Comunión de San Pablo y D. F.
Sarmiento |
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“Creo en la inyección del espíritu de un hombre en el espíritu de otro por la palabra y el ejemplo”
Sarmiento. |
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I.-
Biografías.
DOMINGO
FAUSTINO SARMIENTO (1811-1888), en sus “Comentarios a la Constitución”
(1853, en el tomo 8 de sus “Obras Completas”, edit. Luz del Día)
expresa su idea coincidente
con Cicerón (“De Republica”, a. 54 a.C., Libro III) y sobre la
existencia de una Legislación universal e impersonal, que es la Ley
Natural que reside en el interior del alma de cada ser. Anterior y
fundamental a las que dicte una persona o cuerpo legislativo. El autodidacta
lo especifica muy informado, gran lector en Derecho, y mente con
sorprendentes inquietudes
en el tema de la Jurisprudencia: “El principio que reconoce que
hay derechos y deberes anteriores a las leyes positivas, es uno de los más
morales y más dignos, que puede proclamar el Legislador humano”. Y
SAN PABLO (nace en Asia Menor, Turquía actual, ca. 5-10, es
decapitado en 67, en Roma) aparece en la reflexión del sanjuanino sobre
que la Primera Ley es la que reside “en la esencia misma de la
Humanidad, cuyo origen es divino”, en “la conciencia de todos los
pueblos de la tierra”. “Son
principios generales que el Creador ha grabado en el corazón de todos los
hombres y que cada uno encuentra en su conciencia interrogándola” (D. Pérez
Guilhou: “S. y la Constitución”, Depalma, 1988, cap. 8). Campean en ese
extenso texto las ideas de la filosofía estoica. Similares concepciones
expondrá con solidez de Jurisperito durante su actuación en la Reforma
Constitucional de 1860, donde se referirá a los principios superiores a
la soberanía popular, consagrados por la historia del Progreso humano y
por el Cristianismo. Comprobamos
una intertextualidad con el Apóstol, en su “Epístola a los Romanos”
( del año 58, 2: 14-15), en su parte Dogmática sobre la Ley de los
Gentiles, cuando escribe que los mismos la ejercen “guiados por la razón
natural”, “y con esto muestran que los preceptos de la Ley están
escritos en sus corazones, siendo testigo su conciencia”. Llevamos en el
alma, impresa, Su Ley, Él nos juzgará: “Así se verá el día en que
Dios por Jesucristo, según mi evangelio, juzgará las acciones secretas
de los hombres”. La Roma Pagana
y la Doctrina Cristiana, “Caput Mundi”, saber viviente e iluminante,
basamentan y enriquecen toda la obra y el pensar sarmientino. (G. Furlong,
“S., paladín de la enseñanza religiosa”, en su “La tradición
religiosa en la escuela argentina”, Theoría, 1957, p. 62-71). Recordemos que
la educación del maestro cuyano, infantil y juvenil, todo lo que lo
rodea, fue eminentemente religiosa y sacerdotal: tradición familiar,
mundo provinciano, afectos, maestros,
lecturas devotas de la literatura “escrituraria”, prácticas de
la Liturgia... La pureza de
su alma, la bondad y honradez inmensas de sus intenciones y obras,
demuestran esta base esencial de su Genio de Estadista. No obstante sus
polémicas anticlericales, sus luchas ideológicas circunstanciales y su
derroche de verbosidad impetuosa. “Un San
Pablo, fue así antes de caerse del caballo” observa Daniel J. Ruiz,
justamente, sugiriéndonos este paralelo, en el Prólogo a
la edición de “La conciencia de un niño” y “Vida de N. S.
J. Cristo” (ed. Braga, 1988, p. 9). También el
pensamiento Paulino se adhiere a esta etapa decisiva de su formación. En
la puerta del templo puntano,
en 1826, graba la frase sintética
del ideario del Santo: “Unus Deus, Una Ecclesia, Unum Baptismo”, “Epístola
a los Efesios”, 4, 5, (Obras, t. 51, ed. cit., p. 179;
en Augusto Belin,
“S. anecdótico”, 1ª ed., p. 7 y sobre el Portal de la Escuela San
Francisco del Monte de Oro, en R. Rojas, “El Profeta de la Pampa”,
Kraft, 1962, cap. IV, p. 67)). Corresponde a
la epístola de la Cautividad, la Carta a los Efesios, habitantes de la
capital de la provincia romana de Asia (años 31 en que permanece preso).
Es una pieza sin la calidez afectuosa y monitora típica del Apóstol,
que, “servata distantia, se parece
a las mejores cartas familiares sarmientinas, emotivas y
desbordantes de buenos consejos, reflexiones bondadosas y normas rectoras
magistrales (a Soriano, a su hija Faustina, a su nieto Augusto,
p. ej.). En su 4ª parte (moral o parenética), Saulo exhorta a la
Unidad en la Fe: “Sólo hay un cuerpo y un Espíritu”, “Sólo un Señor,
una Fe, un Bautismo, un Dios y un Padre” preceptúa. La Unidad de
la Iglesia, cuerpo místico de Cristo, implica
la Unidad del Espíritu, aliento y vida y la Unidad de la Esperanza
en la Resurrección gloriosa; por la Unidad de la Fe y el Bautismo nos
incorporamos a la de Jesucristo. Y así nos
incorporamos a la Unidad de Dios, Padre de todos y fuente de Todo
(“Efesios”, 4, 1-6). Esta expresión,
frecuente en furia y fuego, encarnaba
el odio del Cura Oro, desterrado, a la “Carta de Mayo” liberal y
unitaria, de Salvador María del Carril, el Gobernador. Las prédicas
exaltadas del Padre José Ignacio de Castro Barros (1777-1849), las
lecturas críticas del Pare Benito Jerónimo Feijoo (sabio y escritor,
1676-1764) y la visión por primera vez de las hordas federales facúndicas,
le hicieron cambiar al joven Domingo, por posturas más heterodoxas y de
transformación de supersticiones y barbarie religiosa popular, por la
Ilustración del Ciudadano común. Lo recuerda p.
