Mi pesadilla oficinesca.
¿Nuevamente la angustia despótica,
la separación de la biblioteca,
el dolor casi inefable?.
El agobio, la impotencia, la ignorancia...
La repetición ordena. Y la desesperanza.
La pobreza, la esterilidad, la prisión,
la trampa: mi descenso al Infierno.
Leo en estos días libros de Administración.
Percibo allí la esquizofrénica distancia:
la lógica, la justicia, la humanización,
el progreso personal y social...
Y su oscura contraparte, la realidad bruta
y sin razón, sin discusión.
Aquélla construye la posibilidad de enriquecimiento
interior, de Verticalización.
Ésta, la realidad deprimente y empobrecedora:
es la que suelo sufrir, es mi trabajo en esencia.
¡Toda la tarea que amo, seria, planificada,
constructora, positiva, cultural,
ignorada imperialmente!.
El profesional y el ser humano no cuentan.
Realidad lacerante, en carne viva,
contrasta con la teoría, gris y sofista.
Se desechan las proyecciones fertilizantes.
Y se reitera la desilusión y la tristeza,
vuelve a gritar la ausencia de incentivos,
la pálida, hambrienta, canina incultura.
La ausencia atroz de calidad, de cualidades.
Perversamente contrariado,
en aptitudes y profesión.
¡Sólo resta, nada menos,
la Esperanza, el amor por la Cultura,
Dios. Lo que hay de más alto, y mejor
y más noble. La vida completa! |