Domingo y Alfonsina Storni
Por Guillermo R. Gagliardi

Alfonsina Storni

Para SARMIENTO la Mujer significa la base estructural de la Civilización. Significa en su Ideario Cristiano y Modernista, la formadora del Hombre, la Educadora por antonomasia. Acicate, romance, gloria y belleza. Se ufana de que su singular destino lo han tejido las mujeres: “las Mujeres de Sarmiento” según las evoca cálidamente. Su madre, Da. Paula, Mary Mann, Juana Manso, Aurelia Vélez…

Un alma femenina de neta estirpe sarmientina ha sido en nuestro siglo ALFONSINA STORNI (1892-1938). Mujer de alto temple intelectual y moral. Audaz feminista, avasallante, violenta a veces. Frecuentemente trágica y tierna. Un alma libre hasta la desesperación:

 

 

“Que yo no pude ser como las otras, asta de buey,
con el yugo al cuello; ¡libre se eleve mi cabeza!
yo quiero con mis manos apartar la maleza”.

San Juan y Suiza.

La autora de “Ocre” habìa visto la luz en Sala Capriasca-Suiza italiana: “Nací al lado de la piedra, junto a la montaña” (en Revista Hispanoamericana, Honduras, 1923).

“Que cuanto más la tempestad arrecie,
más alta vibración tendrá mi estrofa”.

Se identifica con la tempestad como Don Domingo con el Zonda, duros como el viento sanjuanino y la montaña suiza ante los rudos embates de la vida.

La tierra natal del autor de “Facundo o Civilización y Barbarie en las Pampas Argentinas”, áspera, soleada y pedregosa, había atraído a los padres de nuestra Poeta.

Alfonso Ambrogio Carlo Storni y Paola Mariana Aurora Martignoni. Casados en 1886, van a San Juan, para dedicarse a variadas y florecientes actividades industriales.

Sus tíos residían allí desde los años de la Presidencia sarmientina (1870). Uno de ellos fue el encargado de terminar la Casa de Gobierno de la Provincia, en la Plaza 25 de Mayo, a cuya inauguración asistió solemnemente Sarmiento en 1884, como padrino de la ceremonia. En esa oportunidad, 10 de mayo de 1884, pronunció el discurso “Los sanjuaninos” (incluido en sus Obras Completas”, tomo 22, “Discursos Populares” II).

El diario local “La Unión” relató su visita emocionada al sepulcro paterno en el Cementerio Municipal: a la cabecera de la sepultura el arquitecto Storni había levantado un pedestal de mármol con una cruz y sudario imponentes.

En agosto de 1896 Alfonsina es llevada a vivir con su familia en el distrito de Desamparados, en la capital cuyana:

“en la dulce fragancia
de la dulce San Juan, recuerdos de mi infancia
enredada están”

recuerda en el poema “El canal” (publicado en su libro “Languidez” de 1920).

La poeta también canta a “Suiza”:

“montañas la ciñen y valles la enfloran,
y lagos retratan su cielo de añil”.

También nuestro maestro-político alaba en sus ricos “Viajes por Europa, África y América, 1845-1847″ el país de origen de ella:

“La Suiza, empero, me ha rehabilitado para el amor y el respeto del pueblo, bendiciendo en ella, aunque humilde y pobre, la república que tanto sabe ennoblecer al hombre”: “no tiene rival en Europa la aislada casita suiza, pintada, blanqueada, frotada y barnizada diariamente”
(en carta a Manuel Monnt, 1948, obra citada).

Vida y Literatura.

Niña precoz, talentosa y dicharachera, demostró Alfonsina dotes sobresalientes para el Teatro, la representación y la creación dramática. Desde sus actuaciones en 1900 en la Escuela Normal de Maestras de San Juan (fundada por inspiración sarmientina en 1879), sus comentadas actuaciones en el Teatro Municipal de Santa Fe hasta sus obras para niños “Blanco… Negro… Blanco”, “Pedro y Pedrito”, “El Dios de los pájaros” y para adultos: “El amo del mundo”, “La técnica de Mister Dougall”.