ej. en 1872 en carta al entonces Gobernador de San Luis Juan Ortiz de
Estrada (Obras, tomo 51, “Papeles del Presidente”, 2ª parte): “El Presbítero
Oro al reparar el templo destruido
por un rayo, me dio aquellas palabras con encargo de grabarlas en un arco
natural de tres curvas
perfectamente iguales que hacìa un madero y debìa rematar el coro, montado sobre gruesos pilares de
algarrobo” (ob. y ed. cit., p. 182). Este
acontecimiento es altamente significativo en los días de S., simbólico
de esta primera etapa, ortodoxa en la Fe y federal en Política, de su
evolución intelectual. Su germen ideológico permanecerá siempre en su
persona, no obstante las
conveniencias de la militancia política e intereses de los historiadores,
apologistas o detractores. II.-
La Fe de Pablo y Domingo. J. L. Borges
(1899-1986) en el “Prólogo” a “Recuerdos de Provincia” (Emecé,
1944) recuerda la definición Paulina de la Fe, como la demostración de
cosas no vistas (sustancia de las cosas que se esperan”) y a propósito
de la constante y optimista visión futurista sarmientina. Siempre de
cara resuelta al Porvenir, ve lo no visto, lo por venir, lo que no ven los
demás. “¿Porvenir?. ¡Qué!. ¿No véis ese río
que arrastra los
tributos de cincuenta canales navegables, esa pampa que puede alimentar
doscientos millones de toros...” (S.: “Movimiento mercantil,
civilización y riqueza de la República Argentina”, en “El
Nacional”, 1855). “Sobre las pobres tierras despedazadas quiere fundar
la patria”. Por ello el ilustre creador de “El Aleph” vincula el
concepto del judío de Cilicia con
la dirección principal del Genio sanjuanino. S. se refiere
en otro momento a la circunstancia biográfica del Teólogo. Los últimos
debates evangélicos, su desencanto y finalmente su muerte ignorada, según
algunas versiones de la historia eclesiástica. En carta a J. Victorino
Lastarria (1818-1888), su amigo chileno, jurista, funcionario e
intelectual, del 18-3-1877, advierte su seguro conocimiento de los asuntos
dela Religión Católica (que en 1843 fundamentara en sus
“Recuerdos...”): “como fui sobrino de curas, deanes y obispos,
anduve en mi niñez mezclado a las cosas de la Iglesia”. Y consigna que
“he oído por ahí que contra el mito católico San Pablo murió
olvidado, no se sabe dónde, desencantado de tan larga lucha con los de
Jerusalem, vencedor en su doctrina, era vencido en su carácter, en su fe
y en su estimación”. “Contra la
tradición cristiana, que es un mito reparador” anota en el borrador de
este documento; “los de Jerusalem”, son “los apóstoles que
conocieron a Jesús”, según el original
borrador. Escribió el
Apóstol a su discípulo Timoteo (“el que honra a Dios”, 2º, 4, 6-8;
escrita en año 61): “Ya estoy a punto de ser derramado como una libación...:
he peleado hasta el fin el buen combate, concluí mi carrera, conservé la
fe”.. En el 58 Pablo
fue arrestado en el templo de Jerusalén, por intrigas de unos judíos,
llevado a Cesarea, sede del Gobierno Romano, donde permanece preso hasta
el año 60, en que comparece ante el Gobernador, después, ante su
sucesor, Porcio Festo, y finalmente apela a Nerón, quien le concederá la
libertad. Continúa su
peregrinaje evangelizador inclaudicable, pero definitivamente será preso,
condenado por el Decreto del César contra los cristianos. Pasa sus últimos
días en la Fosa Mamertina (ca. 67) (v. “San P. Testigo y
evangelizador” Iacuzzi-Ayerza y Pereda, Rosario, 1987, 2ª ed.). Don Domingo
encuentra un paralelo espiritual en esa opinión histórica, con su propia
situación, de desánimo y escepticismo, luego de tan larga y dura labor
de dirigente de nuestros destinos: “Sin ser Pablo y sólo por lo que
siento, hallo fundado en la naturaleza humana este desenlace trágico”,
escribió en el borrador de la carta citada. “Queda el ánimo estropeado
y baldado, después de años de trabajar, para arribar a nada o poca cosa
sobre este granito de nuestra América”. Descree de la
organización político-social americana, tras tanto combate con la
Barbarie, la anarquía y los intereses caudillescos de toda laya. “Por
las resistencias que agrian el ánimo
y hacen desesperar, no de las ideas, sino de la adaptabilidad y de la
justicia humana”. Sus enemigos,
los bribones a lo Sancho Panza, un tipo nacional español, cristiano, que
se reproduce en estas tierras, un “metro” para catar justamente a
nuestros políticos y patriotas (en “Correspondencia entre S. y
Lastarria, 1844-1888”, ed, M. del P. de Carbone, 1954, p. 105-111; su
Borrador, p. 115-118). También en sus “Viajes por Europa, África y América” (“El más glorioso itinerario histórico que hayan andado jamás los redentores de un mundo” según Bartolomé Mitre y Vedia, incl. en su “Páginas serias y humorísticas”, ed. 1994), (t. V de sus “Obras compl..”), memora con exactitud al Santo, trazando un paralelo histórico con el Apóstol Pedro. Es una carta
desde Roma, 6-4-1847, extensa, al Obispo de Cuyo, su tío. “San Pedro,
hombre del pueblo” (Simón, Cefas, de Betsaida, muerto en 67),
tradicionalista en el culto judaico, “mientras que San Pablo, aunque judìo,
ciudadano romano, hombre de mundo, filósofo, erudito
y capaz de apoyar la nueva doctrina en la tradición ateniense
sobre el ‘dios ignoto’” es un intelecto universalista y más
cultivado. San Pablo “ve las cuestiones religiosas del Cristianismo
desde un punto más elevado, no ya en relación al oscuro pueblo judaico,
sino al mundo, a Roma, a Atenas, centro del poder o de la filosofía”. Esta magna
“quaesto teologica” entre Pedro y Pablo sobre tradición o innovación
religiosa, se renueva en la historia moderna, tal como la alude S. líneas
más adelante de su carta, entre Protestantismo y Catolicismo. Pues aquél
“vino a renovar el disentimiento antiguo de los cristianos de Oriente y
de Occidente, la disputa entre Pedro judío y San Pablo, ciudadano
Romano”. El maestro enseña luego la importante civilización estética
y moral de imaginología y la barbarie de los movimientos iconoclastas.
“¡Gloria, pues, al culto redentor de las imágenes!. A ellas se debe la
salvación del mundo artístico”. S. y Pablo,
“Predicadores de nuevos dioses”: así calificaban al Santo los
atenienses, según “Hechos de los Apóstoles”, XVII, 18. III.-
Obra de Fe y Energía. Escribe Paul Groussac que S.
“gastaba energía de Guerrero para su obra de concordia y pacificación”.
Como el Santo, “su propaganda tenía el ímpetu prodigioso del
torrente”. Acentuado sentido de proselitismo
y “conversio”, de unión de almas en una causa común, poder de
galvanización. Fortalecimiento
ante las dificultades: “me gozo – escribe Pablo en su 2ª epístola a
los Corintios, 12- en las
debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias,
porque cuando soy débil, entonces soy fuerte”. Como el Santo que lo inspira y a
quien recuerda en circunstancias y textos destacados, vive “en el éxtasis
permanente del entusiasmo” y ha “abrazado con el calor y el fanatismo
de una religión”, los principios políticos democráticos.” S. ofició, por su visión,
inspiración y acción, como “el Saulo de la Organización Nacional” (I
Corintios, 1, 10: “que todos habléis igualmente, y no haya entre
vosotros cismas, antes seáis concordes”), así como el crítico acerado
de “El viaje intelectual” llamó a Mariano Moreno (1778-1811), también
nervio y verbo encendidos, como “el Saulo de la Revolución”. (H. Jürgen
Baden, “Literatura y conversión”, 1969, espec. p. 25-34). De acuerdo con
Paul Jonson en su “La historia del Cristianismo” (1989), el Santo fue
el primer Cristiano puro, el primero que comprendió en su hondura y
totalidad el pensamiento teológico de Cristo, y que luchó con gran
fuerza y sufrimiento por imponer la universalidad de su Evangelio (ob. cit.,
1ª parte: “El ascenso y rescate de la secta de Jesús”). Como el rabino
santo en “Corintios”:
“Si no poseo caridad de nada sirve todo”. “No teniendo caridad nada
me aprovecha”. “Atented a cuanto hay de verdadero, de honorable, de
justo, de puro, de amable, de laudable, de virtuoso y de digno de
alabanza” (“Colosenses”, 3:12 y ss., “Filipenses”, 4:8). Sarmiento, por
su parte, considera a la Caridad desde una óptica activa progresista,
desde su postura de un “Cristianismo Ejecutivo”,
“Constitucional”, según él la llama.
