Antropología |
Serie
ATENEO DE LENGUA Y CULTURA GUARANI Asunción,
Paraguay 2002 David
A. Galeano Olivera Profesor
de Antropología de la Universidad
Nacional de Asunción, en la
Carreras Lengua
Guarani (ISL – Facultad de Filosofía), Enfermería,
(IAB – Facultad de Ciencias Médicas),
Obstetricia
(IAB – Facultad de Ciencias Médicas), y Biología (Facultad de
Ciencias Exactas y Naturales)
Dedicatoria – Mandu’arâ A
mi entrañable profesor de Antropología, Roberto Melgarejo R. Che
mbo’ehára katupyry Avakuaatyguigua, Roberto Melgarejo R. A
mis alumnos Che
remimbo’ekuérape A
mis amigos de la Fundación Tekokatu Che
anrigû Tekokatuyguápe INDICE -
Introducción. -
Generalidades.
-
Antropología Física. -
Antropología Cultural. -
Folklore. -
El mundo de la cultura, subcultura y la invención.
-
Simbolismo y normas de la cultura.
-
Evolución cultural, problemas del cambio cultural y difusión - Bibliografía. Introducción Desde
su aparición sobre la faz de la tierra, el hombre en algún momento de su
existencia se planteó una serie de interrogantes que tienen que ver con
su existencia individual y colectiva, antes, hoy y en el porvenir. Dichas
interrogantes y sus probables respuestas marcaron y siguen marcando
notablemente el propio modelo de vida asumido por las sociedades, tratando
de orientar la vida humana hacia su mayor progreso y bienestar. A
lo largo de la historia cuestiones vinculadas con la creación, el
universo, la naturaleza terrena, la vida y la muerte humana, la educación,
la economía, la concepción del estado o la dualidad entre el espíritu y
la materia; concentraron la atención de primigenios filosofos griegos de
la talla de Tales de Mileto (s. VI ac), Pitágoras (572-497 ac), Empédocles
(490-430 ac), Sócrates (470-399 ac), Platón (428-348 ac), o Aristóteles
(384-322 ac); y de pensadores clásicos más recientes como San Agustín
(354-430, africano), Santo Tomás de Aquino (1225-1274, italiano), René
Descartes (1596-1650, francés), John Locke (1632-1714, inglés),
Jean-Jacques Rousseau (1712-1778, suizo), Georg Hegel (1770-1831, alemán),
Auguste Comte (1798-1857, francés), Immanuel Kant (1724-1804, alemán),
John Stuart Mill (1806-1873, inglés), Karl Marx (1818-1883, alemán),
Friedrich Nietzsche (1844-1900, alemán), Bertrand Russell (1872-1970,
norteamericano), José Ortega y Gasset (1883-1955, español), Jean Piaget
(1896-1980, suizo), Erich Fromm (1900-1980, judío-norteamericano), Karl
Popper (n. 1902, austriaco), Jean-Paul Sartre (1905-1980, francés), y
Martín Heidegger (1889-1976, alemán). Todos ellos, desde distintas
perspectivas históricas, religiosas, económicas, sociales y políticas
(democráticas, autocráticas, monárquicas, socialistas, comunistas, etc)
ensayaron diferentes posturas acerca del ser humano y su entorno terreno y
universal, finito e infinito. Sin
embargo hasta hoy permanecen firmes e inmutables las tres grandes interrogantes, que –como decíamos párrafos antes-
abrumaron y abruman en algún momento la vida del ser humano. ¿De
dónde venimos?, ¿Quiénes somos?, ¿Adónde vamos?. A la primera interrogante ¿De dónde
venimos?, se han ensayado algunas respuestas. Una -mas bien religiosa-
denominada teoría monogenista,
que intenta justificar el “todo” (creación: universo, tierra y vida),
a partir de la obra perfecta de Dios
(Jehová, Ala, Buda, Ñande Ru Papa Tenonde), y la otra llamada teoría poligenista, que intenta justificar el “todo” a partir,
por ejemplo, de la evolución de los elementos cósmicos mediante la
denominada teoría del “Big-Bang”, complementada por Charles Darwin,
con su teoría de la evolución de las especies (de los elementos químicos
surge el agua, la tierra, la vida marina, los vegetales y los animales y
dentro de éstos el ser humano). A
la segunda interrogante ¿Quiénes
somos?, surgieron varios intentos de respuestas. Si tomamos las teorías
expuestas (monogenista y poligenista) podríamos enunciar, por una parte,
que somos “hijos de Dios”; y por el otro lado, podríamos afirmar
acaso que somos el resultado de la evolución de numerosas especies.
Cualquiera sea la respuesta todavía debemos responder a: ¿porqué
tenemos estos rasgos físicos y no otros?, ¿qué debemos hacer con
nuestras vidas: vivir sólo vivir, vivir para trabajar, trabajar para
vivir, ser o tener? y lo más importante ¿para qué vivir?. Finalmente,
a la tercera interrogante ¿Adónde
vamos?, también se intenta responder con varias hipótesis, entre
ellas, la respuesta religiosa (según el cristianismo vamos al cielo, al
infierno o al purgatorio; de acuerdo con el desarrollo de
nuestra vida terrenal), para otros la muerte física conlleva a la
descomposición orgánica del cuerpo, cumpliendo con la regla de oro de la
naturaleza: En la naturaleza nada se pierde, todo se transforma... y nada
más. Todavía sobra responder a ¿qué ocurre después de la muerte?. Más
allá de la fe ¿existe o no Dios, el cielo o la vida después de la vida:
la reencarnación por ejemplo?.
A
pesar de todo y de todos, desde Tales de Mileto hasta hoy han pasado casi
3000 años, y esas tres grandes
interrogantes siguen siendo tales: interrogantes, pese al constante
filosofar humano. Sin
embargo consciente de su breve vida terrenal –considerando los varios
millones de años del propio universo- el ser humano sigue naciendo,
viviendo, procreando y muriendo, lo
“natural” su creatividad “cultural” transformando y perfeccionando
su propia creación. Ese cúmulo de experiencias y conocimientos humanos,
en todo tiempo y lugar de la tierra, se transmitió y se sigue difundiendo
mediante uno de los procesos producidos por el ingenio humano: la educación
(formal e informal). Debo decir que, movido por esas mismas interrogantes;
asimismo, por mi vinculación a la Cátedra
de Antropología dentro de la Universidad; y finalmente, por mi
pertenencia a un extraordinario grupo que continuamente procura generar
situaciones de cambio social hacia mejores horizontes; me permitido
transportar al papel una serie de reflexiones y experiencias personales
que, hoy, ven la luz de la vida, en un modesto formato de manual didáctico. Espero
que sea del agrado de los lectores. David
A. Galeano Olivera.
Generalidades
Etimológicamente,
la palabra Antropología deriva de la voz griega “anthropo” (hombre),
y del sufijo “logía” (ciencia). Su definición es, por tanto, “LA
CIENCIA DEL HOMBRE”. Su objeto y sujeto de estudio es el hombre.
Por su concepto es la ciencia que estudia al hombre como ser biológico y
cultural, desde su aparición sobre la faz de la tierra hasta nuestros días,
en todo tiempo y en todo lugar. Estudia al hombre en forma individual y en
forma colectiva. Antropología
hína peteî ñe’ê oúva griégogui. “Anthropo” he’ise “ava”,
ha ñe’êpehêtai upeigua “logía” katu he’ise “kuaaty”.
Antropología he’ise aipórô ava
kuaaty. Ojesarekokatu ava rehe. Upévare ja’ekuaa ha’eha
kuaaty ava retepy ha ava rembiapo rehegua, heñói guive yvy apére ko’agaite
peve, opaite ára ha opaite tendápe. Ojesarekokatu ava peteîteîre ha
avano’ôre.
Ciencias puras y ciencias aplicadas Las
Ciencias Puras (Tembikuaaty Ha’etéva) son aquellas que
prueban sus proposiciones sin recurrir a la experiencia. Buscan el saber
por el saber mismo. Ha’e umi tembikuaaty ohekáva arandu ombohetavévo
kuaaty, ndaha’éi ku oipuru hagua. Techapyrâ:
Filosofía (Arandupykuaaty) y Matemática (Papapykuaa). Las
Ciencias Aplicadas (Tembikuaaty Purúva) en cambio exploran,
describen y formulan predicciones sobre los hechos del mundo que nos
rodea: sus proposiciones deben ser confrontadas con los hechos y sólo son
válidas sin son verficadas en la experiencia. Tienen por fin aplicar los
conocimientos obtenidos, mediante las investigaciones de las Ciencias
puras, para aumentar el bienestar de la población. Ha’e umi tembikuaaty
oñeha’âva ombohovake apytu’û kuaa opa hendápe, ha upekuévo oipuru
arandu, ohekávo ava rekokatu. Techapyrâ:
Biología (Tekovekuaaty), Sociología (Avarekokuaaty), Lingüística (Ñe’ê’etakuaaty),
Economía (Virurekokuaa), Política (Avarekokatukuaa), Historia (Tembiasakue),
y Antropología (Avakuaaty).
La antropología y las demás ciencias
La
antropología se diferencia de otras ciencias humanistas, por que ella
estudia al hombre en su totalidad; mientras que las demás ciencias se
basan en ciertas características o aspectos del hombre biológico o del
hombre cultural. Así por ejemplo, la Psicología
estudia particularmente el aspecto conductual o el comportamiento del
hombre; la Sociología estudia particularmente al hombre en su interacción
social; la Anatomía estudia en
particular la estructura o morfología de los órganos, aparatos y
sistemas del hombre biológico; mientras que la Fisiología
estudia las funciones de dichos órganos, aparatos y sistemas del hombre
biológico. Así
hemos apreciado, esencialmente, como en la Psicología, la Sociología, la
Anatomía y la Fisiología por ejemplo, existe una especialización por
estudiar aspectos específicos del hombre; en tanto que, la Antropología,
como decíamos anteriormente, estudia
al hombre en su totalidad. Avakuaaty
ojoavy ambue kuaatýgui, ha’égui pe ojesarekokatupaitéva aváre. Ambue
kuaatykuéra niko ojesareko
sa’isa’i aváre. Psicología ojesareko ava apytu’ûre, Sociología
katu ava reko tekohápe, Anatomía ojesareko ava retepy ysajakatúre, ha
Fisiología katu ava retepy ku’ekatúre. Psicología
(Apytu’ûkuaaty), Sociología (Avarekokuaaty), Anatomía (Teteysajakuaa)
ha Fisiología (Teteku’ekuaaty) ojesakorekokatu hikuái ava rekove vorére;
Avakuaaty katu ojesarekokatupaite ava rekovére.
Naturaleza y alcance de los estudios antropológicos
Por
su naturaleza, la Antropología es una ciencia humanista aplicada,
ya que se basa fundamentalmente en los aspectos biológicos y culturales
del ser humano, que -como se sabe- están supeditados a constantes
cambios, o transformaciones. Por ello, en Antropología nunca se puede
generalizar o totalizar los fenómenos; ya que los seres humanos no somos
iguales ni física ni culturalmente. Cuando
se habla del alcance de la
antropología en cuanto ciencia del hombre, se hace referencia a las
posibilidades de estudio que ofrece esta ciencia; es decir, “desde dónde?”
y “hasta dónde?” se pueden utilizar los presupuestos antropológicos
para definir las características humanas, ya sea desde el origen del
hombre hasta nuestros días, de una zona geográfica en particular,
reconocida como país o nación, desde su aparición como tal hasta
nuestros días; o bien, únicamente la actualidad de esa nación o región
específica. Avakuaaty
reko niko
ohechauka ñandéve Antropología ha’eha peteî kuaaty oku’e tapiáva
ha ombyatýva heta arandu, akóinte oñembopyahujeyjeýva ko’ê ko’êre.
Avakuaaty ndaha’éi peteî kuaaty ohupytypámava ikotevêita. Heta mba’e
gueterei hemby ojehupytyva’erâ hese ae. Avakuaaty rupi ja’ekuaa avei
ndaiporiha joja mba’evépe. Añetehápe jajojogua agakatu ndajajojái. Avakuaaty
hupytypy katu
ohechauka ñandéve “moô guive” “moô peve” oho ijesarekokatu, ha
mba’éichaitépa jaipurukuaa umi arandu ombyatýva ñamyatyrô, ñambohetia’eve
ha ñamotenondevévo ava rekokatu ko yvy apére, taha’e ha’ehápe ha
avei opaite árape.
El tema o problema central de la antropología
Como
ciencia aplicada que es, la Antropología basándose en los métodos y técnicas
de las Ciencias Biológicas y las Ciencias Sociales; centra su estudio en
el hombre, por una parte como miembro del reino animal o como un animal más
de la especie; y por otra, en su condición de ser creador o cultural,
miembro de una sociedad con características particulares y definidas por
un tiempo y espacio. La Antropología estudia al hombre biológico o
cultural desde su aparición sobre la faz de la tierra hasta nuestros días;
ya sea en forma individual o colectiva. Paradójicamente,
el ser humano creador y recreador de la cultura no midió las
consecuencias de muchas de sus creaciones y recreaciones, que hoy a través
de sus efectos le causan todo tipo de estragos, principalmente en materia
biológica y ambiental, lo que directamente incide sobre el bienestar y el
desarrollo de las sociedades humanas. A partir de 1900, el hombre es el problema.
Creó la máquina de vapor, luego todo tipo de vehículos y enormes fábricas
con imponentes chimeneas, procurando “soluciones” a sus necesidades,
buscando comodidades de toda índole; pero con el tiempo sólo “logró”
contaminar peligrosamente “su” medio ambiente, perjudicando sobretodo
la vida futura, es decir, el de las generaciones venideras. Hoy, la
contaminación y la destrucción ambiental generadas a partir de las
creaciones y recreaciones humanas, se manifiestan mediante graves
problemas tales como: la lluvia acida, la alteración del efecto
invernadero y la reducción de la capa de ozono, por ejemplo. La situación del
hombre en el Paraguay tampoco deja de ser preocupante. Al no existir políticas
de previsión ambiental, hoy son innumerables los problemas que nos
afectan, generados -conciente o inconcientemente- por el propio ser humano
que aquí vive. La región oriental otrora cubierta de importantes
extensiones de bosques, en la actualidad se halla prácticamente desierta,
según un último censo forestal, en 1997 se constato la existencia de
apenas 7% de superficie cubierta de bosque. Esa situación generó una
gran extensión de suelo casi desierto, con su consecuente efecto en el
clima y la extinción de especies animales. El medio ambiente sufre drásticos
cambios. A ello debemos sumar la contaminación ambiental de los grandes
centros urbanos, como Asunción, Ciudad del Este y Encarnación.
Agreguemos también el uso de peligrosos agrotóxicos en la producción
agrícola, y la contaminación también de los cursos de aguas por
efluentes industriales, desagües cloacales y de otro orígen. La corrupción, el
endeudamiento internacional (BM, FMI, etc.) y el gigantismo estatal
(excesivo número de funcionarios) hacen, por otra parte, que el
presupuesto general de gastos de la nación ya no atienda las urgentes
necesidades en materia de salud y educación. Casi el 70% de la población
paraguaya tiene carencia de yodo. Según datos estadísticos del
Ministerio de Educación, publicados en el año 2000, más de 1.500.000
habitantes en edad escolar, son analfabetos; y por otra parte, sólo el 4%
de los alumnos del campo termina la secundaria.
Avakuaaty
niko hína tembikuaaty purúva
ha upéicha rupi oipuru Tekovekuaaty ha Avarekokuaaty tapereko ha
aporekoita. Ojesarekokatu aváre. Ava niko hekove rupi ha’e avei mymba
ha iñarandu rupi ha’e tembiapohára, oikóva hekohápe hapichakuéra
ndive, peteï ára ha peteî tendápe. Avakuaaty ojesarekokatu aváre
tekove ha tembiapoháraicha, heñói guive yvy apére ko’agaite peve;
jepémo peteî térâ avano’ôháicha. Ava
-opaite tembiapo apohára ha tembiapo oîmava mboambuehára- ñaimo’â
ku ndohechakuaáiva’ekue mba’épepa umi hembiapoita ojevykuaa hi’ári
ombyaívo hekove ha hekoha. 1900 guive ava reko ojejaho’i apañuâime.
Ojapo heta mba’e ohekávo teko porâve, ágakatu umi mba’e ojapóva
jaguarete pochýicha ojeity uperiremínte hi’ári, ha peichahápe
omoypytû henonderâ. Ava ombyai, omongy’a ha ojuka hekoha ha upekuévo
ijupe. Ñane retâme
ndajapytái tapykuépe. Ñande avei ñambyaipaite pya’e pya’épe ñande
rekoha. Yma oîva’ekue aipo ka’aguasu, okakuaahápe opaichagua yvyra
omohesâiva ava rekoha. Ndahi’aréi ojepapa yvyraty ha mbovymínte
ojejuhu (7%). Upehaguére umi yvy inandipáva ko’ága, ndaikatuivéima
ojepuru mba’everâ, yvyku’ireíntema. Ara pytu jepe iñambuepa ha heta
mymba omano ha oguéma ñande yvy ape árigui. Upéicha avei umi táva
tuichavéva: Paraguay, Ciudad del Este ha Encarnación avei henyhêma mba’e
ky’águi, mbeguekatúpe ombohasy ha ojukátava ñande rapichakuérape
omoigévo hetepýpe umi mba’e ijaipáva. Ja’ekuaa avei heta ñemitÿhára
oipuruha -oikuaa ha oikuaa’ÿre- pohâ vaieta omongueragua’u hagua
ikogaty. Ndopytáinte avei tapykuépe umi ysyry -yma ipotî sakâva- ko’ága
iky’apaitéva. Mondaha ha Pokarê
heta oîhaguére; avei, heta pirapire jaipurúgui ambue tetâgui ha
tekotevëva ñambojevy; ha ipahápe, oîhaguére hetaiterei mba’ápohára
okambúva ñade retâre; pirapireita nome’êvéima oñembohovake hagua
umi ñekotevê jaguerekóva tesâi ha tekombo’épe. Péicha rupi, heta
ñande rapicha ohasa asy hogaygua ndive, mburuvichakuéra ndojesarekoihaguére
hesekuéra. Iporâ jaikuaami ñane retâme hetaiterei oîha tapicha
oikotevêva jódo, haimete 70%. Avei Ministerio de Educación, ary 2000-pe,
ojuhu hetaitereiha avei umi omoñe’ê
ha ohaikuaa’ÿva, umíva katu ohasa 1.500.000 tapicha ñane retâyguáva,
ohupytýmava ary oho hagua mbo’ehaópe ha ndohóiva. Upéicha avei sa’ietevéntema
umi omoguahêva hu’âme iñemoarandu mitârusu
mbo’ehaópe. 100%-gui, 4%-nte umi ohupytýva upe kerayvoty.
Trascendencia de los estudios antropológicos
La
trascendencia de la Antropología se refleja en las utilidades que deja
toda investigación antropológica; es decir, que toda investigación de
los aspectos biológicos y culturales del hombre tiene un valor o una
importancia que bien podría cooperar en la solución de muchos de los
problemas que afectan a una población determinada. Así
por ejemplo, si se hacen estudios sobre la realidad de la educación y la
salud en el Paraguay, tomando como base los problemas biológicos y
culturales que afectan a la población, bien podría obtenerse importantes
datos que ayuden a lograr a corto, mediano y largo alcance el bienestar
deseado. ¿Porqué los niños abandonan las escuelas paraguayas?, por
problemas lingüísticos, alimentarios, sanitarios, o económicos. La
pobreza cultural de gran parte de nuestra población, con respecto a los
avaces tecnológicos, científicos y de otros conocimientos, tienen relación
con la manera en que se imparte la educación y el uso de los idiomas en
la educación?. Porqué existe una alta cantidad de analfabetos en el país?.
