Reconozco que soy lo que tú sueñas
en la metamorfosis de tu vivida muerte,
allí donde el hilo de tu sangre
reclama la caricia de mi cuerpo,
reconozco también que en mí te estrenas
cada vez que me voy entre otras bocas
a ejercitar mi propia biología,
la furia de vivir que me consume,
el hambre que me quema cuerpo adentro,
reconozco que no me es necesario
acordarme de ti como de otras,
esas que yo rescato de mi olvido
pero que nunca logran seducirme
a una repetición entre las piernas,
esas que son sabor y melodía
liberando mis dedos con sus ganas
de espumas y arrecifes a contra vientre
cuando montan mis olas de furor
o se abren a la voracidad de ese otro orgasmo
que teje su poder entre mis dientes
para que yo me beba todo el infinito
donde el hueso y la carne se someten
a explosiones de tigres o volcanes
a posibilidades o fragancias,
estrategias que surgen de improviso
por si acaso me miro en los espejos
y no puedo sacarte del azogue
donde hoy vives sin mí y en tus distancias. |