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Rioparaná
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Bajo el puente que persevera sobre la infinidad, lo que la vida no nos da de modo azaroso: deshechos de arcos y de flechas. Rioparaná. Pará. Rehé. Onavá. No comprendo sus ríos en el río ni sus ríos junto al río. Solo acecho perplejo su pasar, anoto los motes de mil buques, me descamino descifrando sus banderas. Ansío ansí por los días otoñales en mitad del verano. En su brocal se adormilan -y luego fileteando cantan- los jacintos y lirios rojos, delirios liliáceos s del camalotal. Flujo de perennes ocasos, taropé del firmamento y abajo atavían las aguas castañas aquí y allá encarnadas, rehiladas de lila. ¿Qué significa su hartura? A quienquiera balbuceas Rioparaná el torrente de ninfas en los deshechos que expulsas hacia la orilla. Ciertos peces amagan con encallar, se desvanecen antes de atracar. Por añoranza de la tierra firme, afrentados , se entregan los maderos. Simulan ser batracios fosilizados. No lo entiendo Alparaná. Bravía, la nación del Delta Superior. Sustenta con magia los infaustos agüeros predecibles. Historias de cadáveres, cadáveres con historia que silabean haciendo la plancha: -”Yo soy de la ciudad de Rosario. Floto para encarnar la lucha cósmica”. -”Y yo somnoliento y aterido, así reaparecido, provengo del aire y de los suspiros sofocados”. Damnatio memoriae Yo soy judío urdido, erial serial con hebras de desierto animado, nómada como el río rosarino que me tangencia y sediento de terra donde asentarme y fugar, oteando el poniente con suspicacia para cerciorarme y discurrir que al otro día… ¿ depondrá desolado el sol, su color dilatado una vez más? Reparto la partida, repito la perdida. Del color del cielo banderas blandí y rojas muy rojas. Pero fui huí un ser con sed del Mediterráneo, meditando con coterráneos y mucho antes del Paraná bermudence fui huí de las tierras de Juan Ortíz. Y sin embargo, el movimiento me embarca, me embaraza, me nada. Ciego de infancia he vadeado tantas veces en pecinas, limolitas de sal… briznas de cellisca y llovizna, ante el rojo aguapé. En noviembre del Sesentayocho como un río junto al río ¿recuerda tu espuma amarillenta la huelga de los obreros de la empresa Electroclor? No transige mi oh dolor, sufro por la pérdida de las causas perdidas o dilapidadas por disipación. Aún los anzuelos encarnan en mis dedos y la casita orillera de los Santantino, para el mate y la pesca de mojarras, hace equilibrio en mi memoria, histórica, en el barrancal vecino a la fábrica de papel de celulosa de madera de eucalipto. Menos la arcilla todo está ausente. Ah! tu olor Rioparaná y tu silencio. Consanguíneo mar reo, remolinos sin tempestades. ¿Adónde escondes el estruendo de tus ballenas cuando me navegas? ¿Por que miserias no logro morarte? Y yo, amor, que repté a duelo tu cuerpo, porque creí que sus aguas te saludaban en nuestros ojos empañados… |
[1] Escribiendo el artículo Patria sí para Cuadernos para el diálogo de España hallé un artículo del Periódico CGT. Año I, Nº 29, del 14 de noviembre de 1968, titulado Electroclor: La Huelga es la Defensa de Todo un Pueblo. Me pregunté si acaso éste habría sido un texto de Rodolfo Walsh ?. Recojo del mismo esta cita : “Capitán Bermúdez sabe muy bien el orden que quiere, y por eso combate contra el monopolio que quiere destruirla, junto a sus trabajadores, que sólo desean verla crecer y vivir en paz y progreso”. A éste episodio hago referencia en el poema y también al hecho de haberme criado en ésta pequeña ciudad industrial hasta mi ingreso a la universidad y de haber residido durante cinco años en una aldea colectiva en el Valle de Izra’èl y otros cinco en la ciudad marítima de Haifa. |
David Alberto Fuks
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