La ganadora del Premio Nobel nació en
1970, en Gwangju, una ciudad marcada por la violencia, especialmente
tras la Masacre de Gwangju en 1980, cuando el ejército reprimió una
revuelta estudiantil, acompañada por los sindicatos y el grueso de la
población, que exigía mayores libertades. Según estimaciones de la
prensa internacional, esta masacre pudo haber causado la muerte de 2000
civiles. En Actos humanos (publicada por la editorial española
Rata), la escritora revive esos sucesos a través de la experiencia de
siete personajes diferentes. La novela arranca con Dong-ho, un joven de
15 años que busca el cadáver de su mejor amigo entre los cuerpos
amontonados en las dependencias de un polideportivo municipal convertido
en improvisada morgue.
Kang se mudaba constantemente porque no
tenían casa propia. Su padre, el novelista Han Seung-won, era joven,
pobre y escritor. Su familia se trasladó a Seúl cuando ella tenía 11
años y estudió en cinco escuelas diferentes; para ella no fue fácil
acostumbrarse a algo nuevo cada poco tiempo. En su casa no había casi
muebles ni objetos decorativos, pero estaba llena de libros. Ante tantas
mudanzas y cambios, los libros fueron una especie de protección y
refugio. “Gracias a los libros, a la lectura, no me sentí tan mal, no me
sentí sola. Pasó el tiempo y esas lecturas continuaron a través de la
escritura de una manera natural”, recuerda la ganadora del Premio Nobel
de Literatura, que estudió literatura coreana en la Universidad de
Yonsei y trabajó como periodista para las revistas Publishing Journal
y Samtoh, entre otras. En su juventud disfrutó la lectura de
Jorge Luis Borges, un autor crucial para la escritora surcoreana, del
peruano César Vallejo, los mexicanos Octavio Paz y Carlos Fuentes, el
colombiano Gabriel García Márquez, el chileno Ariel Dorfman y el
argentino Manuel Puig. Entre sus últimas lecturas incorporó a dos
argentinas: Samanta Schweblin y Mariana Enriquez.
En la
magnífica prosa de La vegetariana hay una poeta agazapada. Kang
comenzó escribiendo poesía; lo primero que publicó hace treinta años, en
1993, fue el poema “El invierno de Seúl”, en la revista Literatura y
Sociedad. Los libros de cuentos que publicó en coreano (El amor
en Yeosu, El fruto de mi mujer, Caja de lágrimas y
El diseño amarillo de la eternidad) no están todavía traducidos al
español. Antes de la novela que la hizo conocida a nivel mundial, cuyo
título podría prestarse a confundirla con un alegato animalista, publicó
las novelas El venado negro y Tus frías manos, todavía sin
traducción en español. Después del libro consagratorio, llegaron Vete
ahora, el viento está soplando (hasta ahora sin traducción al
español), La clase de griego, publicada en 2023 por Random House;
Viene el muchacho, que tampoco está traducida, y Actos
humanos. |
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