Asimismo el genial criollo fue precursor de la crítica dramática en América y tuvo destacada inclinación por la declamación, los conciertos y actuaciones teatrales desde su estada juvenil en Chile.

Activos propulsores de iniciativas artísticas: ella, esforzada pedagoga en el Conservatorio Nacional de Música, en la Escuela para Niños Débiles de Parque Chacabuco y en el Teatro Municipal Lavardén.

Comisionada oficialmente en 1929 “para estudiar en Europa la enseñanza de la lectura, arte del buen decir y declamación teatral”, misión cultural que lamentó no llevar a cabo por enfermedad. Asidua socia de la Wagneriana.

Èl, alentador de la vocación pictórica de sus familiares y amistades, crítico perspicaz y hasta dibujante él mismo.

En su Discurso en la Escuela Normal de Montevideo (1883) Sarmiento definió a la Mujer como la suma de Belleza y Elegancia, la rosa y el lirio: “Los lirios del campo…Esto es una mujer: las gasas, los colores brillantes, las formas graciosas y elegantes” (Obras completas, tomo 22)-

Simbología femenina repetidamente expresada por ella: “lirios, lirios, más lirios…llueven lirios…” (”Claro lunar”).

“Soy un lirio caído al pie de una montaña”,
“Soy esa flor perdida que brota en tus riberas
humilde y silenciosa todas las primaveras”.

Sencillez, anhelo sincero de amor. Amor que es “el dulce daño”, tortura, sueño, llanto y alegría.

Desbordantes, a menudo exaltados en su temperamento singularmente vital y literario. Los une la natural vehemencia, la energía y riqueza de aptitudes: “en las venas, la sangre hierve, líquido de fuego” escribe en “La inquietud del rosal (poema “Vida”).

El vigor, la pasión y altivez les son comunes.

Feminismo y Socialismo.

“Una mujer e espíritu moderno” se llamó a sí misma. “Busco una estirpe nueva a través de la altura” escribe en “Palabras a un habitante de Marte” (”Ocre”, 1925). “Clamo vida nueva” (”Resurgir”, de “La inquietud del rosal”).

Así como el sanjuanino se inmoló en aras del Bien de su Patria, de la Enseñanza Común, santificado por el Martirologio de su actividad febril de Educador, Místico Teresiano, Alfonsina expresa: “Pasé por el tamiz de todos los dolores y estoy purificada”.

Amaron la Libertad de los Ideales y cultivaron religiosamente los Valores de la Cultura. “Somos hijos de las ideas más que de los hechos. Un libro es pólvora, guillotina, ungüento y ventana” declara en 1927 la autora de “Irremediablemente”, ante la prestigiosa Sociedad Sarmiento de San Juan.

Combaten por los significados positivos de la Civilización: el progreso social, la educación integral de ambos sexos, la elevación de la Mujer. Para una el Socialismo es una solución a los efectos de luchar contra la pobreza y miseria de las masas. Una especie de Cristianismo pragmático. Hasta participa fervorosamente en las reuniones del Partido Socialista Argentino, aboga por los Derechos Civiles Femeninos.

Así lo hace con convicción y entusiasmo en sus trabajos “La tragedia de la mujer en Buenos Aires”, “Nuevos horizontes femeninos”, “Sobre el Matrimonio”, en el diario “La Capital” de Mar del Plata, en 1919.

Para Sarmiento, en sus escritos chilenos de juventud, el Arte Socialista es regenerador de las naciones americanas. Hace profesión de fe en tales ideas renovadoras (léanse sus “Artículos críticos y literarios”, tomos 1 y 2 de sus Obras).

Almas nobles en el sacrificio y la convicción. Escribe la poeta:

“¡Levantemos el grito del trabajo a la tierra!