Los acuciantes problemas de salud que existen en el país tienen relación
o no con la educación y el nivel cultural de la población?. Porqué en
el Paraguay se cree en los denominados: ohéo, kambyrujere, py’aruru,
empácho, etc?. Están estas “patologías” definidas técnicamente por
los profesionales de la salud?. Cuántos estudios formales se han
realizado en dicho campo?. Todas
esas preguntas tienen que ver con la trascendencia de los estudios
antropológicos, ya que todas ellas refieren al ser humano en su condición
biológica y cultural. Si los docentes, investigadores, profesionales médicos,
biólogos, lingüísticas, etc. dedicaran su atención y sus
investigaciones a estos cuestionamientos y a otros, lograrían descifrar
muchos de los problemas que afectan a ese hombre biológico-cultural
paraguayo; y ayudarían, si se implementasen las acciones
correspondientes, a solucionar muchos de esos aspectos problemáticos. Esa
es la trascendencia de los estudios antropológicos, particularmente de
los que se podrían dar en nuestro país, donde las investigaciones son
aun incipientes, y escasamente promocionadas. Hasta hoy, con honrosas
excepciones, las Universidades del país no han resuelto el fomento de las
investigaciones científicas, que en el fondo constituyen la razón de ser
de las mismas universidades. Avakuaaty
niko hína tuicha oipytyvô ava ha avano’ô itenonde ha hekokatuve hagua.
Heta mba’e ava retepy ha ava rembiapoguigua hesakâve avakuaaty rupive,
ha upe tesakâve ñanderesape’a ñambohasaporâve hagua ñande rekove,
jekupytýpe, ko yvy ape ári. Heta
mba’e hesakâ’yva ñane retâme tekombo’e térâ tesâiguigua, ñamohesakâkuaa
Avakuaaty rupive, ha upekuévo ikatuva’erâ, ko’ê ko’êre, ñambohovái
hekopete ñande rapicha Paraguay remikotevê. Ko’agaite peve heta
porandu ndojuhúi gueterei mbohovái ñane retâygua apytépe. Mba’érepa
mitâmimi ndoikéi térâ ohejarei mbo’ehao: oiménepa noñemoarandúigui
iñe’êteépe, térâpa ndokaruporâigui, ÿrôpa nahesâigui, térâpa
imboriahúgui. Mba’éretepa avei ñande rapicha Paraguay naikatupyrypái
arandu pyahúpe, mba’éretepa imombyry hikuái kuaatykuéragui. Umi mba’épa
ojehu noguahêigui jehai ha ñemoñe’êkuaa maymávape, térâpa mba’ére
añetehápe. Umi mba’asýpa ñandeaho’i tekombo’e naiporâmbáigui.
Mba’érepa jaguerovia ha ñamonguera arandu ka’aty rupive: ohéo,
kambyryrujere, py’aruru ha aipo empácho. Mba’éretepa umi pohânohára
oñemoaranduva’ekue mbo’ehaovusúpe ndogueroviapái umi mba’asy. Umi
porandu jajapova’ekue ha’e umi omyangekóiva Avakuaatýpe. Ñambohováirô
tekotevêháicha jahupytýne, ja’ehaguéicha, tekoporâve yvy ape ári.
Mbo’ehára, Tembikuaarekahára, Pohânohára, Tekovekuaatyhára, ha Ñe’êkuaatyhára
jajapóramo ñandejupe umi porandu ha jahekárô mbohovái tembikuaaty
rupive, ñamyatyrône heta mba’e vai, heta mba’asy, heta jepy’apy;
ha upekuévo ñamboguatáne ñane retâ tape pyahu ha iporâvare. Peichahápe
avei ñaikûmbyporâvéne mbo’ehaovusu rembiapo ha rembiaporâ. Tekotevê
aipórô ñambopyahu ñane remiandu mbo’ehaovusúpe, ha tembikuaareka
rupive ñañemo’aguive tekokatúgui.
Lo natural frente a lo cultural
La
educación elemental nos ubica tempranamente ante la naturaleza,
definida técnicamente como conjunto,
orden y disposición de todas las cosas del universo no influidas o
modificadas por el hombre. A partir de dicho concepto se puede inferir
que desde el mismísimo universo con sus planetas, entre ellos la tierra
con zonas terrestres y marinas, los arboles, animales y todas las
variedades minerales conforman sin duda la naturaleza. Por el otro lado,
encontramos al hombre y su ingenio creativo y recreativo, manifestado en
la cultura, que básicamente se
define como “todo aquello que el hombre crea y recrea” o como modelo
de vida que sirve de guía potencial para el comportamiento humano. Por
consiguiente, se deduce que toda creación humana es cultura, desde una
silla, el modelo y la construcción de una vivienda, el botón, la
computadora, la concepción y la práctica de la guerra, la droga, el
suicidio, etc. Ahora bien debemos convenir que mucha de las creaciones
humanas tienen por base elementos naturales. Por ejemplo a partir de la
madera de los árboles construye mesas, sillas, armarios, camas, etc; así
también tomando como base la carne de animales domésticos o silvestres,
elabora distintos platos, les da forma, color, y nombre culinario. Con la
arcilla elabora ladrillos, tejas, etc. y construye las casas.
De
lo expuesto podemos aseverar que la cultura y la naturaleza entrecruzan y
mezclan sus principios, a partir de los intereses humanos. Lo malo es que
hoy día, la cultura a ganado grandes espacios pero en detrimento de la
naturaleza. Donde antes había montes hoy emergen grandes ciudades con
rascacielos, con viaductos y caminos de cementos, con infinidad de cables,
con vehículos que polucionan el medio.
Esta situación nos plantea un hecho concreto el hombre con la
excusa de la evolución y de su creatividad, consciente o
inconscientemente se destruye a sí mismo y su medio, por no haber
planificado la manera de desarrollar su vida mediante una relación
equilibrada y armónica entre lo cultural y lo natural. De todas maneras,
y siendo optimistas, todavía hay tiempo, pero para el efecto nuevamente
dependemos del más importante proceso hasta hoy concebido por el ser
humano: la educación. Voi guive tekombo’e
rupive jaikuaa mba’épa hína tekogua.
Ja’e hese ha’ehahína opaite mba’e oî ha oikóva arapýpe, osê’ÿva
ava apytu’ûgui térâ ava rembiapógui. Umi mba’e apytépe oî arapy
ha oîva guive ipype taha’e mbyja ha yvyapu’aita, ha umíva apytépe
ñande yvyapu’a “Tierra”
ha oîva ipype: yvy ha y, yvyra, mymba ha ita opaichagua. Opa umi mba’e
ijapaite tekoguápe. Henondépe,
jajuhu ava rembiapoita, ha’evahína
opaite mba’e ha’e ojapóva ha ombopyahúva; térâ katu, ja’ekuaa tembiapo ha’eha upe mba’e oisâmbyhýva avakuéra reko.
Upehaguetére ja’ekuaa -amo hapópe- opa mba’e omoheñóiva ava ha’eha
tembiapo, taha’éjepe peteî apyka, óga apo, peteî votô, ÿramo
jejuka ha avei umi ñorairô mokôi térâ heta tetâ omoñepyrûva. Ja’ekuaa
avei ava rembiapo oipuruha mba’e
oîva tekoguápe. Peichahápe
oipuru umi yvyra ojapo hagua apyka, mesa, tupa umíva. Upéicha avei
oipyhy vaka térâ ambue mymba ro’ô ojapo hagua hembi’urâ ha’evoi
ombohérava peteîteî. Yvy katu oipuru ojogapo hagua hamba’e. Umi mba’e ápe ñahesa’ÿijova’ekue ohechauka ñandéve mba’eichaite pevéva tembiapo ha tekogua ojehe’a ojuehe, ava oipotáma guive. Upéicharô jepe, upe mba’e ivaivéva niko ojehu ko’ága rupi jahechávo mba’eichaitépa tembiapo itenonde ohóvo -mbaretépe- tekoguáre. Tembiapo ojuka ohóvo tekoguápe. Yma oîhaguépe ka’aguasu ko’ága henyhê táva, ogaitá ha mba’yryguatágui omongy’áva tekoha. Ko mba’e vaiete ojehúva ohechauka ñandéve mba’éichapa ava ohechakuaa’ÿre ojejuka ha ojuka upe hekoha pya’e pya’épe. Oñangareko rire mokôivévare: tembiapo ha tekoguáre ndojehumo’âikuri umi mba’e vaiete ñande aho’íva. Upeichavérô jepe, ikatu gueterei ñañakârapu’â ha upe mba’e jahupyty hagua tekotevê jaipuru hekopete peteî mba’e porâ jaguerekóva ha’evahína tekombo’e. Upeichaite. Ñahekombo’eporârô mitâ ha mitârusúpe ñaipytyvôjeýne tekoguápe oñakârapu’â hagua mbeguekatúpe.
El hombre material y el hombre espiritual
Así
como la leyenda bíblica de la “Torre de Babel” nos muestra, en
principio a los seres humanos construyendo un “camino” para llegar al
cielo, y por ende a Dios, y que al no lograrlo se dispersan y originan en
lugares distintos, sociedades distintas, con idiomas diferentes; podemos
decir que por causas históricas, religiosas, económicas, sociales y políticas
el hombre convivió con sus pares, y por las causas mencionadas migró y
se integró o conformó nuevas comunidades, con
formas de vivir distintas. Ese
deambular humano, en todos los tiempos, hizo también que hoy existiesen
comunidades, como las occidentales por ejemplo, donde el ser humano debe
“vivir para trabajar” y “vivir para tener”. Tan intensas son las
revoluciones de la vida en estas comunidades que prácticamente nadie
piensa en el “vivir para ser”. Jornadas laborales y de estudios
prolongadas, variedad de entretenimientos (pacíficos y violentos), y la
cobertura de todo el tiempo disponible del ser humano por la avalancha de
“tentaciones” que ofrece la “sociedad de consumo”, a través de la
televisión, las radioemisoras y los periódicos; han cooperado para la
aparición del hombre
material o más exactamente materialista u hombre moderno como
algunos lo denominan. Es el hombre de
“hoy”, el “mas civilizado”, capaz de entretenerse observando –cómodamente
desde el televisor de su casa- una guerra entre dos países de cualquier
lugar del mundo o un partido de fútbol. Trabaja diariamente varias horas
y tiene “compromisos delicados de último momento”, de “vida o
muerte”. Es el hombre que padece a su vez patologías tan modernas como
el surmenaje, el estrés, o tiene hipertensión arterial. Es el hombre que
no respeta a la naturaleza y mucho menos –ni respeta ni conoce- su
propia estructura y funcionamiento corporal. Es incapaz de apreciar un
hermoso amanecer o una bella flor. Se acuerda de Dios –si es creyente-
yendo a la iglesia pero mientras dura la misa o el culto solo piensa en su
trabajo pendiente, porque –en el fondo- él solo tiene que “vivir para
trabajar” y “vivir para tener”. Acerca de este hombre material cabe
pensar: Para qué tener todo?, o será que todo lo que obtuvo seguirá
siendo suyo después de la muerte?. Pero no todos fuimos
y somos así, pues hasta hoy existen seres humanos que tienen otra radical
concepción de la vida y de las cosas, se constituyen en la otra cara de
la moneda. Un ejemplo elocuente lo constituye la sociedad Guarani cuyos
miembros se esmeran en “vivir para ser”. Ellos saben que la vida
terrenal es breve, y para ellos es un tránsito hacia la “tierra sin
males”; por consiguiente, nada es nuestro: ni la tierra, ni las plantas
ni los animales. No son de nadie en particular pero están a disposición
de todos, para su uso racional, ya que debemos heredarlos a nuestros
descendientes y así sucesivamente. No conocen el dinero ni les interesa.
Viven “en” y “con” la naturaleza, y procuran desarrollarse
plenamente como personas procurando para el efecto “ser “. Buscan el
“tekokatu”, que es el estado de plenitud o perfección (teko=persona,vida
y katu=pleno/a, perfecto/a). No son personas
materialistas son más bien espiritualistas.
Cuando necesitan alimentarse la madre naturaleza les provee, cuando están
cansados y desean dormir -sin mas trámites- duermen. No conocen el
surmenaje, el estrés o la hipertensión arterial. No cumplen horarios de
oficina. Pero no existe en la humanidad gente que –como ellos- conozca
tan profundamente los “secretos”, la perfección y belleza de la
naturaleza: el firmamento, las plantas, los animales. Viven “para ser”
y saben –mejor que los occidentales- que nada de lo material juntado se
podrá transportar al morir. Para ellos la cuestión no
es vivir para tener sino “vivir
para ser”. Biblia-pe
niko oñemombe’u yma, ymaite, ñande ypykuéra oñeha’âhague ohupyty
yvága ha upevarâ omopu’âhague aipo “Torre
de Babel” oje’eha oñemoaguivévo Tupâgui. Heta oñeha’â rire
ndohupytykuaáikuri hembipota ha upevakuére ñande rapicha oikundaha ñepyrû
heta tape rupi. Ojeipa hikuái ojuehegui. Upevakuére ndaje oñepyrû heñói
heta táva ha opaichagua ava no’ô oparupirei, oñe’êva heta hendáicha.
Jepémo ndapeichái ojehúkuri, upe mombe’ugua’u oñeha’â ñanderesape’a
ohechaukávo ñandéve ñande retaha yvy ape ári ha jajoavyha heta mba’épe:
tembiasakue, jeroviakatu, virurekokuaa ha tembipotápe. Upéicha rupi -hetahaguére
ava no’ô- mayma jajoavy avei ñande rembipotápe. Jaju ko yvy ape ári
ha ndaijaikuaaporâi ma’erâpa. Upevakuére heta oî ñande rapichakuéra
apytépe imba’epotávante,
oheka’ÿva tekokatu. Umi imba’epotáva
ou omba’apohaguánte ha oiko omba’apohápente, ohupyty hagua heta viru
ha viru rupive oñeha’â oguereko ha ojogua ikatumíva guive, tahepy
hepyháicha. Omba’apo iko’ê guive pyharepyte peve. Noñangarekói
ijehe. Ipy’arage. Upéicha rupi okakuaapa mboyve hasykatupaitéma avei.
Ohecha’ipaitéma ha ndahoryvéima. Ndohechakuaavéima mba’eporâita oîva
tekoguápe. Iporâva’erâ ñañeporandu
hesehápe: ¿Ma’erâtepa omba’apoiterei?. ¿Mba’érepiko
oguerekopase?. Amo hapópe, ága omano mboyve ¿mba’épiko ojapopáta
mba’e’etaita ombyatyva’ekuégui ha ma’erâkatupiko ombyaty aiporô?. Ága katu ndaha’éi peichagua meme umi jaikóva yvy ape ári. Oî avei ohecháva tekove ambue hendaicha ha he’íva hikuái tekotevêha jaheka tekokatu ha ñamboyke mba’epota. Ko’âva apytépe oime hikuái umi ñande rapicha Guarani, ohekáva añetehápe upe tekokatu. Ha’ekuéra oikuaa porâ ko ñande rekove mbykyha yvy apére, ha mba’eve’ÿre jahajeytaha yvy ape árigui ága ñamanóvo. Oikuaa porâ avei yvy ndaha’eiha ñanemba’e ha reieténte ñañemomba’eha hese. Yvy ha oîmíva guive ipype: ka’avo, mymba ha itakuéra; ndaha’éi ñanemba’e. Oikuaa porâ hikuái jajuha yvy ape ári jahekávo tekokatu ha upe mba’e jahupytytaha ñande rekopotî ramo añoite. Upevakuére ha’ekuéra oñeha’â oiko porâ tekohápe ha tekoha ndive. Upévare ha’ekuéra oñeha’â ohupyty tekokatu ha omboyke mba’epota.
División de la antropología
Existen
muchos y variados problemas vinculados al tema central de la Antropología,
que definimos anteriormente. Cada problema o serie de problemas precisa
para su análisis, el desarrollo de métodos específicos. Por ello, la
Antropología, como muchas otras disciplinas, se divide en numerosas
ramas, que se definen mejor bajo dos títulos principales: 1)Antropología
Física, y 2)Antropología
Cultural. Heta ha opaichagua apañuâi oî oñemyesakâkuaáva Avakuaaty rupive. Umi apañuâi oñeikûmby hagua tekotevê ojepurukatu taperekokuéra. Upévare, Avakuaaty, ambue kuaatýicha, oñemboja’o heta hendápe, ága katu mokôi hína umi ojekuaavéva: 1)Avakuaaty tetepyguigua, ha 2)Avakuaaty tembiapoguigua.
Hemos
comprendido al definir la Antropología, al referir al tema o problema
central de la Antropología, y al señalar su naturaleza y alcance, y
trascendencia; el valor que tiene en cuanto ciencia que estudia al hombre
en su totalidad, pues busca señalar las características biológicas y
culturales del hombre, en relación al tiempo y espacio físico en que
vivió, vive o vivirá. A partir de lo enunciado podemos hablar de la
importancia innegable de la Antropología para el estudiante. En particular, la Antropología Cultural es la que
cooperará con él, mediante los instrumentos operacionales que aporta
(metodología y técnicas que su utilizan en las Ciencias Sociales); a
analizar distintos aspectos físicos y culturales, tales como las
variaciones biológicas y ambientales; o cuestiones vinculadas a la
educación, la lingüística, la literatura, el bilingüismo, el folklore,
o aspectos que refieren a las Culturas Indígenas que aún sobreviven en
territorio paraguayo. El
estudiante no tiene que ser un mero repetidor de esquemas
preestablecidos, o de añejos dictaditos, o de supuestas “verdades
absolutas” que no admiten discusión. El debe ser -en esencia- un
individuo dinámico, cuestionador, progresista; un agente de constante
cambio que conduzca a un mayor y mejor perfeccionamiento no sólo de su
persona, sino de la ciencia que estudia; debe ser un intérprete del
tiempo y del espacio que ocupa. Son
contados incipientes aún los trabajos de orden antropológico que -con éxito
y proficiencia- se han practicado en el país. También el estudiante
tiene esa obligación, por lo menos moral, de indagar en dichas áreas de
investigación antropológica. De todo lo expuesto precedentemente, se
desprende la importancia de la Antropología en la educación.
Recordemos que cada nación nace, se desarrolla y se mantiene en medios
geográfico-ambientales diferentes, con culturas diferentes; éso requiere
de investigaciones antropológicas que permitan definir el perfil biológico
y cultural de cada comunidad o nación. Una vez definidas dichas
peculiaridades, se podrán proyectar políticas y estrategias para la
educación, la salud, la economía, o la actividad agropecuaria, que
tiendan al bienestar y el progreso de dicha comunidad o nación. En el
caso particular del Paraguay, los estudios antropológicos son de
fundamental importancia para el relevamiento de la situación
socio-cultural, anterior y actual, parcial o colectiva de la nación. La
Antropología, mediante la metodología de las Ciencias Sociales, ofrece
distintas técnicas de investigación, tales como: la observación, la
entrevista, el cuestionario, el experimento, y la estadística, como
alternativas para el desarrollo de los señalados estudios. Recordemos
que la educación tiene su razón de ser más trascendente en los
conocimientos que procedenten de las investigaciones científicas, por
consiguiente, las instituciones educativa deben convertirse en “laboratorios”, en
centros de investigación antropológica promotores, productores y
difusores de los nuevos conocimientos científicos; cooperando de esa
manera, dinámica, responsable, y críticamente en la promoción educativa
y cultural de la nación, a través de propuestas y emprendimientos válidos,
competentes y progresistas, productos de dichas investigaciones. Ñamyesakâvo
Avakuaaty he’iséva, jahechakuaákuri mba’éichapa hypy’û ha
ipypuku umi arandu ombyatýva. Upévare ja’ekuaa Avakuaaty oipytyvôtaha
añetehápe temimbo’épe
hembiapópe, ome’êvo ichupe tapereko ha aporeko oikotevêva ohesa’ÿijo
hagua hetepy, hekoha, tekombo’e, ñe’êkuaa, ñe’êporâhaipyre, ñe’êkôi,
tavarandu, térâ katu ñande ypykue reko. Temibo’e ndaha’eiva’erâ ku
ojaporeínteva hembiapo, vaivai; térâ arandu ka’atýpente oñembokatupyrýva,
ÿrô katu ogueroviareipáva ohendúva guive oikuaaporâ’ÿre. Ha’e oñeporanduva’erâ
ijupevoi ha oporanduva’erâ taha’eha’évape umi mba’e nahesakâporâiva
chupe. Ohekava’erâ tekokatu, itenondeve’arâ. Omyatyrô’arâ hekovaíva,
ombopyahujeyjey’arâ hembikuaa. Oikova’erâ arapysandúicha.
