomar en broma las cosas más serias de nuestras vidas. Estás crónicas de Teatros en La Discusión en las cuales, a veces Carpentier, comenta los contenidos de comedias y sainetes me hicieron reír en este siglo XXI, plenas ya de esa mezcla étnico-cultural de la cual surgiera nuestro humor identificado e influido por el humor español.
A fines de 1923 Carpentier ya no como crítico de la escena musical española sino como crítico de arte español publica en el periódico El Universal[18] “El pintor de las brujas”, crónicas sobre el valenciano Diego Sabater y sus lienzos “La muchacha que vendió el amor”, “El ídolo del hombre” y otros. Sabater quien estaba de visita en la Habana con motivo de una exposición de su obra, parece haber desencadenado --- como anota el cronista—el vendaval de la demonología de la Edad Media. Carpentier lo admiró y expresó en su crónica que sería difícil olvidarlo.
En 1924 llega a La Habana Pedro Sanjuán Nortes (n. en San Sebastián, España, en 1887) había conquistado un nombre en Europa como compositor así como por su continua labor como director de grandes bandas españolas y como violinista de la Orquesta Sinfónica de Madrid. Discípulo del compositor Joaquín Turina pertenecía a la escuela de los genios consagrados como Albeniz, Granados, Falla y el propio Turina. Poseedor de una rica e interesante obra para orquesta, piano y canto (había escrito varias obras para canto con letra de Juan Ramón Jiménez) funda en ese mismo año la Orquesta Filarmónica de la Habana, y es profesor por esta época de Amadeo Roldán y de Alejandro García Caturla. Su estancia en la Habana se extendería hasta 1932. De esta etapa de la Orquesta Filarmónica de la Habana y su director, nuestro Alejo Carpentier escribiría más de diez crónicas en los diarios habaneros El País, El Heraldo y el Diario de la Marina así como en las revistas Social y Carteles.
En su crónica “Pedro Sanjuán y la primera audición de Campesina”[19] Carpentier nos dice que “Si hemos de buscar una clasificación para la personalidad creadora del maestro Sanjuán revelada (...) por la ejecución de su poema orquestal Campesina, no podremos sino acercarlo a los compositores que sintieron la poesía ambiente, despojándose de todo prejuicio esencialmente descriptivo” y en La Pastoral de Beethoven[20] señala que el maestro Sanjuán indica de manera elocuente la distancia que separaba a Beethoven de sus antecesores.
En 1925 el maestro Sanjuán ofrecería, en opinión de Carpentier, un ejemplo típico de interpretación moderna del paisaje en el arte de los sonidos cuando interpreta Castilla[21]
Alejo Carpentier, el mejor crítico musical de la prensa cubana de esta época y probablemente el mejor de todos los tiempos en Cuba aseveró que la labor musical y prolongada estancia en Cuba del maestro Sanjuán le confirieron carta de ciudadanía.[22]
Desde el 6 de octubre de 1924 el cronista A.C. logra una sección fija en el periódico habanero El Heraldo la cual titula Espectáculos y Conciertos. En esta sección al igual que en Teatros de La Discusión comenta el intenso movimiento teatral cubano-español y español-cubano de la época, esfuerzos mancomunados entre actores y autores de las dos patrias hermanas entre otras crónicas algunas puestas en escena le permiten un análisis muy personal del Don Juan. A la versión de Lenormand[23] le reconoce audacia y talento y en otra crónica titulada “El cortejo de los Tenorios”[24 reconoce que Don Juan es ante todo un hombre víctima de sus circunstancias que aunque modificado muchas veces mantiene sin variaciones su psicología; en otras crónicas se hace eco de la muy aplaudida tiple Pilar Aznar[25]; a las siempre creaciones deliciosas y pletóricas de elegancia de Eugenia Zuffoli[26]; y destaca la tragicomedia “Los arlequines de seda y oro” [27] de Amichatis, seudónimo del comediógrafo español Bert José Amich (Lérida, 1808-Madrid, 1865) obra muy discutida en España por su ataque contra los toreros y los políticos españoles, puesta en escena de la compañía de Eduardo Blanca; Amichatis quien escribió sus obras teatrales en catalán alcanzó gran popularidad a principios del siglo XIX.
