A fines de noviembre de 1930 un grupo de artistas encabezado por Leónidas Barletta fundó el Teatro del Pueblo, apenas dos meses después de que los militares asaltaran el poder y Argentina ingresara en un largo período de inestabilidad institucional.
No fue casual. Barletta y sus huestes advirtieron que el teatro era un instrumento, quizás el único posible, de resistencia desde el arte al avande del fascismo. El teatro, entendido no sólo como espectáculo, sino como un reducto de encuentro de actores, escritores, poetas y pintores.
En los años siguientes ese primer impulso fue seguido por otros creadores y los teatros de arte se multiplicaron hasta convertirse en las décadas del ´40 y el ´30 en un fenómeno cultural insoslayable, no sólo en Buenos Aires, también en buena parte de la Argentina y de América latina.
En marzo de 1975 murió Barletta y el Teatro del Pueblo cerró sus puertas. Su influencia en el medio teatral ya era escasa, debilitado por una estética que había envejecido. Pero el símbolo estaba vivo.
Fue así que en 1987 un grupo de directores y autores, herederos de Teatro Abierto, decidieron reabrirlo y prologar de esa manera la vigencia de un espacio histórico. Lamentablemente, los herederos de Barletta se opusieron a ceder el nombre y la sala pasó a denominarse Teatro de la Campana, en homenaje al viejo luchador que en los comienzos de sus aventura teatral solía, a la hora de la función, instalarse en la puerta de la sala y agitar una campana para convocar a los espectadores. El historiador Raúl Larra escribió su biografía y lo había bautizado "El hombre de la campana".
La experiencia del Teatro de la Campana duró hasta 1994 y la sala volvió a estar inactiva. Fue al año siguiente que el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos adquirió el solar y puso en manos de la fundación de dramaturgos Carlos Somigliana la responsabilidad de la programación. Ambas entidades encararon el reciclaje del edificio, convertido en dos salas de moderna estructura y equipamiento. Fue reinaugurado el 5 de septiembre de 1996, esta vez con el nombre recuperado de Teatro del Pueblo.
Al cumplir los 75 años de existencia, la Fundación Somigliana creyó que había llegado el momento de los homenajes y decidió emprender la edición de una historia del Teatro del Pueblo. Para esa tarea convocó a GETEA, el más riguroso grupo de investigación teatral de la Argentina. Este libro es el resultado de ese trabajo destinado a conservar la memoria de uno de los referentes culturales más importantes de la Argentina del siglo XX.
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