Ojesarekova’erâ opaite mba’ére ha upevarâ oñemoarandukatuva’erâ.
Ndahetái
niko avakuaaty rembikuaarekahára ñane retâme. Upe mba’ére tekotevê
avei jajepy’apy. Ja’ehaguéicha Avakuaaty oipytyvô añetéta temimbo’épe
oñembokatupyry aja ha upéi hembiapópe. Tetâ oîva guive ha iñasâiva
yvy apére, ojoavy katuete hembikuaápe. Umi joavy hesakâporâve hagua ñandéve,
tekotevê jaipuru Avakuaaty, hese ae jaikuaáta mba’érepa tetâ ha
avano’ô heko ha hembikuaa ambue hikuái. Jaikuaávo umi mba’e ikatuva’erâ
avei ñambopyahu tetâ rembiasa opaite mba’épe: tekombo’e, tesâi,
virupurukuaápe. Avakuaaty rupive ñahesa’yijokuaa Paraguay rembiasa,
yma ha ága, ha upekuévo jaikuaaporâvéta avei moôguipa jaju, mávapa
ñande ha moôgotopa jaha. Avakuaaty oikuaauka temimbo’ekuérape
umi aporeko oipurukuaáva tembikuaarekápe: jesareko aporeko, poranduhaipy
aporeko, porandujoyvy aporeko, andu’aporeko, papy’aporeko hamba’e,
ombohape hagua iñemoarandu taha’e ha’éva mba’épe. Mbo’ehaokuéra omotenonde tembikuareka ha tembikuaaty, upévare mbo’ehaógui oikova’erâ tembikuaareka renda, oikova’erâ chugui Avakuaaty raity, ikatuhaguáicha hyepy guive ojeheka, ojehupyty, oñembyaty, oñembopyahujey ha ojekuaauka arandu pyahu; péicha ñaipytyvóta ñane retâme teko porâve rekávo.
Antropología física Avakuaaty tetepyguigua Esta
parte de la Antropología estudia los aspectos biológicos del hombre,
esto es, el hombre en cuanto ser animal. Se vuelve a dividir en dos
campos: 1)El estudio del hombre como producto de un proceso evolutivo, y
2)El estudio de las poblaciones humanas. La
adaptación al medio ambiente, la herencia biológica, las evidencias de
relaciones de semejanza entre el hombre y los demás animales, son algunos
de los temas que interesan a la Antropología Física. Ko
Avakuaaty vore ojesarekokatu ava retepýre ohesa’yijóvo ichupe mymbáicha
mymbaita apytépe. Oñemboja’ojey mokôime: 1)Ava retepy myesakâ yma
guive ága peve, ha 2)Avano’ô kuaa ha ñemyesakâ. Jepokuaa
tekoháre, tetepy rejapyre, ava ha mymba retepy jejogua hína umi mba’e
omyangekôiva Avakuaaty Tetepyguiguápe, heta mba’e apytépe. Techapyrâ: El bocio evidencia la falta de yodo. El
yodo es un constituyente esencial de las hormonas tiroideas, que son
producidas por las glándulas tiroides, ubicadas debajo de la laringe y a
ambos lados de la tráquea. Las dos hormonas juegan un papel importante en
el crecimiento y desarrollo normal del cerebro, los nervios y otros
tejidos como también regulan la actividad metabólica del cuerpo. Cuando
el consumo de yodo es insuficiente a través de largos períodos de
tiempo, la producción de hormonas tiroideas disminuye con lo que se
estimula el crecimiento celular de las tiroides y el agrandamiento
resultante de la glándula se conoce como bocio. La
aparición del bocio es el
resultado más evidente de la deficiencia de yodo, pero el menos serio, a
menos que este llegue a extremadamente grande y que comprima la tráquea,
su presencia no entraña mayor daño que el estético. Cuando las
modificaciones adaptativas resultan insuficientes para la función metabólica
normal, una persona puede llegar a la hipotiroides. En adultos y niños
mayores el hipotiroidismo produce
retardo en las funciones corporales y disminuye la productividad mental y
física. Mientras que en neonatos y niños menores, la
insuficiencia de hormonas tiroideas circulantes causa daño al cerebro en
desarrollo y a los tejidos del sistema nervioso central, produciendo
grados variables de retardo mental y físico irreversibles. Cuando
la deficiencia de yodo es severa, puede ocurrir el cretinismo
endémico. Este término está reservado para un retardo físico y
mental severo que con frecuencia está acompañado por problemas de audición
y del lenguaje irreversibles e hipotiroidismo. Se debe distinguir el cretinismo
endémico debido a la deficiencia de yodo, del hipotiroidismo
congénito ocasional que presenta similares síntomas y signos
pero es debido a un defecto en el desarrollo de la glándula tiroides y
puede ocurrir incluso cuando el consumo de yodo es insuficiente. Jódo niko tuicha oipytyvô ñane apytu’û, ñande rajygue umívape oiko porâ hagua. Ñande retepýpe sa’írô térâ katu ndaipórirô jódo katuete ñande ju’áine ha heseve ñanderupytýne ambue mba’asy vai. Upevakuére ndo’úiva jódo térâ sa’i ho’úva oiko ichugui tapicha tavy, ndaipu’akapáiva iñapytu’û ha hetére. Upévare avei, symimi hyeguasúva tekotevê oñangareko porâ ijehekuéra ha okaru jave oñeha’âva’erâ ho’u jódo oikotevêva, ÿramo imemby heñói reheve hasykatupareíta chugui, iñakâtavýta ha hajygue kangypáta.
El hombre y los reinos de la naturaleza
Como ya señalábamos
anteriormente, a través de la escuela aprendemos el tradicional concepto
de la naturaleza, definida técnicamente como “conjunto, orden y disposición de todas las cosas del universo no
influidas o modificadas por el hombre”. Esta naturaleza se divide
esencialmente en tres grandes grupos: 1)
animal, 2) vegetal y 3)mineral.
Los
tres reinos mencionados interactúan constantemente, y mantienen una
relación de interdependencia o solidaridad recíproca. Los componentes
del reino animal sin los del reino vegetal o mineral no podrían
sobrevivir, recordemos que los animales entre ellos el hombre, se nutren
del óxigeno que les provee los vegetales, que a su vez absorben el óxigeno
expelido por los animales para mantener su vida. A su vez, animales y
vegetales requieren de los elementos del reino mineral, tales como el agua
o la sal. Basta recordar que el hombre tiene constituido su organismo por
un 70% de agua. Se deduce que entre los reinos de la naturaleza existe una cadena
permanente y necesaria, que asegura la supervivencia de cada uno de ellos
en forma independiente. En la medida que uno o dos de ellos se destruyan,
dañen o pierdan; el restante, o los restantes, también se destruirán,
dañarán o perderán. De allí entonces se desprende la necesidad de
equilibrio que debe existir entre los reinos de la naturaleza, a fin de
asegurar aquella “coherencia
formal” razón de ser de la misma perfección de la naturaleza y del
universo todo. La destrucción de la naturaleza a través de la tala
indiscriminada de especies vegetales, la deforestación; la caza
injustificada de animales y la consiguiente extinción de los mismos; los
desechos químicos tóxicos contaminando el aire, el suelo y las aguas,
etc; son causantes del desequilibrio de la naturaleza en cualquiera de sus
reinos. Las alteraciones que sufren los distintos ecosistemas inciden
directamente en perjuicio particular de los seres humanos, quienes somos
los más directos beneficiados del uso de la naturaleza. De allí también,
que en la medida que usufructuemos racionalmente los elementos naturales más
beneficiados seremos y más beneficios hemos de legar a nuestros
descencientes.
El hombre, tema-problema de estudio de la Antropología,
forma parte de uno de esos reinos: el animal; y se constituye por así
decirlo en el “administrador”
de la naturaleza. Por eso es que a la Antropología le interesa, como
ciencia que busca el bienestar
humano, el equilibrio de los
reinos de la naturaleza y el uso
racional de los elementos agrupados en cualquiera de ellos. Procurando
soluciones para aquellos casos de desequilibrio o daño, mediante la
realización de investigaciones y propuestas que tiendan a reparar los
perjuicios. Umi
mbohapy tekogua pypegua: 1)hekomymbáva, 2)hekoka’avóva ha 3)mba’ehekotee’ÿva
ojokupyty hikuái ko yvy ape ári, oikotevê ojuehe ha oñopytyvô
mbohapyve. Ndikatúi oikóvo ojuehe’ÿ. Ndaipóri ramo peteîva umi mokôi
hembýva oguéne avei yvy ape árigui. Hekomymbáva
guive -ha umíva apytépe ava- oikotevê hekove pukukue javeve óxigeno-re, ha upe mba’e ome’ê ñandéve umi hekoka’avóva. Upéicha avei, hekoka’avóva
oikotevê anhídrido carbónico-re
hekove hagua, ha upe mba’e ome’ê ichupekuéra umi hekomymbáva iñasâiva yvy ape ári -ava ijapytepekuéra. Upéicha
avei, hekomymbáva ha hekoka’avóva oikotevê avei umi mba’ehekotee’ÿvare.
Ñamýiva guive ñaikotevê ýre, hese’ÿ ndaipóri tekove. Ñanemandu’ava’erâ
ava retepy haimeteha y memevoi (70%).
Jepémo mbohapyve okakuaa
ijehegui, peteîteî, oñembyaírô peteî
térâ mokôi, katuete oñembyaíne upe mbohapyha. Upehaguére tekotevê
mbohapyve hekovejoja ikatúrô. Péicharô añoite tekogua
hekovekatúta ha hi’are tapiáta opa mba’e ipypegua. Tekogua imeguapaite ohóvo
ojeitypávo yvyrakuéra, ha upevakuére yvy jepe ndikatuvéi ojepurukatu.
Upeichahápe avei mymbakuéra omanomba ohóvo ha heta umíva rehegua
oguetemavoi ko yvy ape árigui. Ava omongy’apaite hekoha ha upevakuére
umi mbohapy tekogua pypegua: hekomymbáva, hekoka’avóva ha mba’ehekotee’ÿva
ndojojavéi, ha mba’e vaiete -ava rembiapo- pya’e pya’épe ojevy ohóvo
ijapohare ári. Upe mba’e ojehu ñañangarekóigui hekoháre. Upévare,
jajepy’apy ha ñamomba’eguasúrô ñande rekoha jaiko arevéta ha py’arorýpe,
upeicha’ÿrô katu mba’asyeta ñande aho’ivaipáta ha pya’eve
ñamanojoáta. Áva -ha’evahína avakuaaty
apañuâi- ija umi hekomymbáva
apytépe ha ipoguýpe, iñaranduhaguére, oñemoîkuri opa mba’e tekoguáva. Heta mba’e vaíma ojapo ijehe ha hekoháre, ndahetavéima
umi mba’e hembýva ichupe. Aipórô tekotevê oñangareko porâ umívare
oipotárô iñemoñare heñóitava ára upeiguápe, oipurukatu avei tekoha
ha ombohasa hekovekuéra py’arory ha jekupytýpe, ojoapytépe, tekohápe
ha tekoha ndive.
El mundo del hombre y de los animales
Muchas de las actividades del
hombre son posibles mediante su estructura física. No podemos comprender
el comportamiento del hombre y sus múltiples formas culturales a menos
que conozcamos sus potencialidades biológicas y sus limitaciones. El conocimiento de la estructura física
del hombre y de los orígenes de algunos aspectos de su comportamiento, se
han ampliado con los estudios de los orígenes humanos y especialmente con
el de sus más próximos parientes, los primates.
Igualmente, los desarrollos biológicos
y culturales pueden comprenderse mejor a través del examen de los
restos fósiles de los más inmediatos antepasados del hombre moderno. Los orígenes y la historia del hombre
como organismo biológico están
claramente referidos a los orígenes
y a la historia de todo el reino animal. Todas las investigaciones
comparativas de la zoología, la anatomía y la antropología
física demuestran que el hombre es, hueso por hueso y órgano por órgano,
fundamentalmente parecido a los animales. Con respecto a ciertos animales,
tales como el chimpancé y el gorila, el hombre tiene numerosa y obvias
semejanzas; con otros, como la rana y los peces, sus similitudes son
menores y no tan fácilmente visibles. Pero todos los animales, en las
grandes clases de los peces, anfibios, reptiles, aves y mamíferos, e
incluyendo al hombre mismo, están decididamente relacionados entre sí. Es evidente que no hay el mismo grado de similitud entre todos los
animales. Los hombres se parecen entre sí mucho más de lo que se parecen
a cualquier otro animal. Hombres, simios y monos tienen mucho más
parecidos que cualquiera de ellos con las aves, reptiles o peces. Por eso,
aunque todos los individuos del reino animal tienen algunas similitudes en
común, es claramente palpable que el reino, como conjunto, puede
desgajarse en varias divisiones y subdivisiones. Opa mba’e ojapo hagua ava oipuru hetepy. Jaikuaasérô ava pu’aka
tekotevê jaikuaa porâ mba’épa ojapokuaa hetepy ha mba’épa nahániri.
Tembikuaareka rupive ko’ága ojekuaa porâve ava retepy ha rekopy ha mba’éichapa
iñambue ohóvo ohasávo arakuéra. Ja’ekuaa ava reko ypy ha ava
rembiasakue peteînteha mymbakuéra reko ypy ha mymbakuéra rembiasa ndive.
Tembikuaareka ojejapóva heta kuaatýpe ohechauka ñandéve ava ojoguahántevoi
ambue mymbápe. Ja’ekuaa avei ojoguaveha karajakuérape ha’égui umíva
ipehêngue ypy.
Evidencias de semejanzas entre el hombre y los demás animales Analogías (Ku’ekatukuaa):
Se refieren a las relaciones
de semejanza funcional o fisiológica
que se da o existe entre el hombre y los demás animales en cuanto a órganos,
aparatos y sistemas. Así, el aparato respiratorio del hombre cumple
semejante función que el aparato respiratorio de una vaca, caballo, perro
o gato; es decir, introducir óxigeno al organismo y devolver anhídrido
carbónico al medio. Tienen igual función pero estructura diferente. Ohechauka ñandéve mba’éichapa ava retepy ku’ekatu
ojogua ambue mymba retepy ku’ekatúpe. Péicha, ava pytuhê ojogua vaka,
kavaju, jagua ha mbarakaja pytuhême; omoingégui óxigeno
hetepýpe ha ombojevýre anhídrido
carbónico. Aipórô ja’ekuaa ava ha ko’â mymba retepy ku’ekatu
ojojoguaha, jepémo ijysaja ambue hikuái. Homologías (Ysajakatukuaa):
Se refieren a las relaciones
de semejanza estructural o anatómica
que se da o existe entre el hombre y los demás animales en cuanto a órganos,
aparatos y sistemas. Así, el brazo del hombre tiene estructura semejante
al ala de la gallina; es decir, ambos (brazoa - ala) constan de la misma
cantidad de huesos. Tienen estructuras semejantes pero funciones
diferentes. Ohechauka ñandéve mba’éichapa ava retepy ysajakatu
ojogua ambue mymba retepy ysajakatúpe. Péicha, ava jyva ojogua ryguasu
pepópe; mokôivéva kanguemimi ojojaite hetakuépe. Aipórô ja’ekuaa
ava jyva ha ryguasu pepo retepy ysajakatu ojojoguaha, jepémo iku’ekatu
ambue hikuái.
Analogías-homológicas
u homologías-analógicas (Ku’ekatu ha ysajakatukuaa)
Refieren a las relaciones de
igualdad funcional y estructural
(fisiológica y anatómica) que se dan o existen entre el hombre y los
demás animales en cuanto a órganos, aparatos y sistemas. Así, el corazón
del hombre y el corazón del mandril o mono grande tienen la misma
estructura y la misma función; es por ello que se practican los
transplantes de corazón. Ohechauka ñandéve mba’éichapa ava ha mymba retepy ku’ekatu
ha ysajakatu ojoja hikuái. Mokôivéva peteîchaiténte. Péicha, ava
korasô ojoja ku’ekatu ha ysajakatúpe karaja korasô ndive; upévare
heta ára, ava ikorasorasýrô térâ omanombotávo korasö rasýgui, oñemyengovia
upe korasô hasýva peteî karaja korasôre.
Herencia biológica Es el proceso biológico
mediante el cual se transmiten los caracteres o rasgos genéticos de
ascendientes a descendientes, a través de un mecanismo irreversible.
Se pueden distinguir dos aspectos fundamentales en la denominada herencia
biológica. Por una parte, el ser humano –de acuerdo con las características
de la especie humana- reproduce la misma estructura física o morfológica,
es decir hereda la forma humana y dentro de ella los órganos (ojos,
dientes, lengua), aparatos (respiratorio, digestivo, circulatorio) y
sistemas (nervioso) que le son característicos. La misma cantidad de
huesos, músculos, un corazón, dos pulmones, el hígado, dos riñones,
dos brazos, dos piernas, etc. En la antropología nunca se puede
generalizar, de ahí que existe una mayoría de seres humanos que heredan
regularmente los aspectos precedentemente señalados, mediante la herencia biológica primaria. Por otro lado,
existen ciertos rasgos que pueden o no variar de un ser humano a otro, sin
alterar la denominada herencia biológica primaria. Así, el color de los
ojos, del cabello y la piel. La forma de la cara, la estatura, la
contextura muscular, etc. Este segundo orden de herencia se reconoce como herencia biológica secundaria. Vale la pena recalcar que al no
poder generalizar, existen por tanto las anomalías o excepciones:
deficientes, mutilados, malformaciones, etc.
Tekoite hejapyre
(herencia biológica) rupive tuvakuéra ombohasa iñemoñarépe hete,
hetepy ha hetepypegua ndikatúiva oñembojevy. Upe Tekoite
hejapyrépe jajuhukuaa mokôi mba’e. Peteîva hína avagui heñoijeyha
ava, ha ava retepýpe oñemohendajeyha oîmiva guive henda jepiveguápe, péicha
tesa, tâi, kû; avei, ñane rembi’urape
ha ñane pytuhêrape; ha avei umi mba’e hypy’ûvéva, úmiva apytépe ñande
rajygue rysyieta. Upéicha avei
heñoiramóva retepýpe jajuhukuaa kangue
ha to’o hetakuépe ojojáva itúva
ha isy ndive, avei jajuhukuaa peteî korasô,
mokôi vevúi, peteî py’a,
mokôi pitikiri’i, mokôi jyva, mokôi tetyma ha ambuéva. Ko’â mba’e
ojehu tekoite
hejapyre tapiaguáva rupive.
Tekotevê ja’e avei
jajoavyha ojoehegui -jepémo kuimba’e térâ kuñáva. Peichahápe
jajuhukuaa ava hesa rovy térâ hû asýva; iñakârague hû térâ apatîmava;
ha ipire morotî, sa’yju térâ hûva. Oî avei hova apu’a porâva ha
upeicha’ÿva; ijyvate ha ikarapéva; ava ikyra ha ipirúva. Ko’â mba’e
ojehu tekoite
hejapyre tapia’ÿguáva rupive
Adaptación al medio ambiente
Primeramente señalemos que el
medio ambiente en biología, lo
constituyen las características físicas de la zona en la que vive la
población (clima, topografía) y las otras especies animales o plantas
presentes en la zona, las cuales pueden proporcionar alimento o mejorar el
medio ambiente mediante relaciones simbióticas o cooperativas. A partir del concepto de medio
ambiente, se puede decir que la adaptación
al medio ambiente es la posibilidad que tiene todo ser humano, los demás
animales e incluso los vegetales, de acomodarse o acostumbrarse al medio
en el que nacen o se mudan para vivir. Hablamos de posibilidad, pues
muchos efectivamente se acomodan o acostumbran al medio ambiente, mientras
que otros lo hacen a medias, y otros no pueden hacerlo. Por ejemplo, los habitantes del altiplano (Bolivia por ejemplo)
tienen su organismo adaptado a la mayor presión ejercida sobre ellos a
causa de la altura (2500 ó 3000 metros sobre el nivel del mar), por esa
razón ellos son más bajos de estatura y tienen más desarrollada sus
cajas toráxicas. Sería muy difícil lograr que un paraguayo, argentino o
uruguayo -que viven adaptados a 200 metros sobre el nivel del mar, en
promedio- se acostumbren de la noche a la mañana a ese medio ambiente del
altiplano. Las focas y pingüinos, por ejemplo entre los animales, están
adaptados al medio ambiente frío, con temperaturas bajo cero. Sería muy
difícil adaptarlos violentamente en 24 horas, o una semana, o un mes al
medio ambiente del ecuador por ejemplo, con temperaturas superiores a los
35 grados. Se podrá recordar que el trigo era una especie vegetal de difícil
–por no decir imposible- adaptación al medio ambiente paraguayo; no
obstante, tras varias pruebas de adaptación por etapas, se logró una
variedad adaptada a nuestro suelo. Hoy día el cultivo del trigo
constituye un importante renglón de la agricultura paraguaya.