Otras crónicas sobre “El último bravo”[28], comedia de Enrique García Alvarez y Pedro Muñoz Seca representada en el Teatro Principal de la Comedia; la opereta vienesa “Bailando con la fortuna”[29] interpretada por Pilar Aznar; y la comedia San Sebastián mártir[30] de Vital Aza, cómico español (1851-1911), quien llevó su chispeante ingenio a la prensa de España y América con poesías festivas, así como con sus obras teatrales; una de las más famosas fue, precisamente, su San Sebastián, estas obras, no sólo son representativas del teatro español en la Habana sino también de las apreciaciones críticas del joven A.C. En el periódico El País califica a Lucas Moreno[31] como un pianista de mecanismo neto y brillante y añade que su seguridad técnica le sirve al tocar la música española la cual siente más que ninguna otra; en este mismo periódico comenta “La danza de la molinera”[32] fragmento típico de “El sombrero de tres picos” de Manuel de Falla. El éxito en París de este eminente compositor nacido en Cádiz (1876-1946) lo reseñaría Carpentier[33] en 1930 quien también daría a conocer en Cuba el puesto de honor que lograra Falla en los programas de los Ballets Rusos ofrecidos en Chatelet por la compañía Teatro de Montecarlo[34]; en 1953 elogiaría la grabación de su obra “El Retablo de Maese Pedro”[35], opera inspirada en el capítulo XXVI de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes Saavedra; y en los años 1955-1956 en El Nacional, de Caracas, comentaría el estreno de esta ópera de cámara[36], las interpretaciones en torno a su partitura “La vida breve”[37], con libreto de Fernández Shaw; reconocería el merecido monumento a Falla en Argentina[38] y comentaría su magna obra póstuma “La Atlántida”[39].
En 1956 analiza su correspondencia con Carlos Fernández Shaw la cual corresponde a la época difícil en que se afirma la personalidad creadora del gran compositor español[40].
Después del triunfo de la Revolución, Carpentier no olvidaría a Manuel de Falla y junto a la tirada masiva de El Quijote, que sería posible desde la dirección de la Imprenta Nacional, la presencia de “El Retablo de Maese Pedro” bajo la dirección de Vicente Revuelta haría posible una nueva concepción escénica de esta ópera de cámara “en la cervantina Habana de El Quijote, pregonado en las calles y las plazas” [41] En el programa de esta memorable puesta en escena, aparece texto de A.C. quien en 1966 recordaría en otra crónica al gran Manuel de Falla con motivo del 20 aniversario de su muerte coincidente con el 90 aniversario de su nacimiento[42]. Manuel de Falla no visitó Cuba pero Cuba lo reconoció como el más ilustre representante de la moderna escuela española.
En 1927 Carpentier ya miembro del Grupo Minorista y cofundador de la Revista de Avance publica en el Diario de la Marina, el 12 de septiembre su “Carta Abierta” al director de este periódico, el periodista español Manuel Aznar, refiriéndose al meridiano intelectual de Nuestra América. Esta carta se debió a una ruidosa polémica suscitada por el seminario madrileño La Gaceta Literaria la cual postulaba que Madrid debía ser considerado “meridiano intelectual” de todos los escritores de lengua española. La respuesta de nuestro periodista mayor prefigura su propia obra, y sus planteamientos serían tema de los años por venir. En esta carta ya prevé que América tendría que buscar meridianos en sí misma y más aún teniendo en cuenta las múltiples manifestaciones del espíritu latinoamericano y añade lo saludable que sería la anulación de todo meridiano.
En este mismo año comienza a colaborar en la revista habanera Social
y a partir de 1928 ocuparía la jefatura de redacción de la revista
Carteles. Por esta razón las crónicas que dedicara a España hasta su
partida a Venezuela en 1945 las publica en su mayoría en estas revistas.
En los años 1927-1939, en especial en Carteles comentaría la
película El perro andaluz de Luis Buñuel y Salvador Dalí[43]; el
proyecto de Teatro político del poeta Rafael Alberti[44]
teatro actual
popular, viviente, como lo fueron las comedias de Aristófanes; “crónicas
de un viaje sin historia”: en éstas describe la espléndida e
incomparable belleza de los Pirineos a la meseta castellana, de “Burdeos
a Fuenterrabía camino de Madrid”, “una de las ciudades más encantadoras
que existen en el universo”; la magia de Toledo y la magia de la casa
del Greco; Cuenca, la ciudad de las casas colgadas, y El Escorial al que
califica como museo de milagros
En este mismo año firma, entre otros intelectuales una apelación desde Madrid[47] a los escritores latinoamericanos en solidaridad con la Guerra Civil Española, y publica “¡Abajo la inteligencia¡ ¡Viva la muerte!”[48] a favor de la justeza de esta guerra, grito inolvidable del general José Millán-Astray y Terreros (La Coruña, 1879-1953) quien define todos los fascismos del mundo, con este grito de impotencia de quien sabía que la inteligencia de su pueblo estaba en la República. Carpentier, en esta crónica que merece ser leída con detenimiento, se declara admirador de la España real, auténtica, creadora y profunda, que creyó siempre y cree en la inteligencia.
(Millán Astray sostuvo una larga polémica con Don Miguel de Unamuno respecto a la Inteligencia. Las improvisaciones de Millán que no tenían nada que ver con el juicio unamuniano le hicieron gritar ¡Abajo la inteligencia!)
