Villon en la vida y obra de D. F. Sarmiento |
I.-
La esforzada acción de DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO (1811-1888) para
fundar la Civilización Republicana y
derrocar implacablemente a la Barbarie en los países
hispano-americanos, trae el eco de FRANÇOIS VILLON
(1431- ca. 1463 ?) en su emoción ante su “Epitafio”, cuando
clama a Cristo por la liberación del Averno: “Garde qu’enfer n’ait
de nous seigneurie”. “Evita que el infierno se adueñe de nosotros”. Jean
Favier en su obra sobre el poeta de la “Farsa de Patelin” (Méjico,
1990) afirma: “Evitar el infierno: allí radica toda su religión”. Así,
también don Domingo, su ideal, su religión, ha sido, contra vientos y
mareas, instaurar el orden cívico sobre bases democráticas, derrotar el
atraso colonial, incorporar a nuestras naciones en el concierto de la
Modernidad, instalar el Paraíso del Progreso, lidiando contra el mal del
Caudillaje y de la Ignorancia. En
su escrito “Puritanism and drunkness” (incl. en el tomo 29 de sus
“Obras Completas”, “Ambas Américas”) S. reflexiona sobre la
embriaguez y trasluce su concepto del Poeta como un imaginativo que suple
la realidad exterior por otra fabricada por sus maquinaciones: “¿Qué
es la embriaguez?. Es simplemente el medio de imaginarse felices, de
excitar la alegría del ánimo que los hechos exteriores y reales no
excitan. El borracho es un poeta”. Critica
al puritanismo concorde con la idea del Dios hebreo, adusto y vengador;
condena al puritanismo por su desprecio del goce y del arte que son
puertas para la felicidad que Dios ofrece al hombre en la vida terrenal:
“El que engalanó las flores con las más graciosas formas y colores, el
que encargó a las aves agitar a toda hora el aire con las melodías de
sus gorjeos, y dio la música a los humanos”. Defiende con vehemencia su vitalismo sustancial, atacando al puritanismo como supresión antinatural y enfermiza, del goce de vivir y su consecuente inclinación por el vicio. Construye
una apología fáustica de la Belleza de la Creación. Y destaca la alegría
y la alabanza de
la hermosura que se encuentran diamantinamente insertas en la doctrina
Cristiana: “En los países católicos donde Dios es un amigo, y no reposó
el séptimo día de la creación para ir a la Iglesia a fastidiarse, sino
para descansar y solazarse”.
Elogia
el domingo cristiano, renacimiento del Espíritu, aquilata su valor social
y estético: “El Domingo caracteriza el tipo humano latino en Italia,
España y Francia, el sol brilla con más esplendor, el aire vibra con
sonidos armoniosos y las flores son más perfumadas. Los niños aguardan
con delicia el Domingo; el pobre sólo ese día se siente rico, libre y
afectuoso”. El
Espíritu divino es sanador y vivificante, es alegre y bondadoso. “Abran
de par en par las puertas y ventanas a fin de que
la luz de Dios penetre a raudales...”. Nobilísimos pensamientos,
bellamente expresados, raigalmente
religiosos. “Paseen músicas por las calles, ríanse, bailen”,
es su receta positiva
de sociólogo. II.-
La imagen sarmientesca más difundida es la estatuaria, ceñuda,
hierática, que genera antipatías y diversas resistencias. Pero no lo
representa en la esencia proteiforme de su Genio. Hay “Otro
Sarmiento”, más humano, demasiado humano. Dionisiaco, nietzscheano,
rabelesiano. Es el alegre sanjuanino, el bromista, el burlón,
aristofanesco. Y es el hombre público honestísimo, el sensible hasta el
llanto, el escritor pasional, cuyos textos estremecen al lector. La
vigorosa personalidad que goza en promover el Bien de sus semejantes, que
ríe a a
sonoras carcajadas, que planifica minuciosamente festejos sociales y
patrios, que santifica nuestra flora y fauna, que ama la Libertad en sus
infinitas formas, que oficializa el Carnaval en su Presidencia, que
promueve el teatro por su valor social y artístico. Que lee y come y
contempla el paisaje con voracidad. En
carta a Mary P. Mann (cit. por E. A. Imbert, “Una aventura amorosa de
S.”, 1968, p. 44-45), expone una maravillosa apología de la Mujer como
Creación Divina. “La mujer es un pájaro, una flor, una gema”. Su
lenguaje,
heterodoxo y desbordante,
se hace poético y eurítmico. (V. “La vida secreta de S.”, en
rev. “Siete días”, a. VII, nº 354, 1974, incorporado a su “Dramas
y esplendores de la historia argentina”, Platero; Celia de Diego: “S.