Tekoha niko ha’ehína -Tekovekuaaty (Biología) rupi-
opaite mba’e oîva peteî ava no’ô ojaitypohápe (arapytu, yvyra’ânga)
ha avei opaichagua mymba ha ka’avo heñói ha hekovéva upe tendápe, ha
omongarukuaáva avápe térâ omohesâiva tekovekuérape. Jepokuaa tekohára niko
pe katupy (posibilidad) áva, ambue hekomymbáva ha avei hekoka’avóva
jaguerekóva jajepokuaávo tekoháre, upe ñanereñoihaguépe térâ upe
tenda pyahu javahápe jaiko hagua. Ja’éniko ha’eha peteî katupy, oîgui
heta ojepokuaa añetéva tekoháre; oîgui avei ojepokuaáva sa’i sa’ípe;
ha amo hapópe, oîgui avei ojepokuaa’ÿva. Techapyrârô, ñamoîkuaa umi ñande rapicha heñói ha okakuaáva
yvy ijyvatevehápe, Bolivia-ichagua. Umíva ombojepokuaa hete ha hetepy
upe mba’épe (2500 térâ 3000 métro para rembe’ýgui), upevakuére
ikarapeve hikuái ha avei ipyti’a kakuaa ha jepysove. Upe jepokuaa
ohupytýkuri hekove pukukuépe, ndaha’éi ku péicha péichante ohupytýva.
Ohosapy’árô upépe, ko’agaite, peteî ñande rapicha Paraguay,
Argentina térâ Uruguaygua; katuete oñandúne upe mba’e ipyahúva hetépe,
ndohupytýigui gueterei jepokuaa. Noñeñanduporâmo’âi. Upéicha avei
ojehúta, jaguerusapy’árô ñane retâme fóca
térâ pingüíno. Jaikuaaháicha ha’ekuéra heñói guive ojepokuaáma
ro’ýre. Upehaguére, ndaha’éi ku péicha péichante ojepokuaátava
ñane retâ arapytúre. Ipahápe ja’ekuaa avei, ymave, ñane retâme
heta ñeha’â ojejapókuri ikatuhaguáicha trígo
ra’ÿi heñói ha okakuaa ñande yvýpe. Upe katupy ojehupytýkuri are
rire, ojejuhúvo peteî trígo
ra’ÿi ojepokuaa jepéva ñande yvýre.
El hombre y el origen del universo Al principio no había nada.
Era el caos. Hasta que se genera un
punto de energía a partir del cual se desarrolla el universo, en una fracción de segundo, en extraordinario proceso de
expansión al que dimos el nombre de Big
Bang. El Big Bang marca, más que el orígen de todo lo que existe, el límite
del conocimiento de la humanidad. La explosión,
pero no en el sentido tradicional del término, se produjo hace
aproximadamente 14 mil millones de años. Desde el orígen el universo
pasa por tres eras: inflacionista,
hadrónica, leptónica, radiactiva y estelar o material. Para calcular esos 14 mil millones de años, más recientemente, se apuntó el telescopio orbital Hubble a un racimo globular de estrellas en la constelación Escorpio, ubicado a unos 7000 años luz de la Tierra. Un año luz es la distancia que viaja la luz en un año, unos 10 billones de kilómetros.
Se cree que esos racimos de estrellas son las estructuras más
viejas que hay en el universo, y se crearon aproximadamente 1000 millones
de años después de la teorética gran explosión. Dentro de esos
ramilletes hay grupos de los conocidos como enanos
blancos, estrellas quemadas que han consumido todo el combustible
nuclear en sus centros y simplemente se están desvaneciendo lentamente en
la oscuridad, enfriándose gradualmente a un ritmo predecible, fenómeno
éste que es la clave para calcular la edad del universo. La última era comienza mil millones de años después del Big Bang. La llamamos estelar
o material. Se perpetuará hasta que (según una hipótesis admitida)
el universo se desplome sobre sí mismo para volver a ser un punto de
energía pura, que otro Big Bang
revelará quizás en un nuevo espacio-tiempo. El universo obedece a cuatro
fuerzas, las que pudieron haber sido una sola al momento del Big
Bang. La fuerza
gravitacional genera la atracción de los cuerpos
con masa: actúa a distancia. La fuerza
nuclear débil es la causa de la desintegración
de los átomos y de la radioactividad: opera a escala subatómica. La fuerza
nuclear fuerte vincula los quarks
en los protones y neutrones, y estos últimos en los núcleos de los átomos.
Y, la fuerza electromagnética actúa sobre las partículas cargadas. Ñepyrûrâme ndaipóriva’ekue mba’eve. Oikoraka’e peteî typy’uvusu
(caos). Upeichaháguinte heñóisapy’a mba’e’ypy
(energía) osêhágui avei arapy,
sapy’aitépe, peteî tesapirîme. Upe mba’eguasuete ojehúva oñembohéra
Big
Bang (Kapu’ypy Guasu).
Upe guive ava imandu’a avei hembikuaa ypýre. Upe kapu’ypy ojehúkuri ojapóma parundysu sua ary (14 mil millones).
Oje’e hagua arapy oguerekoha parundysu sua ary, ndahi’areiete, tembikuaa rekahára (investigadores) oisâmbyhy peteî arapyrechaha (telescopio), oñembohérava Hubble, peteî mbyja atýre, oîva mbyjaita’aty (constelación) hérava Escorpio-pe; imombyrýva ñande yvy’apu’águi (planeta) 7000 tendy arajere (año luz). Oje’e umíva umi mbyja aty ha’eha umi itujavéva arapýpe, ha heñoihague ojapo su sua ary, oiko rire upe kapu’ypy. Umi mbyja apytépe jajuhukuaa avei heta mbyja kusugue, ijaku’i ha ho’ysâ mbeguekatúva. Ko’â mbyja rupive ikatu ojekuaa mboy arýpa oguereko arapy.
Conceptos básicos sobre la evolución biológica del hombre
Es necesario para nuestra
comprensión del proceso evolutivo cierto conocimiento de las técnicas
mediante las cuales los geólogos y paleontólogos establecen la escala
temporal de la historia del mundo. Tal cosa se consigue por un examen
cuidadoso de los estratos o capas de los materiales acumulados en varias
partes de la corteza terrestre en tiempos antiguos, por el agua, el viento
y la acción volcánica. Encontramos que las sucesiones temporales de esos
estratos pueden determinarse de diversas maneras, según la posición
relativa de unos con otros. Por lo que atañe a la historia
de la vida sobre la tierra, hay cinco
eras principales: precámbrica
(arqueozoica
= vida primitiva, y proterozoica = vida primera), paleozoica (vida antigua),
mesozoica (vida intermedia), cenozoica (vida reciente).
Los nombres de estas eras,
así como los nombres de sus subdivisiones, se basan en los diferentes
conjuntos de forma de vida encontrados como fósiles en diversos estratos
geológicos. Anterior a ellas, ciertos geólogos proponen un período
cosmico, durante el cual la tierra se transformó de una masa de
gases incandescentes en un cuerpo sólido. Nuestro interés por la
historia del mundo empieza con el paleozoico, porque es aquí donde encontramos los primeros
testimonios abundantes de vida. Se han hallado huellas de formas vivientes
en el arqueozoico y el proterozoico,
y se admite que la vida, bajo la forma de plantas y animales primitivos,
debió existir durante estas eras. El Precámbrico (arqueozoico y
proterozoico) empezó probablemente hace unos cuatro mil millones de años. El paleozoico, que comenzó
hace unos quinientos setenta
millones de años, se divide en seis
períodos: cámbrico, ordoviciano, silúrico, devónico, carbonífero y pérmico.
El mesozoico
empezó hace unos doscientos treinta
millones de años, y se subdivide en tres
períodos: triásico, jurásico y cretásico. El cenozoico es la era más
reciente y las más corta, iniciada hace sesenta
y cinco millones de años, y se compone solamente de dos períodos:
el terciario y el cuaternario; que a su vez incluyen algunos subperíodos.
Así, el terciario contiene al paleoceno,
eoceno, oligoceno, mioceno, y plioceno; mientras que el cuaternario
incluye al pleistoceno, que se
inició hace aproximadamente un millón
ochocientos mil años, y el holoceno
o reciente, que empezó hace unos diez
mil años. El cenozoico es para nosotros el más importante, ya que fue
durante este período cuando el hombre alcanzó su más alto desarrollo. Uno de los argumentos paleontológicos más espectaculares que
marca el límite entre el mesozoico
y el cenozoico es la desaparición
de los grandes reptiles y de los ammonites. Posiblemente los hallazgos fósiles
más importantes del cenozoico
son los que permiten reconstruir la filogenia
del hombre. En los materiales miocénicos
se han recogido restos que parecen pertenecer a los antecesores del hombre
y de los actuales monos antropomorfos; no obstante, la separación entre
las dos líneas fue temprana. Durante el plioceno
se diferenciaron a su vez varias ramas, una de las cuales conduciría al homo
sapiens. Las etapas más importantes de la evolución del hombre
tuvieron lugar en el pleistoceno; los hombres del holoceno
son esencialmente de tipo moderno. Los vestigios del hombre primitivo consisten no sólo en restos fósiles,
sino también en utensilios y otros artefactos de materiales duraderos,
tales como la piedra, más o menos normalizados en cuanto a la forma. Entre los métodos utilizados para la medición de la edad de los fósiles,
está el conocido con el nombre de método
del carbono 14. A este respecto podemos decir que todos los seres
vivos abserben carbono de la atmósfera, desde que nacen hasta que mueren.
La mayor parte del carbono es conocida como carbono
12, pero un isótopo radiactivo, el carbono
14, está formado por la acción de los rayos cósmicos sobre la
atmósfera superior. Ambos tipos de carbono son absorbidos por el organismo vivo y permanece
en los restos orgánicos que quedan después de la muerte. El carbono
radioactivo posee una vida media de unos 5770 años. Esto es, al tiempo al
tiempo en que el organismo murió. Lo importante es que con cuidadosas
mediciones de las proporciones de carbono
14 a carbono 12 en los
restos orgánicos podemos determinar el tiempo transcurrido desde la
muerte del organismo. En la actualidad el método
del carbono 14 es
razonablemente adecuado para medir la antigüedad de los fósiles hasta
unos sesenta mil años. El material más útil para datar el carbono
14 es el carbón vegetal recogido en adecuadas circustancias y en
asociación con restos animales o culturales. Los huesos, y otros restos
orgánicos contienen también carbono 14, pero están más sujetos a contaminación de otro orígen
después de la muerte, y por razones técnicas son más difíciles de
manipular que el carbón vegetal.
Para materiales de gran edad otro “reloj”
de considerable precisión es útil para mediciones largas: el uranio
radioactivo. La velocidad de desintegración del uranio es tan
lenta que hace que el uranio no sea útil para medir cortos períodos de
tiempo. Jaikuaa añete hagua ava rembihasakue tekotevê avei jaikuaa umi
aporeko (técnicas) oipurúva yvykuaahára (geólogos) ha ymaveguarekuaahára
(paleontólogos) oikuaa hagua yvy rembiasakue ha ary. Umi mba’e ojekuaa
ko’ága ae oñehesa’ÿijo rire yvy hyepy gotyo ha oñembovorévo;
upevarâ oikókuri jesareko y, yvytu térâ yvykapu (volcán)
rapykuerére.
Tembikuaa reka rupi ko’ága ojekuaáma hekopete araka’etépa iñapysê
ava yvy ape ári. Upevarâ ojejo’o yvy ha oñenohê okápe ava
ymaveguare kanguekue, avei hembipuru ha ambue mba’e itágui ijapopyréva. Umi aporeko apytépe, ojepurúva ojepapa hagua ava ary yvy ape ári, oî peteî hérava carbono 14. Upévajeko oike taha’e ha’éva retepýpe: mba’e’apokue itaguigua, tembipuru ojejapóva ñay’ûgui, ka’avo ha mymbáre; ha umíva retepýpe hekove areterei. Hi’are haimete 5770 ary ha upépe ae oñepyrû oje’o. Carbono 14 rupive ñaha’âkuaa opa mba’e ary, poteîpa su ary peve. Ambue mba’e irandipúva (material radioactivo) ojepurúva avei ojepapa hagua opaite mba’e itujaitevéva ary, ha’ehína uranio.
Origen del hombre
Desde que Charles
Darwin publicó su revolucionaria obra Origen
de las Especies, en la cual postulaba la variación entre los
individuos de la misma especie, y que solamente sobreviven y evolucionan
aquellos que tienen los órganos más adecuados para adaptarse a los
cambios (sobrevivencia del más fuerte), se han observado interesantes
adelantos. Hasta hace poco parte
de la sociedad “más civilizada” se horrorizaba ante la posibilidad
que el “noble y fino” humano descienda de los simios.
Sin mencionar el rechazo de la Iglesia. Mientras tanto, nuevos
descubrimientos de fósiles humanos confirmaron la tesis básica
darwinista de la evolución, aunque con algunas modificaciones. Solamente
las mutaciones favorables para resistir al cambio del medio ambiente
ayudan a la sobrevivencia y la multiplicación de tales individuos y no la
ley del más fuerte como lo preconizaba Darwin, lo que no le resta méritos
al proponer la idea básica. La mutación del
material genético es producido por causas ambientales, químicas así
como físicas. Cada día nuestro organismo está expuesto a
aproximadamente 10.000 impactos de radiaciones violentas provenientes de
la radioactividad natural de la tierra y de las radiaciones que llegan del
cosmos, producto de procesos nucleares en el interior de las estrellas.
Midiendo el número de mutaciones en un gen de dos fósiles de diferentes
edades y comparándolas con la de un ser actual, se puede determinar la
fecha cuando los antepasados vivieron. En el año 1965, el
geólogo John Martyn, descubrió cerca del lago Baringo,
ubicado en Kenia (Africa), un
fragmento de cráneo, perteneciente a una mujer. Una parte del temporal
derecho fosilizado, que incluye la apófisis mastoidea, el orificio del oído
y su punto de conexión con la mandíbula. Para identificarla de alguna
manera, se la llamó Lucy,
y se ha podido determinar que ese espécimen quedó enterrado en unas
cenizas volcánicas hace 2,4 millones de años. Se fijó dicha fecha tras
emplear una método
relativamente moderno llamado “argón
40 / argón 39” que mide la decadencia de átomos naturales
radioactivos ocurrida en un espécimen dado. El método se aplicó a las
cenizas volcánicas y a los estratos superiores e inferiores del fósil. Se determinó que los
primeros bípedos (antropoides) se separaron como especie de sus ancestros
los ramapitecus hace aproximadamente cinco millones de años, al mismo
tiempo que nuestros primos más cercanos, los chimpancés. Desde el
descubrimiento de los Leakey no se han encontrado restos más antiguos del
ancestro del hombre, el antropoide que vivió entre los 5 millones y 3,8
millones de años atrás, describiéndolo como el “eslabón perdido”. En 1994, se descubrió
en Etiopía un diente de un antropoide que vivió hace 4,5 millones de años.
Después de este se descubrieron en el mismo otros huesos, lo que permitió
reconstruir el individuo a los que pertenecieron. Fue nombrado Australopitecus
ramidus o antropoides del sur (ramid significa raíz
en afarence, dialecto Etíope), identificándolo como el eslabón perdido, que tuvo
que bajar de los árboles y buscar su alimento en el suelo, debido a una
sequía grande que exterminó la mayoría de las selvas tropicales y hasta
secó el que hoy es el Mar Mediterráneo. La mutación de algunos
individuos para desarrollar el bipedalismo les permitió cazar con más
eficiencia y en consecuencia reproducirse con más frecuencia, dando lugar
en el transcurso del tiempo a la raza humana tal como la conocemos hoy. Hace dos
millones de años la evolución produjo al hombre que pudo
fabricar utensilios (homo habilis). Hace un
millón de años apareció el hombre con la espalda recta (homo
erectus). Hace 180
mil años apareció en el norte de Africa el hombre moderno, con
la capacidad craneal actual (homo sapiens).
Heta tapicha yma guive oñeha’âkuri ombohovái opa hendáicha ava rekove ypykue (génesis de la humanidad). Oimehína umi oñeha’âva’ekue
ombohovái jeroviapy (religión) rupi, ojekuaáva ypyteîguáva
ramo (monogenistas); ha upéi, hypy’ûvévo ava rembikuaa tembikuaaty
(ciencia) rupive, heta tapicha oñeha’â ombohovái tembikuaaty (ciencia) rupi, ojekuaáva ypy’etaguáva ramo (poligenistas).
Umi
ypyteîguáva he’i hikuái ñande ha’eha Tuvichavete
remimoîngue.
Tuvichavete hera tee. Guarani Mby’a ohenói chupe Ñande Ru Papa Tenonde,
Kristiano oikuaa chupe Jehova ramo. Musulmán katu ombohéra chupe Ala.
Ha’éjeko upe ojapokatupaiteva’ekue oîmiva guive arapy ha ñande
yvýpe,
umíva apytépe ñande, avakuéra. Ja’ehaguéicha
yvatemive, tembikuaaty heñói
guive ñande apytépe, heta tapicha iñarandu hypy’ûva, ndogueroviavéi
upe mba’e, ha oñeha’â hikuái ombohovái ava reko ypy ambue
hendáicha.
Umíva apytépe oiva’ekue Charles Darwin, Inglaterra-ygua.
Ha’e
niko ohaiva’ekue, ary 1859-me, peteî aranduka (libro) omboherava’ekue
“Tekove Ypy” (Origen de las Especies). Darwin-pe guara niko taha’eha’éva
tekove (ka’avo, mymba ha ko’âva apytépe, ava) mbeguekatúpe omoambue
hete ha hetepy, ha he’i avei oikopukuveha, oñemoña katui, umi
ojepokuaaporâvéva hekoháre. Darwin guive ojeguerovia ñepyrû ava ha’eha
karaja ñemoñare. Ko’ága peve ojejuhu gueterei ava’ypy kanguemimi ha
mba’e’apokue omoañetéva Darwin remiandu. Tekove rete ha retepy ñemoambue niko ojehu pe tekohápe oîhaguére
heta mba’e, mbeguekatúpe omba’apóva tekovére ha omoambuéva ichupe.
Jaikove aja niko ñande rete ha ñande retepýre ojeity opaichagua randipytu
(radiación), osëva yvýgui ha avei arapy tuichakue javevégui, okapukuévo
mbyjakuéra. Ary 1965-pe, peteî yvykuaatyhára
(geólogo) hérava John Martyn, ojuhúkuri Baringo,
yno’ô (lago) oîva Kenia (Afrika)
retâme, peteî kuñataî akângue. Upe kuñataî oñembohéra pyahujey Lucy,
ha jeko oikova’ekue upérupi ojapo mbohapysua
ary (tres millones de años). Upéicha avei, ary 1994-me, ojejuhujey
Afrika-pe ñande ypykue
kanguemimi itujavéva Lucy-gui, ko’âva jeko ojapo posua
ary (cinco millones de años aproximadamente) rupi oikohague Etiopía-re, upépe ojejuhúkuri umi kangue. Oñembohéra chupekuéra Australopitecus ramidus, ha ha’ekuéra hína ko’agaite peve
umi ñande ypykue itujavéva ko yvy ape ári. Ha’ekuéra ndaje umi
karaja ñemoñare, oikotevêgui hembi’urâ, oguejyva’ekue yvyra rakâgui
ha oguata ñepyrû mokôive ipýre. Upéva hína ava
katupyry (homo habilis) ojapokuaámava hembipururâ. Ichugui oikókuri
ava ñembo’ypyre (homo erectus) ojapo peteîsua ary (un millón de
años). Ha upéa riregua hína ava
arandu (homo sapiens) oikundahava’ekue yvy ape.