Unos meses antes Carpentier había entregado al Repertorio Americano de Costa Rica “Los defensores de la cultura”, en defensa del patriotismo cultural del pueblo español.[49]
Con su última crónica sobre España en la revista Carteles estremece a sus lectores con la muerte del poeta Miguel Hernández[50] El milagro de Orihuela como le llama el cronista a este poeta por haber nacido en esta ciudad, muere en una siniestra prisión madrileña. Carpentier trabajaba en Radio Luxemburgo y declara haber grabado la voz del pastor de cabras en el estudio donde trabajaba 10 u 11 horas diarias – y añade – que no perdía oportunidad de “poner en conserva” la voz de los grandes de su tiempo.
De este mismo año 37 es su crónica sobre la Numancia[51] de Cervantes actuada por Jean Louis Barrault en la cual expresa “me atrevo a afirmar que (...) hemos planteado la cuestión de la música de acompañamiento dramático [la música incidental fue compuesta por él] sobre bases nuevas con un resultado cuya novedad ha sido señalada por toda la crítica parisiense...”
En 1951 Carpentier crea la sección Letra y Solfa en El Nacional de Caracas, diario en el que colabora desde 1945. En esta columna diaria que consagra casi en su totalidad a la literatura y a la música, según la intención de su título, y que mantendría durante casi una década reseñaría, en unas 1800 crónicas aproximadamente, las obras literarias más significativas de la literatura universal, la historiografía de la música y el arte en el siglo XX, inventos de la época, y vida y obra de grandes figuras.
En este diario Carpentier vuelca su enorme erudición con un sabio estilo periodístico donde se funden lo ameno y, el valor utilitario del aprendizaje. Y paralela a esta sección utiliza una muy amplia bibliografía de cientos de obras significativas de la literatura, la historia, el arte y la música, bibliografía en gran medida americana, porque en numerosos artículos está presente su preocupación por interpretar hechos y fenómenos de la cultura desde la perspectiva de nuestro continente. Temas específicamente americanos que denotan el gran propósito de su obra: dar a los valores nuestros su justa dimensión universal.
Pero estas crónicas no sólo sirven de hilo conductor para descubrir una espléndida bibliografía americana, sino para encontrar en ellas la simiente de la nueva novela latinoamericana, e innumerables elementos definitorios de su obra posterior. Algunas contienen la génesis y la realización de múltiples aspectos de sus grandes novelas, y otras, referencias y observaciones que más o menos textuales llevara a su novelística posterior. O sea que en estas crónicas encontramos la bibliografía complementaria de algunas de sus novelas.
Más de 70 crónicas de esta sección de El Nacional pertenecen a lo mejor de la bibliografía pasiva o crítica española, aunque en innumerables crónicas o en casi todas, esta presente, en forma indirecta o tangencial, lo mejor de la literatura, la cultura y el arte españoles.
En su primera crónica dedicada a España en Letra y Solfa, comenta la película Los olvidados de Luis Buñuel la cual había logrado gran éxito en el Festival de Cannes[52] Dos décadas antes valoraría El perro andaluz de Buñuel y de Salvador Dalí[53]. La interpretación de la obra de Pablo Picasso aparece en crónicas del período 1952-1957 aunque su descubrimiento del genial pintor está en la revista habanera Chic donde publica “Grandeza y decadencia del cubismo”[54], y en 1925 y en la también habanera revista Social “El arte múltiple de Picasso” [55] donde declara “... es un gran artista, uno de los más completos de la hora actual (...) Una composición cubista de Picasso debe mirarse ante todo como un problema plástico planteado y resuelto”; en 1931 en su crónica “Pablo el grande”[56] publicada también en Social expresa "Poeta en el más noble sentido del término, Pablo el Grande urde en su laboratorio de alquimista (...) las más maravillosas ficciones plásticas que hayan nacido en los tiempos modernos”; en 1932 comenta “La exposición del año: Picasso en la Galería Georges Petit”[57]; en 1942 Carpentier organiza la primera exposición de Picasso en Cuba y en América Latina en la sociedad Lyceum Lawn Tennis Club, 16 gouaches y 2 óleos traídos a La Habana por Pierre Loeb los cuales conmovieron y asombraron a lo mejor de la cultura cubana de entonces[58].
En 1952 en su crónica “Dicen que Picasso dijo…” demuestra que durante medio siglo la labor de Picasso no fue una constante mixtificación, ya que sus obras colgadas en todos los museos del mundo se encargaban de contradecirlo[59] e imagina una entrevista con su amigo, titulada “Resulta, ahora, que no dijo”[60] la cual complementa la crónica anterior; en otras comenta frases de Picasso muy interesantes como rasgos psicológicos[61]; y se refiere a la obra de Jaime Sabartés Picasso, retratos y recuerdos[62], a la colección de lienzos de Lola Picasso[63] a los coloquios del pintor con André Verdet[64], a la copiosa bibliografía en torno a quien tuvo la suerte de ser un gran pintor [65] y por último en 1974 publica, “A puertas abiertas”[66] prólogo a la versión francesa de El entierro del conde de Orgaz, de Pablo Picasso que publicara la Editorial Gallimard en 1978.
