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Aniquilar el mundo moderno
Houellebecq indaga en el problema acuciante de las fake news
y la relación con la verdad. En la novela, por ejemplo, aparecen en
Internet imágenes inquietantes en las que se decapita al ministro Bruno
Juge con una guillotina. La simulación es tan perfecta que parece una
decapitación real. Un accidente cerebrovascular deja inmovilizado al
padre de Paul, un exespía jubilado que vive en un pueblo de la región
vinícola del Beaujolais. En la casa de su padre, Paul descubrirá unos
enigmáticos documentos con indicios sobre la autoría de los atentados
contra un buque de contenedores frente a la costa de la A Coruña, contra
un banco de esperma en Dinamarca y contra un barco de migrantes en las
costas de las islas de Pitiusas. Las pistas conducen hacia los
anarcoprimitivistas o ecofascistas con influencias satánicas. “Lo peor
era que no podía discrepar con los terroristas si su objetivo era
aniquilar el mundo tal como él lo conocía, aniquilar el mundo moderno”,
plantea Paul en una parte de Aniquilación.
Ningún otro escritor contemporáneo logra captar “el pulso del tiempo”
desde la ficción. Nihilista, romántico y provocador son
calificaciones o acusaciones, según quien las pronuncie, que merodean el
asunto principal por el cual es amado y odiado, en una “grieta”
literaria que no admite medias tintas. Houellebecq desmonta las
contradicciones del progresismo poniendo el dedo en la llaga de un
ecologismo que parece colisionar con un consumo desaforado. Los dardos
envenenados están dirigidos, como siempre, hacia el comportamiento
humano. “Le gustaba decir que internet solo servía para dos cosas: para
descargarse porno y para insultar al prójimo sin riesgos; en realidad,
solo una minoría de personas especialmente resentidas y vulgares se
expresaban en la red”, desliza este narrador que expone muchos de los
tópicos que obsesionan al autor de las novelas Ampliación del campo
de batalla (1994), Las partículas elementales (1998),
Lanzarote (2000), Plataforma (2001), La posibilidad de una
isla (2005), El mapa y el territorio (2010) --con la que
obtuvo el Premio Goncourt, el máximo galardón de las letras francesas--;
y las más recientes Sumisión (2015) y Serotonina (2019)
Vejez y eutanasia
El tema central de Aniquilación es la enfermedad, la vejez y
la muerte. El escritor cuestiona el menosprecio hacia los ancianos. “Yo
he sido muy pronto sensible al hecho de que nuestra sociedad tiene un
problema con la vejez; y que era un problema grave que podría conducirla
a la autodestrucción”, advierte uno de los personajes, él mismo que a
continuación agrega: “La verdadera razón de la eutanasia es que ya no
los soportamos (a los ancianos), ni siquiera queremos saber que existen,
por eso los aparcamos en lugares especializados, fuera de la vista de
los demás seres humanos. La cuasi totalidad de la gente hoy día
considera que la valía de una persona disminuye a media que su edad
aumenta; que la vida de un joven, y más aún de un niño, vale mucho más
que la de un anciano”. Hay una “mutación antropológica”, postulada en la
novela, que enlaza con el nihilismo. “Devaluar el pasado y el presente
en beneficio del futuro, devaluar lo real para preferir una virtualidad
situada en un futuro incierto, son síntomas del nihilismo europeo mucho
más decisivos que todo los que Nietzsche pudo detectar”. |