El hombre fósil en
América
La evidencia existente indica
que el primer poblamiento de América se produjo a través del Estrecho de
Bering, desde Siberia, en un tiempo en que el descenso de los niveles del
mar crearon un puente terrestre. Correlacionando la evidencia geológica
con la datación por el método del carbono 14 de yacimientos arqueológicos primitivos, se estima que
ese hecho debió producirse hace unos 30.000 a 40.000 años, o durante las
últimas fases del último período glaciar. La posibilidad de migraciones anteriores no puede descartarse, pero
no hay evidencia de que esas migraciones anteriores ocurrieran. Los
materiales esqueletales conocidos son todos de fecha mucho más reciente.
El descubrimiento de restos humanos junto a animales extinguidos, tales
como el perezoso gigante y el mamut están bien autentizados, pero esos
animales se extinguieron en América del Norte en tiempo recientes.
Hallazgos como el del hombre de
Tepexpan, en el Valle de México; el hombre
de Minnesota, y el hombre de
Midland puede ser que posean cierta antigüedad, pero a lo más sería
de 4.000 a 12.000 años. Amérikape
niko oguahê ava no’ô, oúva Sibéria-guio,
ha oike Estrecho de Bering rupi.
Upérô jeko para ndahypýi ha upehaguére ojehasakuaa upérupi guatahápe.
Upe mba’e ojehuhague ojapomahína mbohapypa su térâ irundypa su ary;
ÿrô katu yrypy’aguasu (glaciación) opakuetévo. Ndojekuaái
ambue atyguataha (migración)
upe mboyve ikatuva’ekue oguahê Amérikape. Ava ypy kanguekue ojejuhúva
ága peve ipyahueteve, umíva apytépe oîhína umi ojejuhuva’ekue Tepexpan, México-pe; avei Minnesota
ha Midland, Estados Unidos-pe. Umíva jeko ndohasái irundysu térâ
pakôisu ary oikohague hikuái upérupi.
Orígen del hombre en Paraguay Según la Dra. Branislava
Susnik, Premio Nacional de Ciencias 1992 del Paraguay, tres serían las corrientes
migratorias que llegaron al Paraguay precolombino. La primera de ORIGEN AUSTRALOIDE,
es decir, semejante a los primitivos habitantes del continente
australiano, que por su industria pertenecían al paleolítico inferior,
su cultura era parasitaria, pues se dedicaban a la recolección de los
productos de la naturaleza y a la caza inferior y superior. La segunda corriente de
inmigración sería la de los PROTO-SIBERIANOS, semejante a los primeros
pobladores de Siberia, que pertenecían por su industria al paleolítico
superior y al mesolítico, con instrumental de hueso, dedicándose
fundamentalmente a la pesca marítima. La tercera corriente sería la PROTO-MALAYA o proto-indonesia,
con caracteres idénticos a los de los primeros pobladores del sur de Asia
y del archipiélago indonesio. Su instrumental lítico pulido, entre
otros, hace que se los clasifique como nelíticos de cultura agrícola.
Son los que introdujeron en esta parte de América los caracteres
netamente mongoloides. Serían
descendientes de la primera corriente de inmigración, las tribus de la
familia lingüística Guaikuru. Los famosos Mbaja de la época colonial, y
los otroras temibles piratas del río, llamados Pajagua, cuyo último
ejemplo murió en 1932 en el Barrio Chacarita. Asimismo, los actuales Tova
que habitan el Chaco Paraguayo. Los protomalayos están representados en
el Paraguay –según la Dra. Branislava Susnik- por los guarani. Eran de
esta familia los Kario, que habitaban el actual Dpto. Central y tenían
permanente contacto con los de la misma parcialidad establecidos a lo
largo de la costa Atlántica en las cercanías de la isla Santa Catalina.
Subiendo por el río Paraguay se encontraba –en época colonial- a los
Tovatî; cerca de la desembocadura del río Apa, a los Itatî; los
Guarambaré y Tarumá hacia el centro, y los Guairá hacia el noreste de
las cataratas del Guairá. Resto de las migraciones en busca de metales,
que los Guarani realizaron en época post-colombina son los Guarajo y los
Chiriguano del Chaco. Hoy, sobreviven en la Región Oriental, los Mby’a,
los Pâi, los Ache, y los Avakatuete
Kuñakarai Branislava
Susnik, heta tembiapo porâ ojapova’ekue ñane
retâme ohapykuehóvo ñande rapo; ja’eporâsérô, oikuaa porâ hagua
ñande ypykuépe: mávapa ha’ekuéra, moôguipa ou, mamórupipa oikojepe
hikuái ñane retâme, mba’éichapa hete, mba’éichaitépa oiko
itavakuérape ha avei mba’éichapa omba’apo hikuái. Ha’e he’i umi ñande ypykue ouhague hikuái Asia, Australia ha
Malasia-gui. Ha’ekuéra jeko oike Amérikape Estrecho de Bering rupi, oîva
ko’âga Alaska-pe. Avei, umi ñande ypykue oikejepékuri Amérikape Pacífico
para (océano) rupi. Umi oguahêraêvéva
Paraguaýpe, atyguataha
peteîha (primera corriente migratoria), ha’ehína umi oñembohérava
Australoide. Ko’âva ova
ha ova ohekávo hembi’urâ, ndaha’éi ñemitÿhára. Iñemoñare ñane
retâme hína Choroti, Chulupi,
Lengua, Tova, Angaite, Sanapana ha Guana. Australoide rire, oguahê hikuái atyguataha mokôiha (segunda corriente migratoria), ouva’ekue Siberia-ygua.
Ko’âva ikatupyryvéma. Oipurúma mymba kangue ojapo hagua hembipururâ.
Heseguakuéra hína Chamakóko ha
Moro (Ajoréo). Ipahápe, atyguataha
mbohapyha (tercera corriente migratoria), oguahêva Paraguaýpe hína
umi oñehenóiva Malayo. Ko’âva katu ñemitÿhára ha oipuru hikuái ita ojapo
hagua hembipuru. Iñemoñare ñane retâme hína umi iñe’ê Guaraníva:
Mby’a, Ava Katu (Ava Guarani), Pâi, Ache, Guaraju ha Tapiete. Umi
ñande ypykue niko ko’â yvy jarakue. Ha’ekuéra oiko gueterei ñande
apytépe, mba’eve’ÿrema. Sa’i hikuái ha ndoikovéima ijyvyteépe.
Jepemo ja’e hesekuéra Guaraniha, ndaha’éi upéicha, oîgui
ijapytepekuéra heta noñe’êiva avañe’ë. Ha’ekuéra oñemboja’o
papokôi (17) tetâme (naciones), ha umívagui poteî (6) oñe’ê Guaraníme
(Mby’a, Ava Katu, Pâi, Ache, Guaraju ha Tapiete), ha’ekuéra hína
umi hetavéva ha ojoajuva’ekue Español-kuérare, “Colonia
Antropología cultural Estudia
los orígenes e historia de las culturas del hombre, su evolución y
desarrollo, y la estructura y funcionamiento de las culturas humanas en
todo lugar y tiempo. Puesto que la Antropología Cultural abarca una
esfera tan amplia de las actividades humanas, es que se vale de tras
disciplinas auxiliares: la arqueología, la etnología
y la lingüística. Avakuaaty
tembiapoguigua hína upe ohapykuehóva ava rembiapo ypy
ha hembiasakue, iñemotenonde ha imongakuaa.
Avei ojesareko ava rembiapo ysajakatu
(estructura) ha ku’ekatúre
(funcionamiento) taha’e ha’ehápe ha opaite árape. Hypy’ûgui umi
mba’e ijáva ipype, ojuhu tuicháva ñepytyvô mbohapy kuaatýpe, ha’éva:
tekoypykuaaty, tekochaukahakuaaty
ha ñe’ê’etakuaaty.
La civilización guarani
En el año 1927, el sabio Moisés
Bertoni, publicaba su monumental obra La
Civilización Guarani, en el actual Puerto
Bertoni, Alto Parana. La obra sintetiza sus experiencias con los Mbya
Guarani, acerca de quienes afirmaba que ningún pueblo en el mundo ha
sabido resolver como el Guarani las cuestiones referentes a la higiene, y
con un resultado tan brillante. Tampoco hubo, ni existe actualmente pueblo
cuya higiene práctica y popular esté en todo tan de acuerdo con los más
recientes progresos de la ciencia, como los pueblos genuinamente Guarani.
Y hay aun más: Los Guarani pretendieron o intentaron resolver ciertos
problemas que la ciencia no abordó todavía por su gravedad o por las
dificultades que se oponen (Tomo III, pág. 17). La extraordinaria longevidad
de los Guarani, es seguramente la circunstancia que más claramente pone
de manifiesto la excelencia de su higiene. La sobriedad es condición
necesaria para una prolongada longevidad. Los Guarani puros fueron dueños
de una notable salud mental, mantuvieron el ánimo sereno y tranquilo y
conocieron la alegría de vivir. La vida feliz que todavía llevaban hace
poco, es la prueba. Ahora bien, hablando de verdaderos Guarani, ellos
nunca cometen excesos, ni en el comer ni en el beber. Thevet escribía
"nunca comen fruta alterada, ni que no esté bien madura, ni comida
que no esté bien cocida". Su sobriedad no se limitaba al comer poco
o comedidamente. Se esmeraban también en combatir el vicio de la gula. Ayunaban
obligatoriamente en muchas ocasiones, según Bertoni. Tal costumbre
siempre fue general, desde las Antillas y Guayanas hasta el Sur. Aunque
los motivos pudieran variar, el ayuno Guarani representaba una verdadera
institución. Se ayunaba y aun se ayuna por diversas causas: ayunos místicos,
ayunos medicinales, ayunos de educación de la voluntad, y otros
eventuales. Lo consideran como un ejercicio necesario de tiempo en tiempo,
y sacan motivo de orgullo en no ser esclavos del comer. Los ayunos místicos
siempre fueron frecuentes. Así ayuna el avare, o karaiva, o paje, antes
de intentar una de sus evocaciones y aun para la preparación de ciertas
sustancias o medicamentos. Por el nacimiento de un hijo, el padre también
tiene que ayunar, firme y contento a la vez. Aseo esmerado había
en las comidas y todo lo referente a la preparación de los
alimentos. Rochefort escribió que salvo los días de comida en común
(fiestas o reuniones públicas), cada persona tenía su pequeña mesa
aparte. Sobre la mesa ponía el más aseado de los manteles, que era una
verde hoja de banana. Siempre antes de comer lavan las manos con mucho
cuidado. Contraste muy notable con el descuido de que daban triste ejemplo
muchos indígenas de otra raza (Tomo III, pág. 41). La alimentación. Todos los pueblos Guarani eran más o menos
vegetarianos, y algunos lo eran en absoluto. Aún donde comían pescado,
la alimentación carnívora les enfermaba, y muchos no soportaban la
alimentación europea. No tenían los Guarani tradición alguna de haber
sido pueblo cazador. Sus antepasados vivían de hojas y yuyos, mandioca y
batata. Lo absoluto que era el antiguo vegetalismo Guarani está
claramente indicado por otra tradición que Rochefort nos ha transmitido,
tradición muy antigua entre ellos, según la cual sus antepasados no se
alimentaban sino de yerbas o yuyos y de frutos naturales de la tierra. Los
Guarani nunca comieron huevos de ninguna clase. Dos motivos
tenían, uno es higiénico (el huevo de los animales superiores prácticamente
es carne, y carne de las más putrescibles) y místico el otro (es un lujo
de destrucción, teniendo en cuanta el número de seres que se destruyen
en embrión al alimentarse la persona con huevos). La alimentación base
se daba a través de la mandioca, maíz, batata, frutas y miel. Entre las
frutas la banana, el anana, aratiku, arasa, jakarati'a, pakuri, andai,
kurapepê, mbokaja, etc. (T. III, pág. 115). En cuanto al aseo del cuerpo, hombres, mujeres y niños, al levantarse van
a lavarse y nadar a los arroyos, por más frío que haga. Entran al
"agua, mojan la cabeza, luego se lavan todo el cuerpo y zambullen...y
algunos días hay, en que lo hacen más de doce veces". Esta era una
de las razones del porque rechazaban el vestir como los Europeos, lo que
muy bien se comprende, y estaba puesto en razón. Ciertas partes del
cuerpo requieren un cuidado especial. Así los Chiriguano se limpian la
cabeza mediante las semillas machacadas de Ñandyra, cuidan también mucho
de sus uñas, y no menos de las de los pies. El lavarse
la cabeza con el jabón natural que ciertos vegetales contienen,
era uso muy general y ha persistido en todas partes donde haya población
de cruza Guarani inclusive. Se indica otro punto especial, cual es el
horror que ciertas impurezas despiertan entre los Guarani, al punto que
las mujeres ocultan con gran cuidado su menstruación. La urukuización. Cada mañana, después del primer baño, y
previo secarse perfectamente, todo varón se hacía frotar todo el cuerpo
con un ungüento hecho de uruku (árbol neotrópico común), materia
colorante que se forma en torno a las semillas. Esta operación la hacía
la mujer u otra persona de la casa, por medio de una esponja. Resultaba
que todo el cuerpo, inclusive el rostro, presentase un tinte colorado pálido
especial, bastante lustroso, extraño, pero no desagradable a la vista.
Cada mañana temprano el hombre se lavaba vigorosamente todo el cuerpo,
hasta que el residuo del uruku del día anterior desapareciese
completamente o casi. El sueño. Llegado el sueño,
el indio va a la hamaca. No conoce eso de resistirse al sueño, ni
el tomar mate o algo parecido para perder el sueño. Cuando le da, se
acuesta y duerme, no haciendo caso de los demás. En viaje, en los
campamentos donde no pueden hacerse de una cama, o cuando llegan de visita
en casas de cristianos, los que nunca se la ofrecen, el indio duerme sobre
el suelo, cubriéndose el tronco y la cabeza, y con los pies desnudos
cerca del fuego, que mantiene prendido toda la noche. La hamaca es una de
las características de los Guarani. Moisés Bertoni niko
ohaíkuri mbohapy aranduka ijojaha’ÿva, hérava “La civilización
Guarani” omboguapyhaguépe opa mba’e ha’e ohechakuaáva Guaranikuéra
rekópe. Ha’e ohecharamo ha omomba’eguasu mba’eichaitepevépa ipotî
ha hesâi hikuái. Avei ohechakuaa mba’éichapa hekove puku, ha he’i
upe mba’e ojehuha hesâigui hikuái hetepýpe ha iñapytu’ûme,
hekorory ha ipy’aguapykuaáre. Oñangarekokuaa hikuái ijehe, ndaha’éi
ku ikaruhetáva térâ ikaruvaíva. Ndo’úiva yva itujúva térâ hi’aju’ÿva,
térâ tembi’u ndojyporâiva. Oikuaa avei karu’ÿ, ha’ekuéra ojapóva oipotágui ha oipota jave, térâ
oaguyjeme’êvo Tupâme; ÿramo omopotîvo ipy’a ha hetepy hamba’e.
Avare, karaiva térâ paje ojapo hikuái upe karu’ÿ
oñepyrû mboyve iñemongeta Tupâ ndive; upéicha avei, okaru’ÿ umi túva ita’ýra heñoiramóva, oñanduka ha ohechaukávo
ipy’arory Tupâme. Ipotî asy ndaje ojapokuévo hembi’urâ ha okarúta
jave katu oipyso pakova rogue mesa ári ha upe mba’e ári omboguapy
hembi’u ha upépe ae okaru. Katuete ojepohéi porâ ojapo hagua hembi’urâ
ha okaru mboyvemi. Ndo’uguasúiva so’o,
oîvoi ndo’uietéva. Pira añoite ho’u. Mymba ro’o ombohasykatu
chupekuéra, ha upevakuére heta ndojepokuaajepéi Européo rembi’úre.
Ndaha’éi omymbajukaitereíva. Ijypykuemavoi oipururaka’e hembi’urâ
opaichagua ka’avo ha ñana rogue ha heseve mandi’o, jety ha yva. Ndo’úiva
hikuái guyra rupi’a. Ko’âva hína umi mba’e oipuruvéva hembi’úpe:
mandi’o, avati, jety, yvakuéra ha eirete. Yva apytépe katu ho’u
pakova, anana, aratiku, arasa, jakarati’a, pakuri, andai, kurapepê ha
mbokaja. Kuimba’e, kuña ha
mitâ opu’âre ohóma ojahu ha oñakâky’o ysyrýpe. Oîjeko ára
ojahuhápe pakôi jey. Chiriguanokuéra oipuru ñandyra ra’ÿi josopyréva
oñakâky’o hagua. Oñangarekokuaa avei ipyapê ha ipysâpêre. Oñakâky’óvo
oipuru hikuái peteî havô ha’ekuéra ojapóva ka’avokuéragui. Ko’êmbávo, ojeitýma ysyrýpe ha ojahupa rire ha oñemokâ porâ
mboyve, omonambaite hikuái hetére mba’eñandýva
(ungüento, pomada), ojapóva hikuái urukúgui. Upehaguére hete ha hóva
jepe ipytângy asy opytávo. Upehague ko’ême ojahu onohêmba peve uruku
rembyre hetégui, uperiremínte omonajey hagua ijehe. Hopehýi jave ha’ekuéra
oñemohendáma ikyhápe. Péicha jave ndaha’éi ku oñeha’âva hikuái
omboyke topehýi. Ha’ekuéra okese jave oñeno ha orambi ñepyrûma.
Oguata puku jave ñu térâ ka’aguýre ha ohupytývo chupekuéra
topehýi,
oñeno ha oke yvýpe ha upeichahápe, pyhare javérô, omohenda ipy pyte
tataypy gotyo, ombyakúvo hete ha ani hagua iro’y. Tata ndogueiva’erâ
araka’eve.
La arqueología o prehistoria Trata primordialmente
de las culturas antiguas y de las fases pretéritas de las modernas
civilizaciones. Intenta reconstruir las formas culturales del pasado y
trazar su crecimiento y desarrollo en el tiempo. Tekoypykuaaty
ojesareko umi ava no’ô ymaiteguarére ha tekovekuéra ara ypýre. Oñeha’â
ikatuha peve oha’ânga jey umi mba’e ymaite oikova’ekue, ohechauka
ikakuaa ha itenondépe ara resáre. Ejemplo
de investigación arqueológica (Techapyrâ ñane retâmegua) El
hombre de Caballero (Paraguari) - Ava “Pypuku” (Caballero-ygua)
En abril de 1986 se
iniciaron los trabajos del Proyecto Leroi – Gourhan coordinado por
Luciana Pallestrini en tierra de Juan Manuel Frutos del Municipio de
Caballero (departamento de Paraguari) Este programa arqueologico abarca
toda la prehistoria del denominado valle del Ypacarai. Los primeros
resultados de dataciones en radiocarbonicas dieron 990 y 3620 años antes
del presente para las “Islas” habitadas por el hombre prehistorico
de Caballero; alli ese hombre confeccionó piezas ceramicas, tallo
y pulio el hueso, dejo razgos de su aslimentación y sepulto a sus
difuntos. La arcilla local
constituyo una excelente materia prima para la confección de la ceramica
que presenta una gran variedad de decoración incisa. Durante la miisión
realizada en el corriente año se pusieron tambien en evidencia algunas
piezas en engove. En cuanto a los artefactos liticos es evidente el
aprovechamienpo de afloramientos rocosos y cantos rodados de las
proximidades; los cerros que circundan y el propio arroyo Pypuku, vecino;
sirvieron de fuente de materia prima ideal gracias a las posibilidades de
selección y colecta.