De este prólogo y la publicación del libro doy testimonio del inmenso orgullo y alegría que le causara, dos años antes de su muerte. Así A.C. homenajeó con verdadera admiración a su amigo Pablo Picasso.
Pero si bien es cierto que la labor periodística de Alejo Carpentier en El Nacional de Caracas, desde el punto de vista de su contenido, es una labor enciclopédica, la relación y comentarios de los temas españoles tratados en este periódico podrían constituir una enciclopedia selecta de lo mejor de la cultura española en los años 50. Carpentier en Letra y Solfa dedica crónicas a grandes de la literatura, la música y el pensamiento español, a grandes de la literatura dedicó crónicas, entre otros a Pío Baroja, Ramón y Cajal, Ramón del Valle Inclán, Jacinto Benavente, y Francisco de Quevedo; a representaciones de obras de teatro de Lope de Vega y de Federico García Lorca; a personajes universales como El Quijote y el Don Juan; a músicos, intérpretes y críticos de este arte como Adolfo Salazar quien le dedicara reveladoras críticas sobre las primeras ediciones de ¡Ecué – Yamba - Ó! y La música en Cuba[67] muchos años después en 1958 cuando Salazar muere Carpentier lo califica “...español de espíritu universal, profundo conocedor de los problemas musicales de nuestro continente...”[68]; Carpentier, dedica otras crónicas a intérpretes como el violoncellista Pablo Casals, fundador de la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico y gran admirador de Schönberg, y otra sobre la música del padre Antonio Soler; no faltan en Letra y Solfa grandes pensadores españoles como José Ortega y Gasset y Miguel de Unamuno cuyo pensamiento sobre lo local, lo circunscrito y lo eterno interpreta y reitera a través de su obra; no olvida a los grandes pintores Pablo Picasso y Salvador Dalí, y a otros no tan conocidos como Rafael Moreno quien vivió en Cuba desde 1923 hasta su muerte acaecida en 1955, Moreno fue descubierto en la playa de Marianao por Pierre Loeb[69]; en su “Trayectoria del gallego”[70] publicada también en La Voz de Galicia en 1976 nos narra en admirable síntesis el proceso de integración del gallego en nuestro país y reconoce lo mucho que le debe Cuba a ese gallego trabajador, ingenuo y bonachón que aportó, en un momento de nuestra historia republicana una corriente migratoria particularmente laboriosa, robusta y desprejuiciada; otras reseñas de libros y crónicas sobre cine español y cineastas como Luis Buñuel y J. A. Bardem, sobre la picaresca española, el ballet de Pilar López, las peñas literarias, el couplet, las zarzuelas, actrices como Margarita Xirgu, y sobre españoles tan desconocidos como Gabriel García Maroto quien creó una academia de dibujo para niños, al aire libre, en un mísero pueblo habanero, en aquel entonces, Caimito del Guayabal. (Carpentier ya había escrito en 1928 sobre las ideas, el ascenso, los proyectos y los libros de magia de Maroto.[71]
Y la última gran contribución de Carpentier a España en la prensa fue su discurso al recibir el Premio Miguel de Cervantes Saavedra 1977, en el Paraninfo de la Universidad Complutense (Alcalá de Henares) de manos de S. M. el Rey de España D. Juan Carlos I, el 4 de abril de 1978[72]. En este discurso Carpentier analiza el proceso de la novela moderna nacida de la picaresca y de la novela cervantina, y valora esta novelística desde la perspectiva de su posterior desarrollo universal.
Según Carpentier con la picaresca nace la novela tal como hoy la entendemos, novela con su novelística que constituye el movimiento literario más prolongado de la historia literaria desde el Renacimiento, pero acota que faltaba a la picaresca, después de haber instado el yo en la narración (hasta su tiempo se contaba siempre en tercera persona) la Dimensión Imaginaria y esa dimensión la trae Cervantes con su Quijote, novela que sobrepasa a lo mejor de la picaresca para darnos lecciones cuyas enseñanzas no se han agotado. Cervantes instala en El Quijote la Dimensión Imaginaria dentro del hombre con todas sus terribles y magníficas implicaciones.
Y Carpentier destaca además en su discurso que Cervantes hace de ese nuevo yo un medio de indagación y conocimiento del hombre, de acuerdo con una nueva visión de la realidad.
En esta pieza oratoria Carpentier vuelve a su semilla cuando recuerda:
De niño jugaba al pie de una estatua de
Cervantes que hay en La Habana donde nací. De viejo, hallo nuevas
enseñanzas, cada día, en su obra inagotable. Nuevos horizontes enfrenta el adolescente y el joven Carpentier quien guiado por sus padres pronto leería a los clásicos de la literatura universal, en especial los franceses y los españoles dada su formación bilingüe. De los clásicos españoles escogería siempre a Cervantes, Quevedo y a Lope de Vega.