…¡Que revienten en flores de sol y humanidad
nuestras entrañas todas, plenas de libertad.
Y el frito que hoy ha muerto y dijo: Cristianismo…
responde como un eco el grito: ¡Socialismo!”.
(en su “Por los niños que han muerto”).

El hijo de Doña Paula Albarracín, admirador de Víctor Cousin y Pierre-Louis Courier, el humanista cristiano práctico y utilitario, reflexiona:

“El socialismo , perdónennos la palabra; el socialismo, es decir, la necesidad de hacer concurrir la ciencia, el arte y la política al único fin de mejorar la suerte de los pueblos, de favorecer las tendencias liberales, de combatir las preocupaciones retrógradas, de rehabilitar al pueblo, al mulato y a todos los que sufren”.

Y hasta las últimas luces de su ancianidad brega por el avance de los métodos de riego y cultivo, por la ascensión social y política de las mujeres americanas, el alambrado de los campos, la alfabetización masiva, la navegación fluvial y la extensión de las vías férreas.

Arte, Naturaleza y Personalidad

Autodidactas y voluntaristas extraordinarios. En pugna constante contra los convencionalismos e intolerancias numerosas de su ambiente. La vida sarmientina marcha imperial como un gran río fecundo, según la imagen de nuestra poeta: “Tu vida es un gran río, va caudalosamente” (1920, “Irremediablemente”).

Río y mar de amor fueron sus vidas: amor pánico a Natura, al Hombre, amor cruel y deseado en una. Amor al progreso, a la Escuela y al Libro en el otro.

“Mi tipo ideal de mujer -declara aquélla en 1917- es aquella que tiene una moral masculina en cuanto atañe a su responsabilidad frente a los hechos y su entereza para sostenerlos aun en contra de sus más caros intereses”.

Configura asimismo la figura femenina que contiene la meditación de Sarmiento: cabal, personalista, decidida, inteligente y afirmativa.

Perfilamos al Profeta a través de los versos de “Ante un héroe de Iván Mestrovic” del libro “Ocre. Alma enteramente tierna, aparentemente hosco, de recia verba y animalesca catadura, con “la cabeza reflejadora de gigante empresa”. Estadista superior, a “quien la fiebre lo devora”. Siempre en el ímprobo trabajo de avanzar sobre lo ya conocido y anunciar una nueva Aurora en América hispana.

El alma del escultor croata, evocado hermosamente por Alfonsina nos trae la figura demiúrgica, poderosa en el hacer, vigoroso absoluto, “poiético”, de Mestrovic (1883-1962). Éste, como el autor de “La escuela ultrapampeana” pronuncia palabras augustas para ser escuchadas por las gentes del Nuevo Mundo. Como Domingo invoca las sombras terribles de Facundo Quiroga, Aldao, Rosas y el Chacho, Mestrovic esculpe también a Héroes de naturaleza semidivina. Gigantes en la memoria de los pueblos: el monumento ecuestre a Kraljevic Marko, por ejemplo. Expresionismo, exaltación heroica de la figura y las acciones. Su fuerte subjetividad se trasfunde en sus personajes impresionantes. Vehemencia y fogosidad de temperamento trascienden el arte mayor de ambos. Potencia creativa, de dimensiones colosales. Preeminencia del espíritu y dinamismo épico de sus obras. Iracundia de un huracán y también simpleza y claridad del clásico, se aúnan admirablemente en Faustino y en Iván. “La madre del artista” perteneciente al yugoslavo, la 
“Historia de mi madre”, del sanjuanino, vibran en esa segunda cuerda. (Véase José L. Pagano:”El arcaísmo épico de J.M.” de su “Formas de vida”, 1941).

Dador de Luz y Bien, sacerdote laico del Silabario. Alma agónica “a campo abierto”, “con la fiebre rabiosa” puede confesar nuestro hombre, en el ritmo alfonsino:

“Amo todas las auroras…” ,
“tengo alas de energías sanas y fuertes” (”Ansiedades”).