Ary 1986-me, oñemoñepyrûkuri peteî tembiapo ijojaha’ÿva Táva Caballero-pe, oîvahína Paraguari
yvyvorëpe (Departamento de Paraguari). Pe tembiapo omoakâ José
Antonio Gómez-Perasso, ñane retâyguáva; ha Luciana Pallestrini,
Italia-ygua. Ha’ekuéra oheka upépe ñande ypykue rapykuere. Mokôivévante
iñarandu ha ikatupyry upe mba’épe. Hembiapokueraita rehe ae ko’ága jaikuaa Caballero-pe
oikohague ñande ypykue “Ava
Pypuku” ojapo mbohapysu poteîsa
ary (tres mil seiscientos años).
Upépe ha’ekuéra ojogapo, oheja ikaruha rapykuere, oñotÿ umi omanóvape
ha ojapo hembipururâ yvy, ita ha kanguegui.
Restos
arqueológicos de Itaipu (Alto Parana) - Ava Itaipuygua
Los estudios arqueológicos
realizados en la zona del Alto Parana revelaron la existencia de vestigios
de comunidades humanas de hasta 8000 años de antigüedad. Los estudios
históricos y socio-culturales, con mayor énfasis en la margen paraguaya,
revelan datos etno-históricos de los poblados de la región, y
finalmente, de las migraciones que ocurrieron y dejaron profundas huellas
en esta región del continente. Los objetos recolectados pueden
apreciarse, por ejemplo, en el Museo de Historia Natural, que la Itaipu
Binacional, posee en Hernandarias. Los diversos trabajos
de ingeniería llevados a cabo en la zona de obras de Itaipu
tuvieron como uno de sus efectos secundarios el remover una enorme
cantidad de superficie, haciendo posible, de esta manera, una labor
intensa y fructífera de los arqueólogos.
Los conocimientos aportados por estas investigaciones permiten conocer con
mayor precisión los hábitos, costumbres y nivel de desarrollo de las
primeras sociedades humanas asentadas en el actual territorio del Departamento
de Alto Parana. Itaipu Binacional, Paraguay ha Brasil retâme ombojoajúva
tembiapoguasúpe, omopu’â hagua tendyry’apoha
(hidroeléctrica) Itaipúpe. Upépe, oñemopyenda hagua upe mba’e
guasuete, ojejuhúkuri avei ñande ypykue rapykuere. Umíva katu itujavéntema.
Ha’ekuéra oikojepékuri upérupi ojapo poapysu ary (ocho mil años).
Itaipúpe ñaguahêvo jajuhukuaa, iñongatupyre, japepo (ha’ekuéra
oipurúva oñotÿ hagua omanóvape), hembipurukuéra yvy, ita ha kanguégui
ijapopyréva.
La etnología
Puede decirse que
empieza donde la Arqueología termina. Investiga y describe las diversas
culturas en donde quiera que puedan encontrarse. Se dedica muy ampliamente
al problema de explicar las semejanzas y diferencias que se encuentran en
las culturas humanas. El etnólogo se interesa por la cultura como fenómeno
característico de los seres humanos en todas partes, y no solo por las
culturas de una sociedad particular o de un grupo de sociedades. Gran
parte de su trabajo tiene que ver con la descripción de diferentes grupos
humanos. Y como los menos conocidos son aquellos pueblos llamados “primitivos”, el etnólogo suele dedicar mucho de su tiempo a
las culturas de estos pueblos antiguos y culturalmente menos
desarrollados. Tekochaukahakuaaty hína oñepyrû opahápe
tekoypykuaaty. Ohapykuereka ha ohechaukakatu opaichagua ava no’ô reko,
oiko ha oikova’ekue yvy ape ári. Oñeha’â ombohovái mba’eicharupípa
ojojogua ha ojoavy ava reko taha’e ha’ehápe ha opaite ára. Tekochaukakuaahára niko ojesareko ha ohesa’ÿijo tembiapo taha’e ha’ehápe, ha ndaha’éi peteî avano’ôrente
ojesarekóva. Upéicha avei tekochaukakuaahára
oñeha’â ohechauka hekopete opaite avano’ô rembiapo,
ha ojesarekove umi avano’ô itenonde’ivévare, “ypykue” oñembohérava, ndaiporiguasúgui jepy’apy hesekuéra.
Los
Mbya Guarani de Ka’aguy Porâ Guarani Mbya Ka’aguy Porâygua
En el año 2001,
en una investigación de campo, los estudiantes: Hilda Figueredo, Liz
Barrios, Daniel Fretes, María Dávalos, María Montiel y César Rolón,
pertenecientes al Curso de
Profesorado de Lengua Guarani de la Regional Gral. Resquín
(Departamento de San Pedro) del ATENEO
DE LENGUA Y CULTURA GUARANI, mantuvieron contacto y registraron las
características culturales de los nativos Mbya Guarani, asentados en una
reserva forestal, ubicada a 100 kilómetros de General Resquín, y a 40
kilómetros de Villa Ygatimi (Departamento de Kanindeju). Los mismos están
distribuidos en seite comunidades, cada cual con sus respectivas
autoridades y familias bien definidas. A su vez, cada comunidad cuenta con
30 familias aproximadamente con su cacique. Allí ellos llevan una vida
armónica, respetuosa entre sus miembros y manteniendo la cultura, y
“adaptados” a los cambios de la naturaleza. Los estudiantes, llegaron
concretamente al Tekoha
Ka’aguy Porâ (Narandy), liderada por el Mburuvicha Cástulo
Garcete, donde apreciaron cuanto sigue: La educación es
tradicional, de carácter informal.
No cuentan con asistencia educativa formal (escuelas o colegios), siendo
el grado de analfabetismo casi absoluto. Exigua es la posibilidad de
acceder a la educación formal, salvo que alguno abandone la comunidad y
emigre a poblaciones próximas como Ara
Vera, Villa Ygatimi, Estrellita, Ype Hû u otras comunidades; convirtiéndose,
en caso de retornar, en analfabeto funcional. Creen en un Dios
superior denominado Ñande Ru Papa, padre de varios dioses encargados de la vida y la
subsistencia de la naturaleza. Ñande
Sy Guasu es madre de los seres humanos, Ñamandu
es el Dios de la impartición de males y justicia sobre la tierra. Vera
y Kuaray son los encargados de la luz, Jakaira es el padre de los animales, y Tupâ el lazo común de unión de los hombre con Ñande Ru Papa. Cuentan con un
sacerdote elegido por el propio Dios, de Él recibe elocuencia y sabiduría
para un mejor relacionamiento. Las ceremonias religiosas las realizan en
el opy (templo), lugar sagrado
donde una vez ingresado no se debe molestar o cuchichear; al contrario, se
debe demostrar respeto y fé en Dios. Allí piden favores (ñemomburu),
hacen sus plegarias, piden paz, abundancia; y que no les aflija enfermedad
alguna. Tienen miedo del Aña
Yvaguyregua, quien representa todos los males que existen sobre la
tierra. Todas las noches danzan orando a Ñande
Ru Papa. Danzan en forma separada los varones de las mujeres, haciendo
una trayectoria circular, portando los primeros las sonajas (mbaraka), y ellas un pedazo de caña de más de un metro (takua),
que verticalmente dispuesto, golpean contra el suelo. Ambos lanzan sus
plegarias, cada noche, antes de dormir.
Utilizan como “brújula”
diaria al sol, las estrellas y los animales. Cultivan la tierra aunque no
en grandes cantidades, pues son más cazadores. Tienen plantaciones de
mandioca, que es la más consumida por todas las comunidades. Además
cultivan maíz, zapallos, sandías, calabazas, banano, yerba y algodón.
Dichas plantaciones las hacen en derredores de sus casitas. Son cultivos
pobres, ya que no saben tratar las semillas y carecen de conocimientos
sobre mejoramiento de la producción. Asimismo para obtener
su alimentación cazan y pescan. Estos alimentos los preparan a fuego
lento, sin ingredientes, en fuego de leñas. Usan las hojas de banano para
proteger sus alimentos. Tratan la yerba y toman terere. Traen agua de los
manantiales (y’akâ), ya que
no cuentan con herramientas para cavar pozos. En sus cacerías cuentan con
la ayuda de sus perros. Se alimentan sentados en el suelo y sin cubiertos,
salvo aquellos que los obtuvieron de los madereros a cambio de rollos.
Atrapan sus presas mediante trampas (ñuhâ).
Usan el arco (yvyrapâ) y la
flecha (hu’y). El arco se
elabora de guajayvi. A la flecha le colocan plumas de aves. Respetan la autoridad
de un jefe al que llaman cacique, elegido entre los varones más
respetados de la comunidad, sabio, con liderazgo y autoridad moral dentro
de la comunidad. Antiguamente el cacique debía ser soltero; es decir, no
tener esposa a quien estar protegiendo y cobijando. Se dedicaba de lleno a
la comunidad. Actualmente, la primera condición para ser cacique es ser
casado. Es elegido democráticamente en asamblea de los varones de la
comunidad. Es el responsable de la vida armónica y respetuosa dentro de
la comunidad, es el representante legal de cada comunidad y el que la
organiza. Las autoridades están
compuestas de la siguiente manera: Cacique,
autoridad máxima; Sacerdote,
representante de Dios; Comisario,
jefe de seguridad de la comunidad; y Soldados,
súbditos del cacique y del comisario, responsables de hacer cumplir y
hacer cumplir las reglas de la comunidad y las órdenes de los superiores.
En caso que alguno llegase a desobedecer las reglas o causase problemas;
el cacique imparte justicia imponiendo sanciones como: latigazos,
permanencia en calabozo; y en casos extremos, incluso la condena a muerte. Usan una vincha (akângua)
en la cabeza, adornado por plumillas de aves. Fuman en pipa (petÿgua),
hechas de barro (ñai’û) con
chupadores de caña (takua). La
fumata la hacen antes de bailar y lo hacen para espantar los malos espíritus.
Usan collares (mbo’y) hechos
de semillas traídas de la selva. Pintan sus muñecas, rodillas, pómulos,
tobillos y codos con el ysy, es
a los efectos de prevenir dolores de los huesos. Usan el tameo
que hacen de hilos de algodón y lo utilizan como chiripa. En cuanto a la vestimenta se puede mencionar que ya cuentan
con ropas occidentales usadas,
productos del trueque por rollos de madera. Inescrupulosos madereros
explotan sus necesidades e ignorancia, y los aprovechan para la destrucción
de su propio habitat. Aprenden a respetar
la autoridad del padre, jefe de cada hogar, que cuenta con la colaboración
cercana de la madre. Sus viviendas son pequeñas, con techo de paja,
paredes de tallos de árboles, sujetos por lianas. Duermen en camas hechas
de caña (takuára), cubiertas
con pajas o grandes hojas de banano. Ary 2001, temimbo’ekuéra
oñemoarandúva avañe’ême ATENEO
DE LENGUA Y CULTURA GUARANÍme, Gral. Resquín, San Pedro-pe; oguahê
hikuái Mbya Guarani rendápe, oikóva hikuái peteî tekoha guasúpe oîva
Gral. Resquín (San Pedro) ha Villa Ygatimi (Kanindeju) pa’ûme. Upépe
ha’ekuéra ohecha, ohendu ha omono’ô hikuái umi Mbya -upépe oikóva-
rembikuaa. Upe tekohápe Mbyakuéra
ombohasa hekove oñopehêháicha, imburuvicha reheve. Oiko jekupytýpe ha
maymávante oñomomba’e guasu. Upépe avei ha’ekuéra omoañete
hembikuaa ha hembiapo tee. Oñeha’â avei ojepokuaa tekoha ñemoambuére.
Tekoha oguahêhague umi temimbo’ekuéra ha’ehína Ka’aguy
Porâ (Narandy), omotenondéva mburuvicha Cástulo Garcete. Upépe
umi temimbo’ekuéra ohechakuaa ko’â mba’e:
Iñarandu
ka’aty hikuái. Ndaipóri ijapytekuéra mbo’ehao (mitâ térâ mitârusúpe
guarâ). Nomoñe’êkuaái ha ndohaikuaái hikuái. Sapy’apy’a, oiméramo
oî peteî osê ha ohejareíva hekoha, ha ohóva oiko táva ijerereguáre:
Ara Vera, Villa Ygatimi, Estrellíta, Ype Hû térâ ambuéva rupi,
peicharôñoite, ojehekombo’ekuaa mbo’ehaópe; ha katu, ojevysapy’árô
hekohápe, pya’e hesaraipajey mba’e’etaita ome’êva’ekuégui. Ojeroviakatu hikuái Ñande
Ru Papáre, heta iñemoñaréva. Ñande
Sy Guasu jeko maymaitéva sy, Ñamandu
katu ojesareko tekomarâ ha tekokatúre yvy ape ári. Vera ha Kuaray ndaje oñangareko
tesakâre, Jakaira jeko ha’ehína
mymbakuéra rerekua; ha ipahápe, Tupâ
ha’ehína ñanembojoajúva Ñande
Ru Papa ndive. Oime ijapytépe peteî
avapaje Ñande Ru Papa remimoînguéva,
iñe’êngatu ha iñarandúva ha umi mba’ekatu oipurúva ojekupyty
hagua hapichakuéra ndive. Iñembo’ejeroky ojapo hikuái opýpe,
tenda ohechaukahápe hikuái ijeroviakatu Ñande
Ru Papáre, ha ojerurehápe ichupe py’aguapy ha tekoha resâire; ha
avei, ani hagua hasykatu hikuái. Okyhyje añete Aña
Yvaguyreguágui, ha’evahína opaite mba’evai apoha yvy apére.
Tapiaite oñembo’ejeroky,
pyhare vove, Ñande Ru Papápe.
Ojeroky hikuái kuimba’éva oñondive ha kuñáva kuña ndive. Ojopógui
ojeroky apu’a. Kuimba’éva mbaraka
ipópe ha kuñáva katu itakua
reheve ombota yvy. Mokôive
oñembo’e tapiaite, pyhare jave, oke mboyve.
Kuarahy,
mbyja ha mymba oisâmbyhy chupekuéra taha’e ha’eha rupi. Sa’i oñemitÿ
omymbajukavégui hikuái. Mandi’o upe ho’uvéva. Upéicha
avei oñemitÿ avati, kurapepê, sandia, andai, pakova, ka’a ha mandyju.
Itapÿi ypy rupi oñemitÿ. Heta jey ikogaty ijaipa chuguikuéra
ndoikuaaporâigui temitÿ ñeñangareko ha purukuaa. Hembi’urâ
omymbajuka ha opirakutu hikuái. Umi mba’e ohesy tatápe. Pakova roguépe
omo’â hembi’ukuéra. Oipurukatu hikuái ka’a ha ho’u terere. Y
ogueru y’akâgui. Omymbajuka jave omoirû chupekuéra hymba jaguakuéra.
Oguapy hikuái yvýpe okaru hagua, ipópente, tembipuru’ÿre. Oipurukuaa
avei ñuhâ oity hagua mymba. Avei oipuru yvyrapâ ha hu’y. Yvyrapâ
ojapo guajayvígui. Hu’y apýre omoî hikuái guyra raguemimi. Omomba’eguasu hikuái
hapicha mburuvichápe, ha’ekueravoi oiporavóva ava iñaranduvéva apytégui,
hekopy jehecharamóva ha ojehayhúva hekohápe. Ymave, mburuvicharâ
ojeporavómi peteî omenda’ÿvape, ndoikóiva’erâ oñangareko
hembirekóre, ha upehaguére omoirûvétava hekohayguápe. Ko’ága katu,
mburuvicharâ hembirekova’erâ katuete. Tekojojápe ojeporavo ichupe
mayma kuimba’éva apytégui. Ipoguýpe oî tekoha. Ha’ehína tekoha’ýva
opaite hendápe ha opavave renondépe. Tekoha sâmbyhyhára
oñemohenda kóicha: Mburuvicha, tekoha motenondehára; Avapaje, Ñande Ru Papa
remimoîngue; Komi, tekoha oñangarekohára;
ha Pysyrôhára, ha’evahína
mburuvicha ha komi rembijokuaái, omoañetéva tekoha rembipota ha sâmbyhyhára
mba’ejerure. Oîsapy’árô hekomarâ térâ oporomyangekôiva;
mburuvicha ojeitykuaáma hi’ári, ikatukuaa oinupâuka tejuruguáipe, ÿrô
omoînge yvyrakuaópe; ha amo hapópe, ikatuvoi ojukauka upe tapichápe. Iñakâre oipuru akângua,
oñembojeguáva guyra raguemimíme. Opita hikuái petÿguápe, ñay’ûgui
ojejapóva ha ipyteha katu ojejapóva takuaramimígui.
Opita ojeroky mboyve, omondýi ha omombyry hagua ângue iñañávape. Oipuru avei mbo’y
ojapóva ka’aguy ra’ÿigui. Ombosa’y hikuái ipyapy,
henypy’â, hovayke, ipyñuâ ha ijyvanga mba’e ysýpe ani hagua ikanguerasy. Oipuru avei tameo ojapóva mandyju inimbógui ha oipurúva hikuái chiripa
ramo. Ko’ága oîma ijapytepekuéra oñemondéva ñandéicha: ikasô ha
ikamisáva. Umíchagua ao ome’ê chupekuéra, yvyráre, pytagua (ha’ekuéra’ÿva,
Paraguay térâ Brasil-ygua). Heta oî tapicha hesegua’ÿva oñembojáva
hesekuéra yvyra rehehápe; ha oipurúva chupekuéra hekoha ñembyaípe.
Avei omomba’eguasu túvape, ogapy sâmbyhára. Tembireko katu oipytyvô ichupe mitâ jehesape’ápe. Itapÿimimi ndaha’éi ku ikakuaaitereíva, ojaho’i hikuái kapi’ípe ha ijykékatu omopu’â takuáragui, ojejokuapáva ysypópe. Oke hikuái tupápe, ojapóva avei takuáragui ha omamáva kapi’i térâ pakova roguépe.
La lingüística
Se ocupa de las
lenguas del hombre, incluidas las que hoy se hablan (por pueblos iletrados
y por pueblos que conocen la escritura) y de las que se conocen por textos
escritos (como el latín, el antiguo griego y el sáncrito). Se interesa
principalmente por el lengaje en cualaquiera de las formas (oral, escrito,
ideográfico, gesticulado, mímico, etc.) sus orígenes, desenvolvimiento
y estructura. El linguísta que a
la vez es antropólogo no se ocupa exclusivamente de los problemas lingüísticos
como tales. Se interesa particularmente por las múltiples relaciones
mutuas que hay entre la lengua de un pueblo y los demás aspectos de la
cultura. Ñe’ê’etakuaaty
hína upe ohapykuehokatúva ava ñe’ê, heñói guive yvy ápe ári ko’agaite
peve, ojehai ha ojehai’ÿva. Ohesa’ÿijo opa mba’e ava oipuruva’ekue
ha oipurúva ombohasa hagua hemiandu. Ñe’ê’etakuaahára ha’éva avei avakuaahára
ndaha’éi ku ojesarekóva ñe’êtekuaa añóre, oñeha’â uvei ohesa’ÿijo
tuichaháicha ñe’ê puru avano’ôme, ha’égui tembipuru jojaha’ÿ
ombohasáva ava rembikuaa, yma guive ko’ága peve ha taha’e ha’épe.
Ejemplo (Techapyrâ)
El Guarani dejó huellas
profundas en Sudamérica, permaneciendo las mismas hasta la actualidad en
varios topónimos (nombres de países y ciudades), mal escritos y
pronunciados. Así, en el actual Mercosur: “Paraguái”
(Para-gua-y), Japeju (Y-ape-ju),
Uruguái (Ûrugua-y), Itamarati
(Ita-marâ-ty). El Guarani siempre dio su
nombre a los lugares por la presencia abundante de algún elemento natural
en ellos, utilizando los sufijos “ty
(ndy)” para referirse a vegetales (aguai-ty,
kurupa’y-ty, ka’arê-ndy, ky’ÿi-ndy) y minerales (juky-ty,
yvy-ty-rusu, ita-ty); y “kua”
para indicar abundancia de animales y personas (jaguarete-kua, guasu-kua, tapira-kua-y, kamba-kua). Usó asimismo,
el sufijo “y” para nominar
las variedades forestales (karanda-y,
guapo-y, kurupa-y, jata-y, juasy-y, amba-y), y en zonas acuáticas la “y”
para indicar ríos, arroyos o cursos de aguas con abundancia de
determinados peces u otras especies y variedades acuáticas (pirape-y,
jatyta-y, akara-y, javevýi-y). Todos estos nombres son muy antiguos,
corresponden a la historia de antes de 1492.