y la Mujer” , “La Prensa”, 9-9-1973; “S. y la mujer” Silvia Drei
y “S. y las mujeres” M. Belluci, en rev. “Todo es Historia”, nº
17 y 255 resp.). Su estética se expresa en plenitud, con precisión de la frase y del concepto: “Dios es Fidias, es Rafael”. Diviniza al Arte, a la Mujer... Su acendrada veneración por la Belleza, su adoración religiosa de las formas, de las Bellas Artes, halla lugar en este importante escrito epistolar: “éste es el designio de Dios...Hay que devolver el hombre a Dios”. Como
un Dionisos criollo pide, exuberante: “A mí, que me den lo que el
puritano prohíbe: ¡placer!”. Sentencia brinda, celebra en éxtasis báquico:
“Pongamos vino en nuestras mesas, música en el aire, risa en la boca,
fragancias en la nariz, colores, formas y curvas ante los ojos”. He
ahí el S. desconocido, el artista, el celebrador de la vida, el esteta,
el sibarita. Sobresale
justamente por su temperamento festivo y jocoso.
Otto
F. Bollnow (1903-1991), filósofo y educador alemán,
en su “Filosofía de la Esperanza” (1962), estudia la
antropología de la “fiesta” y sus manifestaciones. S. adhiere a las
conmemoraciones en que está presente una significación histórica. “Se
mira hacia atrás –explica el pensador germano- y se reconoce en el
acontecimiento pasado la base que sostiene la existencia presente”,
“es siempre hora de gratitud”. Éste
es el temple anímico sarmientino en estos casos, lo da a conocer con
vehemencia, p. ej., en sus artículos, discursos, etc., incluidos
en el
último tomo de sus Obras, “Pàginas literarias”. Intenta inducir,
enseñar, a los demás para que participen e internalicen ese sentimiento
de elevación de la vida humana.
La
solemnidad de la celebración (“feiern” – “feierlich”) se acentúa
por el patetismo oratorio, las “palabras escogidas”, el tono
ceremonial, la retórica seria, en contraposición con
la alegría (“fest” – “festlich”), la expresión ligera,
libre y el goce de la vida misma, canto, danza. Se estructuran estas
actividades como bases “para tiempos venideros”, como sucesos que unen
en el espíritu patriótico, en la emoción y el regocijo. Y organiza y
disfruta en la planificación de los detalles de festejos patrios o
acontecimientos inaugurales de instituciones públicas, para fortalecer la
conciencia ciudadana y movilizar el corazón y la mente de las gentes. “No
te abandones!” le escribe a su amigo tucumano el Dr.
José Posse (5-3-1883, “Epistolario S.-Posse”, t. II, Museo
Histórico S., 1947, p. 511): “La vida es corta y es preciso vivirla y
dejarle rastro de nuestro paso”. Despliega
su idea del tópico latino, de Horacio, “Odas”,
del “carpe diem”. Es constante en su vida este sentido
celebratorio del mundo y sus dones. Es la “alegrìa viva del corazón”,
la risa sensual y lúcida y la chispeante gana de vivir de Domingo. (V.