En entrevista concedida a Ramón Chao, en 1974[73], confesaría que junto a La Odisea, la cual leía desde los 11 años, no hay libro comparable a El Quijote de Cervantes porque Cervantes fue el novelista que logró “ hacer coexistir lo real y lo irreal en un plano perfectamente coherente, sin que haya oposición brutal de atmósferas, y sin que se vean las costuras” . Carpentier insiste en que Don Quijote es hombre de cuatro dimensiones, movido con absoluta naturalidad, en un mundo real, tangible, cotidiano. Y añade que Cervantes “lo ha logrado con tan milagroso acierto que sí viésemos al buen caballero desembocar por la esquina de nuestra casa, hoy, en 1974; le diríamos: “ Pase usted, señor Don Quijote, descanse un poco y comparta nuestra comida, y háblenos de sus andanzas, y que las oigan nuestros niños...” Si en cambio a nuestra puerta llamaran Hamlet o el rey Lear pasaríamos cerrojos y llamaríamos a la policia”.
Carpentier situó a La Odisea, de Homero, y a El Quijote por encima de centenares de libros de la literatura universal porque en ambos se logró algo sumamente difícil: la coexistencia perfectamente armoniosa y coherente entre el mundo imaginario y el mundo real.
Cuatro años después, en 1978[74] en entrevista concedida a Pueblo Literario, de Madrid, confesaría que su libro más leído había sido El Quijote, no sólo por sus cualidades literarias sino porque es el punto de partida de la novela moderna obra sin precedentes en todas las literaturas conocidas por cuanto Cervantes, en su obra maravillosa, logra hacer actuar un personaje de cuatro dimensiones en un mundo, el nuestro que es mundo tridimensional. Cervantes añade la Dimensión Imaginaria a las de la realidad, logrando una perfecta coexistencia de ambas. Y esto es proeza muy raras veces realizada.
Es innegable que en toda la obra de A. C. está intertextualizado en forma implícita el lenguaje cervantino. Carpentier utiliza voces desusadas que se encuentran en Cervantes; y en la picaresca española, y también usa los llamados americanismos que para nuestro cubano universal son en realidad palabras de raigambre española.
Y
en otra entrevista concedida a Ramón Chao, en 1978 Recuerda que Antonio Cabezón, el compositor preferido de Felipe II, introdujo en su época, ese gran género que es la variación. Y Carpentier nos la define: “La variación consiste en revelar al oyente todas las implicaciones posibles de un tema expuesto inicialmente, y que se mantiene permanentemente y fijo a través de los múltiples avatares melódicos a los cuales lo somete la imaginación del músico”. Esto lo entendió R. Strauss quien no presentó su Don Quijote como un poema sinfónico sino que lo utilizó simple y llanamente como variaciones sobre un tema de caballería.
Para Carpentier las grandes variaciones de Cervantes anuncian esas otras variaciones españolas que, en lo plástico, serán las tauromaquias de Goya o las innumerables glosas hechas por Picasso a Las Meninas, de Velázquez. Además es preciso recordar que el arte mayor de la variación musical tuvo su origen en España, al igual que la novela, tal como la entendemos en nuestros días.
Muchos años antes, exactamente en 1937, Carpentier llegó a componer una obra musical cuando Jean Louis Barrault puso en escena, en el Teatro Antoine de Paris, la Numancia de Cervantes, la música de esta puesta en escena fue su único intento de partitura. Y a pesar de que mereció elogios, nada menos que de Darius Milhaud, entendió que estaba desprovisto de inventiva musical. No obstante percibió muy seriamente la música en la prosa cervantina.
En crónica publicada en la revista habanera Carteles[76] confiesa que esta partitura le fue encargada a Charles Wolf como erudito en materia de discos, y a él como músico, y afirma que con Numancia ambos se plantearon la cuestión de acompañamiento dramático, sobre bases nuevas, cuya novedad fue señalada por la critica parisiense.
Y del mismo modo que Barrault ponía el gesto al servicio del público Carpentier y Wolf pusieron los sonidos al servicio de las situaciones dramáticas, creando con notas un telón de fondo.
En la crónica antes citada Carpentier reconoce que el éxito de este trabajo musical se debió a su larga práctica de sonorización en las radioemisoras europeas, sistema que podía ser adaptado igualmente en el teatro. Estas experiencias las traería, dos años después a Cuba, donde escribe, produce y dirige programas radiales hasta 1945.
En los años 50 la obra de Miguel de Cervantes estaría siempre implícita en la labor periodística que desempeñara en Letra y Solfa, sección creada por nuestro periodista mayor en El Nacional, de Caracas. Su dominio de la lengua así lo confirma, pero Miguel de Cervantes Saavedra y en especial su obra cumbre El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, serían sus temas en nueve crónicas publicadas exactamente entre 1951 y 1960.