A la llegada de los Españoles
en particular, algunas voces castellanas se transfonetizaron al Guarani,
nominando objetos extraños a la cultura nativa (kavaju,
vaka, ovecha, kavara, kamisa). Los españoles, particularmente los
misioneros (jesuitas y franciscanos) no pudieron cumplir inicialmente con
su cometido de la evangelización debido al vano intento de hacerlo en
castellano. Entonces decidieron desarrollar todo el proceso de catequización,
pero en la lengua del “reducido”. De allí en más aparecen palabras
para nombrar fenómenos, hechos, circunstancias y personajes cristianos,
pero en Guarani. Así yvága, añaretâ,
pa’i o avare, mongarai, tupâo, angaipa, etc. Oparupiete, Amérikape,
Guaranikuéra oheja hikuái iñe’ê rapykuere, upéicha rupi ko’ágaite
peve heta táva, yvyty, ysyry, ka’avo ha mymba héra Guarani. Oguahêvo
umi Español, heta ñe’ê Castellano-pegua oñembohyapu Guarani, peichahápe
ohenói hagua héra rupi hetaite mba’e pyahu pytaguakuéra oguerúva
hendive. Péicha oikejepe Guaraníme heta ñe’ê oheróva mba’e pyahu:
kavaju, vaka, ovecha, kavara, kamisa.
Umi pa’ikuéra ohechakuaávo castellano noipytyvômo’âiha chupekuéra
omysâivo Jehova ñe’ê Guaranikuéra apytépe, pya’e ojeko hikuái
avañe’êre, ha upe guive oipuru hikuái avañe’ê ombohasávo
Guaranikuérape hemiandu ha hembipota.
Folklore
El Folklore
es una de las ciencias del hombre, es un parte de la Antropología
Cultural que abarca el saber tradicional, el conocimiento de la clases
populares, incultivadas de las naciones civilizadas. Tiene su campo de
estudio y aplicación, sus objetivos, su técnica y método de estudio e
investigación, su aplicación, su utilidad, sus límites, su dinámica. El folklore
estudia el saber popular, el saber del pueblo. Viene del vocablo anglosajón
Folk = vulgo, pueblo; y lore = saber, conocimiento, ciencia. Es el término
propuesto por el arqueólogo inglés Williams John Thoms, en su carta del
12 de agosto de 1846 a la revista londinense "The Atheneum". Lo
hacía para designar las tradiciones, creencias, costumbres, mitos,
leyendas, canciones, proverbios, decires, refranes, supersticiones, etc.
de las clases populares, y desde entonces es un término universal. Tavarandu
niko peteî kuaaty ijáva Avakuaaty
tembiapoguiguápe. Ohapykueho, ombyaty ha oikuaakajeýva arandu
ka’aty. Mayma kuaaty oguerekoháicha, tavarandu oipuru avei aporeko
ha tapereko oipytyvôva ichupe
ohupyty hagua hembipota. Tavarandu
térâ tetâkuaa, ha'e kuaaty (disciplina, ciencia) tetâ rembikuaaguigua.
Upe ñe'ê omoheñoiva'ekue peteî karai katupyry hérava Willians John
Thoms, ary su poapysa irundypa poteîme; ha ojepuru oñehenói hagua umi
mba'e chae, jeroviapy (creencias), jepokuaa (costumbres), mombe'ugua'u,
mombe'upy, ñe'êarandu (proverbios), ñe'ênga (refranes, decires,
sentencias, comparaciones), tetâygua rembiapokuéva. Upe ñe'ê ojepuru
mayma tetâme, yvy ape ári oîva.
Características de los hechos folklóricos Las características
más importantes de los hechos folklóricos son:
1. Es
tradicional porque lo heredamos de nuestros antepasados y sigue
permaneciendo entre nosotros. Se transmite espontáneamente a través de
las generaciones como hecho cultural y no por medios institucionales u
oficiales; la transmisión es por vía oral, el medio usado por la gente
del pueblo, que no sabe leer, por repetición del hecho, por los juegos,
por el canto, por el trabajo y la artesanía, etc. 2. Es
vulgar, común, propio de la gente común o simple, del vulgo.
El hecho o creencia no se explica por la razón, por la lógica; responde
a un sentimiento, a la fe, se cree simplemente, porque sí, sin entrar a
analizar, sin saberse el porqué, el cómo, sin necesidad de comprender
para aceptarlo. Responde, no a la lógica racional, sino a la lógica de
los sentimientos. 3. Es
anónimo, es de autor desconocido. Por supuesto que alguien fue
el autor, en ser el primero en realizarlo, pero con el tiempo, al
tradicionalizarse el hecho, ya no se sabe quien fue el autor, se volvió
anónimo. 4. Es
funcional, cumple una función, es utilitario, sirve para algo:
para alegrar, distraer, trabajar, instruir, etc. 5. Es
espontáneo, aparece en el momento menos pensado, pues es el
producto de las circunstancias, de las distintas situaciones o
acontecimientos. Nadie puede vaticinar que en tal o cual momento se
producirá un hecho folklórico. Tavarandu
ha'eva'erâ katuete mba'echae (tradicional), tetâygua rembiapokue
(vulgar), ijapoharekuaa'ÿva (anónimo) purupyrâ (útil), ha heñoisapy'áva
(espontáneo). CLASIFICACIÓN DEL
FOLKLORE TAVARANDU ÑEMOHENDA
El Folklore abarca
todos los hechos, especies, elementos y bienes del saber, de la cultura
popular, y para su estudio se acostumbra agruparlos en especies
espirituales, materiales y sociales, de ahí que el folklore se clasifica
en:
1.
Folklore Espiritual o Animista
Apytu'û rehegua tavarandu, 2.
Folklore Material o Ergológico
Mba'e’apo rehegua tavarandu, ha 3.
Folklore Social o Sociológico
Ava'aty rehegua tavarandu. 1. FOLKLORE
ESPIRITUAL O ANIMISTA APYTU'ÛGUIGUA
TAVARANDU
Incluye el estudio
-por ejemplo- de las creencias, supersticiones, mitos, leyendas, káso
ñemombe'u, ñe'ênga, juegos y pasatiempos, devociones populares, etc.
1.1.
Relaciones: son versos que se dicen a la pareja, y que pueden tener respuestas de la otra parte, especialmente en el pericón (pericón con relación). Ñe’êjovake niko ñe’êpotymimi joguaha
ja’éva ojupe, ha ñane irû ombohovakekuaáva ñandéve.
En la esquina de mi huerta En la esquina de mi huerta
hay una planta de aromita hay una planta de takuare'ê
hetaite jepe la gente
Ko'agagua kuñataîkuéra
pero che rohetûmíta ohohape oñe'êrei
1.2.
Adivinanzas: se
manifiestan a través de la expresión "maravichu, maravichu, mba'émotepa",
es decir una pregunta, que espera la respuesta deductiva de la
contraparte. Ñe’êñemiguerojera niko ñe’êporandu oñepyrûva maravichu
maravichúpe, ha oha’ârôva ñembohovái katupyry. Maravichu
maravichu, mba'émotepa
Maravichu, maravichu, mba'émotepa ñapo'êramo
hesape okaru (jetapa)
peteî karai po’i oike ka'aguýpe ha osê iñakâ rehe ysypo (ju). 1.3.
Creencias: son falsas
nociones naturales o suposiciones ilógicas aceptadas tradicionalmente sin
análisis, porque sí, sin intervención de la razón ni de la voluntad;
son expresadas en forma de enunciados o de juicios breves, elementales. Jeroviapy niko umi mba’ekuaa
jaguerekóva, jepémo ñe’êrei, upeichavérô jepe ojepuru tapiaba
oparupiete oñembohováivo mba’e hesaka’ÿva.
* Mbarakaja hekove pokôi (El
gato tiene siete vidas)
* Mbarakaja hû ome'ê po'a
(Gato negro da suerte)
* Chavurro hasêramo, okýta
(El burro que rebuzna, anuncia lluvia próxima)
1.4.
Supersticiones: son
falsas nociones sobrenaturales, originadas en el mundo sobrenatural o que
suponen creencias falsas de poderes sobrenaturales o en materia religiosa;
siendo aceptadas tradicionalmente sin análisis ni intervención de la razón
ni de la voluntad. Jeroviajerovu niko umi mba’ekuaa oñembotuichareíva.
-Typycha okê kupépe pya’e
omondo ogapýgui jahayhu’ÿvape Una
escoba puesta destrás de la puerta ahuyenta a las visitas -Kuña ndojahuiva’erâ
imemby rire, ÿramo omanóta La
mujer no debe bañarse después de parir, caso contrario morirá -Pitogue
opurahéiramo,
he'ise oîha hyeguasúva Si
canta el pitogue, quiere decir que en la zona hay alguna embarazada
1.5.
Magia:
en la
acepción actual, indica hechicería, embrujo, hechizo. Este vocablo es
también aplicado al médico -entre los indígenas- igualmente al
hechicero, al mago, al exorcista. En la versión popular, se puede
empayenar (el vocablo es hoy de uso corriente: embrujar, hechizar)
directamente dando brebajes, elixires y otras formas de vehículo del
hechizo, poniendo algo en la comida, en la bebida, o indirectamente,
ofreciendo un cigarro, una flor; y aún a distancia, con invocaciones,
rezos o realizando ciertas prácticas. Paje niko mba’ekuaa ojepurúva mba’e porâ ha mba’e vai
jajapo hagua ñande rapicháre. Upevarâ ojepuru opa mba’e: ñana, y,
tembi’u, yvoty ha ñembo’e jepe.
Material
empleado en la práctica del paje (Mba’eita ojepurúva paje ojejapokuévo): espejos, utensilios, tinta, papel, ropas, pañuelos,
cintas, figuras, fotografías, cuadros de santos, muñecos, cruces y paños
de cruces. Agua bendita, sal, vinagre, pimienta. Cabellos, sangre, saliva,
huesos. Kavure'i rague, sapos (kururu), grasa de guinea (guinéa kyra),
excrementos (tepoti). Ka'avo rogue, ka'a ha roméro. Imán (itakaru),
tierra de cementerio (yvy te’ônguópegua), agujas y alfileres (ju).
También se acude a oraciones (ñembo’e), especialmente a San Antonio,
San Miguel Arcángel, Santo Tomás, Santa Elena, y Santa Catalina de Sena. 1.6.
Medicina popular: en
el caso de nuestro país, ella está fuertemente impregnada de los
conocimientos Guarani, particularmente en el empleo terapéutico de
plantas medicinales; a ellos se sumaron otros conocimientos por
transculturación española, durante la colonia, particularmente de las
Misiones. Una personaje sobresaliente en la medicina popular paraguaya, es
por ejemplo, la Partera Chae,
la partera empírica; que sin tener preparación académica ni título
habilitante, se dedica a la "profesión". Otros tipos de médicos
también existen, como los médiko
y, los médiko ñana; o los
curanderos, aunque este último término sea, a veces despectivos. En muchos se mantiene
aún la creencia -que viene de los Guarani- de que la enfermedad puede ser
debido a la penetración en el cuerpo, de espíritus malignos; el mecansmo
sería por una acción maléfica de otra persona, de poderes mágicos, de
fuerzas extraordinarias, de conjuros, etc. El ente
maligno, la enfermedad, puede penetrar en uno por descuido, de modo
natural, en ciertas ocasiones (heridas, sustos), por la conjunción de
circunstancias adversas (Chejéta aikóvo; ho'avaipa chéve; mba'eve nosêporâi
chéve), épocas de epidemias, etc. Para nuestra gente también ejerce
influencias el tiempo que puede exacerbar la fiebre, empeorar un estado,
las heridas, etc., como el plenilunio, el viento sur, el noroeste. Algunas
"enfermedades folklóricas", a criterio del vulgo, son: ohéo
(especie de hidrocefalia); py'aruru (especie de hepatitis); tavardillo
(fiebre puerperal); kambyrujere (gastroenteritis aguda en los recién
nacidos sobretodo); mitâreterasy (dolores musculares del recién nacido);
isípula (erisipela); topepireko (orzuelo), etc. El ohéo
se cura, por ejemplo, poniéndole una media en la cabeza al paciente; el py'aruru
por su parte se cura con el famoso "jehai" y abundante terere
con parapara'i y aguakáte rogue; el tavardíllo
se previene, según las abuelas de antaño, no bañándose la parturienta
durante cuarenta días, y cubriéndose la cabeza con algún paño (akâkua),
y usando medias; el kambyrujere
deber ser atendido por una médika que deberá igualar las piernas, ya que
el kambyrujere acorta una de las piernas del recién nacido; el mitâreterasy
por su parte se cura envolviendo a la criatura con una camisa sudada del
padre, y no torciendo más la ropa del recién nacido; la isípula
se cura con sapo. Reipichy kurusuva'erâ hasykatúva retyma ha upevarâ
reipuruva’erâ upe kururu rye; por último, el topepireko se cura, por ejemplo, frotando la parte afectada
con anillo de oro "entibiado". Muchos tratan sus
enfermedades con productos de origen mineral como azufre en barra,
kaolín, kerosén, etc.; o bien, con
productos de origen animal como ryguasu kyra, jakare kyra,
tatu kyra, etc. También, tonsinsal, aceite de maní, yema de huevo, orina
de niño, etc.; y por último se pueden usar también productos de
origen vegetal, como: plantitas enteras, bulbos, raíces, lianas,
cortezas, cáscaras, frutos, jugos, savias, y semillas, etc. Algunas plantas
medicinales usadas por nuestro pueblo, son por ejemplo para la disentería:
ka'ahái, ka'arê; anticatarrales, como guavirami, taperyva; antidiarreicos, como arasa,
granada, yvapurû; desinfectantes,
como aromita, arasa rogue, tapekue; febrifugos, como tarope, jaguarundi; abortivos, como ruda, ápio,
ka'apeva; espectorantes, como amba'y, kumanda yvyra'i, malva blanca y mamón;
hepáticos, como kokû, jaguareteka'a; purgantes, como rosa
mosqueta, karaguata, mba'ysyvo; refrescantes,
como ka'arurupe y ka'apiky'i; reumatismo, como kalaguala, palo santo.
1.7.
Religión: los
paraguayos manifestamos permanentemente nuestra religiosidad, de distintas
maneras: sacras y profanas, pero religiosidad al fin. Jeroviakatu:
Ñane retâygua ñamomba’eguasu opa mba’e ijáva jeroviakatúpe,
taha’e ha’eháicha. Algunas
manifestaciones de esa religiosidad son, por ejemplo, la creencia en los Santos
Protectores. Así, San Blas (patrono de las enfermedades de la
garaganta, ahy'o rerekua), San Roque (patrono de los perros e invalidos;
jagua ha imeguáva rerekua); Santa Lucía (patrona de los ciegos, ohecha'ÿva
rerekua); San Ramón (de las parturientas y embarazadas; hyeguasúva ha
imembyramóva rerekua); San Isidro (de los agricultores; ñemitÿhára
rerekua), San Cayetano (de los trabajadores; mba’apohára rerekua);
Santo Tomás (de los estudiantes e intelectuales; oñemoarandúva ha iñarandúva
rerekua); Santa Cecilia (de los músicos; puraheihára rerekua); San
Antonio (de los enamorados; ojohayhúva rerekua); San Judas Tadeo (de los
casos difíciles y desesperados; mba’ehasýva ha apañuâi rerekua),
etc. Entre las devociones
populares encontramos, por ejemplo, el tupânói
(pedir la bendición), la bendición
de las casas (óga ñemongarai) cuando se inauguran o son nuevas; las
costumbres relativas a los póra (upéva jeko hekovaiva'ekue, iñangaipa
hetava'ekue), etc. También forma parte de la religiosidad, los cantos
religiosos, entre ellos los realizados por los famosos Estacioneros
de Samana Santa. 1.8. Mitos: Son relatos de hechos imaginarios atribuidos a personajes fabulosos, dioses o semidioses. Es una forma narrativa originariamente de carácter religioso, utilizado en todas las culturas primitivas -fundamentalmente- para explicar fenómenos de la naturaleza, experiencia o concepción religiosa. Mombe’ugua’u oñeha’â ombohovái umi mba’e iñypytû, hypy’û, jahecha’ÿ ha jaikuaaporâ’ÿva, jepémo upéicha jagueroviáva. Techapyrâ
JASY JATERE
Dicen
que es un hombrecillo de cabellos dorados, considerado como el señor de
las siestas, poseedor de una especie de varita mágica fuente de su
maravilloso poder. Es el protector de las abejas y del ka'aruvicha. Extravía
a los niños para llevarlos junto a su hermano Ao Ao. Kóva
hina Tau ha Kerana ñemoñare irundyha. Ko mitâ'i yvágaicha hesa hovy
hasy ha kuarahy mimbícha iñakârague sa'yju. Oĝuahêvo asajepyte
ndaje osê omyasâi mborayhu.
Oje'e hese opívo oguataha ha oguerekoha ipópe ka'a rakâ pehêngue ome'êva
ichupe imba'ekuaaita. 1.9. Leyendas: Son
relaciones de sucesos que tienen más de tradicionales o maravillosos que
de históricos o verídicos. Es relación fabulosa. Intenta explicar la
presencia de los elementos naturales (animales, vegetales o minerales). Mombe’upy niko oñeha’â
ombohovái mba’eicharupíva oî yvy ape ári umi hekomymbáva, hekoka’avóva
ha mba’ehekotee’ÿva. Techapyrâ:
KA'A
Peteî áraje Ñande Ru ou,
tujamíramo, yvy ape ári oguatávo, ha ikane'ômarô
oheka peteî ogami opytu'u haĝua. Ohohápente mavave ndoipe'ái
chupe hóga rokê. Maymávante oñembotavypa chugui. Ipahaitépe, oĝuahê
peteî tujami rógape. Upéva ombohasa chupe hógape, ome'ê chupe y ha
tembi'u, ha okemi haĝua avei ome'ê chupe. Upe tujami oikóje itajýra
ndive, ha mokôive rasa oñangareko porâ Ñande Ru rehe. Ohecharamógui tujami ha tajýra reko marangatu, Ñande Ru ojevúvo
yvágape omoheñoiukáje tujami róga korapýpe, peteî ka'avo pyahu avave
oikuaa’ÿva. Upei oguahêkuri tujami rendápe Ñande Ru remimbou;
ombo'eva'ekue tujami ha tajýrape mba'eichaitépa ojepuru'arâ upe ka'avo
pyahu, hérava ka'a, opytava'ekue mokôivéva poguýpe. 1.10. Cuentos
populares: Son
relatos, narraciones, o sucedidos folklóricos. En el Paraguay, son de
naturaleza oral, por eso se conocen con el nombre de káso
ñemombe’u, y son contados
en rueda de amigos o de familiares, con el fin de divertir, entretener o
moralizar. Se diferencian de los cuentos
universales (Gulliver, La Bella Durmiente del Bosque, Pulgarcito,
etc.), precisamente por el hecho de ser nacionales y folklóricos,
referentes al Póra, Pombéro, Pláta Yvyguy, Perurima, Pychâi, Jasy
Jatere, etc., personajes o fenómenos solo concebidos en el marco de la
Cultura Popular Paraguaya. Tienen valor y agradan preferentemente al
interior del Paraguay, y a su creador -casi anónimo- el
paraguayo. Káso
ñemombe’u niko umi ñemombe'u iñasâiva ñane retâpýre ha ñande rapicha
omombe'úva imandu'akuévo hembiasakue térâ ambue hapicha rembiasakuére.
