Estaba en su casa en Madrid cuando lo llamó el ministro de Cultura de España, Ernest Urtasun. “Cuando me dijo que me lo habían concedido, me alegré mucho. La verdad es que no me lo esperaba. Pensé que lo iba a recibir cualquiera de los otros autores de los que se hablaba, de aquí o de Hispanoamérica, que son todos magníficos, como Leonardo Padura”, declaró el flamante ganador del Cervantes. “Vaya alegrón que me has dado, ministro”, afirmó el escritor al recordar cómo fue el diálogo en el preciso instante en que le comunicaron la novedad. “Enseguida le he confesado que tengo que irme al dentista. Tengo una cita con él. Y es que estoy viejo. Eso es lo cierto. Estoy para chapa y pintura”, bromeó el escritor español, que recibirá los 125.000 euros del Premio Cervantes el 23 de abril de 2025 --Día del Libro y fecha de la muerte de Miguel de Cervantes-- en la tradicional ceremonia que se realiza en el paraninfo de la Universidad de Alcalá (Madrid).
El Cervantes a Pombo (Santander, 1939) es el corolario del reconocimiento a la obra compleja y diversa de un poeta, novelista y ensayista que resiste el corsé de las clasificaciones. El escritor ganó el Premio Herralde con la novela El héroe de las mansardas de Mansard (1983), el Premio Planeta por La fortuna de Matilda Turpin (2006), el Premio Nadal por El temblor del héroe (2012), el Premio Honorífico de las Letras de Santander (2018), el Premio Internacional Menéndez Pelayo (2023), el Premio Francisco Umbral al Libro del Año 2023 por su última novela Santander, 1936, libro por el cual recibió hace pocos días el Premio de la Crítica de Madrid. El crítico Ignacio Echeverría se preguntó recientemente en las páginas de El Cultural de España cómo era posible que Pombo aún no tuviera el Cervantes. “¿A qué demonios esperan? ¿Puede ser tanto y tan perseverante el despiste de los jurados? ¿O se trata de un malentendido?”, se preguntaba en su artículo.