Blaise Cendrars, de la tierra |
Blaise
Cendrars es
el seudónimo de Frédéric-
Louis Sauser-Hall, nacido en Suiza en 1887 y muerto en Paris en 1961. Su existencia fue “supernovelesca”, por lo cual los motivos de sus libros son auténticos.
En su novela “El hombre fulminado” de 1945, tetralogía musical
autobiográfica, junto con “La mano cortada”, “Bourlinguer” y
“La urbanización del cielo”, escribe: “”Un escritor no tiene que
instalarse nunca ante un panorama, por grandioso que sea. Había
olvidado esta regla. El escritor, como San Jerónimo, tiene que trabajar
en su celda. Dar
la espalda. Hay que ir llenando hojas blancas, ennegreciéndolas. Escribir
es una vista del espíritu. Es
un trabajo ingrato que conduce a la soledad”. “.....No
se escribe más que sobre sí mismo. Quizás esto sea inmoral. Yo vivo
asomado a mí mismo. ¡Yo soy el Otro!”. (cito
por edición - Argos-Vergara, Barcelona, 1980,, p. 93-94; traducción de
Nuria Sales de Bohigas). Siempre
en este autor singular, la sed de aventuras, de acción y movimiento.
“La vida es siempre acción, acción directa” afirma.
“Historias ciertas”, 1937; “La vida peligrosa” es de 1938.
Incursionó con éxito en la
cinematografía y el teatro. En el primer caso con “La venere nera”
y en segundo con su
libreto “La creación del Mundo”, ambos de 1923. En
la Fotografía Desnois acompaña
sus obra con textos de Cendrars (en 1949). Es llamado y reconocido como
“El elefante solitario”, inmenso en su obra artística y único por su
innovación, temas y ritmos. El
no menos original y inquietante escritor, el norteamericano
Henry Miller (1891-1980) fue su discípulo y albacea: “Cendrars
es el mineral del que se extraen los metales más preciosos” (H. Miller:
“Homenaje a B. Cendrars”, en revista “Sur”, set. oct. 1961, p.
40-46). Vitalista
íntegro y extremo. Desafiante y lúcido arremetió contra la cultura del
siglo XIX y el tradicional
concepto libresco de Escritor. Pues para él, el Escritor es un hombre
concreto, que vive entre los hombres y se compromete con sus
dientes y sangre, con la vida.
Vigorosa personalidad, de vida marcadamente errática
y rica: “Y
todo lo que ido conociendo en esta vida, dichas y desdichas, me ha
enriquecido extraordinariamente y me ha sido útil cada vez que me he
puesto a escribir. No
remojo mi pluma en un tintero sino en la vida. Escribir
no es vivir. Quizá sea sobrevivirse a sí mismo. Pero
no hay garantía alguna de que así sea. En
todo caso, en la vida
corriente y nueve de cada diez veces, escribir...es abdicar, quizá. He
dicho”. “¡Y
qué nos importa la rivalidad de ideologías contrarias!. Los
mismos perros con distintos collares. Y la economía, política o
dirigida, no interesa a la humanidad. Excrecencias
tumefactas de los cerebros”. Exclama
y sentencia: “Vivir,
es vivir, primero. Soy de la Tierra”. “No
sé cómo sacan los sabios
sus conclusiones. A
mí me hace falta ver las cosas con mis propios ojos, palparlas con mis
propios dedos, para quererlas y entenderlas, y compenetrarme con ellas
mentalmente y reinventarlas, reanimarlas y resucitarlas. Sin
sentido creador, la ciencia
es letra muerta. Todo es actual”.
Anti intelectual, anti-sentimental. Ilógico
e instantaneísta. En su lirismo viajero se suprimen las relaciones lógicas
de la escritura. Rompe las transiciones habituales. Desaparece
el “continuum” tradicional del estilo. Surge el imperio de “lo
discontinuo”, que condice con su vida signada por lo azaroso
y la hondura y variedad de la experiencia. Utiliza
el “collage” en su poesía, inserta rótulos periodísticos y
etiquetas comerciales. Ha sido traducida
completamente al castellano por Víctor
Goldstein (ed. Fausto, 1975). Profesa
una auténtica atracción de índole estética y etnológica por
las Civilizaciones Primitivas y especialmente el mundo Africano.