Opaichagua káso niko oî, péicha, ñahendukuaa póra, pombéro, pláta
yvyguy, paje, Pychâichi ha Perurima umíva rehegua. Oî avei omombe'úva
mba'éichapa heñóikuri tavakuéra, ÿramo oñe'êva guyra, mymba, térâ
ka'avokuéra rehe. Oî itie'ÿva, avei ñanembopukáva, ñanemongyhyjéva
ha opaichaguáva. Upeichavérô jepe, maymáva ñanerekombo'e ohechaukágui
ñandéve pe ñande rekoite; avei oguerekógui upe arandu ka'aty oje'eha.
Ko'ága rupi ae oñembyaty ha mbeguekatúpe ojehai ohóvo. Avei oñemomba'eguasúve
ha ojehechakuaaramojey. Techapyrâ: MBORIAHU RYĝUATÂ KÁSO (Mbyatyhára: David A.
Galeano Olivera)
Karai Hilario ha hogayguakuéra oikova'ekue, ñepyrûrâme, Itakyrýpe.
Upépe omba'apo hikuái kokuépe. Mandyju ha manduvi niko umi mba'e oñemitÿkakuaavéva,
ohepyme'ê haĝua. Oiko porâ hikuái, imboriahu ryguatâ. Imarangatu
hikuái. Heta tapicha ohayhu añete Hilario ha hogayguakuérape, ha oîra’e
avei ohayhu’ÿva chupekuéra. Péicha
ndaje, peteî ko’ê, ojuhu hikuái juky iñasâiva hóga jerére. Osê
ha ohohápente, hóga jerére, juky mante ojuhu. Oñemondýivoi ha’ekuéra.
Oñembo’e avei, ha upéi ohypýi ykaraipyrépe. Ña Carmen -Hilario
rembireko- oitypeíkuri ha ombyatypa peteî vosápe, ha’e.... ka’arupytû
jave oñotÿkuri -iména ndive- kuarahy reike gotyo. Upeichavérô jepe, upe ára guive nosêporâvei mba’eve chupekuéra.
Ña Carmen jeko oúkuri hasykatuetévoi. Hilario katu ojuhúkuri irundy
hymba vaka oñekarâi ha huguypáva, upéi omanombava’ekue ichugui.
Ha’e oñangareko aja hembireko ha umi hymba vakáre, ysokuéra oñemohyguatâkuri
imandyjutýpe. Upeichaite jekoraka’e ojehúkuri.
Vaípeko ojehecha hikuái. Iñambuepaite hekovekuéra. Peteî pohânohára
chae he’íkuri chupekuéra: «Mba’evai niko ojejapo penderehe. Ndaha’éi
vyrorei. Che ndachepu’akamo’âi hese. Pehayhúramo pende rekove ha
pene ñemoñare, pehova’erâ ko’águi ha pya’e ave. Pepytáramo ko’ápe
ikatu pemanomba; pehóramo ikatu peñakârapu’âjey». Pya’e jeko Hilario ha ipehênguekuéra ojapyhýkuri ijaomimi ha
oje’ói Itakyrýgui. Mombyryvoi oho upégui, Karaguataýpe. Upépe
ojogapo vaivai; ha upéicha avei, heta ára ndaje ohasa asy. Yvýpe hamba’e
oke ha okaru. Hilario ha ita’ýra ypykue ohókuri omba’apo peteî
mandyjutýpe. Mbeguekatúpe ojoguajeýkuri tupa, apyka, mesa, umíva.
Upeichahárupi ndaje, peteî ka’arupytû, Hilario -ou rire imba’apohágui-
oguapýkuri itapÿi rovái okay’u hembireko ndive; ha oñemongetaháguihina
hesaho hikuái peteî karréta nandíre, ohasáva ohóvo, ha jeko oguahêvo
peteî mbokaja tuja renondépe -namombyrýiva hogakuéragui- oguetékuri
Hilario ha Ña Carmen resa renondégui. «Mba’épiko péva», he’íje
hikuái ojupe. Mokôive ndaje imandu’ákuri upérô umi hogaykeregua ñe’ênguére.
Ha’ekuéra niko omombe’úmiva’erâ Hilario ha Ña Carmen-pe
Karaguatay iporaha, ha sapy’apy’a ojejuhuha upépe pláta yvyguy. Ñorairô
Guasu rapekuevoi niko raka’e. Ambue ka’arupytûme ojehujeýkuri upe
mba’e. «Oiméne niko kóva hína pláta yvyguy mba’e», he’ijekoraka’e
hembirekópe, ha ombojoapy: «Ko’êramo jajo’óta». Upe ára irundyhápe
Hilario ndohói omba’apo. Opytákuri, ha hembireko ha ita’ýra ypykue
ndive ohókuri mbokaja tuja oîha meve. Ogueraha hikuái peteî jo’oha
(pala), ha oñepyrû ojo’o. Pya’evoi ndaje ojuhu peteî karamegua’i.
Onohêraka’e hikuái ha oipe’ávo ojuhu hyepypegua omimbipáva,
nimbora’e pláta yvyguy hína. Ovy’aiterei hikuái, jepérô upéicha
nomombe’úikuri mavavetépe. Oguerokirirînte hikuái. Mbohapy ára ohasa rire jeko Hilario osêkuri ohopa heseve
Brasil-pe, ha upépe ohepyme’êkuri. Heta pirapire ndaje oñeme’êkuri
chupe. Upégui ou rire, ojoguákuri hogarâ Paraguaýpe. Ko’agaite peve oiko ko’ápe. Ipirapire heta jepiveguáicha; ha’e... kakuaa omba’apo.
Añetémbora’e upe he’iva’ekue chupekuéra pohânohára chae: «Pehóramo
ikatu peñakârapu’âjey». Ha añetehápe, upeichaite oiko hesekuéra.
Mba’e vai rire, mba’e porâ manteva’erâ, péicha niko oje’evavoíjepi...
... ha upépe opa.
2. Folklore material o
ergológico
Incluye el estudio
por ejemplo de la forma de construcción de viviendas, la alimentación, y
las artesanías.
2.1.
La vivienda: En
su construcción se tiene en cuenta la orientación, aunque no siempre,
Norte-Sur, que evita estos vientos. También el material utilizado para la
construcción tiene trascendencia, pues puede ser 1)Rancho
(pared estaqueada, mbokaja ygue, techo de pája, adobes, etc.), y 2)Casa
de Material (pared y techo de material
más moderno: ladrillo y madera trabajada). Óga oñemopu’âvo
oñemohendava’erâ tekotevêháicha ani hagua yvytu vai ojeity hi’ári.
Oî óga ojejapóva mbokaja yguégui ha omo’â kapi’íva; ha upéicha
avei ojogapóva ipyahuveháicha, oipurúmava yvy’atâ
(ladrillo) ha yvyrajegua.
Las
dependencias, muebles y enseres de la vivienda son: En la casa, el corredor, la cocina, o en algún
galpón, nunca falta el sobrado,
pequeña plataforma (colgada) de madera o varilla (takuára), donde la
gente coloca el queso fresco, o guarda algunas especies y utensilios. La cocina puede formar parte de la estructura posterior de la casa o
estar separada de ésta. En ella el piso puede ser lugar de la fogata (tataypy),
colgándose del techo un alambre que sujetará la olla. En otros casos la
cocina cuenta con fogón de
material. Anexo también va el horno (tatakua), hay veces en el suelo o sobre un pequeño sobrado. Es de
forma semiesférica, con dos orificios uno mayor y otro menor. Allí se
cocinan el chipa, la sopa paraguaya, el chipa guasu y otros platos. En los
alrededores, encontramos también pozo,
fuente del vital líquido, cuenta con brocal, roldana, y piola que sujeta
al balde. Un poco más alejado de la casa está el excusado
(ñaimeha) o baño (jahuha), que no pasa de ser una simple excavación
cubierta por una plataforma que cuenta con un orificio. La casa
cuenta con dormitorios (kotykeha),
comedor (kotykaruha) y uno o más corredores
(guataha). Entre los muebles y enseres encontramos: el catre de lona, trama y tejido metálico; la cama y su colchón (tupa
ha kochô), almohadas (aramboha) y cobijas; también la hamaca (kyha), el baúl (karamegua), candeleros (tataindyrenda), lámparas
a alcohol y kerosén (lampiû), velas (tataindy), algún nicho con imágenes
de barro y cuadros de santos; mesas (mesa), sillas (apyka), silletas (apykape),
bancos (apykapuku), cántaros (kambuchi), alacenas para guardar utensilios
(tembipuru); el mortero (angu'a), platos (ña'êmbe), cedazo (yrupê),
cestas y canastos (ajaka), jarros (y’uha), calabazas para agua (hy'a),
una batea (yrenda) y palanganas (kanéka), etc.
2.2.
Tembi’u Paraguay (La
Alimentación): Incluye platos y bebidas típicas, materiales
ingredientes, condimentos y acompañantes utilizados en las comidas. Entre
los ingredientes encontramos
el almidón (aramirô), harina de maíz (avati), grasa de cerdo (kure
ñandy),
leche (kamby), queso (kesu), huevo de gallina (ryguasu rupi’a), carnes
varias (mymba ro’o opaichagua), etc. Entre los condimentos
sobresalen el ajo, cebolla (sevói), locote (ky’ÿi), azúcar (asuka),
sal (juky), hoja de laurel, limón, etc. Entre los platos
y bebidas típicas encontramos: huitî maimbe, rora, kavure, mbeju,
chipa, so’o jukysy, so’o josopy, so’o apu’a, so’o chyryry, so’o
ka’ê, puchéro, vífe koy’gua, chamuchína, asado de carnes, guiso,
pajagua maskáda, chastáka, embutidos (botifarra, chorizo, longaniza,
mbusia), kumanda, lókro, saporo, jopara, ipokue, iñakängue yvyguy,
chicharô, tortílla, chipa guasu, mbaipy, kiveve, kandial, pónche,
kosereva, kaguyjy, kamby-arro, arapaho, alóha, terere, káña (guari),
kleriko, chicha, etc. 2.3.
Calendario de actividades agrícolas y ganaderas (ñemitÿ ha mymba
ñangarekoguigua): Enero
(Jasyteî): Se practica el rozado sin quemar, siguen madurando las
frutas (yva). Hay sandía (sandia), melón (merô), piña (anana), guayaba
(arasa); Febrero (Jasykôi): Cosecha de algodón (mandyju), corte de
árboles (yvyra); Marzo (Jasyapy):
Cosecha de maíz duro (avati), se prepara la tierra para la plantación
de invierno, comienza la época de engorde de cerdos (kure ñemongyra);
cruzamientos de ovinos; Abril (Jasyrundy):
Cosecha de mandioca (mandi’o). Mes de siembra en general, de
transplante, plantación de árboles y hortalizas; Mayo
(Jasypo): Carpir, rozar, arar para sembrar en julio y agosto. Mes
de muchas frutas, particularmente cítricas. Siembra de tabaco (petÿ).
Refuerzo en la alimentación del ganado, pues en invierno habrá escasez
de pasto (kapi’i); Junio (Jasypoteî):
Cosecha de porotos (kumanda) y caña de azúcar (takuare’ê); Julio (Jasypokôi): Preparación para siembras de verano.
Arado y carpido. Quema de campos. Siembra de mandioca (mandi’o), batata
(jety), poroto (kumanda), mani (manduvi), sandía (sandia), melón (merô),
zapallo (kurapepê), arroz (arro). Termina el corte de yerba mate
(ka’a), injerto de cítricos. Castración de cerdos (kure) y corderos (ovecha);
Agosto (Jasypoapy): Castración de caballos (kavaju), burros
(chavurro), bovinos (vaka) y cerdos (kure). Poco pasto en los campos; Setiembre
(Jasyporundy): Usar abonos animales en los campos. Sembrar algodón
(mandyju), mani (manduvi), arroz (arro), porotos (kumanda), batata (jety),
melón (merô), zapallo (kurapepê), calabazas (andai), piña (anana),
bananos (pakova), mandioca (mandi’o). Injerto de frutales. Cruza de
equinos (kavaju) y mulares (mburika). Esquila de ovinos (ovecha); Octubre
(Jasypa): Cosecha de trigo; Noviembre
(Jasypateî): Aparecen choclos (avatiky), sandías (sandia), piñas
(anana); y Diciembre (Jasypakôi):
Sigue cosecha de maíz (avati), melón (merô). Comienza la cosecha de
tabaco (petÿ) y tártago (mba’eysyvo). Cruzamiento de ovinos (ovecha).
2.4.
La Artesanía: su geografía y materiales empleados (Mba’e’apo: táva
ojejapohápe ha mba’e ojejapóva): Ita,
Aregua, Tovatî: (alfarería
y cerámica), Karapegua (algodón = poyvi), San Miguel (lana
= ovecha rague), Jataity (ao po’i), Kapiata (escobas =
typycha), Luque (orfebrería e instrumentos musicales), Limpio
(karanda’y = sombreros, cestos), Itagua (ñanduti), Pirivevúi
(póncho 60 lista), Ka’akupe (dulces = mahe’ê), Cnel.
Bogado, Eusebio Ayala (chipa), Atyra, Ypakarai (cuero).
3. Folklore social o
sociológico Incluye aspectos del
lenguaje, usos y costumbres, fiestas y ceremonias, y juegos y pasatiempos,
por ejemplo.
3.1.
Apodos:
comúnmente
llamados “marcantes”, es el nombre que se suele poner a alguien
tomando algún defecto o particularidad del mismo. Jehero
niko teratee’ÿva jaipurúva ogapýpe térâ angirû apytépe.
Techapyrâ: Chiquitín,
Pancho, Aguara’i, Avión Koli, Anguja, Kavaju Rembe, Kururu, Gállo
Perô,
Guyra Tavy, Jaguarete, Jatevu, Jagua’i Pakéte, Ka’i, Jagua Perô,
Vaka resa.
3.2.
Refranes y sentencias: son
expresiones que reflejan el pensamiento del hombre común acerca de los
cosas del mundo, y que en forma consuetudinaria se vuelve tradicionales. Ñe’ênga
niko ohechauka ava arandu ka’aty, ñe’ê’apesâ rupive. Techapyrâ:
Ahaséma
ógape, he'i hyéva ikasôme. Aisu'u
ha amokô hykuere, heíje ináko reheve okeva'ekue. Aháta
aju, he'i osóva. Avy'a
ha ndavy'ái, he'íje iména manóva. Ágante
re'áne che píkore, he'íje loro. Che
ndaka'úi, he'i oka'úva. Chéngo
ha'emínte, he'i loríto óga. Chemba'éngo
nemba'énte avei, he'i kasô ahéno reheve ofarreáva. Eremijey,
he'íje ojerrekeríva. Ivai
la situ, he'íje hekakapa'âva. Javy'ahaguánte,
he'íje ikomáipe omoakâperôva’ekue. Jaikove,
he'íje mondaha omonda'íramo. Kavalete,
heí isái mbykýva. Ko'ágaiko
mba'e día, he'íje farrahápe iko'êmbava'ekue. Cada
cosa henda, he'íje iky oguerováva ityvytágui iñakâme. Ko'âva
ndaijoytávai, he'íje ñati'û mokitéro guýpe. La
unión hace la fuerza, he'íje ikatîjováiva. Ndaha'evoi
la ha'usepávakuri, he'íje asadohágui oñemuñava'ekue. Ndaipóri
forma, he'íje angu'ápe oñenóva. Ndahetái
pero ndofaltái, he'íje hembireko peteîva. Ndarekói
ni angelíto resa jopy hagua, he'íje veloriohápe ojerrekeríva. Ña'aguata,
he'íje iména katîva. Orrendíguinte
ndopáima, he'íje iména pirúva. Sapy'aite
guarâ, he’íje iména sa'yjúva. Tuicha
rejavy, he’íje hetyma yvyráva oisu'úrô chupe jagua. El
único que me queda bien, he'íje ijao peteîva. Arriéro
rembe puku kavaju uhéi. Arriéro
vai pombéro villetéra. Arriéro
rekorei lápi de color morotî. Arriéro
juruméme kaseróla. Arriéro
rekorei avión vosína. Mitâ
resa guasu itavýa vódoke. Mitâ
molde vai kururu ñembo'y. Grásia
ja'upa rireguánte. Ko'ygua
ha enkomiénda nerembohérairô noguahêi paraguaýpe. Kuña
ka’u ha kure ensilládo ndaijagrasiádoi. Lígape
jakare jepe ojahogáva. Mandarína
ha guaigui ndaikatúi ja'u ñemi. Výro
ha yvyra karê araka’eve ndopái. Hovasyve
tape yképe okakávagui.
3.3. Juegos y Pasatiempos (ñembosarái ha tetia’erâ): Los más tradicionales son pasará-pasará; solterona; descanso, pelota muerta, tuka’ê, libertado, kuäirû kañy, tevi trápo, cinto kañy; gallíto ciego, balita, tikichuéla; boléro, pandórga, trompo, pulseada, partído; carréra, kalesíta, loteria familar, carrera vosa, kambuchi jejoka, paila jeheréi, tata ári jehasa, yvyrasÿi, carrerape, sortija, tóro ñemoñarô, toro kandil, riña de gallos.
3.4.
Fiestas patronales (Vy’arâ marangatúva):
Incluyen la recordación de fechas de los Santos Patronos, algunas de
ellas son: 6 de enero, (Reyes Magos), 21 de enero (Ñandejára Guasu,
Pirivevúipe), 2 de febrero (La Candelaria, Kapiatâpe), 3 de febrero (San
Blas, Pirivevui ha Itápe), 3 de mayo (Kurusu ára), 10 de Agosto (San
Lorenzo, Ky’ÿindy ha San Lorenzo-pe), 1 de noviembre (Todos los
Santos), 2 de noviembre (día de los difuntos), 8 de diciembre (Ka’akupe),
21 de diciembre (Santo Tomás, Paraguarípe).
El mundo de la cultura,
El término cultura
puede tener una definición particular
y otra general. En Guarani cultura se dice tembiapo. “Tembi”
significa ser humano, y “po”
quiere decir producto. Es decir, producto o
lo producido por el ser humano. Desde la perspectiva particular,
Clyde Kluckhom, dice que cultura
denomina todos los modelos de vida históricamente creados, racionales,
irracionales, no racionales; explícitos e implícitos, que existen en
cualquier y tiempo determinados como guías potenciales del comportamiento
humano. Ejemplos: los káso
ñemombe'u, las vestimentas, las artesanías, las kávala, los ñe'ênga,
la bendición, las señas de tránsito, ponerle caña, yerba o miel al
pombéro; usar un sapo para curar la isípula, el tata ári jehasa. Por otro lado, de la
perspectiva general el término cultura
refiere al conjunto de modelos de vida que identifican
o caracterizan a un grupo, sociedad o nación. De ahí que es común
decir la cultura paraguaya, para
incluir en esa expresión todo los modelos de vida que identifican al
pueblo paraguayo: creencias, tradiciones, costumbres, idiomas, etc. Tembiapo he’iséva ñahesa’ÿijokuaa mokôi
hendáicha. Peteîvape, ja’ekuaa tembiapo
ha’eha opa mba’e ava ojapóva, heñóiva peteî ára, jepokuaapyre,
jepokuaapyre’ÿ, imarâ, hechapyre ha hechapyre’ÿva, oisâmbyhýva
ava reko opaite ára ha opaite tendápe. Tembiapo ha’e avei upe
oikuaaukáva peteî tetâme taha’e ha’ehápe hemiandu, hembiapo ha
imba’ekuaaita rupive. Upépe ijapaite ava rembiapokue: jeroviapy,
jepokuaa, ñe’ê ha ambuéva. |
David
Galeano Olivera
Fundador del ATENEO DE
LENGUA Y CULTURA GUARANI, y de sus Regionales. Presidente (Director General) del
ATENEO en los períodos 1985/1987 - 1987/1989 - 1989/1991 - 1995/1997 -
1997/1999 - 2001/2003 - 2005/2007. Secretario General del ATENEO en los períodos
1991/1993 - 1993/1995 - 1999/2001.
Gentileza de http://www.ateneoguarani.edu.py/
Ir a índice de América |
Ir a índice de Galeano Olivera, David A. |
Ir a página inicio |
Ir a mapa del sitio |