sus anotaciones sobre “betises” en Paris, en su “Diario de Gastos”
de viajes, 1845-1847). Esencia
de su escritura bullente es la expresión de la personalidad sin ambages,
trascender el corazón mismo y las simpatías más humanas. Como escribe
en su artículo sobre el pro-hombre chileno Bernardo O’Higgins (t. II de
sus Obras), “escribir es sentir, es querer, es obrar”. Proclama
la Jovialidad humanizadora y sacraliza la risa, como trasunto de plenitud,
como deleite, dicha. Lo más sagrado es la energía creadora del hombre,
su arte, su trabajo, su pensamiento. Panteísta y prometeico, exalta el
fluido creador y libre del hombre, rinde honores a la naturaleza. Profesa,
consecuentemente,
un sentido helénico del cosmos: el aire libre, el
disfrute del cuerpo, la naturaleza. Sus discursos no específicamente
políticos ni polémicos, lucen esa constante de su acentuación de los
valores del
Personalismo y el Optimismo visceral. Según
interpreta el crítico y lingüista Nicolás Rosa, marca el “ethos
oriental” de su genio: fiesta, gula, carnalidad, dilatado e intenso
erotismo, sensibilidad cósmica prodigiosa, en oposición
a su “ethos romano”, respeto y orden republicano. “N.Rosa:
“El arte del olvido”, 1991, 2004). En
este “Don Yo” convivían dos Yo: el niño salvaje que es esencia de su
carácter, base de su psicología (“Fue mi cuerda desde niño el
entusiasmo exuberante y todavía se derrama de mi alma, no obstante los años,
esta generosa espuma de la vieja cerveza”), y el Magistrado, el
funcionario, honesto y autoritario,
impetuoso en sus acciones, místico en sus proyectos, acerado en
sus juicios, “con una alma de volcán y una fuerza de Pampero” (Lastarria):
“El que suscribe, Gral. Sarmiento, ex Presidente, y ante todo hombre de
principios, de verdad y de intachable moralidad” (“Mis Memorias”). “La
risa contiene más enseñanza que la nieve. El buen reír, educa y forma
el gusto. Jove reía. Los grandes maestros son inmortales, risueños.
Riamos nosotros, que el buen reír es humano y humaniza la contienda”
(en su “Los desfallecimientos y los desvíos”, art. “La conciencia
castellana”; también A. Belin: “S. anecdótico”, 2ª ed., 1929, p.
324-326). “Ud. sabe qué poco necesito para estar contento” le escribe
a Ambrosio Montt (Obras, tomo 51). Reaparece
en su escritura esa apología de la “risa homérica”, “alegre,
cordial, eterna”, como
valora a la de Saturnino Laspiur, en carta a éste, de 1846, y la
memoria de las escenas hilarantes de “El desdén con el desdén” de
Agustín Moreto,
español, 1618-1669 (“Páginas confidenciales” de S., ed. Elevación,
1944, p. 42). En esa correspondencia don Domingo elogia la “vida
privada”: “¡Dichoso Ud. D. Saturnino, que se acogió a mejor puerto,
la familia y la vida privada!”. Siempre añorará la privacidad del
ciudadano común y se esforzará por constituir
su familia personal cuando Presidente, reuniendo a sus hermanas,
sobrinas y nietos. Es constante este paternalismo y sensibilidad, y su don
de protección ante sus numerosos parientes,
su “patria del corazón”. P
ercy B.
Shelley: “Ésta es tu Gloria, Titán: ser bueno, grande y jubiloso; ésta
es la única vida, la alegría, el imperio y la victoria!” (“Prometeo
Liberado”). III.-
Consejo del abuelo inmortal a su nieto Augusto: vivir sin pedir
permiso a la policía.
Apoyando sus pies en la banca del Congreso de Educacionistas en
Lima (Perú), durante la Presidencia de Mitre: S. muéstrase, muchas
veces, desprejuiciado, procáz y violento en su lenguaje. S.:
“siempre una guinda en el pico para las damas”; anécdotas picantes
son frecuentes en su vida. Seductor, enamoradizo, priva en sus actos la
vitalidad expansiva. Toda
la obra del demiurgo sanjuanino, magna gesta de la civilización argentina,
puede resumirse, nos parece, en el título de dos composiciones de Villon:
las baladas de “Los Buenos Propósitos” y de “La Buena Doctrina”. Religioso
del Bien Absoluto, conoce el Bien- según manifiesta-, sabe en qué
consiste y cómo realizarlo. Toda su escritura fascinante y su acción
generosa como un río bienhechor, ennoblecedora del habitante de esta
tierra, soberbiamente incoativa por escuelas y bibliotecas populares,
promoción de industrias para las mayorías, leyes e instituciones
organizadoras de una sólida
“Cosa Pública”, trascienden finalmente ese convencimiento, esa
necesidad apostólica de “mejorar una vara” las condiciones de vida
del pueblo.