Acción fructífera del estadista, para mejorar las condiciones de
vida de la mayoría. Concreción de posibilidades de adelanto social,
cohesión de las familias, instrucción escolar y extra-escolar, reparto
de la tierra pública. Fomento del trabajo humanizado productivo, acceso
de la masa a la educación y a la propiedad, a una vida económica útil,
a un creciente bienestar espiritual y material, a la práctica de la auténtica
Libertad Republicana. A una más rica y ascendente solidaridad. Una política
de promoción de lo social, a
la participación ciudadana en los beneficios de la Civilización. Unión
del esfuerzo comunitario para proteger a la niñez, a los minusválidos y
acción institucional para asegurar la vida en democracia, en paz y
trabajo. (V. Horacio Lona: “Carisma y Libertad: tres estudios sobre San
Pablo”, Centro Salesiano de Estudios, 1993; Angelo Penna: “Sn. Pablo,
Apóstol”, en “Diccionario de Autores” González Porto-Bompiani,
Montaner y Simón, t. III, 1973, reimpr., p. 38-43; A. Schweitzer, “La mística
del Apóstol Pablo”, 1931, trad. J. R. Wilcock, en “El camino hacia ti
mismo”, Sur, 2ª ed., 1960, p. 122-131; G. Seaver: “El
misticismo del Apóstol Pablo”, en su “A. S.”, Fabril, 1964,
p. 209-231). Domingo y
Saulo sienten el “Soy en Cristo”, el manantial solar del espíritu
cristiano reside en ellos y mana de sus obras y escritos. La Idea de la
Predestinación (“Romanos”, VIII, 28): “los que son llamados”
conforme al propósito de Dios. Significación
operante y efectiva de su Cristianismo en la acción (“Epístola a los Gálatas”,
año 57). El redentorismo sarmiento bebe en la fuente paulina. Ética ascética,
no del menosprecio de lo terrenal sino de liberación y consagración
interior, de trabajo santificador según advierte Schweitzer. Su vida la
ofrenda para redimir a las gentes, para salvarlos. El autor de “Argirópolis”
interpreta sus luchas por la Ilustración, muy especialmente en el campo
de la pedagogía popular como un sufrimiento expiatorio y finalmente como
una consagración y cumplimiento elevado de un llamado (véanse por
ejemplo las cartas a Juana Manso, 1819-1875, feminista precursora y
maestra, quien lo secundó en sus empresas educacionales). V. “Ambas Américas”, t.
29 de sus Obras. Destaco como
vigorosamente paulina la prédica moral de los consejos sarmientinos a su
hija , del 10-9-1867 (J. Ottolenghi: “S. a través de un epistolario”,
1939). “Sé mi hija en eso, en sufrir, en trabajar, en esperar...” (ob.
cit., p. 73). El maestro se
identifica con un núcleo sugestivo del pensamiento evangélico: la virtud
cristiana de la paciencia, la esperanza, la fuerza. Saulo invoca
justamente este fortalecerse espiritualmente ante la debilidad, ante las
tribulaciones: “Nos gloriamos hasta en las tribulaciones”
(“Romanos” del año 58, 3-5). En
la misma, VIII, 17: “herederos de Dios y coherederos con Cristo,
si es que padecemos justamente con Él, que podamos ser glorificados con
Él”. Esta acción y
pensar sarmientinos ostentan una luminosa perspectiva “misiológica”.
Es acuciante en Saulo y Domingo lo que Gustav Warneck denomina
la “Missionstatt” (actividad misionera) y “Missiongedanke”
(idea de la Misión), en su “Historia de la Misión”, de 1913. Los escritos
del cuyano participan en su parte sustancial del carácter de Epistola
homilética, de la literatura
paulina. Revisten cualidad de exhortación vibrante, de gran poder de
estremecimiento, fuerza racional y emotiva.. Sus obras de adelanto humano
americano las considera S. ofrendas para “preparar los espíritus” a
Nuevos Caminos. Lo afirma en carta al Gral. José María Paz (1791-1854)
del 22-12-1845. Pablo: “¡Ay de mí si no evangelizo!”. IV.-
Literatura, exhortación y política. Escribe don
Francisco de Quevedo (1580-1645) que Pablo “empezó en vileza,
abatimiento, error e ignorancia, y acabó en santidad, sabiduría y
magisterio de las gentes”, en su “Vida de San Pablo Apóstol” (1644,
última obra publicada por el ilustre español). Cito por ed. de F. Buendía,
Obras en Prosa, Aguilar, 1979, t. II, p. 1636.
Menciona el gran
escritor español, conceptos
de San Jerónimo, el Padre de la Iglesia, 340-420, traductor de la Biblia
del griego y hebreo al latín, para
quien “todas las veces que leo a Pablo me parece que oigo truenos, y no
palabras”. G. Papini señala
que las Epístolas paulinas “son declaraciones de guerra, explosiones de
afecto, éxtasis del pensamiento, ascensiones líricas, elegías
apasionadas, cánticos de descubrimiento, de liberación y de triunfo. En
él, la teología se vuelve epopeya, la historia, profecía, la moral
himno e iluminación”. En su
“Santos y Poetas” (1948, cap. III. “San P., ciudadano romano” y en
su “Exposición individual” 1941, Sala Quinta. La gloria de San P. El
vuelo de Sn. P.”, ed. Obras, Aguilar, t. IV y t. I, resp.), el famoso
autor italiano acentúa la zarza ardiente de la persona y la escritura del
Santo, como ya en 1945 con imágenes parecidas, exaltó nuestro escritor y
crìtico Ricardo Rojas la índole profética y el apostolado educativo
sarmiento y lo renueva en nuestros días Antonio Pagés Larraya, discípulo
destacado y sarmientista importante de los actuales. El ímpetu de
universalización de su ideario, la conciencia de haber percibido el
llamado de “arcanas palabras”, de ser un enviado,
el sostenimiento del mismo con fogosísima unción, unen al romano
y al sanjuanino. Nos place
aunarlos en sus almas llameantes y guerreras, y como dice el escritor
florentino, en su “estilo imperioso e intrépido”, su actuar de
conquistadores de almas para vivir en y por Cristo, pues en definitiva el
sentido misional de la obra sarmientesca también es la de asegurar el
reinado cristiano, haciendo carne en los pueblos las ideas de caridad en
las obras y de ascenso humano que es esencia perenne del mensaje
de Jesús. La “Causa
Santa de las Escuelas”, o la “Guerra Santa del sistema de escuelas públicas”
en el argentino- “El Reino de Dios”, en Pablo: avidez romana de
Conquista. Esta Lid por la Instrucción, Epopeya iliádica de Domingo,
equivale en ardimiento
ejecutivo a la lucha contra las fieras de Éfeso, en su tercer viaje
misionero, el Paganismo y el Pecado, al que dona la totalidad de sus
esfuerzos, “mis caminos”, “mi enseñanza”, según alegoriza el
romano en I Corintios, 15: 32. Así lo enfoca Papini en su
“Descubrimientos espirituales”: “Pablo tiene el alma de un
Conquistador”, “la tenacidad, la audacia, el calor de la imaginación...”,
“Se lanza resueltamente a la conquista de las almas, a la formación de
colonias espirituales”, “sus predicaciones son sus batallas...”. En 1866 S.
pronuncia un discurso en el Congreso Pedagógico de Indianápolis (Estados
Unidos), que es reproducido en
el tomo 21 de sus Obras, con una nota introductoria, donde se expresa que
“presentado como amigo de (Horace) Mann, podía reputársele un Pablo apóstol
de los Gentiles”. Mann (1796-1859) creó la Primera Escuela Normal, en
Massachussets y dedicó su fructífera vida a la Enseñanza Pública. S.
lo admiró hasta el punto de realizar un bosquejo biográfico, “Vida de
Horacio Mann”, publicado junto con la del Dr. F. J. Muñiz, en el tomo
43 de sus Obras. Cultivó luego de su muerte, la amistad, humana e
intelectual de su familia. Seguramente en alusión evidente a su fervor
legendario en la difusión del evangelio de la escuela popular y su carácter
de seguidor devoto de las ideas del educador norteamericano. Lo confirma e
ilumina sus palabras a los maestros: “Es vuestra misión extender los
beneficios de la educación desde estos centros de luz, hasta este y el
otro más remoto Sur. Tenemos que pasear la antorcha por toda la América,
hasta que todo crepúsculo desaparezca”. Ortega y
Gasset en su “En torno a Galileo” (1933, Obras Completas, t. 5, p.
