-La voz de Carolina tiene algo
muy poético. ¿Te interesa leer y escribir poesía?
-No sé si podría escribir por
fuera de la poesía. Me interesan los escritores que llevan la
poesía en la lengua. Estuve muchos años escribiendo y trabajando
para encontrar mi voz, para encontrarme a mí en la escritura. No
sé si ahora me siento cómoda porque si hay algo que no tiene la
escritura es comodidad; pero sí me siento a gusto, como si
hubiera encontrado mi agua en la que nadar. Me fascina Estela
Figueroa y Juan L.Ortiz; (Juan José) Saer tiene mucha poesía en
su escritura; hay escritores que no escriben poesía pero tienen
poesía debajo de las uñas. Me gusta Osvaldo Bossi, Laura Wittner,
Carlos Battilana; cada vez que la leo a Sharon Olds me desmayo.
Cuando leí a Wislawa Szymborska, fue como si me hubieran
prendido la luz. Descubrí a Alejandra Pizarnik a los trece años
y fue también muy impactante.
-¿Por qué te llevó muchos años
encontrar tu voz?
-Creo que es una cuestión de
autoexigencia. Llevo más de una década como madre y la
maternidad me tomó por completo. Así como la inundación venía y
se llevaba todo, la maternidad vino y se llevó todo puesto. En
esos años me resultó muy difícil escribir y lo tuve que hacer en
los márgenes del día. Al final de todo el proceso, me di cuenta
de que no tendría que haberme enojado conmigo por eso. Ese fue
el tiempo que me tomó y está bien. En el apuro no iba a lograr
nada. Yo soy una persona ansiosa y sufro la ansiedad de una
manera muy física. La sufro en el cuerpo. Llegué a esta voz, a
esta edad, en una sociedad en la que una siente que hay mucha
presión por hacer joven y hacer pronto. Me reconcilié mucho con
mi manera de escribir y de pensar los textos. Yo sigo
escribiendo en los márgenes, tomando notas en mis papelitos, que
voy juntando de a poco. Estuvo bueno dejar de castigarme y dejar
de sufrir porque “hay que escribir rápido”. Nadie me lo estaba
pidiendo, nadie estaba esperando nada.
--¿De dónde viene la rabia de
Carolina? ¿De la frustración de no haber tenido la oportunidad
de elegir lo que quería hacer?
--Sí, creo que también conjuga mi
rebelión personal contra esta piedra de Sísifo que es empujar la
piedra de la casa, más allá que hoy los modelos de gestión
doméstica y de la maternidad no son los mismos y por suerte no
es lo que yo vivo. Un montón de mujeres en el mundo viven igual
o peor que Carolina en cuanto a la posibilidad de elegir algo.
No sé si el personaje quería otra cosa porque no sé si sabía
bien qué quería... A lo mejor lo que hubiera querido era elegir
o tener la posibilidad de levantar la voz y decir “esto sí”,
“esto no”. Carolina tiene rabia por no poder decir y no poder
elegir.
-¿Qué importancia tienen los
sueños en la novela?
-Quizá lo que encontré en el
sueño, como en el río, es lo desbocado. El sueño es algo que no
podés controlar. Así como el cuerpo que cuando se enferma
escapa de nuestro control, el sueño escapa a la posibilidad de
organizar una narrativa. En el sueño salen las cosas como
salen y una a lo sumo es protagonista o espectadora y se puede
aterrar o sentir reconfortada. A veces se cree tener la vida
demasiado ordenada y el sueño irrumpe para desordenarla. Me
gusta mucho verle la cara a la verdad, aunque sea horrible o
incómoda. En los sueños la verdad se revela de una manera
muy cruda. |