En
ello reside, iluminador,
su “Buena Doctrina” y sus “Buenos Propósitos”. Su actitud
“eudaimónica”: la de una fuerte y constante predisposición por la
felicidad de los más, el “estar animado por un Buen Demonio” (del
hondo sentido social y nomocrático). Nuestro
Faustino aun exige la valuación imparcial y positiva de su legado
cuantioso de Humanización y Republicanismo, potentemente germinativo. Y,
grito argentino Fundador, también reclama amor y comprensión de las
generaciones argentinas. “Que me quieran, que me lean” nos está
diciendo. Guerrero,
“gaucho malo de la prensa”, fiscal, entrañable y pasional, exuberante
voluntad de poder, Hacedor Supremo de la Historia Americana, polémico,
siempre bien intencionado, con su perenne lucidez profética,
encarna magníficamente “notre ancienne et moderne frère”. Aparejamos asimismo a Villón y al sanjuanino en su ánimo “mariano”, su “devotio” religiosa sincera. Uno en su “Balada para orar a Nuestra Señora”; el otro, el nuestro, “Historia de mi madre” (en “Recuerdos de Provincia”): apologiza la virtud, sencillez y santidad humilde de la Madre, desde el culto a la santa Madre de Jesús. “No soy sino una pobre mujer vieja / que nada sabe, ni letras ha leído”: se define la “humilde cristiana” de Villon. La
“matrona romana” de San Juan, doña Paula Zoila Albarracín,
adquiere la entidad, en la prosa vibrante de su hijo, de
agustiniana “personificación de la Providencia, la tierra viviente a
que adhiere el corazón”. Frecuente ha sido en el poeta francés la maestría, la sobriedad y la agudeza en el retrato de los personajes de su época. En
su “Juicio Universal” (1940-1956, cap.: “Poetas”), Giovanni Papini
(1881-1957) se ocupa del poeta galo a través de las palabras que pone en
boca de su madre María de Montcorbin, noble y devota como Doña Paula.
Aquélla confió la
instrucción de su hijo a un sacerdote, el canónigo que le dio el
apellido célebre, como ésta, de Domingo, el nombre del santo fundador de
los Predicadores y del sólido cristianismo que sostuvo su alma. François
la inmortalizó en su oración a Nuestra Señora, legado poético de su
fervor cultual. El otro, entonó su himno a la madre en su
“Recuerdos..”.
Aquél
“fue también un poeta y cantó a la Virgen bendita, cantó a su pobre
madre abandonada y torturada, cantó a sus compañeros de pecado y
desventura”. S.
personifica la “ética del dolor”, del sacrificio predominante, no
obstante su “ethos oriental” al que hemos aludido ut supra. Esteta romántico,
rinde culto a la cultura del riesgo y la aventura vital, pero practica el
renunciamiento y la resignación ante el destino (v. consejos a su hija,
1867).
V.
representa una ética antinómica, “indolora”, según denominación
de Gilles Lipovetzky, el pensador contemporáneo de “La era del
vacío” y “El crepúsculo del Deber”. del sólo placer y la libertad
individual. No obstante este perfil esquemático, a pesar del bronce y del
himno y los homenajes, el autor de “Camino del Lacio” y “Argirópolis”,
también participa en su compleja personalidad, de algunos rasgos de la
moral “goliardesca” (“goliardo”, clérigo de vida irregular, de
“Golias” demonio, por extensión se llamó a los estudiantes pobres, pícaros
y ‘pecadores’)
en la que se exalta la ebriedad de la vida, y, en el caso del sanjuanino,
vertebradora, la
ambición del poder, del mando y de la ejecutividad pública. Rechazamos
una visión adocenada, del “pobrecito estudiante que se llamó François”,
pues acusa interesantes rasgos de un artista cristiano, que apetece
Trascendencia, y que iluminan aún más su lugar destacado en la historia
literaria de Occidente. “Epitafio”:
“Reposo eterno conceded / Señor, y eterna claridad, / a quien no tuvo
escudilla / ni una brizna de perejil. / A Dios rezad por él este Rondeau”
(V.). Quirón
criollo, por el vuelo alto del espíritu, por la fina inteligencia y
sensibilidad, con su cimero amor por todos los seres vivos, S. anticipa a
William Henry Hudson (1841-1922), el alto escritor y naturalista británico-argentino,
con su privilegiado don de observación, (“Aves del Plata”, “Una
cierva en el Parque de Richmond”, “Allá lejos y hace tiempo...)
