|
Una escuela, mi escuela,
sin alumnos ni maestros:
supremo paisaje del desierto.
Escenario de la desolación:
la escuela en vacaciones.
Soledad. Silencio.
Ventanas y puertas cerradas.
La bandera descansa, guardada.
El patio, un páramo,
antes, una fiesta,
un exceso de gritos, ruidos y corridas.
Las risas blancas, ausentes.
La tiza marcando, quieta, las líneas del Saber,
Ahora, en desconsolada quietud.
El pizarrón llora la falta de sus caricias.
Me aterra este vacío.
Ansío la actividad de este vientre maternal,
que resume y califica toda nuestra vida,
significa la Raíz y el Fundamento.
Por ello, Marzo cálido me dibuja
la alborada de la Dicha.
La pérdida del estado de Escolar,
basamento valioso en la arquitectura del Ser.
Uno de los medulares despojos
que, implacable, nos depara nuestra existencia. |