El 8 de agosto de 1953 comentaría Un andante caballero entre nosotros, de René L. F. Durand[77] nueva meditación de El Quijote en prosa escueta y apretada. Para este autor este personaje más cuerdo que loco expresó, según Cervantes “su inmenso amor a la vida de los seres y las cosas”
En Vitalidad de los clásicos[78] señala que debemos leerlos, tal como él leyó a El Quijote, despojando a los personajes de sus trajes de época, considerándolos como seres vivos, dotados de una humanidad que es la nuestra.
En 1954 opinaría que Don Quijote siempre les juega malas pasadas a quienes tratan de sacarlo de su libro, a propósito de la posible filmación de esta obra protagonizada por José Ferrer[79]. Tres años después en otra crónica titulada Un absurdo intento[80] Carpentier impugna que El Quijote sea llevado a la pantalla con un reparto encabezado por Fernandel y Cantinflas. Para Carpentier este texto, no cómico, sino sagrado e intocable, como Gargantúa y Pantagruel, requiere de una estrecha relación imaginativa por parte del lector, y termina esta crónica con una exhortación: “¡Escojan, pues, los cineastas de Hollywood el tema que se les antoje, pero dejen quieto a Cervantes, cuya obra se niega, por tradición, a ser llevada a la pantalla y al teatro!”
En 1955 se haría eco de los tres siglos y medio de la publicación de esta obra maestra[81] y en 1956 la revaloraría como símbolo de la literatura universal destacando su accesibilidad a la misma por parte de todos los lectores del mundo[82]
Al año siguiente retomaría la obra de Cervantes en dos crónicas: Melancolía de lo cómico[83] y Cervantes y los románticos alemanes[84]. En la primera Carpentier no considera lo cómico en El Quijote por la dignidad y nobleza de espíritu del caballero de la triste figura, aún en medio de sus peores tribulaciones; y en la segunda demuestra que fueron los alemanes, antes que los autores de habla española, los más devotos herederos de una tradición cervantina.
Y en 1960 a propósito de la puesta en escena, en La Habana, de El retablo de Maese Pedro bajo la dirección de Vicente Revuelta, y la tirada masiva de El Quijote, por la Imprenta Nacional, reconoce en su última crónica de la sección Letra y Solfa, de El Nacional, de Caracas [85] una nueva concepción escénica de la ópera de cámara original de Manuel de Falla, según el capítulo XXVI de El Ingenioso Hidalgo... , ofrecida en la cervantina Habana del Quijote pregonado en las calles y las plazas (Las palabras al programa de esta ópera fueron escritas por nuestro narrador mayor)
De la tirada masiva de El Quijote, edición en cuatro volúmenes con la
cual iniciaba sus actividades editoriales la Imprenta Nacional de Cuba,
adornada con un dibujo de Pablo Picasso e ilustrada con los clásicos
grabados de Gustavo Doré, abriendo en diapasón las ediciones de una
auténtica Biblioteca del Pueblo, y ofrecida a todos los cubanos por el
gobierno revolucionario, Alejo Carpentier como asesor de esta imprenta
escribiría para México en la Cultura
Y volviendo a su discurso en Alcalá de Henares Carpentier nos enseña que: “Todo está ya en Cervantes. Todo lo que hará la perdurabilidad de muchas novelas futuras: el enciclopedismo, el sentido de la historia, la sátira social, la caricatura junto a la poesía, y hasta la crítica literaria” Y más adelante afirma: “No tuvo España mejor embajador, a lo largo de los siglos, que Don Quijote de la Mancha, hombre – nos dice su creador – que solamente disparataba en tocándole a la caballería, y en los demás discursos mostraba tener claro y desenfadado entendimiento”
Carpentier escoge para terminar su discurso una frase de Cervantes que no sólo expresaría en aquel momento su estado de ánimo, sino que quedaría para siempre impresa en nuestras memorias como frase lapidaria:
“Una de las cosas que más debe dar contento a un hombre... es Verse , viviendo, andar con buen nombre por las lenguas de las gentes , impreso y en estampa” y Carpentier sella esta frase: “Viviendo estoy. Impreso y en estampa fuí. Buen nombre tuve, pero acaso, gracias a ustedes, mucho mejor lo tenga ahora”
Y así ha sido y será, querido Alejo, sigue usted viviendo impreso y en estampa, con buen nombre, y para siempre en el reino de este mundo.
