El ritual de la lectura celebra la pluralidad de voces poéticas. El XIII Festival Internacional de Poesía de Buenos Aires en la Feria del Libro comenzará mañana a las 19 en la sala Victoria Ocampo de La Rural, con la poeta uruguaya Ida Vitale, la española Concha García, la venezolana Yolanda Pantin y las argentinas Mercedes Roffé y Elena Anníbali. Después, a las 21, leerán la italiana Elisa Biagini, Vanna Andreini (Italia-Argentina), y los argentinos María Julia De Ruschi, Roberto Raschella y Rodolfo Alonso. En la programación de esta edición leerán su poesía en voz alta Juan Santander Leal, Soledad Fariña y Javier Bello (Chile); Paulina Vinderman, José Villa, Cecilia Romana, Liliana Lukin, Mario Ortiz, Gabriela Franco, Daniel Gayoso, Roberto Cignoni, Susana Cabuchi, Darío Cantón, Claudia Masín y Reynaldo Jiménez (Argentina); Paula Abramo y Óscar Pablo (México); Giovanna Pollarolo (Perú); Gustavo Lespada (Uruguay-Argentina), Nara Mansur (Cuba), Silvia Guerra (Uruguay) y Piedad Bonnet (Colombia), entre otros. El actor Patricio Contreras homenajeará a Nicanor Parra y habrá un miniconcierto de un músico en cuya obra el humus poético es una marca muy fuerte: Gabo Ferro.
“La poesía es social porque la lengua misma lo es, y la lengua en la poesía alcanza su máxima tensión y profundidad y su manifestación más acuciante”, plantea el poeta y crítico Jorge Monteleone, coordinador del Festival. “No hay poema en el cual lo social no resuene. Incluso en los poemas más aparentemente individualistas o más radicales en su desvío de las normativas, siempre en ellos se modela un discurso de época, una evaluación social, un rasgo histórico, un horizonte ideológico, un habla. La prueba inmediata de que la poesía siempre es social es que puede haber comunidades sin escritura pero no hay comunidades sin poesía: será oral y comunitaria”, agrega Monteleone.
–No es un detalle menor que, en la jornada inaugural, de diez poetas que leerán ocho son mujeres. Como coordinador del festival, ¿es su manera de darle más presencia a la voz de las poetas?
–Se me ocurrió pensar que alguien repararía en ese hecho e imaginé que si hubiera sido a la inversa acaso hubiera pasado inadvertido. Un festival de poesía es una antología oral y tiene su diseño posible, sus efectos de sentido, sus constelaciones. No se agota en un solo evento sino en una serie. En este quisimos propiciar la riquísima presencia de las poetas, cuya elección de un sujeto mujer como enunciación poética recorre con una profunda autoconsciencia la obra de muchas de las autoras convocadas. Y esa elección del sujeto del poema, como señaló la española Concha García, es una elección política.
–¿Cuál es el legado que ha dejado Parra en la poesía hispanoamericana?
–Nicanor Parra realizó una revolución en la poesía latinoamericana: la antipoesía. Fue un adelantado y un iconoclasta, y su legado no termina de agotarse: en él ya aparecen las poéticas coloquialistas, el poema como artefacto, el uso del humor y el juego, la crítica a la trascendencia, la depreciación de un sujeto poético grandilocuente en favor de una figura que oscila entre la irreverencia y la inadecuación –entre Chaplin y Kafka, digamos—, el poema como canción... ¡ hasta llegó a imaginar una poesía ecológica! Con él murió por error a los 103 años el último poeta inmortal. Su última broma fue que lo velaran en la Catedral de Santiago, a él, que escribió: “ustedes están asistiendo a los funerales del yo poético/ que reventó por exceso de delicadeza/ a depositar una corona de rosas/ en la tumba del poeta desconocido”.
–¿Cómo definiría la voz poética de Ida Vitale?
–Ida Vitale, una de las poetas más importantes de Latinoamérica con una obra de rara perfección, encabeza justamente la fuerte presencia de poetas uruguayos en el Festival de este año, en consonancia con la ciudad de Montevideo como invitada, con Silvia Guerra, Gustavo Lespada, Lalo Barrubia, Gustavo Wojciechowski. La obra de Vitale es de una alta concentración lírica e indaga a la vez el compás del mundo, como enigma y presencia, y la capacidad del poema para proyectar su imagen en el ritmo de la palabra. El poema como una lucha, un fracaso, una epifanía, una conciliación o, como ella lo llamaría, un “sueño de la constancia”.
–¿Qué pasa con la lengua de la poesía cuando se “dice”? ¿Cómo impacta la lectura, la “oralidad” en el poema?
–La oralidad del poema es la puesta en juego de su rasgo más esencial: el ritmo. El hecho de escuchar leer y ver a un poeta leyendo su propia poesía es un hecho tan sencillo como extraordinario: la poesía reencarna. En la voz, en una comunidad de oyentes y hablantes, en la realización del carácter dialógico del lenguaje.