105, Lección VIII) observa agudamente el “frenético paradojismo” y
el “radicalismo subversivo” que encarna el modo de vivir cristiano,
ultramundano y sobrenatural, del que San Pablo tiene plena advertencia. En
su prédica el santo vuelve al mundo del revés: “Porque escrito está:
Destruiré la sabiduría de los sabios y desecharé la prudencia de los
prudentes” (“Corintios”, I). Dios “quiso hacer salvos a los que
creyesen en Él por la locura
de la predicación”. El santo
despliega extremismo, locura por amor divino, para salvar al hombre:
“nosotros predicamos a Cristo, crucificado, que es escándalo para los
judíos y locura para los gentiles”. Pues “la palabra de la Cruz, a la
verdad, locura es para los que perecen: mas para los que se salvan, esto
es, para nosotros, es virtud de Dios”. “Que nadie
me tenga por loco” pide en II Corintios, 10: 16 y ss.: apelan el
estadista y el evangelista, a la locura, a la aventura
de la osada palabra y radical acción, “en trabajos más
abundante, en azotes innúmeros”, plena de peligros y fatigas y con
muchos desvelos. El
Cristianismo ilumina y orienta a la Humanidad y surge como solución y
contrapartida de esperanza y fe ante el estado de crisis, de desesperación
e incompletud negativa, de insuficiente espíritu del Mundo antiguo. “Hablo como
loco, porque lo soy más que nadie” declara el autor en el año 57,
“2ª epíst. a los Corintios”, 11, 22-31. Se refiere a su
mirada elevada, salvífica del mundo. En el
sanjuanino, la tan mentada locura, es producto de su inteligencia avizora,
sus pronósticos penetrantes, la superioridad de su intelecto y su
barroquismo vital. Y su menosprecio de las ideas corrientes y de la
popularidad inconsistente. “Fijodalgo” provinciano, afirmaba orgulloso
pertenecer a la única nobleza que admitía
su criterio independiente, la del Talento y el Esfuerzo. “Yo he
vivido en el éxtasis permanente del entusiasmo”: S. Escribe, actúa,
habla, en un estado de exaltación positiva, pues cree saber qué es la
verdad, qué es el Bien, cómo
ejercerlo... Político sin
partido, escritor sin academia. Personalista, individuo que excede por
elevación la medida de sus contemporáneos. Vive su
patriotismo místicamente: “He creído siempre que en mí el patriotismo
era una verdadera pasión con todo el desenfreno y extravío de otras
pasiones”. Hiperemotivo,
contradictorio e impulsivo hasta la temeridad, irritó susceptibilidades
que aún hoy subsisten y corroen su memoria. Ese verbo
frontal y sincerísimo, sus ideas instrumentalistas, intentaron
barrer con anquilosadas creencias y privilegios. “Mis ideas
chocaban por lo raras. Todo en educación
común era nuevo y yo estaba solo con ellas, como un visionario loco” le
escribe a su querida Mary Mann, 25-1—1867. Su lengua
filosa, cáustica como la de Aristófanes, sus diagnósticos a lo Catón,
su posición de Moisés, lo hacían actuar
como “loco de atar para todos los ignorantes a quienes no he economizado
las burlas y los sarcasmos”. El Santo
simboliza la inauguración de un nuevo mundo, de fe y salvación: Sólo la
Fe salva, es un mensaje de orientación espiritual, contrapuesta a la
desesperación del mundo antiguo en crisis. En la ley
mundana el hombre se pierde: “La nueva alianza es la sola cosa
necesaria: la fe” (Ortega). Son necesarias las obras de la fe para
salvarse, “las obras que caen del hombre creyente como los frutos del árbol
que ha prendido en el huerto” (ob. cit., p. 110). “Meta noeite”,
convertíos, cambiad, es la palabra. “Oikodumé”, es el mandamiento
paulino, el hombre nuevo reedificado, reconstruido, luego de las ruinas del antiguo. En su “La
visión de la historia. San Pedro y San Pablo” (1910), Obras comp.., t.
I, p. 157-158, señala
el filósofo madrileño su visión histórica del santo: la labor
reconstructiva, teológica, objetivadora y racional, universalizadora de
la figura y mensaje de Jesús. Es el hombre
que “reniega de la herencia recibida, y se entrega a la tarea de remozar
su propio ser”, según lo explica Leopoldo Zea, en su ensayo “La
esencia de lo americano”, 1971. V. “Civilización y barbarie o las
ruinas circulares” J. C. Sacomanno (Bibl. Congreso de la Nación, Boletín
nº 120, 2000, p. 131. “En cuanto a la
pasado manera de vivir, despojáos del viejo hombre, y vestíos del nuevo
hombre (“Efesios”, 4: 22 y 24); “revestíos del nuevo hombre”
(“Colosenses”, 3: 5-17). En este
grandioso mensaje se apoya también la utopía de don Domingo en América
Española. Primero se caracteriza su ideario y acción como un
racionalismo impositivo y dogmático, de Funcionario público. Desde
“Originalidad y caracteres argentinos” del “Facundo”, su
pensamiento gira hasta “Conflictos...”, hasta la apología de nuestra
flora y fauna autóctonas, la medicina indígena y sus virtudes, la
arquitectura, la lengua, etc. Luego,
inquisitivo, en su vejez, en que revierte muchos de sus postulados, y en
que valoriza especialmente “nuestra otredad” particular americana,
denuncia errores de la política inmigratoria y educativa del Liberalismo
y propone la “conversión”, una “metanoeite” paulina, su “kairós”,
hora de Gracia: rehacernos desde nuestro ser más genuino, atesorando
los cualidades propias de nuestra nacionalidad... Éste es el
Sarmiento desconocido, por descubrir y revalorizar, rescatar y asimilar. Max
Weber (1864-1920) en su “Economía y Sociedad” (ed. póstuma,
1922) ha observado, siempre con hondura y erudición, el carácter de
siembra (“Sembrad en el Espíritu”) y propagación de la Idea por sí
misma: vocación personal inmensa junto con alta conciencia religiosa de
la Misión de salvación (“Politik Grossarteg Beruf”). Transmisión
exaltada de los valores
patrios y de bien social en el “sermo” sarmientino: Discurso que es
oración, instrumentalismo lingüístico como verbo inflamado de conductor
de voluntades. Luz
paulina, precisamente, trasciende de la acción y palabra de nuestro Padre
del Alfabeto “Ira et fides vehemens”, nuestro Prócer contenía en su
alma, “Mahatma”, caracteres
de Ezequiel bíblico. Teórico
providencial del cambio americano, e igualmente de Moisés, el “aisymneta”,
el Legislador severo e inspirado. (véase ob. cit., 1ª parte, “V. 4. El
profeta”, ed. Fondo de Cultura Económica, 2ª ed., 7ª reimpr., 1984,
p. 356-364). V.-
Enseñanza,
Evangelización: “armas de la Luz”.