NOTAS
[1] LA DISCUSIÓN (La Habana) 30 jun., 1923: 3 (Teatros) [2] LA DISCUSIÓN (La Habana) 28 jul., 1923: 3 (Teatros) [3] LA DISCUSIÓN (La Habana) 1 ag., 1923: 3 (Teatros) [4] LA DISCUSIÓN (La Habana) 7 jul., 1923: 3 (Teatros) [5] LA DISCUSIÓN (La Habana) 10 jul., 1923: 3 (Teatros) [6] LA DISCUSIÓN (La Habana) 18 mayo, 1923: 3 (Teatros) [7] LA DISCUSIÓN (La Habana) 21 jun., 1923: 3 (Teatros) [8] LA DISCUSIÓN (La Habana) 17 jul., 1923: 3 (Teatros) [9] LA DISCUSIÓN (La Habana) 19 jul., 1923: 3 (Teatros) [10] LA DISCUSIÓN (La Habana) 20 mayo, 1923: 3 (Teatros) [11] LA DISCUSIÓN (La Habana) 23 mayo, 1923: 3 (Teatros) [12] LA DISCUSIÓN (La Habana) 6 jun., 1923: 3 (Teatros) [13] LA DISCUSIÓN (La Habana) 19 jul., 1923: 3 (Teatros) [14] LA DISCUSIÓN (La Habana) 29 jul., 1923: 3 (Teatros) [15] LA DISCUSIÓN (La Habana) 4 ag., 1923: 3 (Teatros) [16] LA DISCUSIÓN (La Habana) 31 jul., 1923: 3 (Teatros) [17] LA DISCUSIÓN (La Habana) 18 mayo, 1923: 3 (Teatros) [18] EL UNIVERSAL (La Habana) 20 dic., 1923: 3. il. [19] EL PAÍS (La Habana) 17 jun., 1925: [3]. (Crónica musical) [20] EL PAÍS (La Habana) 13 jul., 1925: [3], 12 (Arte y Artistas) [21] DIARIO DE LA MARINA (La Habana) 26 jun., 1925: 33 [22] CARTELES (La Habana) 17 (19): 26, 51; 12 jul., 1931. il. [23] EL HERALDO (La Habana) 12 oct., 1924: 7 (Espectáculos y Conciertos) [24] EL HERALDO (La Habana) 1 nov., 1924: 7 (Espectáculos y Conciertos) [25] EL HERALDO (La Habana) 14 oct., 1924: 7 (Espectáculos y Conciertos) [26] EL HERALDO (La Habana) 16 oct., 1924: 7 (Espectáculos y Conciertos) [27] EL HERALDO (La Habana) 25 oct., 1924: 7 (Espectáculos y Conciertos) [28] EL HERALDO (La Habana) 29 oct., 1924: 7 (Espectáculos y Conciertos) [29] EL HERALDO (La Habana) 8 nov., 1924: 7 (Espectáculos y Conciertos) [30] EL HERALDO (La Habana) 12 nov., 1924: 7 (Espectáculos y Conciertos) [31] EL PAÍS (La Habana) 16 jun., 1925: [3] [32] EL PAÍS (La Habana) 27 jul., 1925: [3] [33] SOCIAL (La Habana) 15 (8): 51, 108; ag., 1930. il. [34] CARTELES (La Habana) 21 (25): 14, 46; 8 jul., 1934. il. [35] EL NACIONAL (Caracas) 10 oct., 1953. 12 dic., 1953 (Letra y Solfa) [36] EL NACIONAL (Caracas) 15 en., 1955. (Letra y Solfa) [37] EL NACIONAL (Caracas) 16 jun., 1955. (Letra y Solfa) [38] EL NACIONAL (Caracas) 10 ag., 1955. (Letra y Solfa) [39] EL NACIONAL (Caracas) 21 ag., 1955. (Letra y Solfa) [40] EL NACIONAL (Caracas) 16 ag., 1956. (Letra y Solfa) [41] EL NACIONAL (Caracas) 1 sept., 1960. (Letra y Solfa) [42] EL MUNDO (La Habana) 23 febr., 1966: 1, 8. [43] CARTELES (La Habana) 15 (12): 20, 53; 23 mar., 1930. il. (Desde París) [44] CARTELES (La Habana) 17 (25): 14; 23 ag., 1931 [45] CARTELES (La Habana) 20 (1): 16, 59; 7 en., 1934 – 23 (36): 14; 8 sept., 1935. [46] CARTELES (La Habana) 30 (37): 32, 52; 15 sept., 1937 – (43): 15, 54, 73; 31 oct., 1937. [47] MEDIODIA (La Habana) 2 (37):9; 11 oct., 1937. il. [48] MEDIODIA (La Habana) 3 (77): 14, 26; 18 jul., 1938 [49] 5 jun., 1937 [50] CARTELES (La Habana) 34 (32): 36; 6 ag., 1939. il. [51] CARTELES (La Habana) 29 (34): 22, 25; 22 ag., 1937. il.
[52] EL NACIONAL (Caracas) 1 jun., 1951. (Letra y Solfa)
[53] CARTELES (La Habana) 15 (12): 20, 53; 23 mar., 1930. il. (Desde París)
[54] CHIC (La Habana) 13 (108): 36-37; ag., 1924. il. autorretrato de Picasso.
[55] SOCIAL (La Habana) 10 (9): 29; sept., 1925
[56] SOCIAL (La Habana) 16 (1): 38, 62; en., 1931. il.
[57] SOCIAL (La Habana) 17(9): 10-11, 72, 79; sept., 1932. il.
[58] Gómez Sicre, José. Pronto serán expuestas dieciocho obras, 16 gouaches y 2 óleos de Pablo Picasso. EL MUNDO (La Habana) 29 mayo, 1942.