Publica al respecto la primera
selección de textos de la tradición africana, “Antología
Negra” (1921). Crea
el género del “reportaje literario” con sus obras “Ron- La
aventura de Jean Galmot” y “Hollywood. La Meca del Cine”. En
1919, con sus “Diecinueve poemas elásticos” semeja los
“Alcoholes” (1913) de Guillaume Apollinaire (1880-1918). Es poeta
cultor del Cubismo en el lapso de 1917-1920, en que se destacan su obra
mencionada, los “Caligramas” de Apollinaire, Jean Cocteau, Reverdy,
etc. Su
primera obra es “Secuencias” con el influjo de su admirado Rémy de
Gourmont (1858-1915), el raro autor del “Latín místico”, “La ley
de Novgorod o del oro gris”,
“Moganni Nahmed”, primera novela. Desde
su vitalismo pluralista, admira al filósofo alemán
Arthur Schopenhauer
(1788-1860), con quien se
hermana en la concepción de que “El mundo es mi representación”
(“El mundo como voluntad y representación”, 1819:”Wille und
Vorstellung”, “nadie puede salirse de sí mismo” es la premisa
inicial. El mundo implica la voluntad o impulso de vivir como la realidad
última de las cosas, las cosas son en cuanto están en mi conciencia, así
piensa Cendrars). Su
visita a los Estados Unidos de Norteamérica marca la temática de su
obra. Queda deslumbrado, por las máquinas, el cine, las ciudades, los
transatlánticos... La velocidad, la aceleración histórica, la mecánica,
marcan su estilo. Escribe el “La pascua
en Nueva York”, el primer poema largo de la literatura moderna. “Escribir
es un incendio que abrasa un sin número de ideas e inflama las
asociaciones de imágenes antes de reducirlas a crepitantes ascuas y a una
lluvia de cenizas. Pero
si las llamas provocan la alarma, la espontaneidad del fuego continúa en
el misterio. Porque
escribir es quemarse vivo, pero es también renacer de las propias
cenizas”. Su
“El hombre fulminado” está precedido de unas
significativas y definidoras palabras de Descartes en su
“Discurso del Método” (1637, publicado como Prólogo a sus “Ensayos
Filosóficos”): “...el
gran libro del mundo...:viajar, ver cortes y ejércitos, tratar
con gentes de distinto humor y condición, recoger diversidad de
experiencias, ponerse a prueba a sí mismo en la fortuna...”. Su
fuerte e independiente personalidad, influyó sobre el Surrealismo (término
impuesto por
Apollinaire en 1917 en ocasión del estreno de su obra teatral
“Las tetas de Tiresias”), sobre Paul Morand, Miller y otros. En 1913 había escrito su original “Prosa al Transiberiano y de la pequeña Jehanne de Francia” junto con Sonia Delaunay. En
el ’18, “He matado”, libro sobre la Primera Guerra Mundial. En 1934, Henry Miller le escribe a Anaïs Nin, juicios centrales sobre el gran escritor:
“....tiene aspecto rústico, como de marinero –que en el fondo lo es- y habla en voz alta, pero lo hace muy bien. ...Ha repetido sin descanso que estoy dentro de la mejor de las tradiciones, que soy un brote de Rabelais, que tengo hígados, etc... No es chique. Nos ha explicado que camina por las calles desde la mañana hasta la noche, que detesta escribir, pero que, aún así, es un grande y formidable trabajador. Es un hombre cabal, te lo aseguro. Quizá sea ese hombre singular sobre el que he escrito hace poco tiempo, aquel al que he esperado ver adelantárseme y saludarme”. (Cartas a A. Nin, Bruguera, 1981, traducción de Ana Goldar).
Cendrars escribió una crítica positiva y entusiasmada al autor de “Noches de amor y alegrìa” y los carnales “Trópicos”. Éste a su vez concibió su “Tribute to B. Cendrars”, en su “Wisdom of the Heart” de 1941 Véase también “Lectura de H. Miller” por L. Durrell, 1984, , p. 260-279).
Cendrars escribió una crítica positiva y entusiasmada al autor de “Noches de amor y alegrìa” y los carnales “Trópicos”. Éste a su vez concibió su “Tribute to B. Cendrars”, en su “Wisdom of the Heart” de 1941 Véase también “Lectura de H. Miller” por L. Durrell, 1984, , p. 260-279). |
Guillermo
Gagliardi
Gentileza del blog "Sarmientísimo"
http://blogcindario.miarroba.com/info/95993-sarmientisimo/
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