(estudiado admirativamente por Luis Franco y por Ezequiel Martínez
Estrada; v. “Hudson y S.” del primero, en “La Prensa”, 10-6-1956),
íd., “H. a caballo”, 1956 y eds. posts.; “El mundo maravilloso de
G. E. H.” E. M. Estrada, 1951, y ed. posts.). Y anuncia
al filósofo de las aves, el ornitólogo francés Jacques Delamain
(1874-1953), otro canonizador de los pájaros, en su “Los días y las
noches de los pájaros”. Evoca a éste bellamente, Alfonso Reyes
(1889-1959), el mejicano universal, en sus “Marginalia. II serie,
1909-1954” (en sus Obras completas, Fdo. Cult. Económica, t. 22, 1989,
p. 297-299, “El
filósofo de las aves”, 1953). Y
también el Proteo de San Juan, nos sugiere las ideas y escritos del místico
de la vida, el ‘salvaje’ de “Walden”, Henry David Thoreau
(1817-1862) y la poesía del soñador de lo rústico, en su “Isla
lacustre de Innisfree”, el Nobel, metafísico y mago William Butler
Yeats (1865-1939). IV.-
El poeta, periodista y autor teatral
argentino Nicolás Olivari (Diego Arzeno, 1900-1966) en “El gato
escalado” (1929) dedica un soneto a V.: “Saludo a F. V.” y por otra
parte toda su obra respira el aire libre, atrevido y “atorrante” del
poeta francés.
Como
el sanjuanino, Villon
en los versos olivarianos “tiene un alma cuantiosa”, grande y moderna.
Y expresa un estado de rebeldía contra las rutinas y verdades adocenadas:
“asusta a los burgueses su lira escandalosa”, por la carnalidad sin cáscaras
de su mundo poético, así como S. por la abundancia de sus ideas “útiles
y realizables” y la novedad de su empuje modernizador.
Escandalizan
a los quietistas y a los mediocres con el liberal
sentido de sus obras y la originalidad de su persona y su estilo. Coinciden
también en la adversa suerte de los avatares de sus vidas, los
sufrimientos y miserias de su apostolado público en uno,
el hambre, la destitución y la pobreza en el joven poeta. Excéntricos
(“Soy yo un ente raro”, 1868, S.), y desenfadados en sus respectivos
tiempos. Desde “Mis pajaritos” o “Poema del Agua Dulce”, hasta
“La escuela ultrapampeana”, nos refleja su autor las luces y
oscuridades más variadas, contradictorias, memorables y a veces
desconcertantes. A
veces será el deslenguado, el autoritario intemperante, pero también el
padre tierno, el maestro “socrático”, el sentidor del arte y la
naturaleza patria, el dulce apologista del ñandú o el oso hormiguero, el
“redescubridor” del Delta, el místico “teresiano”, el fundador de
toda obra útil, el amante doliente, melancólico y estoico en sus cartas
a la hija, el rebelde y personalista en los consejos a su nieto: muchos
estilos corren por su genio polifacético. Ambos,
“almas ricas de hombres y de poetas”: no pueden retratarse con un solo
rasgo. Exigen una amplitud de miras, una especial intensidad y extensión
en su estudio. Léase
“El Testamento de V.”, V. Lugli, en “Dicc. Literario”,
Bompiani, t. 10, p. 149-151; y Centro Editor de América Latina, trad. de
“Testamentos, 1984). Recién
en 1844, Théophile Gautier (1811-1872) lo reivindica y anuncia su
revalorización en su evocación afectuosa de “Los Grotescos” (v.
Gustave Cohen: “Un poeta vagabundo”, en su “La vida literaria en la
Edad Media”, 1977, p. 253-278; léase también “Baladas de V.”, en
“Dicc....”, cit., t. II, p. 542-543; Antonio Tabucchi: “Sueño de F.
