–Yo la hubiera podido meter en el libro, he escrito mucho sobre ella. Sí quisiera hacerlo, si me queda tiempo, toco madera (toca la madera de la mesa con un golpecito). He escrito muchísimo sobre ella, pero quise que fuera un libro más flaco porque la gente no compra libros caros. Es una figura muy polémica la de Elena, pero fue una extraordinaria escritora. Ella creía que la querían perseguir todo el tiempo, tenía delirio de persecución. Quizá no es bonito decir esto, pero es verdad… Ella misma se inventó esa persecución del mundo contra ella, que es medio triste, y lo fomentó en su hija. No puedes vivir así porque te acabas delirando, ¿no? Ya es bastante difícil la vida sin inventar peligros. Y Elena te decía: “fíjate que hay en la esquina unos que me están esperando, asómate por la ventana a ver si ya se fueron”. Y yo le decía: “Elena, no hay nadie”… ¿Cómo luchas contra eso? Finalmente ese es el gran problema de Elena Garro, nada más que no se lo suele decir.

–¿Cómo cree que impactará el triunfo de Donald Trump en la vida de los mexicanos?

–Trump es terrible para los mexicanos y también para los cubanos. Las declaraciones que hizo con la muerte de Fidel Castro son aterradoras. Después de ganar “le echó agua a su vino”, como se dice. Pero la amenaza está ahí. ¿Qué van a hacer todos los migrantes que regresen a México? Se fueron porque no tenían trabajo. ¿Qué trabajo les espera aquí? Es gravísimo…

–¿Qué hay que hacer ante el discurso racista y xenófobo de Trump? ¿Cómo se resiste?

–No sé… yo siento que hay que reinventar una capacidad de defensa que no hemos tenido, una capacidad de decir no somos nosotros los que podemos invadir Estados Unidos, aunque finalmente a través de la migración hemos recuperado muchísimos territorios. Los más pobres al irse a Estados Unidos y al poblar Texas y la frontera recuperaron territorios que fueron de México. Mediante la migración recuperamos cosas que ni siquiera imaginábamos que los menos afortunados podían hacer, ¿verdad? Pero no sé cómo será esa resistencia. Lo que se está generando es una indignación en los jóvenes universitarios. Al final del año pasado, los jóvenes organizaron una enorme marcha al Zócalo por los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Si se organizan bien, puede ser muy eficaz la presencia de los jóvenes y de las mujeres. Las mujeres estamos a veces mucho más dispuestas que los hombres a marchar y a protestar. La protesta de los jóvenes puede ser un dique en contra de Trump, mucho más que el gobierno que no hace nada… En México pedimos permiso para todo. Aunque en el fondo seamos unos malditos, el lenguaje tiene un poco de vasallaje.

–Daría la impresión de que aquí, en la Feria, ya no se habla ni se recuerda a los jóvenes de Ayotzinapa, ¿no?

–Pero fíjate que hace dos años, aquí, a cada hora oías: “uno, dos, tres…” hasta llegar a los 43. Eso fue muy impactante… La responsabilidad por la desaparición de los jóvenes de Ayotzinapa es del gobierno.

–¿Qué significa la muerte de Fidel Castro para los países latinoamericanos?

–La muerte de Fidel es el fin de una etapa muy importante de América Latina. Lo que hizo Fidel al enfrentarse como lo hizo a los Estados Unidos a partir de una islita, un caimancito como le dicen, cambió a toda América Latina, que tuvo que tener otra actitud hacia Estados Unidos. Eso fue valiosísimo. Después se quedó en el poder y yo no puedo creer que no haya alguien que lo pueda hacer igual o mejor que él, en el sentido de permitir que otros lleguen a la presidencia. No sé qué va a suceder, pero desde luego con Trump no se puede predecir nada bueno.

Ver, además: “El Premio Cervantes es conclusión de una vida” Entrevista a la mexicana Elena Poniatowska - Página12 - Domingo, 8 de diciembre de 2013