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Miércoles,
19 de febrero de 2014 Literatura › Por primera vez se publican los cuentos completos de Chejov en castellano
Un verdadero acontecimiento literario
La edición en
cuatro tomos, a cargo del especialista en
literatura rusa y escritor Paul Viejo,
aglutina 650 cuentos que componen la
narrativa chejoviana, 240 inéditos en
español, además de un puñado de relatos
inconclusos. por Silvina Friera
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Queremos tanto al maestro del cuento moderno, al escritor perfecto que conocía como pocos el alma humana, que supo tensar al máximo la tristeza de la risa y la carcajada de la melancolía, que la sorpresa de contar por primera vez en español con los Cuentos Completos de Antón Chéjov en cuatro tomos (Páginas de Espuma) –ordenados cronológicamente– es uno de los mayores acontecimientos literarios y editoriales de estos tiempos. El proyecto, a cargo del especialista en literatura rusa y escritor Paul Viejo, aglutina 650 cuentos que componen la narrativa chejoviana, 240 inéditos en español, además de un puñado de relatos inconclusos. El primer volumen (1880-1885) abarca los comienzos de la producción de un autor veinteañero con un sarcasmo inaudito que publica en las revistas rusas de la época bajo distintos seudónimos: Antosha Chejonté y variaciones como Antón Ch., Chejonté, An.Ch., Antón W***, Don Antonio Chejonté; y otros como El hombre sin bazo, Un poeta prosaico o G. Baldastov. “Carta a un vecino erudito” –considerado el primer cuento publicado; hay otro anterior que está perdido– abre este tomo extraordinario, repleto de piezas juguetonas, humorísticas, acaso menores o periféricas en comparación con otros relatos, pero donde ya se perciben las futuras hilachas del genio universal. Chéjov exhibe el encanto de una desfachatez feroz al burlarse de sí mismo. En uno de los cuentos de 1880, “Fecha solemne”, se pone en las entrañas de un escritor que envía a todos los rincones de su patria sus obras literarias. Es, como muchos, un coleccionista pertinaz de rechazos. “¡Sí, dos mil respuestas, doscientos rublos y pico, y ni un solo sí! ¡Puf! Y, además, una experiencia aleccionadora. ¡Jóvenes amables! Hoy celebro la recepción de la respuesta número dos mil. Brindo por la terminación de mis actividades literarias y me echo a dormir sobre los laureles. Indicadme alguien que en tres años haya recibido tanto ‘noes’ como yo o erigidme una estatua sobre un pedestal inconmovible”, se lee en el final de este relato, firmado por Un poeta prosaico. En “Consejos para autores noveles” de 1885, cuando ya ha publicado un libro, los Cuentos de Melpómene (1884), incrementa la ironía sobre el oficio de la escritura a través de un puñado de recomendaciones. “Al dar rienda suelta a la fantasía, retén la mano. No la dejes que corra tras el número de renglones. Cuanto más breves y raros sean tus escritos, tanto más se publicarán. La brevedad no es dañina. Una goma estirada no borra mejor que una goma sin estirar”, afirma en la regla número catorce. “Parecía imposible que no estuvieran los cuentos completos, ¿no?”, dice Paul Viejo a Página/12. “Por fin podemos leerlos todos y colocarlos en su sitio. Cuánto de suicida tiene este proyecto no lo sé. Pero es muy importante no sólo literariamente, sino editorialmente: cuatro volúmenes al año y 5000 páginas. Era necesario en el caso de Chéjov porque no teníamos la posibilidad de conocer todos sus cuentos de manera sistematizada. Lo hicimos cronológicamente para que el lector pudiera tener claro cómo fue su trayectoria y dónde están colocadas cada una de las piezas que hemos ido leyendo y que conocemos bien –plantea el especialista–. Hemos leído mucho a Chéjov y tenemos muy buenas antologías. Chéjov ha tenido suerte con sus traductores y editores, pero lo hemos leído dentro de un maremágnum de-sordenado y parcial.” Viejo comenta su primera experiencia de lectura con el escritor ruso. Y aclara, para asombro de unos cuantos, que no hubo amor a primera vista. “El primer cuento que leí de Chéjov fue en mi primer año de facultad, un cuento pequeñito, ‘Se fue’, que marca en la filología lo que se llamó el ‘subtexto’, aquellas claves para enterrar la historia, que a partir de ahí ha dado las teorías que han llegado hasta (Ricardo) Piglia. Es un cuento que se estudia semestralmente en las universidades de todo el mundo. Pero leerlo con 18 años, una mañana de invierno en Madrid y en español, bueno... pues Chéjov será un clásico, pero esto no me convence. Recuerdo perfectamente que fue una catástrofe. Hasta que llegué a ‘La dama del perrito’ y me convencí de que por mucha dificultad que haya, por mucho que nos perdamos, por mucho que hagan faltas relecturas, la literatura de Chéjov es una maravilla.” El primer volumen es el que más inéditos tiene. “Después de una investigación de todas las ediciones en todos los países posibles, calculamos que de los 650 cuentos de Chéjov, unos 200 con seguridad no los habíamos leído en español nunca. Sobre todo los cuentos iniciales que publicó en revistas y que muchas veces ni siquiera parecían cuentos. Eran como viñetas, sketches muy directos y demás, pero que había que rescatar también. Una cosa difícil era descifrar qué es un cuento y qué no, porque él colaboraba en revistas no sólo haciendo ficción, sino también con artículos y crónica cultural y en ocasiones mezclaba y jugueteaba con esas diferencias –plantea Viejo–. Como sorpresas que no estaban traducidas hay una serie muy bonita que está dedicada al cuento de Navidad que le pide una revista. Por algún motivo eso no se ha publicado. Uno es ‘El abeto’, una reunión familiar en torno de un árbol de Navidad, donde aprovecha para hacer cierta crítica social muy interesante.” Este ambicioso proyecto tomó como referencia la que todavía hoy sigue siendo la edición canónica chejoviana: sus Obras completas y cartas en 30 tomos, publicadas en Moscú por la Editorial Nauka entre 1974 y 1983, donde se fijan definitivamente los textos y, sobre todo, se determinan cuáles de las colaboraciones del escritor son cuentos y cuáles no, algo que Viejo ha respetado. “En los años ’90 aparecieron más textos y los aficionados nos encargamos de seguir coleccionándolos como si fueran estampitas –admite Viejo–. Me interesa una faceta que es cómo fue recopilando sus propios cuentos. Entonces consulté en las diferentes bibliotecas y en sus casas museos los índices que había preparado de cara a la publicación. Fue una mezcla entre el trabajo que han hecho los filólogos rusos a lo largo del siglo XX y las últimas incorporaciones. Lo que ocurre con los clásicos es que por mucho que utilices la palabra completo no sabes hasta qué día será completo de verdad, en caso de que llegara a aparecer algún papel en un cajón de una biblioteca perdida.” Viejo subraya que el humor del Chéjov de los primeros textos es de “una ironía mordaz que roza el sarcasmo”. Ese veinteañero saludablemente “irrespetuoso” –que nació en Taganrog en 1860 y murió tan joven, a los 44 años, en Badenweiler, en 1904– compatibilizó la literatura y la medicina dentro de una metáfora de amantes y esposas que él mismo inventó. “En el primer Chéjov de este volumen vemos todas las líneas que va a tocar, como si en estos cinco años de su carrera quisiera probar todo para luego decidirse. Hay cuentos que parecen casi chistes, bromas muy directas y a propósito de un momento determinado; pero también muchos cuentos que se parecen a los cuentos finales, más extensos y más profundos psicológicamente. Aquí se mezclan un cuento cómico como ‘El gordo y el flaco’ y casi una novelita corta como ‘Flores tardías’, que pueden estar a la par de ‘El beso’ o ‘La dama del perrito’ veinte años antes”, sintetiza el especialista. “Excepto en Rusia, en el resto de los países no están publicados sus cuentos completos. En parte por la leyenda de que el material es infinito, pero sobre todo por el miedo de los editores, que piensan que como los cuentos no venden, aunque sean de Chéjov, si publican 5000 páginas serán un fracaso absoluto.”
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por Silvina Friera
Diario Página12 (Argentina)
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/4-31387-2014-02-19.html
Miércoles, 19 de febrero de 2014
Autorizado por la autora
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