V., poeta y malhechor”; Aurora Venturini: “F.V., raíz de
iracundia”, 1963; Marcel Schwob, “F.V.”, 1912). El
“poeta maldito” del Medioevo, el artista pre-renacentista,
alternan en la rica figura literaria de François. “El primer
poeta franca y completamente moderno” (Gustave Lanson, “Historia de la
literatura francesa”, Labor, 1956, p. 62-67)). Desde
“Balada de los caballeros de los tiempos antiguos”, “Balada para
rezar a N. Sra.”, hasta “Balada de las Mujeres de París”. Dogmático
y doctrinario, expresionista y terrible en la prensa, el sanjuanino; enérgicamente
realista, trasgresor cínico o sentencioso el autor de “Balada de las
contraverdades”, el patriota de “Balada contra los enemigos de
Francia”. Sobresale
ese doble temperamento en ambos. El turbulento goliardesco, “Roman de
Pet- au- Diable”, y el lírico, cortesano en el poeta de las
“Baladas”, “El primer lírico verdadero aparecido en Francia” (según
V. Lugli, lug. cit.). El
polemista educador y el poeta lírico y elegíaco de “Recuerdos de
Provincia”. Uno es el carnal y rabelesiano, el otro aspecto, es el
delicado, el idílico y romántico. Esa
doble y fértil
humanidad fascina a sus biógrafos. (v. “F.V.” G. Natoli, en “Dicc.
de Autores”, Bompiani, t. 3, p. 924). Villon luce un paralelo
temperamental, brío y vigor, con el Arcipreste de Hita, Juan Ruiz, el clérigo
y brioso poeta del siglo 14 español, audaz, popular y doctrinario,
conjuntamente, con su rico “Libro de Buen Amor”. Ama
la Gloria y la Fama, la extensión
en el tiempo y el espacio, de su peculiar existencia. Nostalgia y
atracción por el vivir presente, ubicado entre el Medioevo y el
Renacimiento. Una
constante clave en los hechos de sus vidas y escritos ha sido la
“irreverencia”, la pelea y la lucha libertaria, a través e una
literatura, la sarmientesca, aluvial, discursiva, digresiva y pasional.
(Luis de Paola, “Prólogo” a “Memorias” de S., ECA, 1961). S.
acércase a la caracterización de Villon en la historia de la literatura,
a su tipificación cuando en “Facundo” (1845),
habla del “gaucho cantor”, como ”el mismo bardo, el vate, el
trovador de la Edad Media”. Personaje tradicional que se ubica en la
transición entre el mundo feudal, que se eclipsa y el renacimiento
auroral, “entre la vida que se va y la vida que se acerca”, como el
vagabundo galo de las baladas
del Ahorcado, habitual inquilino de tabernas y prisiones. Su
obra de creador popular y muchas veces
codeándose con la marginalidad y la delincuencia, es testimonio de
su tiempo: el mismo trabajo de crónica, costumbres, historia, biografía,
que el bardo de la Edad Media. Capta
entonces Domingo la esencia de este arte, prosaico a veces, procaz cuando
no, devoto, frecuente en altura poética, inspiración y sentimiento.
Narrador
picaresco de sus hazañas, recreador de tradiciones (ob. cit., cap. II:
“Originalidad y caracteres argentinos”). Por otra parte, con el
“Facundo”, publicado en folletín en “El Progreso”, inaugura S.
una literatura genuinamente nacional y la internacionaliza: el cantor, el
baqueano, el rastreador, el gaucho malo. También en su retrato del
Cantor, recurre a su símil medieval, el “troveur” o “juglar” del
siglo XII. 5.-
Villon utiliza la antìfrasis en su escritura, la visión del mundo
al revès. Como
recurso crítico y diversivo, satírico, innovador, subversivo del orden y
los valores convencionales.
“Planter me fault autres cimpans...” (“Legajo IV”). El “trobadour”, el “coquillard”, es la voz
del Otoño del Medioevo. Refleja la decadencia del orden feudal, la
corrupción de la axiología de la nobleza de la época.
Es
el cantor de la “Balada de las falsedades”: “sólo son cuerdos los
enamorados” , “y ponerse furioso es ser sensato”. Astucias,
argucias, picardías, desengaños, integran notas de su poesía.
(“Diario de Poesía”, nº 16, 1990, p.7-9: “El Poeta Tradicional”
por Osvaldo Aguirre). El poeta irreverente y tierno, whitmaniano y grotesco, romántico anticipado, “ne du tout fol, ne du tout sage”, ni del todo loco, ni del todo sensato.
Enaltecedor
de los sentidos y las emociones y los placeres materiales de la vida. (O.
