Deporte, desaparecidos y dictadura (Ediciones Al Arco) es una edición ampliada de la compilación de artículos que Gustavo Veiga, periodista de Página/12, escribió en este diario sobre treinta seis deportistas desaparecidos. “Militantes políticos comprometidos con la sociedad de su tiempo, deportistas vocacionales antes que profesionales, fueron las víctimas propicias de un aparato represivo que los secuestró, procuró robarles su identidad y casi no dejó señales de dónde están sus cuerpos”, recuerda Veiga en el texto de esta segunda edición que se presentará el viernes 15 de febrero. Cuaderno del ausente y Criador de palomas son las ediciones cubanas de las novelas de Vicente Battista y Mario Goloboff que presentarán en la feria. Entre el domingo 17 y el miércoles 20, Fernanda García Lao, Juan Diego Incardona, Américo Cristófalo y Martín Rodríguez participarán en distintos paneles, organizados por la Dirección de Asuntos Culturales de la cancillería argentina que dirige Magdalena Faillace. La violencia política en la literatura argentina de las últimas décadas, la poesía como arma política, los 200 años de la Asamblea del Año XIII, el mercado editorial y los nuevos canales de circulación, los géneros fronterizos y las innovaciones narrativas a partir de los recursos de la web y las influencias y las lecturas cruzadas de Cuba a la Argentina y viceversa serán los temas a debatir.

Además de los 150 expositores de 31 países –entre los que se encuentra un stand de editoriales argentinas con textos de la Biblioteca Nacional, Tinta Limón, Milena Caserola, Madreselva y Editorial Municipal de Rosario, entre otras–, en San Carlos de la Cabaña habrá lecturas, reuniones de editores, de traductores e historiadores, coloquios sobre literaturas contemporáneas de países como Chile o Rusia y muchos escritores invitados: los españoles Juan Madrid, el alemán Hans Christoph Buch, el surcoreano Wolsan Kim Kidong, la estadounidense Avi Chomsky (hija del conocido intelectual Noam Chomsky) y el mexicano Paco Ignacio Taibo II. En la programación no podía faltar una reflexión sobre los cambios que imponen las nuevas tecnologías y la aparición de los e-books. Este formato contará con varias presentaciones, incluidos algunos textos del ex presidente Fidel Castro. Matías Reck, editor de Milena Caserola y uno de los creadores de la Feria del Libro Independiente y Alternativa (FLIA), agitará el ambiente del III Encuentro de Jóvenes Escritores de América Latina y del Caribe, que forma parte del menú de actividades desplegadas en esta 22ª Feria Internacional del Libro de La Habana.

“Vamos a Cuba a buscar refugio, asilo editorial. A ver si allí todavía no se confunde editor con empresario, feria del libro con shopping de derechos, autor con escriba-esclavo, libro con OVNI, objeto vendible no identificado –ironiza Reck en diálogo con Página/12–. Quienes aquí confunden estos términos seguramente no han participado de la Feria del Libro Independiente y Alternativa, donde hace siete años venimos recuperando lo que alguna vez Boris Spivacow, José Luis Mangieri, hoy Jorge Alvarez, entendieron y entienden como mercado editorial: lugar de intercambio de la palabra escrita, apuesta por nóveles escritores y aquellos trabajadores de la palabra, que mediante su poesía o narrativa intentan cambiar, modificar o al menos cuestionar el orden establecido. Aquí parece que, al decir de Susana Romano Sued, el mercanon nos ha devorado.” Reck plantea que “la literatura en movimiento” está en la FLIA, en los cientos de escritores y escritoras que distribuyen sus libros en las calles, plazas, trenes y en las librerías amigas; que hacen trueque, que piensan la escritura y lectura como proceso colectivo “y no venderían un e-book porque es un archivo que perfectamente se puede enviar por mail”, advierte. Su itinerario como agitador cultural será una experiencia que muchos cubanos seguirán con atención en el encuentro de editoriales autogestivas y cartoneras. “Vamos a conocernos a nosotros mismos, a conocer a otros que, con otra historia, seguramente tengan la utopía de conseguir un libro a medio dólar; que el libro esté vivo aunque se imprima en papel de diario o sea una edición del año ’50. Y no que tenga vida útil y que eso lo marque la vidriera del bookstore 24 horas o los suplementos culturales donde crítico y publicista van a la par.”