Cultura y Espectáculos
24 de agosto de 2021 Fue uno de los filósofos más originales y sutiles del siglo XX Jean-Luc Nancy murió a los 81 añosEl filósofo francés fue un exponente del deconstruccionismo junto a Jacques Derrida. Varios de sus libros de publicaron en la Argentina. por Silvina Friera
En su último libro, Nancy plantea que la pandemia es producto de la mundialización.. Imagen: Télam Uno de los filósofos más originales y sutiles del siglo XX, exponente del deconstruccionismo junto a Jacques Derrida, desplegó una obra difícil de asir en su fuga contante de los casilleros simplificadores. Jean-Luc Nancy, autor de La comunidad inoperante y el más reciente Un virus demasiado humano, murió el lunes 23 de agosto a los 81 años, en la ciudad de Estrasburgo (Francia), donde residía. El horizonte de sus indagaciones era tan amplio y elástico que cubría desde la reflexión sobre la comunidad y la mundialización hasta el cuerpo, la negatividad y el sueño, la figura del intruso o de la visitación, la libertad y el cristianismo. Su intensa curiosidad por la estética y el arte lo llevó a colaborar con los cineastas Abbas Kiarostami –a quien dedicó el ensayo La evidencia del filme- y Claire Denis. Nancy, nacido en Burdeos en 1940, pertenecía a la segunda generación de pensadores franceses que relevaron a Jean-Paul Sartre, Maurice Merleau-Ponty, Maurice Blanchot, Emmanuel Lévinas y Claude Lévi-Strauss, nacidos en la primera década del siglo XX. Su primer interlocutor fue Philippe Lacoue-Labarthe, con quien escribió sur primeros libros de referencia, El absoluto literario y El mito nazi, dos obras fundamentales del pensamiento francés. Trazó su propia genealogía con Georges Bataille, Blanchot y Lévinas; pero su principal interlocutor fue Derrida, con quien fue articulando un diálogo que atraviesa la obra de los dos. Nancy, que fue profesor emérito de la Universidad de Estrasburgo, ha publicado en editoriales argentinas libros como La comunidad revocada (Mardulce) y varios títulos por La Cebra: ¿Un sujeto?, La declosión, En el cielo y sobre la tierra, Embriaguez, 58 indicios sobre el cuerpo y el más reciente, Un virus demasiado humano, con traducción de Víctor Goldstein, publicado en 2020 en coedición con la editorial chilena Palidonia. En El intruso el objeto de reflexión es la vida y la muerte a partir de la experiencia de su propia operación a corazón abierto. “Mi corazón se convertía en mi extraño: extraño justamente porque estaba dentro. La extrañeza no tenía que venir de afuera más que por haber surgido de adentro. Qué vacío abierto de repente en el pecho o en el alma -es lo mismo- cuando me dicen: ‘va a ser necesario un transplante’... Aquí el pensamiento se golpea contra un objeto inexistente: nada que saber, nada que comprender, nada que sentir. La intrusión de un cuerpo extraño en el pensamiento. Ese blanco quedará en mí como el pensamiento mismo y su contrario al mismo tiempo”. Nancy arroja una pregunta crucial, que acaso se resignifica en estos tiempos: “¿qué vida prolongar, con qué objetivo? Diferir la muerte es también exhibirla, señalarla -advierte en El intruso-. Sólo es preciso decir que la humanidad nunca estuvo preparada para ningún estado de esta pregunta y que su falta de preparación para la muerte no es más que la muerte misma: su golpe y su injusticia”. En Un virus demasiado humano, su último libro, plantea que la pandemia de coronavirus es producto de la mundialización. “No basta con erradicar un virus. Si el dominio técnico y político resulta como su propia finalidad no hará del mundo más que un campo de fuerzas cada vez más tensas unas contra otras, despojadas en adelante de todas las coartadas civilizadoras que antaño habían operado. La brutalidad contagiosa del virus se propaga en una brutalidad de gestión. Ya estamos ante la necesidad de seleccionar quiénes van a ser admitidos a los cuidados. (Y todavía nadie dice nada de las ineluctables injusticias económicas y sociales). No hay aquí ningún cálculo solapado de no se sabe qué conspiradores maquiavélicos. No hay un abuso particular de los Estados. No hay más que la ley general de las interconexiones, cuyo control es el desafío de los poderes tecnoeconómicos”, precisa en uno de los capítulos, que se presentó en diciembre[1] del año con pasado con la participación del autor desde Francia. Nancy –definido por Derrida como posdeconstruccionista- alimentó una conversación que continuará más allá de su muerte. “La lupa viral aumenta los rasgos de nuestras contradicciones y nuestros límites. Es un principio de realidad que golpea la puerta del principio de placer. La muerte lo acompaña -escribió en Un virus demasiado humano-. Ella que habíamos exportado con las guerras, las hambrunas y las devastaciones, ella que pensábamos confinada a algunos otros virus y a los cánceres (estos últimos en expansión casi viral), de pronto nos acecha en la esquina. ¡Vaya! Somos humanos, bípedos sin plumas dotados de lenguaje, pero con seguridad ni sobrehumanos ni transhumanos. ¿Demasiado humanos? O bien, ¿no habrá que comprender que jamás se lo puede ser?”. |
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por Silvina Friera
Diario Página12 (Argentina)
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24 de agosto de 2021
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