Svanascini, “Un poeta de dos caras”, “La Prensa”, 10-5-1981;
“F.V. Místico y pecador” B. E. Koremblit, “La Prensa”, 27-2-1994
y en “Proa”, 1995, nº 18).. S. anciano invita a su amor más sólido Aurelia, a compartir días de primavera, floridos y soleados, en Asunción (Paraguay). Escribe una tiernísima carta, emociona. Se desespera en hacer los arreglos para recibir a la bella e inteligente dama porteña. (A. Bellota, “A. V. La amante de S.”, 1997; 2ªed., “A.V., la mujer que amó a S.”, 2001).
En
esa oportunidad feliz, cita fragmentos de su “Ballade es dames du temps
jadis” (v. A. Pagés Larraya, “El adiós de Sarmiento”, Boletín de
la Academia Arg. de Letras, nº
209-210, 1988 y
ampliación, íd., nº 221-222, 1991). “Qui
beaulté eut trop / plus qu’humaine” : “Y tuvo una belleza más que
humana?”. “Mais
où sont les / neiges d’antan?”.
Uso del tòpico del “ubi sunt”: “¿Pero dónde están las / nieves
de antaño”. (“Obra poética completa” de F. V.
prólogo y trad. de F. Gorbea, Libros Río Nuevo, 1976; J.-J.
Bajarlía, “El poeta y el exilio”, 1990). Se
deleita, galante, enternecido, siempre “con una cereza en el pico”
para dirigirse a una mujer, en recitar a su amor esta “Balada de las
damas de antaño”. Y se nos revela como el primer cultor documentado de
Villon en territorio argentino. El semiólogo y escritor contemporáneo Roland Barthes (1915-1980) en su “El grano de la voz” (1981) p. 352, piensa que F.- R. de Chateaubriand, el fundador del Romanticismo literario, escritor y político, 1768-1848, “se convirtió en la víctima ejemplar de nuestra enseñanza, porque es realmente a causa del empobrecimiento escolar del que fue objeto –y de la inhibición de simpatía que fue la consecuencia de esto- que los franceses lo leen ahora tan poco o tan mal”.
Este
juicio podríamos
trasladarlo casi perfectamente, de modo lamentable,
a nuestro Sarmiento y su desvalorización actual, desconocimiento
trágico o antipatía que genera en viejos y jóvenes, ilustrados e
ignorantes. El
Padre del Alfabeto en América, fue objeto de una glorificación
insensata, y superflua por grupos de
escritores y estudiosos cuyo efecto ha sido y será negativo.
Vacuas hagiografías o torcidas críticas... La obra copiosa, y aún inédita, y el espíritu sarmientino, ostenta una esencia dionisiaca, desbordante y gigantesca. Requiere
un criterio amplio para su abordaje. “Hay que ensanchar la cabeza”
como apreciaba Alfonso Reyes, para entenderlo.
Puede
y debe comprendérselo en su ubicación espacio-temporal, en su proyección
evidentemente superior a esas coordenadas.
Un
artista sensible, un pensador con hondo sentido americanista.
A
veces prevalece Cicerón en su pluma e ideas, en otras, Villon o Aristófanes... Un
religioso del Bien Absoluto, un socrático vidente. Un optimista y
valiente Hacedor, un cultor de la Majestad de las Virtudes Republicanas. Sarmiento
ha cumplido devotamente, convencido y noble en su íntegra entereza, con
el consejo de Friedrich Schiller, pensador y escritor romántico
alemán, en
la 9ª carta “Sobre la educación estética del Hombre”: “Da a
a tus contemporáneos no lo que ellos aplauden, sino lo que ellos
necesitan”. Sobre
todo es un Genio puro vigor, que apela a nuestra afectividad, a nuestro
amor, “se lo siente”, se simpatiza o no con él, con sus
extralimitaciones, errores, barbaridades y vanidades.
Desde
su “santidad laica y luchas evangélicas” en las que creemos
profundamente, Domingo Faustino Sarmiento es una gran fuente de Energía,
una Potencia de la Naturaleza y del Espíritu. ¡Urgentemente hemos de rescatarlo, revalidarlo en su Altura y actualizarlo!. |
Guillermo
Gagliardi
Gentileza del blog "Sarmientísimo"
http://blogcindario.miarroba.com/info/95993-sarmientisimo/
Ir a índice de América |
Ir a índice de Gagliardi, Guillermo R. |
Ir a página inicio |
Ir a mapa del sitio |