Como Pablo
declara al Gobernador en Cesarea, que
“vine para traer dones de misericordia a mi nación, y ofrendas”,
Ofrendas patrióticas, “de verdad y buen juicio”, son las de S.,
testimonios de su propaganda activa, “pródiga y prodigiosa”, de
Educador, y de su Personalidad dativa y vital. Y en medio de
oposiciones incontables, saduceas y enanas incomprensiones,. Dios envía a
tales genios a los pueblos para que como Pablo (“Hechos de los Apóstoles”,
26: 16-18) les abra los ojos a ignorantes e “ilustrados”, “para
volverlos de la oscuridad a la luz”. “Vistamos las armas de la luz”
(Romanos, 13:12). S. creía en
su apostolado trascendente, en esos términos paulinos. Animador
de “buenas nuevas de cosas buenas”, concientizador de la
nacionalidad como el mensaje de la Epíst. a los Corintios, Organizador y
Unificador. Sembrador de honduras y verdades útiles. Creen en la
Gloria de las buenas obras y en la gloria del nombre, la herencia
espiritual de “ser Sarmiento”, que lleva “a las cosas justas y
verdaderas” (Filipenses, 4:8), y dignifica
pesares y ofensas temporales. “Tengo por
cierto que los padecimientos del tiempo presente no son nada en comparación
con la gloria que ha de manifestarse en nosotros” (Romanos, 8: 18). S. sostiene la
gloria, la Inmortalidad por el genio o la abnegación son “una corriente
de chispas que pueden convertirse en llama viva, en rayos perpetuos de
luz” (Obras, t. 21). Creen en “la
buena voluntad del corazón”, en la bondad y la compasión hacia todos
los seres (“Colosenses”, 3:12), y en el poder salvador del Espíritu.
Deifica los afectos que ennoblecen la vida. En su Epístola a los
Corintios, II, vi,: “volvedme amor por amor; os hablo como a hijos míos,
ensanchad también vuestro corazón”. “Pablo
cautiva con la franqueza de su lenguaje –explica R. Sáenz Hayes, y nos
recuerda su parecido con nuestro maestro-. Si todos hablaran como él, seriamos
con quienes nos las habemos en el cotidiano trajín.” (“Entre dudas y
esperanzas”, 1954, p. 275-277). Consagra el
valor de la persona humana como centro permanente de sus reflexiones y
actos, la ternura, el regocijo y la santidad de la vocación y el trabajo.
Porque definitivamente: “...Todo lo que es verdadero, todo lo honesto,
todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen
nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”
(“Filipenses”, 4: 8). “Todos los
hombres son hijos de Dios por la Fe y sólo son fuertes por la Caridad”
(I Corintios, XIII. Esa caridad superior practicada en vida integralmente,
logrará la vida imperecedera en el más allá, sentencia el judío de
Tarso, coordinando en su teología la ley judía, la sabiduría griega,
con el misterio oriental y el poder romano (v. “San Pablo” J. Ferrater
Mora, t. 3 de su “Diccionario de Filosofía”, 1979, p. 2476-1477).
Conciben la vida cristiana en el sentido
de gracia recibida, de elección de Dios y donación fraternal,
fecundada por la esperanza y por el amor y la alegría en toda la creación.
El padre Leonardo Castellani, escritor y teólogo (1899-1981) afirma que
“Jesucristo y San Pablo son los que inventaron el mandato de la alegría”
(en sus originales y pensantes “Domingueras Prédicas”, t. 1, 1º, p.
13). “Alegráos en el señor siempre” manda Pablo. “Vivid alegres
con la esperanza, procurad el bien a los ojos de todos los hombres”
(Romanos, 12-13). Comunica las
Buenas Nuevas de la Instrucción Popular: “grande lucha” y “duro
trabajo” según “Colosenses” 1:29. como redención esperanzada para
los pobres, para que ingresen a la vida Civilizada, productiva y racional.
Impreca,
vocifera, “todas las horas peregrinas”, incita y persuade
denodadamente a la acción benéfica de Gobernantes y gobernados. Con la
contundente fuerza y calor cristianos de San Pablo (el sentido de admonición
apostólica), hablando en el Areópago a los varones atenienses
(“Hechos...”, 17:22-31), “intensamente ocupado en la Palabra
edificadora” o en las conferencia en la escuela de Tirano
(“Hechos...”, 18:9), y en las”cosas de provecho”, o ante los
ancianos de Mileto (íd., 20: 10, 17-35).: “pelea la excelente pelea de
la fe” (1ª, Timoteo, 5:12). Suscribiría
S. las observaciones paulinas a este último auditorio mencionado: “En
todas las cosas les he exhibido que por medio de laborar así tienen
que prestar ayuda a los que son débiles, y tienen que tener
presentes las palabras de Jesús cuando Él mismo dijo: ‘Hay más
felicidad en dar que la que hay en recibir’” (“Hechos...”, 20:35).
La
perseverancia y la justicia en el buen obrar es la mayor aspiración del
sanjuanino, según el mismo San Pablo lo normatiza en su “Timoteo”, 1ª
Epístola, 5:11. VI.-
Vehemencia
y ternura en la Acción.
Su “espíritu
de Fe”, su Genio, en uno y en otro, se multiplica en discursos patrióticos
que son oraciones, en cartas pastorales
que son mensajes del Evangelio del Progreso, como las prédicas del
de Tarso en las sinagogas de Damasco y Jerusalén, en obras que son
templos al culto de la Civilización. Relata el
argentino en “Recuerdos de Provincia” su visión de la situación del
país ante el aspecto bárbaro de las milicias
caudillescas, como Revelación del Camino de Damasco, que le iluminó
la misión salvífica de su vida en bien
de su Patria, como San Pablo en “Hechos” , 9 y 26, es conmovido por el
llamado Divino: “una luz del cielo que fulguró alrededor de él” y
que definió su Destino. Hado
Providencial, el de Sarmiento político y pedagogo. Causa superior por la
cual todo sacrificará y sufrirá indeciblemente, “cadenas y
tribulaciones”. En Damasco se
explica el fenómeno espiritual de la Gracia del Alumbramiento interior
por la Luz de Dios, según la Teología. Como Pablo, S.
es el Expositor iluminante, el Difusor Iluminado. Enseñan una
Sabiduría de Construcción, de inspiración Divina, de Salvación, para
todos, que derriba fortalezas de prejuicios, incuria, ignorancia y rutina.