Amantes confesos de las aves, en las que simbolizan las ansias de Libertad, de Belleza e Independencia. Apologista del Hornero en “Mis pajaritos” confiesa uno:

“Usted sabe cuánto quiero yo a los horneros, a quienes creo dotados de más inteligencia que a los hombres de la época primitiva” (Obras, tomo 46).

Estilo cálido y sustantivo, sublime canto en consonancia con la Storni: “Regreso a mis pájaros” -”Mascarilla”, 1938- y el “Himno a los pájaros”.

Es el Mar. ‘Leit motiv’ en sus vidas y obras: “corazón fiero de ritmo desigual”, de la “cólera tremenda”. Lo invoca ella:

“Mar, dame, dame el inefable empeño
de tornarme soberbia, inalcanzable”.
“Dame tu sal, tu yodo, tu fiereza…”
(de su “Frente al Mar”).

También se categoriza como un sutil ensueño, la sugerente casa de cristal en su debussyano “Yo en el fondo del mar”, “el ronco bramido que apavora”, “piel azul que recubres las espaldas del mundo” (”de “Una vez en el mar”). Y finalmente fue su muerte, la esperada: “sentirme el olvido perenne del mar” (”Dolor”). Y acaba su vida en las playas marplatenses en el año del Cincuentenario glorioso de la Muerte de Sarmiento.

En los escritos sarmientinos aparece la vastedad inconmensurable del Océano, victorhuguesco, que despierta un sentimiento religante de Infinitud. Y la riqueza marktwainiana, del río, símbolo impar de la Civilización. Así lo percibe en “Poema del Agua Dulce” (Obras, tomo 29) y en su “Viaje de N. York a Buenos Aires”, (idem, tomo 49). Afilando una prosa meditativa, descriptiva y metafísica:

”¡Oh el mar, cómo se dilatan los pulmones respirando sus saludables brisas. Me siento vivir. Cómo se agranda el horizonte. En el buque, sobre mar sin límites, deja uno de ser grey, pueblo, especie humana. En mi casa, en tierra, estoy sobre un planeta. Aquí; Dios, el mar, el pensamiento”.

La Storni apreció en Sarmiento la concreción formidable de muchas de sus más entrañables Ideas. Como educadora de genuina vocación. Como mujer de fuertes inclinaciones sociales y humanitarias.

Al él le rindió decisivo homenaje en su disertación de 1937 en la Escuela nº 25 de Buenos Aires, Consejo Escolar XX, al aproximarse el cincuentenario. Y en su ejemplar poema “El Maestro”, dedicado a su colega María Gervasoni, sintetizó armónica y meridianamente, en forma definitiva, sus pensamientos sobre la elevada misión que desempeñó el Maestro Sanjuanino:

“Maestro que del lodo hasta la cumbre
levantas la plebe embrutecida
para cantar lo heroico de tu vida
no bastan de mis cuerdas el laúd!
Maestro que rompiendo tradiciones
de viejos moldes al progreso llamas,
y todo aquello que es progreso amas,
como amar todo aquello que es virtud!
Deja que yo te admire, que yo cante
tu obra fecunda en bienes para el mundo!
¡Oh!, tú maestro que en luchar profundo
descansas solo allí en el ataúd.
Tu obra es grande! Redimes a los pueblos
les pones en la sangre nueva vida
y aunque el honor es tu anhelada égida
¡A tu paso no encuentras gratitud!
¡Pero qué importa! Si de ingrata peca
la plebe que dormita embrutecida
para cantar lo heroico de tu vida
templa el progreso, grande, su laúd”

Guillermo Gagliardi
Gentileza del blog "Sarmientísimo"
http://blogcindario.miarroba.com/info/95993-sarmientisimo/ 

 

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