“¿Quién dijo que todo está perdido? Yo vengo a ofrecer mi corazón”, cantan Fito Páez o Mercedes Sosa, en la versión que se prefiera. El escritor argentino Vicente Battista ofreció El simulacro de los espejos (publicada por Hugo Benjamín), “una de las grandes novelas contemporáneas”, según la elogió el jurado que la eligió por unanimidad como ganadora del XXI Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos 2025. El ganador, que viajará a Caracas el 2 de agosto para recibir esta distinción, muy cuestionada por escritores venezolanos exiliados, participó brevemente de manera virtual hacia el final de la ceremonia de anuncio, que se realizó el sábado por la tarde en la sede del Centro de Estudios Latinoamericanos y del Caribe Rómulo Gallegos (Celarg). Battista afirmó que el reconocimiento lo llena de alegría y le da “ganas de seguir viviendo”.

El escritor de 84 años --que se convirtió en el quinto argentino en ganar el Rómulo Gallegos después de Abel Posse, Mempo Giardinelli, Ricardo Piglia y Perla Suez-- destacó que el premio a El simulacro de los espejos --novela de inspiración kafkiana, según resaltó el jurado-- le demuestra que no todo está perdido, a pesar de encontrarse en una Argentina profundamente afectada por “lo más terrible de la ultraderecha, lo más terrible de un gobierno que se ocupa de destruir la cultura de forma sistemática, la ciencia, los jubilados, los estudiantes, de destruir todo”, lamentó el autor de las novelas El libro de los engaños, Siroco, Sucesos Argentinos, Gutiérrez a secas, Cuaderno del ausente y Ojos que no ven.

Desde que se conoció que Battista estaba entre los nueve finalistas junto a la escritora argentina Selva Almada y el escritor argentino Sergio Bizzio, entre otros, soportó “críticas violentas” por tratarse de un premio venezolano, con estrechos vínculos con la institución cubana de referencia regional, Casa de las Américas. Se estaba refiriendo, sin nombrarlo, al escritor venezolano que reside en España, Rodrigo Blanco Calderón, quien escribió en su cuenta X: “Los escritores que están finalistas son cómplices de la dictadura asesina de Nicolás Maduro. Lo son desde que aceptan participar, lo cual no puede hacerse sin su autorización. Pudieran dejar de serlo si tienen dignidad y respeto por los Derechos Humanos y retiran sus novelas del premio”.

El ganador de esta edición retrucó que el premio Casa de las Américas y el Rómulo Gallegos son “los más transparentes”. Battista, que fue jurado en ambos certámenes, destacó que le fueron entregados los originales de todas las obras sin imponerle una sola consigna o sesgo. Para enfatizar la cuestión, recordó que el escritor cubano y entonces presidente de la Casa de las Américas, Roberto Fernández Retamar, le dijo una vez: “aquí se premia calidad literaria y solamente eso”, y lo mismo ocurrió cuando participó como jurado en el Premio Rómulo Gallegos, que en otras ediciones lo ganaron el peruano Mario Vargas Llosa, el colombiano Gabriel García Márquez, el mexicano Carlos Fuentes, el chileno Roberto Bolaño y los españoles Javier Marías y Enrique Vila-Matas, entre otros.

La novela de Battista resultó ganadora entre 474 obras presentadas de 23 países, en la edición de mayor participación en la historia. El jurado estuvo integrado por la escritora argentina Perla Suez, ganadora en 2020 con El país del diablo; el escritor guatemalteco Rafael Cuevas Molina, el escritor venezolano Juan Antonio Calzadilla, el periodista, politólogo y escritor español Fermín Goñi y el exministro de Cultura y actual presidente de Casa de las Américas, el cubano Abel Prieto.

El jurado observó que en El simulacro de los espejos Battista recrea una atmósfera opresiva muy particular que revela el ambiente del capitalismo decadente de la contemporaneidad. La presencia de poderes dictatoriales invisibles, la vigilancia opresiva consentida por los vigilados, el diluvio de mensajes carentes de sentido, el vacío espiritual reinante y la imposibilidad de proteger la intimidad personal de la mirada morbosa de los otros, en un mundo asfixiante, son los algunos de los temas abordados por el autor «con gran sobriedad, sin permitirse ningún desliz propagandístico”, concluyó el veredicto.