De crecimiento, de edificación, abrasada de cambio, de siembra de
semillas de mejoramiento:
“Yo planté(...); pero quien dio el crecimiento fue Dios... Porque
nosotros sólo somos cooperadores de Dios” (“Corintios”, 3: 6-9). “Según la
Gracia de Dios que me fue dada, yo, como sabio arquitecto, puse los
cimientos” (íd., 10). S. hace de toda la República una Escuela,
inspirado hondamente en estas meditaciones pasionales (Pablo,
“Corintios”, 11:1: “¡Ojalá soportéis un poco de mi demencia!”). “He hecho el
loco; vosotros me habéis obligado” (II Corintios, 12: 11 y 12:6). “No
nos cansemos de hacer el bien, que a su tiempo cosecharemos”. “Por
consiguiente, mientras hay tiempo, hagamos bien a todos” (“Gálatas”,
6: 9-10). Es una vida de
Milicia, de servicio y amor, de concreciones demostrativas de esos ideales
cristianos. S.: “Cuando
tuve términos de comparación me pareció que la revelación de Saulo en
el Camino de Damasco, ha debido ser de este carácter. Algo de misterioso,
de inconcebible, ha debido revelarme la verdad, y dejado de perseguir las
nuevas ideas, como se lo imprecó la visión a Saulo: ¡Saulo! ¿Por qué
me persigues?” (escribe en 1828 en sus “Memorias”, Obras, t. 49). Concibe ideas
diferentes de las recibidas por tradición familiar, de Religión o Muerte
según la Bandera Federal. Y se niega a participar en el batallón de
Infantería de San Juan según lo convoca el Gobernador Manuel Gregorio
Quiroga”. Lo relata también en “Recuerdos de Provincia” en 1850. Es
preso por insolente. Bernardo González
Arrili (1892-1987), sarmientista ético y cordial, destacado escritor en quien el motivo sarmientino
forma la médula de todos sus trabajos históricos, literarios y periodísticos,
evalúa: “Desde el mostrador de su almacén –yo lo sé- él comenzó
el camino -¿Saulo en marcha hacia Damasco?- forrada su personalidad de
muchachón grande y bondadoso con la piel del oso gruñón e
‘inaguantable’ que le conoce la posteridad. Comenzó su camino eligiéndolo
en una encrucijada. Escogió el de maestro, porque lo que necesitaba su país
en plena barbarie eran escuelas” (en su “S.”, 1ª ed., 1939, y en su
“Historia Argentina”, t. 5, p. 1751-1856; “La siembra”, en “La
Prensa”, 22-10-1972; “Las empresas de S.”, en su “Renán”, 1971;
“Las últimas luchas”, en “Caras y Caretas”, 21-5-1938;
“Epistolario íntimo” de S., Edic. Cult. Arg., 1963; “S. el
civilizador”, “Pampa”, set. 1944, etc.). Cuando
contempla espantado la catadura de esos salvajes que frente al almacén se
apostan ruidosa y suciamente, sufrió Domingo su primera gran conversión,
un radical cambio en persona, ideas y opiniones, que estaban formándose
aceleradamente, sobre el país, su presente y su futuro, que lo decidirán,
lo marcarán a fuego, para siempre. En uno de sus
discursos populares exclamará ya hombre público: “he aquí mi versión
del camino de Damasco, de la libertad y de la civilización. todo el mal
de mi país se me reveló de improviso entonces: ¡la Barbarie!” (Obras,
t. 22). Transcribe su conversión el nieto Augusto Belin en su “S. Anecdótico”,
1929, p. 19-20. En carta a
Juan Ortiz de Estrada, gobernante de
San Luis, durante su Presidencia (1872), recordará, preciso: “el espectáculo
de tanta barbarie (...) me trajo la idea de la Educación popular como
institución política”. En 1883
recordará en una de sus innumerables polémicas: “San Pablo era
pacotillero o mercachifle cuando iba a Damasco, y le fue revelado el
porvenir y su misión de Apóstol de las gentes” (Obras, t. 52). En 1884
pronuncia un discurso en Los Andes, Chile, donde expresa: “Todas las
grandes ideas que cambian la faz de los pueblos, tienen su visión del
Camino de Damasco, que hace efectiva en los hechos la doctrina del Gran
Maestro que cuando es de inspiración divina es el progreso gradual de la
humana inteligencia”. Reniega de su
formación federal, como San Pablo de su rígido fariseísmo, antes de su
famosa Conversión, ca. 34-36 d.C.). Se hace unitario para luchar contra
los caudillos, así como éste, intérprete y ardiente comunicador de la
Palabra de Cristo. Le confiere un
carácter sacro y de profética Revelación a esa crisis de conciencia
juvenil, y a ese primer significativo
escalón en el cumplimiento de su Destino Superior (v. R. Rojas, “El
Profeta de la Pampa”, 1945, cap. V; J. S. Campobassi: “S. y su época”,
1975, t. 1, cap. III). También J. Pellicer, estudio en ed. de
“Viajes” por J. Fernández, UNESCO, 1993, p. 921 y su “El
‘Facundo’”, p. 58 y 59. V. “La estructuración espiritual de S.”
Juan R. Fernández: evoca comprensivamente esta grandeza álmica de ambos.
Los considera visionarios constructores, “hombres que ponen la
mente y el músculo en un futuro lejano”. Por estos
cimeros Idealistas, “se salva la Humanidad”. He ahí el cap. 8 de la
Epístola a los Romanos, un cántico
hermoso a la vida espiritual, al don de Eternidad. Vivir en Cristo,
según sus leyes, es vivir en espíritu, en pureza y llama de entrega, en
participación. “Tenemos las primicias del Espíritu”. VII.-
Pasión
y Civilización Cristiana.
Furor
sarmientino por diseminar la semilla de su religión pedagógica, al modo
paulino. Instrumentando cartas, discursos, misivas y viajes. H. A. Murena
(1923-1975) en su “Ensayos sobre subversión” (1962) y en otras páginas,
se refiere agudamente a esta ansia de conversión de todos que anima la
voz paulina: “con el Cristianismo, con el ejemplo de Saulo de Tarso y
sus viajes y epístolas, la predicación cobra un giro distinto”. Impulso feroz
y amoroso a la vez, la tarea evangélica.
Consiste en la implementación de una propaganda, “pues la propaganda
nació como corolario de una iluminación religiosa superior que en
ciertas criaturas engendraba la necesidad de modificar el alma del prójimo
mediante la comunicación espiritualmente compulsiva de una revelación
divina”. Propaganda
religiosa. Enciclopedista en Sarmiento, no primariamente religiosa, sino
secularizadora y promotora de la generalización del conocimiento:
“La propagando enciclopedista esgrime el esclarecimiento y la ironía
para desacralizar culturalmente una sociedad crispada por el fanatismo
religioso”. Escriben
Iaccuzzi et al. en su “San Pablo. Testimonio y evangelización. Libro Guía”
(1987, 2ª ed., p. 26): “Por lo que se refiere a su temperamento, Pablo
manifiesta tener una personalidad fuertísima. Su carácter apasionado,
unido a sus dotes y riqueza tanto culturales como espirituales. Lo hará
aparecer como hombre imbatible”, que “habla con locura”, “uno de
las personalidades más ricas de la historia, un verdadero coloso”. “Peleó por
su fe hasta lo ùltimo. Acción espiritual de predicación y conversión,
de atención”, como dice Pablo, a “cuanto hay de verdadero, de
honorable, de justo...” (“Filipenses”, 4, 8). (V. Armando Iaccuzzi,
SEPA, Rosario, 1984, y tomo de “Síntesis”, 1990; P. Hernández Pereda
y otros: “Sn. Pablo. Misionero y Escritor”, íd., 1995). Ver
H. D. Dei: “Elementos de Antropología Cristiana Clásica”
(1987, sobre la nueva dimensión antropológica y Pablo. Cap. I. La noción
de ‘Espíritu’ y cap. II.La tradición apostólica. Sobre la visión
paulina de la Presencia de Dios en el Mundo, el Misterio Teándrico de la
Encarnación. El hombre, ente dialéctico, soma-psique-pneuma,
cuerpo-alma-espíritu, es finito por su criaturidad e infinito por su
participación en el Espíritu Divino, por su apetito de “vida y paz”
(“Romanos”, 8,6). Ésta es su
vestidura con “las armas de la luz (íd., 13,12), es la Gracia
Sobrenatural, “el día de la salud” (íd., 11). Saulo intrépido
propone “el Camino” del Cristianismo como una nueva via de Esperanza y
Fe. Domingo impone incansable, anuncia “con la esperanza bien fundada”
(Corintios, 2, 3-7). “ésta es la Buena Noticia que yo predico”,
2Timoteo, 2. Heraldo del
Alfabeto Popular, el apostolado sarmientino, como el Paulino, es
totalitario, de entrega completa, “doctrina digna de fe”. Con un
“furor loco” contra la inacción de la barbarie (Hechos, 26, 11).
