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Y vi alejarse el tren que lo llevaba.
Me arropé en la bufanda de ajenas devociones,
y mis ojos nublaban
el paisaje de otoño.
Pero no he puesto en claro
lo que de mí se espera,
la duda o la esperanza
la incredulidad y la pena.
Flores de otoño éstas
que me obsequió
en un tardío
aniversario de bodas.
¡Te revelarás, cábala azarosa!
No me embriagan los vinos de otras copas
no me envanece mi belleza
que él ya no admira.
Un sabor de bayas ácidas
me acompaña como una amistad reciente.
Me voy acostumbrando a la acrimonia de la ausencia.
Es más, la bebo con deleite.
Sazona mis vivencias
Con sabor a manantiales rancios. |