[59]
EL NACIONAL (Caracas) 8 jul., 1952
[60] EL NACIONAL (Caracas) 19 jul., 1952.
[61] EL NACIONAL (Caracas) 6 mayo., 1953.
[62]
EL NACIONAL (Caracas) 2 febr., 1954.
[63]
EL NACIONAL (Caracas) 2 jun., 1955.
[64]
EL NACIONAL (Caracas) 18 ag., 1955.
[65] EL NACIONAL (Caracas) 9 jul., 1957.
[66] CASA DE LAS AMÉRICAS (La Habana) 14 (82): 68-69; en.-febr., 1974
[67]
EL SOL (Madrid) 3 mayo, 1934 y en NUEVA REVISTA DE
FILOLOGÍA HISPÁNICA (Madrid) 3 (3): jul.-sept., 1949.
[68] EL NACIONAL (Caracas) 30 dic., 1958
[69] EL NACIONAL (Caracas) 1 dic., 1955
[70] EL NACIONAL (Caracas) s. a. Datos tomados de un recorte.
[71]
DIARIO DE LA MARINA (La Habana) 15 en., 1928: 33.
[72] No tuvo España mejor embajador, a lo largo de los siglos, que don Quijote de la Mancha. GRANMA (La Habana) 5 abr., 1978: 4. il. EL PAÍS (Madrid) 5 abr., 1978: 24-25. il. Publicado bajo el título: Cervantes y la novela actual. GRANMA RESUMEN SEMANAL (La Habana) 16 abr. 1978: 5. il. Publicado en español, inglés y francés. CASA DE LAS AMÉRICAS (La Habana) 19(109): 82-85; jul.-ag., 1978. Paris: Imprimerie Cary, 1978. – s. p. Edición numerada. LA ESTAFETA LITERARIA (Madrid) (634): 4-6; 15 abr., 1979. il. Publicado bajo el título: Cervantes y la novela actual.
[73] Carpentier, Alejo. Alejo Carpentier: una literatura inmensa / ent. Ramón Chao. TRIUNFO (Madrid) 29 jun., 1974. En su: Entrevistas / comp., sel., pról., y notas de Virgilio López Lemus. – La Habana: Editorial Letras Cubanas, 1985. – p. 220-227.
[74] Carpentier, Alejo. Conversación con Alejo Carpentier / ent. Eduardo Hernaiz. PUEBLO LITERARIO (Madrid) 5 abr., 1978. En su: Entrevistas / comp., sel., pról., y notas de Virgilio López Lemus. – La Habana: Editorial Letras Cubanas, 1985. – p. 420-424.
[75] Carpentier, Alejo. Alejo Carpentier, Premio Cervantes / ent. Ramón Chao. LA QUINZAINE LITTÉRAIRE (Paris) 1/15 mayo, 1978 En su: Entrevistas / comp., sel., pról., y notas de Virgilio López Lemus. – LA HABANA: Editorial Letras Cubanas, 1985. – p. 430-432.
[76] Carpentier, Alejo. La Numancia. CARTELES (La Habana) 29 (34): 22, 55; 22 ag., 1937. il.
[77] Carpentier, Alejo. Nuevo libro sobre El Quijote. EL NACIONAL (Caracas) 29 oct., 1953 (Letra y Solfa)
[78] Carpentier, Alejo. Vitalidad de los clásicos. EL NACIONAL (Caracas) 29 oct., 1953. (Letra y Solfa)
[79]
Carpentier, Alejo. Don Quijote en la pantalla. EL NACIONAL
(Caracas) 22 en., 1954. (Letra y Solfa)
[80]
Carpentier, Alejo. Un absurdo intento. EL NACIONAL (Caracas) 11
jun., 1957. (Letras y Solfa)
[81] Carpentier, Alejo. Cinco conmemoraciones. EL NACIONAL (Caracas) 21 en., 1955 (Letra y Solfa)
[82]
Carpentier, Alejo. El libro sin fronteras. EL NACIONAL (Caracas) 1
sept., 1956. (Letra y Solfa)
[83] Carpentier, Alejo. Melancolía de lo cómico. EL NACIONAL (Caracas) 26 jun., 1957. (Letra y Solfa)
[84] Carpentier, Alejo. Cervantes y los románticos alemanes. EL NACIONAL (Caracas) 31 ag., 1957. (Letra y Solfa)
[85] Carpentier, Alejo. Un nuevo Retablo de Maese Pedro. EL NACIONAL (Caracas) 1 sept., 1960. (Letra y Solfa)
[86] Carpentier, Alejo. Don Quijote sale otra vez al camino. MÉXICO EN LA CULTURA 17 jul., 1960. Recorte depositado en la Colección Alejo Carpentier que atesora la Biblioteca Nacional José Martí. Colección donada en vida a esta institución por el autor de El Siglo de las Luces.
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Texto ingresado el 29 de mayo de 2013 en Letras-Uruguay
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