Trabajan más que todos los demás: “Me he afanado más que todos” los
otros apóstoles, I Corintios, 15, 10. Iacuzzi lo confirma: “Es
totalitario. La palabra Todo cae con frecuencia sobre su pluma. No hay límite
en su entrega”. Corintios I, 9,22: “Me hago todo para todos para
salvarlos a todos”. “Mirad,
menospreciadores, admiraos, porque voy a ejecutar en vuestros días una
obra tal que no la creeríais” (Hechos, 13 41). (V. “La
influencia del Cristianismo en la evolución de las ideas políticas”
Alberto Rodríguez Varela, Rev. del Instituto de Investigaciones
Educativas, nº 41, julio 1983). En las polémicas
de su vejez contra “La
Tribuna”, entre ironías y alusiones mitológicas, S. menciona a San
Pablo, a propósito de un viaje de Bartolomé Mitre a Chile y los agasajos
brindados por los cuyanos (1883). A
propósito de expresiones retóricas del diario citado, que S. cita
textualmente para satirizarlas por su afectación de estilo y animosa
intención, de ataque a Mitre y a él mismo (“el viejo cíclope, su
rival o su hermano”): “A él también le ha llegado la hora de
emprender su camino de Damasco, yendo a buscar los jazmines en flor”. “Literatura
relamida y abrillantada”, “de sonajerías”, “de difamaciones”
cubiertas de flores, disfrazadas en elogios, diluidas en hiel (artículo
“Variación en La Menor”, “El Nacional”, 4 de abril 1883, Obras
Completas, t. 52, “Escritos Diversos”). Literatura
digna del grotesco de Aristófanes o Rabelais, y de la que S. intenta
desenmascarar a los autores. Ese año viajó Mitre en un periplo sembrado
de homenajes, a Chile y provincias argentinas para completar datos de su
monumental y documentada
“Historia de San Martín”. Al año
siguiente también S. viaja a Chile y localidades argentinas, para
concertar su amado Convenio de ediciones y traducción de libros científicos
para América. En Chile, Córdoba,
San Juan, Tucumán, se emociona ante los repetidos agasajos. En su artículo
el sanjuanino ataca a Pizarro (el Dr. Modesto P., con quien polemizó
rabiosamente sobre educación y
religión) y otros literatos detractores de la vejez procérica de S. y
Mitre, “viejos luchadores”,“facedores de trinos y fiorituras”. Como Cicerón,
entona su elogio “pro senectute”, lleno de inspiración y merecedor de
emulación y reconocimiento. “In illo tempore...”. “En tiempos
de Rosas (...) nos degollábamos por la nuca si se quería,
con cuchillo, no con figuras de retórica, ni con citas torcidas...”,
concluye el bravo Domingo. (Daniel E. Zalazar, “Las ideas de S. sobre la
influencia de la religión en la Democracia Americana”, en “Discurso
literario”, 2, nº 2, 1985; D. Peña: “Alberdi y S. en materia
religiosa”, en su “La materia religiosa en la política”, 1960; V.
C. Gallo, “El Presid. S. y la Religión”, en su “Evocaciones históricas”,
Gleizer, 1937; Mons. G. Franceschi, “S.”, Criterio, 1938; A. Herrera:
“S. ante el culto católico”, en “El Pueblo”, s.m.d.; P. Basson:
“La Biblia según S.”, “La Prensa”, 25-10-1938; A. Dujovich, “S.
y la Religión”, en su “El escritor, el médico”, 1990; C. de Diego:
“La religiosidad de S.”, en “La Prensa”, 1-6-1975; “S. y su fe
católica”, Junta Central de la Acción Católica Argentina, 1928; A.
Tarruella: “S. y la religión católica a través de sus escritos”,
Rev. del Inst. de
Investigaciones Históricas
J. M. de Rosas, nº 22, 1960, p. 129-140; H. D. Daliadiras, “S. y la
Religión”, en su “Algo más sobre S.”, Nuevo Orden, 1965, 2ª ed.,
p. 133-192; T. H. Donghi, “El antiguo orden y su crisis como tema de
‘Rec. de Provincia’”, en Boletín
Instituto de Historia
Arg. y Americana, 3ª serie, nº 1, 1989).- VIII.-
Peregrinación
y conversión.
El crítico R.
F. Giusti en su ajustado “S. el escritor” (“Siglos. escuelas.
autores”, 1946, y antes en
su “Crítica y Polémica. 3ª serie”, 1927) anota la vocación y
magistral ejercicio de periodismo y la actualidad de su ejemplo, en el
genio paulino. Y lo adscribe a la raíz del genio sarmientino,
fundamentalmente también un excepcional comunicador de buena doctrina, un
verbo anatematizador y a su vez edificador. “Este
mandamiento te encargo: que milites la buena milicia”, Timoteo, I, 1:
18). Un “Soldado de la Cultura” (no se es tal “Sin dolor” escribe
Nietzsche en su “Aurora”). En 1841
reconoce S. su orientación al “diarismo”. Para ambos parangonados, la
Palabra implica acción, realización del Pensamiento, pasión por grandes
causas. “Fe no fingida” (I Timoteo, 1: 5; “Pelea de la Buena Batalla
de la Fe”, íd., 6: 12; “que instes a tiempo y fuera de tiempo,
redarguye, reprende..” , 2ª Timoteo, 4: 2). Refleja la
fuerza “tumultuosa de infinitos ejércitos”. Vehemencia y arrogancia,
ardor de su temperamento y
arte literario: despertar las almas, escribir “con corazón”, echar
“miradas observadores sobre vuestra patria, sobre el pueblo, las
costumbres, las instituciones, las necesidades actuales...”. (V. Friedrich Nietzsche, “El
primer Cristiano”, Libro I-68, en sus “Obras Completas”, Aguilar, t.
II; A. Sáenz, “Héroes y
Santos”, Gladius, 1994, espec. p. 25-63; Adolf Deissmann: “Paulus”,
1911). También, Luis M. de Cádiz, “Historia de la literatura patrística”.
1954, espec. p. 56-67; O. Spengler, “La decadencia de Occidente”, ed.
Planeta-De Agostini, t. 2, 1992, p. 261-266; Rudyard Kipling, “Retrato
de san Pablo”, en su cuento “The Manner of Men”, “La condición
humana”; El gran León de Dios” novela de Taylor Caldwell, o la de
Shalom Asch, “El Apóstol”). “Antorchas
en el mundo, llevando en alto la Palabra de Vida” (“Filipenses”, 2,
15-16). Adoptan en la Historia Universal, “opus Dei”, la fisonomía
agonal de maestros y jefes. Yelmo y armadura, exhortación hasta violenta.
“Predica la palabra, insiste a tiempo y a destiempo”, “soporta los
trabajos, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio”, “mostrándoos
fuertes”, “firmes en la fe, obrando varonilmente”, con bravura, y
hasta con temeridad. “A los que falten, corrígelos delante de todos
para infundir temor a los demás” (II Timoteo). “Hablando locamente”
hasta la inmolación, “sin aterraros por nada ante los enemigos”,
“siempre alegres” y “enriqueciendo a muchos” (en II Corintios, 11;
Filipenses, 1: 27-28 y II Corintios, 6). Como Timoteo (ca.
35-97, compañero del Santo
en su segundo viaje misionero),
Domingo Soriano Sarmiento (1821-1867), es hijo espiritual de don
Domingo. Las dos epístolas
paulinas trasuntan amor al discípulo, una moral superior, un amor por la
enseñanza, exhortación fervorosa a la fe activa, un catálogo de deberes
y una precisa normativa para la vida noble. Igualmente las
del sanjuanino, llenas de instancias para la vida íntima virtuosa y
civilizada, la armonía en las relaciones conyugales, advertencias de
madurez y adultez de alto criterio moral y psicológico. En su
escrito sobre “La doctrina Monroe” (1865, en t. 21 de sus
Obras), S. se refiere en un pasaje negativamente, a la
configuración del sistema de las Misiones Jesuíticas en las
reducciones indígenas, según el modelo de obediencia a Cristo, de vida
en y para Él que proponen las cartas paulinas. Así en “Efesios”, 6:
“siervos, obedeced a vuestros amos terrenales con temor y temblor, con
sencillez de vuestro corazón...”, “Colosenses”, 2,22. etc.. En Paraguay,
los jesuitas se propusieron ensayar teorías de gobierno, que se deducen
de las epístolas del Santo y de la tradición de los primitivos tiempos
de la Iglesia. La base de esta organización la halla, perspicazmente, en
las ideas de autoridad teológica evidenciadas con celo cristiano por el
apóstol de Tarso: “instituyeron un gobierno paternal teocrático, con
la abnegación individual, la obediencia pasiva...”. Ideales que
ejemplificó secularmente la Sagrada Compañía y pretendió hacer carne
en la moral de los aborígenes: “la comunidad de bienes, la pobreza del
individuo y la riqueza del Estado”. Este
autoritarismo tutelar lo considera adventicio, extraño a la
propia idiosincrasia del salvaje y fundamentador posteriormente de
la dictadura de “Karaí Guazú” (José Gaspar Rodríguez de Francia,
1766-1840) en ese país y su imperio del “hombre-abeja”. Desde sus
beligerantes artículos chilenos en “El Progreso”, 1844, recogidos en
el tomo 9 de sus Obras, había estudiado S. la estructuración y evolución
de la institución Misionera en el Mundo, oponiendo a la católica, que
dicta una moral de obligación según el Protestantismo, alfabetizador,
ideología ajena a la “cultura” del indio. El “Civus
Romanus sum” proferida con orgullo por Pablo
es evocado por el cuyano, integrándolo a la historia política de
la Edad Moderna, adaptándolo a su admiración por la soberbia Civilización
Yanqui. En su escrito
“Estado de las Repúblicas Sudamericanas a mediados de siglo”
(“Memoria al Instituto Histórico
de Francia sobre la cuestión 10ª del Programa de los trabajos de
la primera clase fijado en
1852”, en t. 16 de sus Obras), alaba la “nobleza republicana” del país
del Norte, su superioridad, industrial y moral y su pujanza cultural. El espíritu
del país de Franklin y Lincoln ha consagrado el principio fundamental de
la Libertad religiosa y la igualdad política, ante la que se inclinan
todas las naciones, como en la Antigüedad ante la ostentación de la
ciudadanía romana. Por eso S.
relaciona ambos datos históricos con la vida y célebres dichos paulinos.
“Dentro de veinte años, pues, si San Pablo volviese a la tierra a enseñar
un principio nuevo, y las resistencias se sublevaran contra él, diríales:
“Soy ciudadano norteamericano”, y las resistencias se inclinarían,
como otra vez, ante el nombre romano”. Opina don
Domingo que este sagrado axioma de la unión y
universalidad de América, la consolidación política y organización
social mancomunada, ha de ser llevada a la práctica con la mayor
urgencia, para evitar la disgregación, los riesgos del Imperialismo y la
debilidad de las divisiones. Ésa es la
conclusión que propone el político y estadista, el intérprete zahorí
de la Historia Americana, el Civilizador. Destaquemos
que el pensamiento paulino arrebata e inspira ya en 1837 las reuniones de
los jóvenes ilustrados del Salón Literario en la Librería de Marcos
Sastre. Allí, la inscripción de una versión de la “Epístola a los
Romanos”, XIII, 12: “Arrojemos las obras de las tinieblas y vistámonos
las armas de la luz”. Ahí ese sugerente apotegma ilumina las mentes y
metaforiza voluntades prometeicas para combatir la negra noche de la tiranía,
y de intención laboriosa por la paz y la luz republicana. V. “El Salón
literario” F. Weinberg, 1958, 2ª ed., 1977.
Simbolismo político
que presenta su equivalencia con el “Canto a América” del proscrito
de la romántica “Amalia” y los “Cantos del Peregrino”, el
político y escritor José Mármol (1818-1871): “en pos del presente de
América, oscuro, / vendrá en lo futuro / la aurora risueña / de la
Libertad...”. El filólogo
y pensador de Tréguier, Ernest Renan (1823-1892)
asemeja a Pablo con la
figura soberana del fraile-teólogo de Eisleben, Martín Lutero
(1483-1546), estudioso hondísimo de Pablo, inspirado por sus doctrinas,
por su energía activa y su conducta absorbente: “En uno y otro hay la
misma violencia, el mismo entusiasmo frenético por una tesis abrazada
como una bondad absoluta”.Véase “R.” de B. González Arrili, cap.
XCVII, Cajica, 1971, 2ª ed. 1984, donde se destaca la perspectiva
sarmientina de Pablo y Lutero. Altaneros, iracundos, siempre creían tener
razón, absolutizaron sus ideas, eclipsaron a sus contemporáneos, con su
intenso amor al progreso de los hombres. Y por su amor
al bien concreto, según los postulados paulinos universales: “si no
tengo amor”, “nada soy”, “de nada me aprovecha”, pues “el amor
cree todo, espera todo, soporta todo”. Ha de consultarse al respecto,
“Hacia la vida superior” de A. A. Abeledo, 3ª ed., 1967: Renan:
“San Pablo”, 1869, en tomo II de su “Historia de los Orígenes del
Cristianismo” , 1863-1883, ed. de 1945 con prólogo de José Luis
Romero. Nos
fundamentamos, en este trabajo de investigación y compulsa de lecturas,
en el criterio del prof. Daniel J. Ruiz, que nos sustenta constantemente:
“para consolidar nuestra cultura y para educar a nuestros niños y
adolescentes no insistamos en los errores y contradicciones de nuestros
personajes históricos, señalemos más bien los puntos luminosos, los
actos positivos con que contribuyeron a la formación de nuestra
nacionalidad” (en el Prólogo
a la ed. cit. , de las obras religiosas, trad., de S.). En su escrito
“Derecho de ciudadanía en el Estado de Buenos Aires” (Santiago, Belin,
1854, incl. en t. 16, Obras Completas), bibliza el asunto del título,
busca sus analogías en la Historia de la Cultura Universal y en relación con la tradición
Hebraica, recuerda el intento de San Pedro de
excluir a los extranjeros de la predicación del Evangelio. y evalúa
en su grandiosidad la influencia efectiva de “San pablo, el griego, el
romano”. Sin su acción apostólica “en un pelo ha estado que el
Cristianismo muriese en su cuna sofocado por el patriotismo local”. Esta
“idea regeneradora, una religión que debe salvar al mundo”. Sarmiento, el “Saulo” (el
deseado). El Necesario de nuestra Historia. Sobresale como el de
Tarso, en la polémica y en la diatriba, con palabra viva y encendida. Dotado con el
poder de la defensa , del diálogo militante y fervoroso, la agudeza
dialéctica, las antítesis en la construcción de las altas
predicaciones y la peregrinación batalladora. El verbo
caldeado por la pasión (R. Bultman: “Der Stil der paulinischen Preigt”,
Gotinga, 1910). El Padre Oro y Albarracìn, Da. Paula, representan su
Gemaliel, su instructor en las Escrituras y los Mandamientos piadosos y de
obediencia a la Tradición de los Padres. (en hebreo: “Dios me ha hecho
bien”, “Rabbán Gemaliel el Viejo”, más pacífico que el primero).
El maestro era un noble fariseo. Énfasis y
valentía en el sostenimiento ejemplar de su anuncio de un nuevo
Evangelio, contra persecuciones y calumnias horribles. Los asemeja un carácter
de Conquistadores, junto con una particular ternura y sensibilidad. Un estilo espontáneo y rico, mesiánico e intuitivo, una reciedumbre y firmeza excepcionales en convencer, en convertir, en impulsar, en conmover, “caminando en espíritu” según Gálatas, 5, 13-26. |
Guillermo
Gagliardi
Gentileza del blog "Sarmientísimo"
http://blogcindario.miarroba.com/info/95993-sarmientisimo/
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